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La Maldición - por Ratopin Johnson
Acomodados en la mesa, todos con la vista puesta en la carta, Ramón padre habló.
-Perdonad por el retraso. He ido tarde a recoger a vuestro abuelo a la residencia porque me he encontrado a vuestra madre… Este hombre con el se casó tiene ganado el cielo por los siglos de los siglos.
-Amén – contestó Antonio serio.
-Me dolió perderla entonces, claro… pero viéndolo ahora con la perspectiva que da el tiempo, es lo mejor que pudo pasar. Y sí, Antonio,…
-Deja al chico tranquilo – respondió rápidamente el abuelo, mientras observaba la botella de vino que le ofrecía el camarero-. No veo un pimiento, no te esfuerces en enseñarme la etiqueta.
-Podría estar mostrándole un bote de champú, que no se enteraría – dijo Ramón padre.
-No te pases hijo. Tener noventa años y estar en una silla de ruedas no significa ser gilipollas, y te puedo dar dos ostias igualmente… Y por cierto, voy a probar ese vino, claro…
-¿Ya saben que tomarán? – inquirió el camarero nervioso.
-¡No! – replicó con energía Pedro, sorprendiendo a todos. Bebió de su cerveza.
-Dénos unos minutos, por favor – dijo Antonio.
El hombre les dejó solos.
-¿Estás borracho? – preguntó Ramón padre.
-Estoy borracho – dijo Pedro bebiendo vino.
-Vaya…Quería decirte Antonio, – dijo el padre mirando al abuelo,- que quizá esto es lo mejor para todos.
-Déjalo tranquilo – repitió el abuelo.
-Cuarenta años, dos hijos… que están con la madre. Una hipoteca y ahora un piso de alquiler. Parece lo mejor, sí. – dijo Pedro irónicamente, mientras se llenaba de nuevo la copa.
-¿Os habéis ido de bares? ¿No iba a ayudarte con la mudanza? – dijo el padre.
-Sí, sí,- contestó Antonio.- Estuvimos limpiando y guardando cosas, pero también hablando y tomando unas cervezas. Y hemos echado un par aquí mientras esperábamos.
-Se las ha debido beber todas tu hermano – concluyó el abuelo-. Como el vino.
Ramón abuelo cogió al vuelo al camarero que pasaba cerca.
-No sabemos todavía que vamos a comer pero si nos pudieras traer otra botella de vino… Gracias.
-Bueno, nos hemos reunido hoy aquí porque Pedro en dos semanas deja la soltería – dijo el padre con solemnidad.
-Eso es – subrayó el abuelo.
-Uf – suspiró Antonio.- Pedro, cuéntales.
El camarero llegó con la botella, la descorchó, Pedro se la quitó de las manos y vertió el líquido en su copa. Bebió.
-Resumiendo.La semana pasada fuimos Paula y yo a una boda. En un momento dado la escuché, ella no se percató, hablando mal de todos nosotros. Quejándose de haber comprado un piso cerca de la residencia del abuelo, de las visitas de papá a nuestra casa, que era un pesado, de tí Antonio, que no le extrañaba que te hubieras separado; de mí, que era un flojo que no me imponía…
-Ya veo – dijo el abuelo.
-Y después… La pelea del siglo. Le dije cosas de su familia… Estaba bebido. ¿Hay boda? Ni idea. Hace una semana que no hablamos.
Siguió bebiendo. El abuelo miró a su hijo
-Voy a contarles sobre la maldición, Ramón- afirmó gravemente.
-Sí, es el momento.
Los hermanos les contemplaron asombrados. El abuelo tomó aire.
-Las mujeres nos dejan. Sí, es así. Vuestra abuela me dejó. Mi madre abandonó a mi padre, Ramón. Mi abuela a mi abuelo Ramón, y así puedo seguir. Vuestra madre a vuestro padre. Antonio, te has separado. Y en fin, ahora lo de Pedro con su novia.
-¿Cómo? – dijeron los hermanos casi a la vez.
-Sí – continuó el padre. – Todo parece remontarse al siglo XVIII. Un antepasado nuestro, Ramón, estuvo liado con una bruja. El la dejó y ella, despechada, le lanzó una maldición. Todos los varones de nuestra familia serían abandonados por sus esposas. Condenados a reproducirnos y a que nos dejen después. Incluso decidí no llamaros “Ramón” para ver si así nos librábamos.
Los hermanos empezaron a reírse a carcajadas.
-¡Hombre, hubiera sido raro llamarnos a los dos “Ramón”! – dijo Antonio entre risas.
-¡Esto es lo mejor que he oído en…! – exclamó Pedro, mientras comprobaba un mensaje que le había llegado al móvil. Su padre y su abuelo se mantenían imperturbables
El semblante de Pedro se tornó serio. Se hundió en su asiento, con las manos en el rostro.
-No hay boda… – gimió.
-Una victoria a tiempo – dijo el abuelo levantando su copa.
Comentarios (15):
Leonardo Ossa
28/04/2015 a las 23:06
Ratopin, he ahí una verdadera maldición. Nos plasmas muy bien lo que ha estado aconteciendo por años en la historia familiar. Esperemos que encuentren la manera efectiva de cambiar su destino.
Hasta pronto.
Diego Manresa Bilbao
28/04/2015 a las 23:30
Muy buen relato Ratopin!!!! Algun fallo de repaso en las frases, pero una bonita historia y con dialogos muy naturales… Esos hombres solos…
Enhorabuena!!!
Paola
29/04/2015 a las 10:38
Dinámico y divertido. Al principio me perdí un poco con tanto “hombre” pero en cuanto conseguí colocarlos a todos alrededor de la mesa me lo he pasado genial!
Me gustan esas maldiciones tan reales! Veo que lo de la magia tampoco es lo tuyo pero has sabido hilar una buena historia.
Jose M Quintero
29/04/2015 a las 16:39
Muy bueno Ratopin, esa reunión familiar, una maldición de hace tres siglos para acá, un abuelo un poco loco (o al menos así me parecio), todo genial.
Personajes muy redondos al igual que la historia.
Excelente 🙂
Ratopin Johnson
29/04/2015 a las 20:38
Gracias Leonardo, Diego, Paola y Jose M.
También a mis comentaristas.
Uno de ellos me dijo algo curioso, va un poco en la línea de lo que dice Paola, del lío con los “hombres”. Me sugería que el relato hubiera empezado mejor con los dos hermanos hablando. Y digo que es curioso, porque mi primera versión comenzaba así precisamente. Los hermanos acodados en la barra del bar del restaurante esperaban a su padre y a su abuelo. Pedro pedía otras dos cervezas, y ahí, en ese momento, el lector ya veía que estaba bebido.
Pero bueno, esa primera versión tenía unas 1300 palabras, y recortando aquí y allá, quedó así.
Otra cosa que me señaló uno de los comentaristas, es lo abrupto que quizá queda el hecho de pasar de diálogos cortos y rápidos, a esos hacia el final que son más largos. La verdad que también lo pensé.
Paola, cierto, la magia y lo fantástico no es lo mío. Y Jose, sí, mi intención era que el abuelo pareciera un poco especial, por decirlo de alguna manera. Y Leonardo, creo que ellos mismos, su forma de ser, quizá es la maldición que los acompaña. Pero bueno, es o pretende ser un relato de humor un poco surrealista.
Margarita Graña
30/04/2015 a las 19:09
Hola
De acuerdo con lo de divertido y que al principio me perdí entre los nombres. Lo del cambio en la extensión de los diálogos lo veo como una ganancia, se rompe la monotonía y crea otro ritmo.
Los personajes mas claros son el abuelo y el padre, pero los hermanos sería bueno darles algún toque para que resalten sus personalidades.
La idea es genial. Los hombres siempre le echarán la culpa a otra persona, especialmente a una mujer, jajajaja.
Ratopin Johnson
01/05/2015 a las 12:06
Gracias Maragarita. Sí, la verdad , tienes razón, somos bastante simples y gañanes en general 🙂
Ryan Infield Ralkins
02/05/2015 a las 18:49
Concuerdo con los companeñeros: es un gran relato. Los dialogos me parecen excelentes. No encontre problema alguno con ellos o con cualquier otra cosa a excepcion de que me confundi un poco con tanto nombre. Fuera de eso, excelente. Me encanto cuando Pedro se rie y ve el mensaje: fue una bofetada olimpica y epica de realidad, XD.
Felicitaciones y saludos.
Ratopin Johnson
03/05/2015 a las 13:29
Muchas gracias Ryan por pasar a leer mi relato. La verdad es que vuestros comentarios recargan las baterías bastante. El lunes se ve hasta agradable 🙂
KMarce
04/05/2015 a las 03:57
Saludos Ratopin, muy agradecida que pasaras por mi relato. He sacado una listita de lecturas pendientes y esto me hizo llegar más rapido al tuyo, pero de que llegaba por aquí, llegaba.
Muy entretenido tu relato, me ha gustado la imagen de esos cuatro en la mesa. Y vaya maldición…
Como han mencionado en los comentarios, los nombres confunden, pero de una leída he comprendido al menos con un ritmo mías lento que mi lectura normal, porque no queria perder detalle (por si acaso).
Pero tambien he leído tu comentario al decir que te pasaste con casi quinientas palabras: Yo sé de eso, es díficil cortar tanto y que no se note. Una palabra “que” hizo falta en: “Ese hombre con el (*) se caso…” Pero para haber quitado tantas, casí ni se nota.
Voy a decirte que sabía de una familia que todos se llaman “Rolando” y son cinco en la casa, el padre y sus cuatro hijos, así que “Rolando Antonio (padre), Rolando Antonio, Rolando Alexis, Rolando Alberto y Rolando Alfredo, tienen las mismas siglas: R.A.Z. Así que me trajo a memoria ese grupo familiar, espero que no tengan esa maldición, porque tengo eras de no saber nada de ellos.
Me has sacado una sonrisa con tu historia, te felicito por marcar el reto de esta manera. ¡Nos leemos el próximo reto!
Ratopin Johnson
05/05/2015 a las 19:20
Gracias KMarce,
Tienes razón, me he comido un “que”, vaya cabeza. Y no se cómo habrá ido con los guiones. Ya me acuerdo de tí con los guiones, e intento esmerarme, pero la mayoría de las veces me salen justo al revés de como es. Me resulta más natural.
Muy buena la historia de los Rolandos. Parecen sacados de un cuento.
A ver qué rayos hago con los tambores…
Darkristal
06/05/2015 a las 17:23
Jajaja, me ha encantado el final, creo que es un buen relato.
Al principio me confundí, pero tenia la sensación que si dejaba el relato para después me iba a perder de algo bueno, por lo que me quede.
Luego, entre tanta gente y mi incapacidad para seguir a tanta gente, me iba perdiendo hasta que le cogí el golpe.
Es un buen trabajo, muy gracioso también, felicidades.
Iracunda Smith
06/05/2015 a las 20:59
Buen relato Ratopin. Aunque al final no se si es maldición que te enteres de que la novia (o el novio) no son la persona adecuada ANTES
Iracunda Smith
06/05/2015 a las 21:01
de la boda.
Ha sido entretenido y fácil de leer, algo difícil de conseguir.
Un abrazo, ¡nos leemos!
(se me fue el dedo al enviar antes de tiempo 🙁 )
Leonardo Ossa
07/05/2015 a las 14:47
Hola Ratopin, nuevamente visitando tu relato. Pasaba para agradecer las acertadas observaciones hechas en mi versión de “La maldición” Estoy muy agradecido. Espero ser más cuidadoso en mi próxima narración. Un saludo.
leonardo_ossa@hotmail.com