<< Volver a la lista de textos
Directiva 24 - por Ormart
Una voz ronca gritaba en la oscuridad: ¡Levántense, levántense!, por un momento olvide que dormía en una cama de paja, que estaba hacinado y lejos de mi hogar, soñaba que volaba en la inmensidad del océano azul entre las nubes blancas y el sol, después me percate que aún era de noche; los pocos que pudimos dormir unas horas fuimos afortunados -¿pero quién lo era, en este lugar desolado y olvidado por Dios?-. Era mi segundo año en la guerra, solo dos días más y me iría de permiso, pero un día antes nos dijeron que todo permiso había sido negado, ahora participaríamos en la gran ofensiva que rompería las líneas defensivas y daría un golpe decisivo al enemigo, al menos así lo dijo el general mayor desde un telegrama.
Aquel día me levanté con una sensación extraña, tenía ese presentimiento de que llegaría a ser un anciano y les contaría a mis nietos sobre esta batalla tan funesta, ante ello decide escribirle a Mildred y le dije que pronto la vería, que recordaríamos bellos recuerdos y reviviríamos nuestro primer beso en aquella playa donde juramos amarnos por lo que el tiempo tuviera vida.
Me coloqué mis botas y mi pesado casco de acero, ya nadie se había aseado por un mes, ya nadie se removía los piojos ni las liendres; nuestras barbas y cabellos eran abultados y desaliñados, algunos habían desarrollado un olor a suciedad, otros un olor insoportable. En el desayuno nos dieron nuevamente avena y un pan duro, muchos no comieron, solo algunos masticaban con la mirada perdida en el horizonte.
Mientras saboreaba esa avena rancia vi que muchos de los hombres llevan su cabeza inclinada y sus manos flácidas como si la vida hubiera partido de ellos hace un tiempo. Luego tuve un recuerdo -como eso que nunca se van-, en mi mente circundaba la imagen de cuando llegamos aquí, como los jóvenes que salvaríamos y defenderíamos a nuestra nación; nos enlistamos sin pensarlo, solo teníamos diecinueve años y nos comportábamos como niños, no había odio alguno en nuestras mentes, luego conocí la realidad del día a día: gente llorando, hombres gritando, caras desfiguradas, soldados agonizando, cuerpos abandonados; después la muerte nos observó, esperando lentamente que la vida se olvidará de nosotros.
Marcaron las seis horas y la luz del sol comenzaba a emerger, pero no se distinguía por que el cielo estaba nublado -una vez más como lo había hecho en el último mes-. El viento era gélido y desalentador; tome mi rifle y lo cargue, camine por la planicie observando que ya no había un solo árbol de pie, ya no existía una sola flor, las verdes praderas que un día vistieron estos lugares se habían perdido en la oscuridad del terreno; me quede inmóvil como un monumento que permanece inmune hasta que el tiempo lo decida, después descendí por una escalera hacia la trinchera.
Al llegar al fondo de la trinchera mi bota derecha se hundió en el fango, requería de un brutal esfuerzo para levantar una pierna en aquel putrefacto y mal oliente frente que le llamábamos defensa. Solo camine unos veinte metros y llegue con mi regimiento, hice un habitual saludo a mi sargento y este ni me volteó a ver, estaba muy concentrado viendo los movimientos del enemigo por medio de unos mira lejos.
Donnie me hablo, era uno de mis amigos con los que había llegado dos años atrás. Los dos éramos los únicos aún con vida de quinientos hombres que llegamos en un tren lleno de ilusiones y coraje. Me brindo un cigarro y comenzamos a fumar, me dijo que no creía que nadie hubiera sobrevivido a nuestro ataque, ya que por siete días seguidos habíamos bombardeado sin cesar al enemigo -sonreía y se miraba confiado-. Luego el sargento comenzó a gritar y decir que esta sería la ofensiva con la que ganaríamos la guerra y que salvaríamos al imperio.
El sargento iría en la primer línea cuando sonara el silbido, posteriormente señaló a algunos que lo acompañarían en la primer oleada -por así decirlo-, yo fui asignado a la segunda. Eran las seis y treinta cuando la ofensiva comenzó, los hombres gritaron y salieron de las trincheras, aquella emoción lentamente se perdió con las ametralladoras del enemigo, después fue mi turno. Un segundo sargento accionó su silbato pero este no sirvió, volteó hacia un hombre y dijo: «al tocar los tambores saldremos», luego los tambores comenzaron a sonar.
Comentarios (7):
grace05
29/05/2015 a las 00:04
Muy buena historia. Me estremeció. Lográs transmitir toda la tensión que debe sentirse en esos momentos. Buena descripción de sentimientos y sensaciones. La escritura clara permite una lectura fluida.
¡Te felicito!!!!
Te invito a comentar33
Fabián
01/06/2015 a las 13:26
Me gusta mucho cuando alguien da pinceladas de “cruda realidad” a su historia; en tu relato la guerra no está representada por hombretones de acero sedientos de sangre. Son hombres comunes y corrientes, sucios, pasando hambre y seguramente sufriendo enfermedades de todo tipo, con ganas de salir de allí e intentar volver a sus vidas.
Genial el tono y ese enfoque.
•Forma
En la forma veo que hay que pegarle una buena revisada, para pulir todo lo que chirría, puntuación, redacción, etc.
“…ofensiva que rompería las líneas defensivas” Esto es una cuestión de gustos, personalmente no me gustan las rimas involuntarias, los sonidos similares tan juntos; podrías poner: “ofensiva que rompería las defensas del enemigo”
“…dijo el general mayor desde un telegrama.” No lo dijo “desde”, lo dejó por escrito EN un telegrama.
“…ante ello decide escribirle.” Aquí creo que la intención era poner “decidí”
“…por lo que el tiempo tuviera vida.” Esta frase no me suena bien, la entiendo pero se podría escribir mejor, algo como “hasta que el tiempo siguiera con vida” o “hasta que el tiempo tuviera vida”, algo así, ese “por lo que” creo que es el problema.
“llevan su cabeza inclinada.” → “llevaban sus cabezas inclinadas” ¿Mejor? Está hablando en plural, cuidado con eso.
“Luego tuve un recuerdo -como eso que nunca se van-” → “Luego tuve un recuerdo, como esoS que nunca se van”
“El viento era gélido y desalentador; tome mi rifle y lo cargue…” Aquí creo que iria mejor punto y seguido, está hablando del tiempo, y luego se pone en acción cogiendo el rifle y tal, son enunciados diferentes.
Cuidado con los acentos:
“caminé, quedé, brindó, habló, etc”
“…hacia la trinchera.
Al llegar al fondo de la trinchera” Intenta utilizar sinónimos para no repetir palabras y que queden tan juntas. “…hacia la trinchera. Al llegar al fondo de la zanja…”
“…y este ni me volteó a ver…” → “…y éste ni SE volteó a verME”
“-sonreía y se miraba confiado-” ¿Cómo se miraba a sí mismo? “sonreía y se veía/notaba/parecía/lucía confiado”
•Contenido
El contenido lo tienes y muy bien, creo que esos pequeños detalles que te comentaba antes humanizan mucho el relato, y lo hacen muy creíble.
Lo dicho, solo le hace falta revisarlo bien y te quedaría perfecto.
Buen trabajo.
beba
01/06/2015 a las 14:59
Hola,Ormart:
Muy buena historia. Me encantó el enfoque desde el soldadito medio, enganchado con el tema de los ideales patrios, y hecho pedazos sin necesidad de balas.
Coincido totalmente con el comentario de Fabián. Prepara la caja de herramientas, y a pulir y ajustar tornillos.
Christian Joseph White
03/06/2015 a las 00:49
Historia profunda y bien narrada. Muy logrado el ambiente bélico. Un gusto leerte! Saludos
Ormart
03/06/2015 a las 05:15
Muchas gracias a todos los que se tomaron el tiempo de leer mi historia y sobre todo analizarla; gracias por las críticas constructivas que me ayudan mucho en reforzar puntos que aun me fallan, nuevamente gracias y saludos a Fabián que hizo un excelente análisis del texto, saludos y a continuar escriendo…
ILLARGUIA
08/06/2015 a las 22:06
Buen relato Omart. Esos tambores con ecos de una lejana guerra parecen sacados de una trinchera alemana, la directiva 24 ¿tiene algo que ver con la operación Barbarroja?, por la que los alemanes tenían orden de eliminar a los comisarios bolcheviques. El tiempo del relato está muy bien, pero tienes que mejorar los tiempos verbales, narras mezclando la primera y la tercera persona, y eso es muy complicado de leer.
Un abrazo.
Ormart
09/06/2015 a las 04:39
Gracias ILLARGUIA, fíjate que estas en lo correcto, me base en la Directiva 21 de la Operación Barbarroja, el relato esta basado en la Primera Guerra Mundial. Te agradezco tus comentarios y estas en lo correcto acerca de los tiempos, es un problema que debo modificar que por alguna razón no los percibo, pero estoy trabajando en ello, gracias nuevamente y a continuar escribiendo…