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La maldición - por Leo Lecourbe
En medio de islas de espuma afloraban las manos de un cuerpo desnudo que yacía en el fondo de la bañera. Un grupo de policías inspeccionaban la sala bajo la luz azulada que llegaba de la calle. Era la segunda vez en pocos meses en que el dueño de la posada hallaba un hombre fallecido en la bañera de la 1006. Las pruebas alejaban la posibilidad de suicidio y bajo esa premisa el modus operandi era el mismo en ambos casos: una radio encendida, las luces apagadas y un cuerpo asfixiado.
Después de semanas de análisis, indagaciones y sospechas, el comisario en jefe del caso empezaba a dudar de sus propias capacidades. Había sido condecorado en numerosas ocasiones pero ahora, no lograba dar con las evidencias. Decidió pues, volver al lugar de los hechos y pasar allí la noche. La escena del crimen seguía sellada al público así que pidió la llave de la 1005.
A las cinco de la mañana abrió los ojos, acababa de escuchar un ruido que venía de la 1006. Se acercó a la pared y agudizó el oído, parecía música. Vaciló unos segundos, no sería la primera vez que confunde un sueño con la realidad y en principio, no se podía acceder a ese lugar sin el permiso judicial adecuado. Se puso una camisa blanca y, descalzo, se apresuró a salir al pasillo.
Los segundos pasaban rápido pero el comisario permanecía inmóvil, inseguro como nunca. De pie en el pasillo, observaba con firmeza las cifras grabadas en la madera. Uno, cero, cero, seis. La música se percibía ahora con mucha más claridad. Era una ópera, La Valquiria de Wagner. Frunció el ceño y empujó el pomo con violencia dejando que Wagner irrumpiera en el pasillo con la misma furia.
Se incorporó en el salón y encendió la luz. Una voz salió del baño:
– He esperado muchos años a que llegara el día de hoy. Muchos. Demasiados –una figura cegadora y diáfana a la vez, se deslizó y apareció en la sala–. Al fin nos volvemos a ver. Sabía que solo asesinando a esos pobres hombres conseguiría que vinieras a mí. Y hoy, ahora, no volveré a quedarme impasiva conmigo misma. No pasaré sola ni un segundo más de mi vida aprisionada por las paredes de una maldecida posada. Nunca más.
La voz se encogió en la boca del comisario que no conseguía pronunciar palabra. Se sorprendía de no padecer miedo, pero en el fondo sabía porqué.
– Fue aquí en esa bañera donde dí a luz, donde nos separamos, donde perdí la vida para dársela a mi hijo –añadió. Una soprano sonaba de fondo y la madre cerró los ojos–. Me fascina la ópera, en eso somos iguales. Y ahora que las almas de los dos se han reunido, ya sabes lo qué debes hacer para liberarme.
El comisario cabizbajo se dirigió sin oponerse hacia el baño. Se desnudó y se coló en la bañera que desbordaba agua. Llenó los pulmones de aire y sumergió la cabeza en medio de la espuma que su madre había preparado con la dulzura que merecía.
Comentarios (4):
beba
01/05/2015 a las 01:48
Hola:
Tu relato tiene elementos para un desarrollo más amplio y elaborado. La historia es original e interesante; pero las pistas son escasas, y el desarrollo y desenlace resultan poco explicables.
En cuanto a lo formal, es correcto; buen uso gramatical; buena construcción.
Adelante para usar al máximo tu potencial.
grace05
02/05/2015 a las 23:59
Muy buen relato, como la idea. Cumpliste con el reto, sin embargo el vocabulario y lenguaje no dejan traslucir la falta de la “señora T”.
Una historia de suspenso y tensión que se mantiene durante todo el texto. Creo que el final es precipitado y le faltan algunos elementos para clarificar la escena. Sin embargo , sigue siendo una muy buena historia.
Muy buen trabajo!!!!
Te invito a comentar 106
Leonardo Ossa
03/05/2015 a las 03:55
Lecourbe, tu historia me ha gustado, nunca había escuchado o leído una historia similar, lo que la hace de verdad muy original. Siempre existe la idea de la madre que protege, incluso desde la otra vida, a sus hijos, pero, acá estamos ante la versión de una madre que indica a su hijo que se reúna con ella, sacrificando la vida.
En cuanto al texto, dos observaciones:
En la parte que dice: “Se sorprendía de no padecer miedo, pero en el fondo sabía porqué.” El “porque” no lleva tilde, ya que se refiere a la causa o razón.
En la frase: “solo asesinando a esos pobres hombres conseguiría que vinieras a mí.” Acá se indica que hay un trato de confianza entre dos personas “vinieras”, pero luego dices: “donde perdí la vida para dársela a mi hijo” En esta frase hay un trato impersonal que no refleja la confianza dada en el texto anterior. Debes conciliar esa parte, para que el texto se lea con la coherencia del encuentro.
Hasta pronto. Saludos.
KMarce
25/05/2015 a las 23:18
Saludos Leo,
Creo que es primera vez que he leído uno de tus relatos.
Tal como dijera Leonardo, también noté esos fallitos gramáticales, pero facilmente corregibles.
A veces nos perdemos mucho tratando de crear el factor sorpresa y el omitir información al final parece precipitado.
Por la tematica de tu historia, es comprensible que ese “ente” se mantenga oculto, utilizando el recursos habilmente puedes salir ileso de ese bache.
La introducción me parece extensa, con alguna información que si es obviada no cambia en nada a la historia, quizá si deseas extenderla o retarte de nuevo al modificarla, te sirva para un descenlance más profundo.
Me parece un buen recurso, una madre egoista que exigiría el mismo sacrificio al hijo; me parece muy propio de las películas de terror asiáticas en donde las maldiciones son casi siempre por parte de la gente que te ha amado.
¡Nos leemos!