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TAMBORES DE MUERTE - por Demetrio Vert
A punto de expirar en su lecho de muerte don Arcadio de Serrano elevó su rostro beatífico y recordó el día en que se le incrustó en el cerebro el abrumador redoble de los tambores.
El 24 de septiembre de 1842 seis hombres iban a ser colgados en la plaza pública. Pagaban con la muerte su participación en las revueltas populares. Uno de ellos pertenecía al gremio de artesanos y tenía un hijo de diez años llamado Arcadio.
Al alba, Arcadio y su madre habían visitado al condenado en el calabozo de la prisión. Este se despidió de la mujer y, en un aparte, le susurró al pequeño.
—No tengas miedo, hijo. Yo no lo tengo. La muerte no debería asustar a nadie.
En el barrio viejo de la ciudad la Plaza de La Lonja estaba a rebosar. El gentío pululaba delante del patíbulo y del engalanado palco de autoridades. El sol de media mañana dibujaba sobre el tablado las sombras siniestras de las seis sogas colgantes del travesaño.
Entre el bullicio de la gente se oían las voces de los vendedores: «¡Pastelitos, caramelos, altramuces, cacahuetes!». La chiquillada corría tropezando con la multitud maloliente. «¡Vino, aguardiente!», voceaban otros.
Sin embargo, lo excitante era La Puja. El envite radicaba sobre la largueza del reguero de los orines que los sentenciados soltaban al caer por la mortal trampilla.
Llegó el carromato con los condenados. Seis tamborileros acompañaban el cortejo marcando el paso con espaciados golpes de tambor. Engarfiado a las piernas de su madre el niño no le quitaba ojo a su padre. Este subió sereno a la horca. Su entrepierna estaba seca; otros reos tenían ya los pantalones manchados.
El alguacil mayor alzó la mano y un silencio tajante inundó la plaza.
—Hoy celebramos el día de la Virgen de la Merced —voceó el mandatario—. La intercesión misericordiosa de Nuestra Señora, patrona de reclusos, perseguidos y condenados, ha inclinado el corazón piadoso de nuestro Gobernador a exhonerar de su pena a un condenado.
El niño, sobrecogido, contuvo la respiración. «¡Que sea mi padre!». Un corto repicar de tambores elevó la tensión del gentío. El muchachito rasgó la falda de su madre y esta ni lo percibió.
—Nuestro clemente Gobernador indulta a…
Arcadio ni siquiera oyó el nombre completo. A trompicones entre la barahúnda echó a correr como alma que lleva el diablo. «¡Corre! ¡Corre! ¡Corre!», sentía que le azuzaban locamente los tambores al redoblar. El griterío despiadado iba en aumento. Salió de la plaza, dobló la esquina y notó un repentino y absoluto silencio. Jadeante, desconcertado, se detuvo. La tamborrada rugió de nuevo atronadora y al pronto enmudeció. Un crujido seco martilleó el cráneo del niño en medio del sepulcral silencio; el aldabonazo de la trampilla al caer en el cadalso.
Lastimero, casi vergonzoso, un rumor sordo recorrió las calles. Arcadio pudo distinguir unos gritos imperiosos.
—¡Dejad paso! ¡Hay que medir! —Eran los árbitros de la rifa. Sacarían sus varas y evaluarían.
El muchacho soltó la bilis y otra vez arrancó a correr con el corazón descompuesto hasta llegar al taller de su padre. Se refugió debajo del banco de trabajo y entre serrines y maderas lloró sin tregua. Su madre lo encontró en aquél inusitado refugio ya entrada la noche.
—Anda hijo, vamos a la cama. Hoy dormiremos juntos.
—¿¡Se ha meado!? —reclamó el niño. La mujer quedó petrificada. El chiquillo lo adivinó—. ¡¡Sí, se ha meado!! —afirmó él con rabia.
Cincuenta años después, quién fuera el insigne Gobernador don Arcadio de Serrano se encontraba agonizante en su lecho. «Objetivo cumplido», pensó con satisfacción.
Arcadio trabajó siempre con empeño, fue reconocido en su profesión, se hizo un nombre en la política, ocupó cargos importantes, captó fieles sicarios, jamás fue indiscreto y nunca se casó ni tuvo amoríos. La obsesión de su vida fue acabar con los cuatro encopetados canallas que sentenciaron a su padre. En secreto o con artimañas los hizo ahorcar a todos. Las huellas de sus orines fueron todas más extensas que la de su progenitor; él las midió personalmente con satisfacción. Cuatro veces en la vida evocó el atronador sonido de los tambores de la muerte. Cuatro solitarios espasmos en su larga existencia.
Enfermo de tisis, Arcadio supo que el momento había llegado. Notó que le quedaban unas cuantas bocanadas. Se encogió con gran esfuerzo y se tocó la entrepierna. «¡Estoy seco!». De nuevo en su imaginación y por última vez, mientras fallecía con una campante sonrisa, los tambores comenzaron a sonar.
Comentarios (36):
José Nuñez
28/05/2015 a las 15:52
Muy buen relato, y bien definido. Aplauso, medalla y beso!!!
Joaquin Lavado
28/05/2015 a las 15:53
Extraordinario relato, un tanto “júmedo”, sí, y bien.
Aplauso, medalla y beso también.
Demetrio Vert
28/05/2015 a las 19:20
No me ha dado tiempo de agradecer a mis comentaristas anónimos sus indicaciones antes de que aparecieran los tan benevolentes comentarios de José Nuñez y Joaquín Lavado. Gracias de corazón a todos.
Un saludo.
Karen Katina
28/05/2015 a las 20:20
Excelente relato, me ha encantado. Disfrute al leerlo, capaturaste mi atencion de inicio a fin. ¡Bravo!
Osvaldo Mario Vela Sáenz
28/05/2015 a las 21:07
Felicidades Demetrio. Que escenas tan vívidas salen de tu pluma. Hechos ignorados por mi en ejecuciones de colgamientos. Añades una nueva dimensión dentro de mis conocimientos. Muchas gracias.
Ome Técpatl
29/05/2015 a las 06:23
Has logrado un buen texto, Demetrio. Mantiene con facilidad el interés de tu lector. En mi opinión, debías someterte a una dieta de comas, porque te comiste varias; pero eso es cuestión de estilo. Felicidades!
PAULATREIDES
29/05/2015 a las 11:04
Magnifico relato. Toda una vida dedicada a la venganza resumida en unas pocas líneas. Objetivo cumplido también por tu parte.
Saludos.
Marcelo Kisi
29/05/2015 a las 13:46
Demetrio querido, gracias por tu comentario a mi relato, has sido muy generoso.
En cuanto al tuyo, qué narrativa y que refinado uso del lenguaje. Le hacés honor al español, y a la literatura misma con tu modo de ir armando de a poco, como degustando, y de suspender un poco más el desenlace, que hace de todo el relato una pieza exquisita, ejecutada con maestría. Casual o no casualmente, me hiciste acordar de mi amigo El Conde de Montecristo…
El poner la lupa sobre un detalle del meo sobre todo lo que fue durante tantos siglos el tema de las ejecuciones públicas, me parece un hallazgo extraordinario.
En suma, Demetrio, emocionante, impactante, maravilloso!
Miranda
29/05/2015 a las 15:43
Hola Demetrio:
He llegado a tu relato, despues de leer tu comentario a KMarce, junto al que tambien realizó Dante. Queria felicitarte igual que a él, por tu capacidad para hacer comentarios constructivos. Es imposible comentar así a todos, claro, pero me ha parecido un buen comentario y queria hacertelo saber.
Además de eso, tambien ha sido una grata sorpresa tu relato, lo que más me ha gustado, porque me parece que destaca mucho es la ambientación, se palpaba el ambiente, los sentimientos reconcentrados y la acción era totalmente coherente. Original el hilo conductor. Una historia muy bien contada
Te doy la enhorabuena por las dos cosas.
Te invito a pasarte por el mio
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-26/3521
Demetrio Vert
29/05/2015 a las 19:02
Gracias a todos por vuestra generosidad. A Kren, a Osvaldo, a Ome, a Paulatreides, a miranda y, como no, a tí Marcelo. Por cierto que quiero releer el tuyo. Está tan bién escrito.
Ahora es tiempo de aclarar un asunto.
Por supuesto que el relato es pura ficción, un invento, aunque en los tiempos en los que se inicia el cuento las ejecuciones funcionaban así, e incluso así siguieron hasta varias décadas después. Pues bien, ese personaje existió. No tal como yo lo invento; no fue gobernador, ni hubo venganzas. Si hubo un niño que vió ejecutar a su padre y se obsesionó con la meada. Fue maestro artesano renombrado y cuando le llegó la hora, hizo el esfuerzo de comprobar que estaba seco. Un antepasado mío lo conoció. El resto es fruto de mi imaginación.
Saludos a todos.
Leonardo Ossa
29/05/2015 a las 21:17
Hola Demetrio. Tu historia titulada “Tambores de muerte” comienza a ubicar al lector en la historia desde el mismo nombre del relato. “Tambores de muerte” hace muy buena resonancia de la obsesión enclavada en la existencia del protagonista desde su infancia hasta el fin de sus días.
La ubicación que haces en el tiempo finalizando Septiembre de 1842 me parece formidable. Con la mención del año hay un grado de dificultad bien superado de tu parte al describir ese ambiente de plaza en el barrio viejo de esa ciudad, pues aunque quizás pueda hacerse un paralelismo comparativo con los ciudadanos actuales, es la descripción previa de lo sucedido en el calabozo, la mención del patíbulo y los tamborileros, lo que obra como catalizador de las imágenes en sepia proyectadas en mi mente al leer tu relato.
Durante la lectura he pasado por sentimientos de angustia, cuando he visto entrar al niño con su madre para despedirse de su padre. Por un sentimiento de esperanza, cuando esperaba oír (leer) el nombre del papá de Arcadio siendo exonerado por intercesión de nuestra señora La Virgen de las Mercedes. Por un sentimiento de desolación, cuando lo he visto llorar bajo el banco de trabajo entre serrines y maderas. Y por un sentimiento de consolación al ser encontrado por su madre.
Hay en la historia una imagen que me hubiese gustado ver de una forma más nítida, pues opino que faltó realzar un poco, solo un poco la presencia de la madre como “personaje escudero” del protagonista. Hice el ejercicio de leer la historia trasmutando la palabra madre por “criada” y no encuentro conflicto en el transcurrir del relato. Considero que la presencia de la madre debió notarse un poco más como madre, sufrir un poco con él. De la manera en que la presentas no se percibe sufrimiento en ella, no se compadece el dialogo “—Anda hijo, vamos a la cama. Hoy dormiremos juntos.” con la magnitud del acontecimiento.
Haber leído tu comentario acá arriba, señalando que la historia es ficción con un personaje real, me hace concederle al relato un brillo especial. Suelo pensar que los años transcurridos están ahí casi tangibles. Mi abuelo materno, por ejemplo, nació en 1887 cuando habían transcurrido solamente 68 años de la independencia de España (1819). Con ello, también me llegan historias por tradición oral.
Demetrio, siempre es un gusto leerte.
Leonardo Ossa
29/05/2015 a las 21:22
* 68 años desde nuestra independencia de España.
Christian Joseph White
29/05/2015 a las 21:34
Me encanta tu narrativa. Tu dominio de la escritura es notable. Logras que al leerte, el lector, no necesariamente guste del género por el que te inclinas. Me gustaría ver cómo te desenvolves en una historia de terror, seguro que de manera excelente. Felicitaciones!
Demetrio Vert
29/05/2015 a las 21:55
A Leonardo un abrazo. Por supuesto que entendí de tu comentario que la independencia era de España, como tocaba en la Historia.
A Chistian gracias por leerme. Veré el tuyo. Y esperemos que Literautas nos ponga una escena de terror. Veremos todos como nos manejamos.
Gracias.
lunaclara
29/05/2015 a las 23:53
Guau, Demetrio, me has dejado con la boca abierta… Mi relato, que no se ha podido publicar aquí, no tiene nada que ver. Son extremos tematicos opuestos, tanto en estilo como en longitud.
La verdad es que no veo en qué puedo ayudarte. Quizás, únicamente, te diría que el final y su desenlace vienen muy rápidos y resumidos. Supongo que son las 750 palabras. Si te digo la verdad, yo estaría plenamente satisfecha con las 2 escenas que recreas: muerte del protagonista y muerte de su padre (qué bueno lo de advertir que el padre muere porque finalmente se meó… O es lo que yo he entendido). Y el final este tan resumido lo alargaria en otro relato 🙂
Muchas felicidades! Está guay encontrar maestros del arte de escribir x aquí. Gracias!
Miranda
30/05/2015 a las 11:24
Te agradezco muchísimo, tu paso por mi relato
Por supuesto, que me ha ayudado tu comentario. Es un comentario de lujo. No solo te has leído el tema, es que realmente has hecho un comentario profesional, así me he sentido cuando lo he leído, como si mi trabajo fuera tan importante como para que lo comentase un experto.
Lo trabajaré teniendo en cuenta tus propuestas.
Aparte de tener razón al hacer un comentario, hay que saber comunicarlo y tu eres un maestro en eso.
Creo que serias un buen fichaje para cualquier editorial.
Espero que sigas mucho por aquí, me apunto a seguirte, y espero que sigamos comentándonos.
Voy a buscar si hay relatos tuyos anteriores, y los leeré. Este año tengo bastantes pendientes, porque no he podido dedicar tanto tiempo a leer, al tener otros proyectos externos.
Juana Medina
30/05/2015 a las 15:25
Hola Demetrio: Es la primera vez que leo algo tuyo y me ha encantado.Un lenguaje fluído y rico, una historia que muestra la parte más íntima y dolorosa de La Historia; el sufrimiento humano.
Muchas gracias por tus tambores. Estaré leyéndote.
Demetrio Vert
30/05/2015 a las 21:10
Para Bruno. Gracias por leer mi relato. Gracias por el comentario, y gracias por las correcciones gramaticales de tildes. Sin embargo en cuanto a los signos de interrogación y excalmación, la RAE dice:
b) Cuando el sentido de una oración es interrogativo y exclamativo a la vez, pueden combinarse ambos signos, abriendo con el de exclamación y cerrando con el de interrogación, o viceversa: ¡Cómo te has atrevido? / ¿Cómo te has atrevido!; o, preferiblemente, abriendo y cerrando con los dos signos a la vez: ¿¡Qué estás diciendo!? / ¡¿Qué estás diciendo?!
http://lema.rae.es/dpd/?key=interrogaci%C3%B3n
En cuanto a gustos no hay nada escrito. Por eso yo límito mucho mi opinión sobre las historias contadas. Aprendo más centrándome en el análisis formal de los relatos.
Continuaré escribiendo en este sitio por placer y esperando que quienes me lean sientan el suyo. Por supuesto me alegraré mucho de que me leas y comentes. No creo que pueda lograr algo extraordinario. Ello sería maravilloso para mí.
Un saludo.
Demetrio Vert
30/05/2015 a las 21:12
Para Bruno. Disculpa el error de mi comentario
…límito=limito…”
KMarce
30/05/2015 a las 22:59
Saludos Demetrio,
He comenzado a leer a quienes comentaron mi relato, el tuyo lo he leído, pero quiero analizarlo con calma. Gracias.
Tu relato, los hombres siempre seremos injustos, y la justicia es subjetiva; por lo que me ha gustado mucho tu relato. Nos haces pensar que la muerte del padre no era merecida y que la venganza si lo fue. Con ese argumento, me quitaría el sombrero si usara, me ha gustado mucho esa trama.
Sobre todo, me gusta que a través de la lectura todos aprendemos, interesante saber que es basado en un personaje real. Mi abuelita nos comentaba que aquí lo común para los crimenes eran los fusilamientos; para mí la horca es una forma muy cruel de quitar la vida, más con ese detalle tan penoso de mojar los pantalones 🙁
Te felicito por haberlo escrito.
De nuevo gracias por comentar mi relato, aun no llego a hacer comentarios en el mismo, quería leer sus relatos primero.
¡Nos leemos!
Ryan Infield Ralkins
30/05/2015 a las 23:48
Wow…esa fue la primera palabra que vino a mi mente. Si hay errores ni los vi. La intensidad de la historia es desbordante, los tambores atrapan. No pude evitar recordar el videojuego Assassin’s Creed cuando matan al padre y hermanos de Ezio.
Describes los ambientes y narras de forma estupenda. Si te digo que me gusto, te miento pues en realidad me encanto!
Felicitaciones y saludos.
José M Quintero
31/05/2015 a las 00:39
Hola Demetrio.
Quiero agradecerte por tu comentario en mi relato y por tu comentario anonimo, todo lo que me dijiste esta apuntado para la revisión y para historias futuras.
Sobre tu historia me gustó mucho, logras describir muy bien toda la escena que uno logra imaginarsela completa, tiene tantos matizes y en el recorrido pasas por tantos sentimientos para terminar con ese gran final que te deja un buen sabor de boca.
Yo también tuve la esperanza de leer el nombre del padre cuando anunciaron al exhonerado y por un momento pensé que el niño corrió fue para ir a abrazarlo, que lastima que no fue asi 🙁
Quiero felicitarte por un gran trabajo y decirte que te seguire leyendo en los proximos talleres.
Saludos 🙂
Demetrio Vert
31/05/2015 a las 12:37
Saludos y gracias a KMarce, Ryan y a José. A este último espero que no me trate con dureza pues le aseguro que mis opiniónes son cariñosas, y lo que es peor, completamente parciales (no pueden ser de otra forma), por lo que hay que tomarlas con recelo.
Aclararé algo que he percibido en algún comentario aunque no de form explicita. Puede parecer que “casi” no hay historia. Y es verdad. En realidad partí de una anécdota. Para tramar una historia tenía que pornerle al menos un núcleo, un dilema. Y ahí puse lo del indulto a un reo. En ese momento la historia puede girar en función de si indultan o no al padre de Arcadio. A pesar de ello y de que esté (es un supuesto) bién escrito, el texto no deja de tener ese tufillo a anécdota. Mis anteriores relatos, a lo mejor peor redactados, si son historias. Fueron fruto de una premisa y ficcionar una historia, con su estructura, sus núcleos, partiendo de una premisa que impregne el relato, me es más fácil.
José M Quintero pone el dedo en la llaga cuando lo que le llama más la atención (tal vez inconscientemente) es el momento del indulto. Ese es el punto que convierte la anécdota en historia.
Gracias por vuestra amabilidad.
Gracias
beba
31/05/2015 a las 22:22
Hola, Demetrio:
La historia me encantó en fondo y forma.
Excelente.
Quería recalcar la solvencia de tus comentarios; tienes autoridad para comentar; y tienes,además, la humildad necesaria para hacerlo con precisión y delicadeza.
Felicitaciones.
Tim Galano
01/06/2015 a las 09:01
Hola Demetrio, gran relato! Gran historia y bien contada. Genial la sensación que se siente cuando el chico recibe esperanzas de que perdonen a su padre. Enhorabuena!
Demetrio Vert
01/06/2015 a las 09:29
Gracias Beba, aún no he podido pasar por tu relato aunque lo tengo previsto.
También agradezco a Tim su generoso logio. Lo leeré tambien. Nobleza obliga.
Saludos.
El Ciervo Alado
01/06/2015 a las 16:09
Hola Demetrio, buen texto!
Con la frase
—No tengas miedo, hijo. Yo no lo tengo. La muerte no debería asustar a nadie.
Me acordé de la pelicula de Piratas Del caribe 2 en la que Davy Jones siempre pregunta:
-¿Temes a la muerte?
Y luego lo mata. =), JAJA.
En cuanto al relato me gusta por el ritmo que le tomas; Describes bien y hace que el lector se imagine que se encuentra en esa época.
No he encontrado ningún error en el relato; puntos y comas bien puestas, diálogos bien escritos… MAGNÍFICO!!!
Me pongo de pie y aplauso.
Saludo y, si quieres pasar por mi relato es el 4, https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-26/3400
Wolfdux
02/06/2015 a las 11:06
Hola Demetrio,
he llegado a tu relato tras leer varios comentarios tuyos a otros compañeros. Me ha llamado mucho la atención el tiempo y dedicación que le das a cada uno de esos comentarios. Ese saber hacer también es palpable en tu relato. Es impecable.
La historia es original, está muy bien ambientada y es muy visual; me quedó con la parte: “El sol de media mañana dibujaba sobre el tablado las sombras siniestras de las seis sogas colgantes del travesaño.”
Me quedo con la historia de la muerte del padre, ya que la del protagonista es más acelerada y quizás, menos emotiva. Aún así, el relato en conjunto es una delicia. A parte de esto poco más puedo añadir a los que han aportado mis compañeros.
Un placer leerte. Felicidades.
¡Nos leemos!
Demetrio Vert
02/06/2015 a las 17:17
Saludos a Ciervo Alado y a Woldfux. Y acualquier otro compañero que me pueda olvidar. Gracias a todos por tan benevolentes y generosos comentarios. De verdad.
Ando algo ocupado estos días para pasar por todos los relatos empezando por los autores que me habéis puesto un comentario. Prometo hacerlo. Pues como dice Woldfux, yo suelo poner atención, lo que implica también tiempo. Lo considero un compromiso ineludible por mi parte respecto de quienes se han tomado a su vez su tiempo para escribir y deleitarnos.
Saludos y buena lectura. Hasta pronto.
Dante
02/06/2015 a las 23:33
Hola Demetrio.
Felicitaciones por el relato. Brillante en cuanto a la forma y en cuanto al contenido. Prácticamente no tiene fisuras.
No me extrañan los numerosos y bien fundados elogios de los compañeros, a los que adhiero y sumaré los míos.
En tu comentario N° 10 referís que el personaje existió, aunque fue diferente su historia, la que seguramente conociste por ese antepasado que lo conoció. No sé si el nombre era real. Si lo inventaste, la verdad es que más sonoro y contundente no podía ser: Arcadio de Serrano. Y si no lo inventaste, lo “rodeaste” tan bien con tu narrativa que un hombre simple de otros tiempos luce creíble como un gran señor, un gobernador y un hombre con mucho poder y una voluntad férrea. Felicitaciones por este punto también.
En cuanto al contenido, encuentro que además de lo dicho por los compañeros, podrían encontrarse algunas posibles lecturas. No sé si las planteaste entre líneas, o si era tu intención, pero la verdad que este es un relato para entretenerse conmoviéndose como lector (en este punto creo que la descripción del paso por distintos estados anímicos de Leonardo Ossa lo revela con toda claridad) y a su vez, da para reflexionar. Cierto que, como apunta PaulaTreides, es una vida dedicada a la venganza. Pero creo que hay otras cosas en la psicología del personaje y de su medio social. Algunas contradicciones personales y sociales que en todo tiempo el ser humano tiene y no se da cuenta o no quiere darse cuenta.
Desde esta óptica, la hipocresía del gobernador que regía al tiempo de la ejecución del padre de Arcadio se traduce en un finísimo humor negro del narrador. Es cierto que el que habla es el alguacil mayor. Pero al nombrar el “piadoso corazón del gobernador”, nos muestra el cuadro siniestro. Además, el gobernador como responsable político del lugar aúna en sí en mayor grado esa hipocresía de la sociedad de ese momento. Con la apelación a la “intercesión misericordiosa” de Nuestra Señora de la Merced, que es una advocación de la madre de quien los cristianos (fe mayoritaria de ese pueblo) creen que vino a salvar a los hombres brindándoles su infinita misericordia, el gobernador se arroga el lugar de Dios indultando sólo a uno y manda a ejecutar el castigo sin piedad alguna. Y el pueblo circundante no se lo cuestiona. Sólo mira y algunos morbosos hasta festejan. Se hace referencia a la misericordia de la Madre de Dios, pero se actúa sin misericordia (el gobernador) y se disfruta con la falta de misericordia (los morbosos del juego) o se es indiferente a ella (gran cantidad de gente que conforma el pueblo). En el fondo, hay aquí un posible alegato contra la pena de muerte o, por lo menos, un llamado de atención, y se resalta la contradicción y la hipocresía de quienes dicen defender o creer en ciertos valores o seguir cierto camino moral (laico o religioso) y hacen lo contrario.
Creo que se resalta muy bien otro aspecto muy negativo, presente en todo tiempo: la insensibilidad ante el dolor ajeno o peor todavía, el sórdido goce que tiene como causa la desgracia y el sufrimiento del prójimo.
Pero también en Arcadio se puede notar una contradicción pese a su impecable lógica vengativa y su coherencia. Esta lectura podría sostenerse porque el padre de Arcadio fue condenado por una revuelta social. Dada la época en que se lo condenó, donde la democracia no era muy difundida en el mundo, donde la noción de derechos humanos no existía (aunque estos derechos sí existieran, se respetaran o no), es plausible interpretar que, aún equivocado en los medios, luchó por una sociedad más justa o igualitaria. De hecho, no se trataba de un rico o poderoso sino de un simple trabajador, lo que resulta confirmado por el taller del padre en el que Arcadio (niño) se esconde.
Así, cuando Arcadio llega a ser adulto y planifica toda su vida alrededor de la venganza, para poder ejecutarla debe reunir poder y el relato expresamente nos dice que “se hizo un nombre en la política”, que “ocupó cargos importantes” y que llegó a ser gobernador. Puede suponerse que para alcanzar esos lugares, debió formar parte del “establishment” (si se me permite el anglicismo y la falta de rigurosidad histórica del término que es posterior a la época de la historia) que su parte combatía. Por lo tanto, en cierto modo, Arcadio vengó a su padre pero “lo mató de nuevo” él mismo. Porque su hijo, en lugar de seguir sus huellas se hizo uno más de la casta gobernante. Claro que es probable que esta lectura pueda discutirse porque en tantos años algún cambio social pudo haberse registrado. Pero también cabría preguntarse si un hombre como el padre de Arcadio hubiera estado conforme con la opción de vida de su hijo. Por otro lado, el texto resulta muy sugerente porque tampoco nos señala qué acciones de gobierno implementó el gobernador Arcadio, a quien sólo refiere como “insigne”.
Estas interpretaciones no son necesarias. Ni siquiera son estrictamente mías y personales. Sólo considero que son posibles dentro de los límites del texto y, si se las suma a las apreciaciones profundas de los compañeros que me han precedido, revela que nos encontramos ante un texto que tiene una forma prácticamente impecable y un contenido riquísimo, tanto a nivel estético como emocional, intelectual y de juicio ético y/o moral.
No sé si buscaste todo esto, pero como siempre digo en estos casos, el mérito es indiscutible. Si todas estas implicancias fueron buscadas expresamente, el autor ha plasmado su talento y ha concretado sus objetivos. Si no lo fueron, la obra en cierto modo se independizó de su autor y habló por sí misma. En ambos supuestos, la obra es arte.
Párrafo aparte para la cuestión de “la meada”. Aún cuando refiera a un hecho fisiológico y desagradable, es un detalle finísimo que le da sostén y contundencia a la trama. Sobre todo si lo vemos desde la perspectiva de un niño pequeño, de la imagen que ha construido de su padre y teniendo en cuenta la vergüenza que significaría ser señalado como cobarde o hijo de un cobarde, pese a que cualquiera hubiera tenido miedo en esa situación.
Todo lo macabro que se construye alrededor de la meada puede parecer una pura invención, pero tal vez no lo sea y esté apoyado en hechos verídicos de la anécdota a la que referís en tu comentario N° 10, o bien que te hayas documentado en fuentes históricas. Sin embargo, y esto es lo triste, comportamientos como los que mostraste tan bien, se encuentran aún hoy. Si mal no recuerdo, en un capítulo de la serie C.S.I. (creo que de Miami) había unas personas que apostaban acerca de quién moriría (y lo hacían por dinero, por supuesto), y en la vida real, con sólo acudir a un buscador de internet, se pueden encontrar páginas en las que se invita a apostar (aún cuando no fuera por dinero) qué persona famosa se morirá primero. Si a esto le sumamos la impecable descripción que hacés de la multitud en la plaza, de las ventas de comestibles y otros detalles que revelan que la ejecución era tan cotidiana y aunque esperada, tan insustancial como cualquier otra actividad trivial, revela que la humanidad no había avanzado tanto desde los tiempos del Circo Romano. Y si se tienen en cuenta ejemplos como los que te comenté, vemos que muchas veces, lamentablemente hoy no hay muchas diferencias con ese 1842 que “pintaste” en el relato. Lo que no quiere decir que esto ocurra siempre, ni que esté todo perdido, ni que ya no haya futuro. No. Simplemente que al lado de las cosas buenas y bellas de la vida, los aspectos más oscuros de la naturaleza humana o las consecuencias del mal uso de la libertad o del no uso de la razón y la conciencia ética o moral siempre encuentran el resquicio por donde salir con consecuencias nefastas para todos. Sobre todo para quien debe sufrirlas en soledad, como el padre de Arcadio y su familia. El padre fue ejecutado, pero la vida de su esposa y de su hijo, a pesar del aparente éxito de éste último, quedaron arruinadas para siempre.
Para terminar con este aspecto, la alusión a la “meada” y todas las detalladas derivaciones, creo que ha cumplido con un lineamiento que leí en un tutorial de Literautas, donde refería a una frase del escritor y dramaturgo ruso Anton Chéjov: “No me digas que la luna brilla, muéstrame el brillo de la luz sobre cristales rotos”. Yo creo que no te limitaste sólo a “contarnos” o “decirnos” informativamente qué pasó. Nos mostraste cabalmente el sufrimiento, tanto en lo literal como en lo simbólico. Y lo mejor de todo es que lo hiciste con un vocabulario muy rico y perfectamente compatible con la época que te propusiste retratar.
Me parece que la voz elegida, tercera persona, narrador omnisciente es perfecta para el tipo de historia que quisiste contar, y el tono “grave” que adoptaste también es muy apropiado.
El título me parece muy pertinente, y marcó una diferencia con el resto de los relatos, beneficiando a todos: algunos escribieron sobre tambores en situaciones bélicas (riesgo de muerte de un número indeterminado de personas), otros sobre manifestaciones o situaciones más alegres, cotidianas o usuales de un tambor. Vos lo referiste a la muerte de la persona, del individuo. Así ganaron todos los relatos, porque al existir esa diferencia que resaltó tu título, nos da gana de leerlos a unos y a otros.
Si tuviera que señalar un aspecto a mejorar, me parece que prácticamente no los hay, salvo que en lo formal, se podrían reexaminar algunos signos de puntuación, mayormente si convendría colocar alguna coma que marque algunas pausas que realzarían el relato otorgándole mayor solemnidad a algunos momentos más densos (en el buen sentido de la palabra) o bien colocando algunos puntos y seguidos para separar algunas frases y que se lea con mayor agilidad a la par que se remarquen mejor las ideas. Creo que esto se podría verificar en las siguientes oraciones: “Arcadio trabajó siempre con empeño, fue reconocido en su profesión, se hizo un nombre en la política, ocupó cargos importantes, captó fieles sicarios, jamás fue indiscreto y nunca se casó ni tuvo amoríos. La obsesión de su vida fue acabar con los cuatro encopetados canallas que sentenciaron a su padre. En secreto o con artimañas los hizo ahorcar a todos”. En su lugar, podrían expresarse más o menos así: “Arcadio trabajó siempre con empeño. Fue reconocido en su profesión, se hizo un nombre en la política y ocupó cargos importantes. Captó fieles sicarios y jamás fue indiscreto. Nunca se casó ni tuvo amoríos. Su vida estuvo regida por la obsesión de acabar con los cuatro encopetados canallas que sentenciaron a su padre. En secreto o recurriendo a artimañas, los hizo ahorcar a todos”. Como ves, he sugerido algunos cambios para agrupar ideas a modo que no se “pierdan” disminuyendo la fuerza del texto. Creo que en esas oraciones referiste a cuestiones muy poderosas para la trama y para el impacto sobre el lector y espaciadas nos mostraría más ese carácter metódico y esa voluntad inquebrantable del protagonista. A su vez, sugerí unas pequeñas reelaboraciones para marcar todavía más esas características del personaje. Sin embargo, quiero dejar aclarado que estas sugerencias son a título de ejemplo, y que mirar estas cuestiones implica hilar finísimo con hilos de oro, ya que el relato en lo formal y en el contenido es inobjetable. Si pudiera sugerirse algo para mejorar serían cuestiones nimias como éstas de puntuación, y no hay que perder de vista que estos aportes son meramente subjetivos y personales, y como tales opinables.
Te felicito nuevamente por semejante relato y te animo a que si sintieras la necesidad expresiva de ampliarlo en un ámbito más extenso, lo hagas sin dudar. La historia tiene un potencial tremendo, y cualquiera sea el género o la extensión, si se la cuenta tan bien como lo has hecho, no defraudará a los lectores.
Espero seguir leyendote.
Saludos.
grace05
02/06/2015 a las 23:43
Demetrio:
Una historia magnífica desde el contenido hasta la forma.
Tiene sensibilidad y dureza. Me impactó…es mas fuerte “el meo” de su padre que la muerte misma.
¡Excelente historia!!!! Un placer leerte
¡Felicitaciones!!!!
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José Torma
04/06/2015 a las 15:38
Que tal Demetrio?
Una historia muy bien escrita, paso a paso nos llevas de la mano y por mas que queremos voltear a otro lado, con un leve tiron nos regresas la atencion a la accion. Decir que me ha gustado es poco, es una excelente historia. Me llevo a recordar la manera de contar historias de Alexandre Dumas, casi vi un poco de Edmond Dantes en el joven Arcadio.
Muy buena, la he leido ya dos veces de puro gusto.
Si algo pudiera solo comentar, es el nombre, cuando Arcadio sale corriendo, por un momento entretuve la idea de que fuera el padre que huye al no ser nombrado o en su defecto, que era el nombrado y corria antes de que cambiaran de opinion. Tropezon mio que en nada demerita tu trabajo.
Muchas felicidades y gracias.
Demetrio Vert
04/06/2015 a las 18:06
Saludos a Dante y a grace05. Aún no he podido leer vuestros relatos con atención, pero os tengo en la lista. No creáis que os libraréis tan fácilmente de mí. Je, je.
Dante, he quedado maravillado con tu análisis y tengo que decirte que, en este caso, el autor (yo) sí meditó mucho para meter todas las caras del poliedro a las que aludes, y que tu aguda visión de las distintas caras del poliedro puede interesar a muchos de nosotros. Al menos a mí.
Voy a dedicar unos minutos a tu comentario porque creo que desvela muchas tramas y subtramas de la historia, No diré nada sobre tus elogios, salvo agradecerlos, ya que ellos no son el motivo de este post.
Una de las cosas más difíciles para mí es transformar una anécdota en una historia; o sea, que un suceso más o menos trágico y doloroso se convierta en una historia, con su correspondiente estructura literaria; cuadro dramático, núcleos, etc.
Bien, la historia del relato es real (según me cuentan) en cuanto al personaje, la ejecución pública del padre, las meadas y las apuestas sobre sus extensiones. El niño fue adoptado por un amigo de su padre, también artesano carpintero, y murió efectivamente de tisis más o menos a la edad que fija el relato. No tuvo ascensión política ni de poder alguno, ni fue vengativo ni asesino. Fue una persona industriosa de la época en que vivió, cuando las nuevas técnicas iban a dar paso a la revolución industrial, momento en el que los maestros artesanos tuvieron la oportunidad de convertir sus talleres en industrias. El chico, alentado por un tutor amigo de su padre, estudió en la escuela de técnicas industriales y en este aspecto sí que prosperó, logrando tener un taller afamado pero sin arribar (el tiempo se le escapó) a tener peso importante ni en lo económico ni lo social. No se casó ni tuvo familia. Pero, en el momento de morir, efectivamente comprobó que estaba “seco”.
Hasta aquí la anécdota. ¿Cómo ficcionarla y convertirla en historia?
Por la extensión obligada del relato opté por ahondar en la obsesión que le acompañó toda su vida debido al trauma de presenciar la ejecución del padre, y sus orines. Relativicé otros aspectos: cómo se abre camino en la vida a través del estudio y el trabajo; el dolor de la madre, etc.
Había que dramatizar el texto, y ahí fue cuando introduje la posibilidad del indulto. En ese momento se crea un núcleo en el relato, un dilema, ya que la historia hubiera continuado de otra manera si se hubiera indultado al padre. Por otra parte, al lector se le crea la tensión de los varios caminos a seguir.
Otro aspecto interesante para mantener la intriga en el relato hubiera sido cómo el personaje medra hasta alcanzar la posición de gobernador, las oscuras alianzas que tiene que tejer y los riesgos que correrá para alcanzar su empresa, la venganza. Pero faltaba espacio. De ahí la sensación de prisa del final de la historia. Preferí centrarme en la ejecución y en su parafernalia, reflejar ese ambiente tan inhumano que, no olvidemos, aún lo tenemos detrás de la puerta, o, a veces, con nosotros mismos, como bien apuntas.
Hemos visto como la escena del indulto es esencial para que el relato sea una historia. Parecerá absurdo, pero aún en la España actual en Semana Santa se indulta a un preso. ¡Lo impresionante del hecho es lo propone una cofradía concreta (no recuerdo el nombre) de las muchas que existen! ¡En el siglo XXI hay unos cofrades religiosos que eligen entre los centenares de presos (de delitos menores, eso sí) quién se libra y quién no de su pena! Quise evitar la conexión popular en el indulto y en mi búsqueda encontré a la patrona de los presos y condenados, resultando ser la Virgen de la Merced (de ahí la fecha anual).. (Al parecer también el día de la Virgen de la Merced, se libraba, o incluso se libra aún hoy a un preso, o a varios).
El indulto me dió pié para ilustrar la hipocresía del poder, y mostrar que en sus apariciones públicas siempre se presenta con Gran Solemnidad, para elevarse sobre nosotros los mortales de a pié, autoconcediendose poderes ilimitados sobre nuestras personas. Incluso, o sobre todo, en los momentos más trágicos e inhumanos de la vida, cuando más falta hace la misericordia y la piedad. Puse a hablar al Gobernador, pero me pareció mucho más significativo que fuera un intermediario (el alguacil “mayor”) entre el poder supremo y el pueblo, pues el poder siempre los pone para salvaguardar cualquier escaño de su pedestal.
En cuanto a la presunta culpabilidad de los reos, no tenían ninguna, o l misma que tantos otros. La mitad del siglo XVIII fue en España una época de cambios constantes del poder político y a cada trueque, escabechina al canto. La Historia del XVIII está llena en España de levantamientos, militares y populares. Es obvio, que los que no sois de acá, desconozcáis estos hechos.
Si me he extendido un poco en este comentario ha sido con la intención de ilustrar cual ha sido mi proceso de búsqueda del cuadro dramático de la historia, que no es el hecho trágico, si no la estructura de la narración. Todo este cuadro gira alrededor de la escena del indulto. Sin ella no hay historia. Habría una crónica de un terrible suceso y sus consecuencias.
En cuanto al uso de los signos de puntuación, soy partidario de poner las comas precisas, las mínimas. En este texto elegí las comas en lugar de puntos por el tono narrativo. Entiendo que las pausas de lectura no coinciden con las pausas de escritura, al menos la RAE lo explica así, y la elección lo deja al autor, lo que marca su estilo.
Si lees mi primer texto en este blog, verás que el tono narrativo es completamente diferente, sin casi comas, y con más puntos. Muy seco. En mi opinión el relato así lo exigía. El vinculo es el siguiente: https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-24/2937
Espero haber aportado mi granito de arena.
Saludos a todos, y gracias por leerme.
Pierina
04/06/2015 a las 20:13
Ciao ragazzo!
Vaya! Me gustó muchísimo tu historia. Además usas un lenguaje muy diferente al mio y creo que eso captó mucho mi atención.
Gracias por haberme leído!
Saludos.
ILLARGUIA
06/06/2015 a las 17:52
Me has hecho recordar a José Arcadio Buendía, que hubiera querido inventar la máquina de la memoria para acordarse de todo, y así de generación en generación construiste la soledad de un personaje dedicado a una venganza obsesivo compulsiva.
Tambores con trampilla.
Demetrio Vert
06/06/2015 a las 18:17
Hola Illarguía. Tengo que pasarme por tu relato pero ando corto de tiempo. Gracias por leerme.
Verás, es díficil construir relatos de otros relatos. Quiero decir que esta historia yo la tengo escrita bastante más larga. Reducirla al tamaño obligado no siempre es posible. No, no quise hacer trampitas. ¡Que más quisiera yo que saber hacerlas! Hay un dato desconocido para vosotros, obviamente. El chaval, de pequeño, se llama Arcadiet. Es normal en mi tierra utilizar diminutivos acabados en et. El niño, en la historia más larga, crece, estudia, próspera, se hace adulto y pasa a llamarse D. Arcadio de Serrano, un nombre adecuado para la posición social de Gobernador. Poco que ver con la aventurera familia de los Buendía.
Siento las reminiscencias que pueda producir el relato en el lector, pero no hay trampitas, al menos conscientes. Aunque tengo que manifestarte que soy un enamorado de la obra de García Marquéz y sus coroneles. También te digo que desafortunadamente mi memoria ya no es la que era y tengo un lío en la mollera con los Aurelianos, Arcadios, José Arcadios y compañía.
Gracias por el toque irónico, que nos hace falta.