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Mardi Gras - por Carlos Rosae+18

Escuchó el silbido del proyectil sintiendo cómo la piel de su hombro izquierdo se desgarraba a medida que la bala continuaba su trayectoria. Agazapado tras los barriles de cerveza que se habían convertido en improvisado refugio, notó el calor de la sangre, que comenzaba a empapar su camisa. Tenía una enorme presión en las sienes, mezcla de la tensión del momento y de la botella de whisky de la que había dado cuenta la noche anterior. Al otro lado de la calle todavía quedaban en pie dos de los tres hombres armados que le perseguían. Había liquidado al tercero a los pocos metros de iniciar su escapatoria, justo después de eliminar al objetivo al que llevaba siguiendo meses, pero no contaba con que dos de sus escoltas estuvieran en el piso de abajo.

Había llegado a Nueva Orleans la mañana anterior. Sucio y cansado del largo viaje, dejó su maleta a medio deshacer en la cama y se acercó a la ventana apartando cautelosamente la cortina. No era fácil conseguir una habitación con vistas a Bourbon Street en las fechas del Mardi Gras, pero un cliente había cancelado su reserva el día anterior. Desde allí podía vigilar la entrada del “Magic 8-Ball”, el local donde se había citado con un contacto. El trazado de las calles, los edificios, todo lo que había memorizado durante semanas sobre planos tomaban ahora forma ante sí. Tras una ducha relajante y pedir algo de comida, se sentó a esperar. Cinco minutos antes de la hora acordada un hombre con una gorra de los “Pelicans”, el equipo de béisbol local, entraba en el bar donde debían verse. Robert guardó la pistola en su bandolera y se dirigió al punto de encuentro sin prisas, tratando de no llamar la atención.

Aquel antro era un lugar angosto y poco iluminado. En la barra se agolpaban media docena de parroquianos, tan enfrascados en su conversación que ninguno de ellos se giró cuando entró al local. En una de las mesas, alejadas de la barra, el tipo de la gorra leía el periódico.

– ¿Los “Pelicans”? Creía que eras un acérrimo de los “Cephyrs”.

– Lo era, hasta la temporada pasada. Toma asiento y relájate, se te nota tenso. Acabo de pedir una botella de whisky y un par de vasos.

Por debajo de la mesa, el tal Angus entregó a Robert un plano turístico en el que había marcada una localización con unas notas. Los dos tipos estuvieron charlando animadamente durante casi dos horas de béisbol, de baloncesto y de otros temas irrelevantes, como si fueran dos viejos amigos habituales de aquel lugar. Al volver al hotel Robert tenía la vista borrosa y le costó concentrarse en aquel plano arrugado, que estuvo estudiando hasta que el sueño le venció.

Despertó sintiendo una taladradora en su cabeza, intentó despejarse y salió por la puerta del hotel ataviado como un turista, con la diferencia de la pistola que ocultaba en su chaqueta. Caminó hacia el viejo casino, cubierto por la hiedra. El enorme recepcionista que hacía un momento custodiaba la puerta se había ausentado los cinco minutos acordados gracias a la generosa “donación” que había recibido días atrás, por lo que llegar hasta la elegante puerta de teca del despacho no supuso un problema. Giró el pomo y apenas había distinguido la sombra de detrás del escritorio cuando la bala salió de la recámara, acompañada de una segunda. Corrió hacia la mesa en la que su víctima acababa de desplomarse y cogiendo impulso con su pie izquierdo saltó por el balcón, rodando sobre si mismo en su caída. Apenas se había reincorporado cuando vio a los tres hombres, guardaespaldas del narco, salir al exterior pistola en mano. Con un tiro a ciegas abatió al primero y emprendió una feroz carrera hasta llegar al porche del bar en el que se ocultaba ahora, tras recibir un balazo en su hombro.
Aquel lugar estaba muy transcurrido. Un grupo de gente ataviada con collares y ropas de estridentes colores comenzó a ocupar la calle. El desfile empezaría pronto y sus perseguidores no abrirían fuego en un lugar donde la presencia policial se había triplicado en los últimos años. Era su oportunidad para escapar, se confundiría entre la multitud y huiría de aquel lugar. El hombre que un año atrás había matado a su hermano cruelmente en aquella redada había caído por fin. Había cumplido su juramento. Sintió escuchar el sonido de la libertad. El desfile se acercaba. Los tambores comenzaron a sonar.

Comentarios (7):

ILLARGUIA

30/05/2015 a las 15:11

Ya echaba de menos un Martes de Carnaval, así, alegre, un poco ruidoso. Por cierto no serás Dennis Lehane, y utilizas un seudónimo para despistar.
Encantado de haber llegado a tu relato, no me importaría escribir una buena novela en colaboración.
Un abrazo.

Ratopin Johnson

30/05/2015 a las 20:34

Muy buena historia Carlos. Tuve que comentar tu relato, y lo disfruté. Además es que me gustan mucho las historias de género negro. Ahora mismo, estoy con un libro de relatos de Dashiel Hammet, “Sólo te ahorcan una vez”. Todos los detalles que introduces en el relato le dan mucho peso. Está muy bien, enhorabuena.

Ah,Illarguia, te veo por aquí también, y mencionas a Dennis Lehane, un grande de nuestro tiempo, Mystic River, La entrega.. yo lo descubrí como guionista de varios capítulos de The Wire, enorme serie de la que me confieso acérrimo fan, que no se por qué pero me da la impresión que conocéis. (Y si no, la recomiendo encarecidamente desde aquí)
Quizá podríamos hacer algo así entre unos cuantos 🙂

Diego Manresa Bilbao

31/05/2015 a las 18:44

Buen relato Rosae,
Bien llevada la tension y la ambientacion de New Orleans… Has visto “Treme” por otra parte?
Un unico fallo, los Pelicans son de Baloncesto, no de beisbol heheheh

Carlos Rosae

31/05/2015 a las 22:43

Gracias por comentar.
@Ilarguia: Tendré que buscar algo de Dennis Lehane, no me suena haber leído nada suyo. ¿Cuál de sus novelas me recomendarías’

@Ratopin: Muchas gracias por la crítica positiva y por la recomendación, tanto sobre Lehane como de Dashiel Hammet. Vaya, estoy descubriendo muchas cosas aa través de Literautas, porque la serie “The Wire” me suena de oídas pero no he visto todavía un solo capítulo. Tomo nota de todo.

@Diego Manresa Bilbao: Se agradece la corrección! pequeño fallo a la hora de documentarme, con las prisas de última hora jeje. No he visto “Treme”, pero acabo de consultar al Sr. Google y siendo una serie de HBO y ambientada en Nueva Orleans, seguro que pinta bien.

ILLARGUIA

01/06/2015 a las 18:34

Puedes empezar con Vivir de noche, sobre los gánster de la Ley seca, Un trago antes de la guerra, sobre las bandas callejeras, Mystic River, con un duro Sean Penn. En fin, elijas lo que elijas, si coges Cosecha roja de Dashiell Hammet te sentirás como en casa.

Carolnefer

02/06/2015 a las 15:41

Hola Carlos,

Al igual que a Ratopin me encanta la Novela Negra así que con esta historia me has ganado.
Enhorabuena y te seguiré de cerca

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