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La maldición - por Iracunda Smith+18
Web: https://iracundasmith.wordpress.com/
Cuenta la leyenda que en la colina más elevada de un pueblo costero creció hace siglos un roble que decidía sobre la vida de sus vecinos dependiendo de la dirección en que los alisios mecieran sus ramas.
Tal era su poder que brujas de allende los mares peregrinaban para celebrar allí sus aquelarres. Las más poderosas incluso se permitían el lujo de arrancar una rama, con la luna adecuada, para fabricar amuletos únicos.
Conforme pasaron los años, las brujas fueron diezmadas y el árbol comenzó a secarse. Pero los pueblerinos no fueron tan estúpidos cómo para olvidar lo que latía en su interior. Tuvo que llegar un forastero, cargado de oro y grandes planes, para remover sus poderes ancestrales.
El hombre, que se había llamar Duque, compró gran parte del pueblo y escogió esa colina para erigir su hogar. Hubo quién le advirtió sobre la historia del viejo roble, pero sólo consiguieron que se convenciese aún más de que aquel era el mejor lugar para hacer crecer su imperio.
Tal fue su entusiasmo que hizo llamar al mejor fotógrafo de la época para que lo inmortalizase junto a su mujer y sus cinco hijas frente al árbol, al igual que se había hecho retratar frente a innumerables y exóticas piezas de caza, antes de mandarlo talar.
La mansión fue la más fastuosa del país. Durante meses llegaron barcos cargados de maderas africanas, mármoles italianos, telas egipcias, jades chinos y montones de esclavos para ayudar en la construcción.
Cuando estuvo terminada, los esclavos desaparecieron. Ningún barco volvió a recogerlos ni ningún terrateniente los reclamó. Simplemente desaparecieron. Nadie preguntó por ellos, cómo era normal por aquel entonces, pero tampoco comentaron la desfachatez de no quedarse a una docena para las tareas del hogar. Porque nadie hablaba de la mansión. No sin santiguarse antes.
La mujer del Duque buscó desesperada servicio en el pueblo: ofreció salarios dobles, varios días libres al mes, confortables habitaciones… Finalmente se vio obligada a traer sirvientes ingleses que desconocían la historia del árbol maldito.
La vida de esta dama, a la que todos llamaban Cuerva por no dejar de vestir de negro ni un solo día, no fue placentera. Se vio sola en un país extranjero, con un marido que huía en expediciones que duraban meses, en un pueblo que la rechazaba y en el que la sociedad pudiente los despreciaba por no ser ricos de nacimiento. Y luego, claro, estaban las muertes.
La pequeña Estela murió en la primera navidad que pasaron allí. El perro de la familia, un San Bernardo de quince años medio ciego, se volvió loco y la descuartizó. Cuando Cuerva subió a arroparla encontró al animal devorándola en su cama.
Las gemelas murieron tres años más tarde aplastadas por una estatua de bronce que adornaba el recibidor. El peso les seccionó la mitad inferior del cuerpo y permanecieron horas gritando mientras los médicos decidían si levantar o no el peso. Finalmente el tiempo decidió por ellos.
Las malas lenguas dicen que las gemelas se revuelven en su tumba porque fueron enterradas con las piernas equivocadas.
Un año después la hermana mayor se ahorcó. Pasó meses sufriendo horrendas pesadillas en las que un monje con ropajes negros le enseñaba una miríada de horrores inimaginables para una quinceañera. Cuando la descolgaron comprobaron que, previamente, se había sacado los ojos. Nadie quiso saber cómo había conseguido colgarse sin ellos.
La última desapareció. Nadie la buscó, porque ya no quedaba nadie a quién le importase por aquel entonces.
Cuerva había querido muchas veces sacar a sus hijas de allí, pero su marido era orgulloso y no deseaba oír cómo la gente se reía de él, cómo le señalaban con el dedo y le decían que se lo habían advertido. Aun así, las voces no cesaron nunca.
La noche en la que la mansión ardió el Duque se encontraba sólo. Los sirvientes habían huido, sus hijas habían muerto y su mujer, que llevaba meses postrada en la cama por un extraño coma, no se podía decir que estuviese realmente allí.
Ardió por tres días y nadie acudió para intentar sofocar el incendio. Ni para ayudar al Duque, cuya risa histérica no dejó de sonar hasta que se consumió la última brasa.
Una de las últimas sirvientas en huir contó que, al final, el hombre sólo hacía una cosa: contemplar el retrato del roble. Juraba que ya no aparecían las imágenes de su esposa e hijas, que habían ido desapareciendo una a una. Cómo hojas en otoño.
Comentarios (28):
Bego Asomadaalalocura
28/04/2015 a las 12:34
que mal rollo de árbol, coño! 🙂
Me ha gustado mucho, relata muy bien las supersticiones de los pueblos, que uno las hace caso más por prevenir que por creencia.
Un saludo!
Iracunda Smith
28/04/2015 a las 14:02
¡Gracias por pasarte Bego!
Efectivamente un mal rollo que flipas el arbolito de las narices… jajaja.
He de decir que en el momento de enviar el relato me pareció mejor de lo que me parece ahora al releerlo. Antes de que me llegasen los comentarios lo cambié un poco intentado mejorarlo:
https://iracundasmith.wordpress.com/2015/04/27/la-maldicion/
También quiero agradecer a mis comentaristas el trabajo, han estado muy acertados.
¡En cuanto pueda me pongo a leer relatos como una loca!
Margarita Graña
28/04/2015 a las 18:31
Muy bien escrito, sobre todo me han encantado los primeros párrafos. la sonoridad de las palabras y cómo transmites la imagen del pueblo y del árbol.
La historia es un poco espeluznante, pero que se puede esperar de un cuento maldito? felicitaciones
Luis A.R. Selgas
28/04/2015 a las 19:03
Primero Feliz cumpleaños. Segundo, me pongo a leer y te escribo algo.
Luis A.R. Selgas
28/04/2015 a las 19:30
Me encanta como ha ido evolucionando tu escritura Iracunda. Has contado un relato fabuloso, sin duda.
Pero últimamente estoy un poco toca narices y veo potencial en todas partes. Si me lo permites me encantaría contarte unas cuantas cosas que veo en este escrito. No ha mejorar, pues la historia está genial como está. Sino algunas pinceladas que con un poco de trabajo podrían hacer tu historia algo más grande.
Eso obviamente si no te importa.
Un saludo.
Peter Walley
28/04/2015 a las 21:12
Hola Iracunda,
Me ha gustado, pero me ha parecido que se juntaban un par de historias que tenían potencial para ir por otros caminos: por un lado el árbol que decide el destino del pueblo y por otro la maldición y las muertes de la familia de la Cuerva (que están muy conseguidas, por cierto). Quizás en una historia mucho más larga se pudieran desarrollar las dos, tienen mucho potencial.
Saludos, nos leemos.
Iracunda Smith
28/04/2015 a las 21:16
¡Muchas gracias Margarita y Luis!
Luis: obviamente puedes decir lo que sea. Sobretodo si son críticas constructivas. jajaja
Yo le he dado un repasito ya en el blog.
¡Y gracias por felicitarme el cumple!
Iracunda Smith
28/04/2015 a las 21:18
¡Gracias Peter!
Me pilló tu comentario escribiendo el anterior!
Lo de que el árbol decidía el destino del pueblo era para explicar su carácter mágico. Pero es un árbol muy apañao y también mata gente. Ya no se hacen árboles como los de antes… 😉
Paola
29/04/2015 a las 18:58
No nos has ahorrado detalle! Ni “Tes”!. Relato de terror que te mantiene en tensión hasta el final.
Saludos
Cesar A. Martin
29/04/2015 a las 22:52
Hola Iracunda, buen relato, deja un regusto de desasosiego, imagino como pretendía. Me gusta mucho la voz de cuentacuento que has usado, el vocabulario ambienta la historia tanto como las descripciones.
Un saludo
Diego Manresa Bilbao
29/04/2015 a las 22:57
Muy bien Iracunda!!!
me ha gustado ese “Retrato de Dorian Gray” a modo de roble… Una excelente historia la verdad…
Nos leemos!
Zory
30/04/2015 a las 00:40
Me gusto muchísimo tu relato y su ambientación, me atrapo desde el principio. Me recuerda un poco a la historia de 10 negritos de Agatha Christie.
Saludos!
Ryan Infield Ralkins
30/04/2015 a las 16:22
Excelente historia del arbol asesino. Siempre tiene que venir un extranjero con dinero que piensa que puede hacer y deshacer a su gusto sin que alla repercusiones. Aun asi me da lastima por las hijas del duque pues no tenian la culpa.
No quiero toparme nunca con un arbol de esos. Creo que ahora no siembro ni un cactus, ja ja.
Fuera de relajo, me encant tu historia. Me la pude imaginar de principio a fin, como una pelicula.
Felicitaciones y saludos.
Rubia Alubia (aka A. Losa)
01/05/2015 a las 15:53
Bueno, Iracunda. Desde luego este relato no deja indiferente. Solo le he visto un fallito, y es que he echado en falta un par de comas o tres, solo eso.
Me ha encantado ese halo de leyenda y superstición rural con el que lo envuelves desde el mismo inicio. A mi me parece un juego peligroso, porque hay que tener cuidado para que no quede infantil, pero es que tú lo has bordado. Prometo que me he sentido como si me lo estuvieras contando a la luz de una hoguera y de pronto sonaran los gritos del Duque. Quiero destacar también las descripciones de las muertes de las hijas, a cual más terrible, pero el relato fluye con ellas, están muy equilibradas y eso es saber hacer y talento.
Mi más sincera enhorabuena por un gran trabajo. Me levanto para aplaudirte,compañera.
Ratopin Johnson
01/05/2015 a las 18:41
A mí me ha caído bien el árbol. Bueno, es broma jeje.
Pero es que hay que respetarlos :).
Aunque este se ha pasado tres pueblos, ni con un cementerio indio debajo de la casa hubieran ocurrido tanta desgracias. “Bueno, podría ser peor, podría llover” que decía alguien.
Respecto a la historia, es muy negra, pero está muy bien. Bien escrita, con unos cuantos personajes bien descritos y algún trozo que me ha encantado por lo macabro y morboso Por ejemplo(aunque me he reído con lo de las piernas, claro): “Las gemelas murieron tres años más tarde aplastadas por una estatua de bronce que adornaba el recibidor. El peso les seccionó la mitad inferior del cuerpo y permanecieron horas gritando mientras los médicos decidían si levantar o no el peso. Finalmente el tiempo decidió por ellos.
Las malas lenguas dicen que las gemelas se revuelven en su tumba porque fueron enterradas con las piernas equivocadas.”
Y una pega:
“Nadie quiso saber cómo había conseguido colgarse sin ellos.
La última desapareció. Nadie la buscó, porque ya no quedaba nadie a quién le importase por aquel entonces.” Tres “nadie” demasiado seguidos. Sobre todo el segundo y el tercero. Creo que los dos primeros están bien ahí, pero el tercero canta un poco. No se… ahora lo leo otra vez y no me parece tan mal. Ahí lo dejo 🙂
Saludos
Miranda
01/05/2015 a las 22:10
¡Que miedo de arbol, Iracundo!
Muy bien escrito. Me ha gustado. Se ha ceñido a la propuesta y además has conseguido el reto. ENHORABUENA
ILLARGUIA
03/05/2015 a las 09:50
Excelente relato Ira, ese roble parece sacado de Cumbres borrascosas:
“Se advertía lo mucho que azotaba el aire en la inclinación de unos pinos cercanos y en el hecho de que los matorrales se doblegaban en un solo sentido, como si se prosternasen ante el sol”.
Sobre el +18: no me ha parecido nada macabro. Un cuento para contarle a los nietos a la hora de dormir.
Un abrazo.
marazul
03/05/2015 a las 19:47
“Si cuando el río suena…..” Pero que manía algunos de saltarse a la torera las historias de los pueblos. Si se lo habían advertido…..que algo malo iba a pasar.
Claro que si el Duque no construye la casa en ese lugar maldito nos quedamos sin la maravillosa historia que nos cuentas, Iracunda.
Una prosa de sobresaliente y una leyenda espeluznante.
Un saludo
Iracunda Smith
04/05/2015 a las 13:36
¡Muchas gracias a todos!
Estoy de acuerdo con los detalles a corregir que me apuntais. He subido la versión 2.0 al blog. He de reconecer que este no es uno de mis mejores relatos.
A ver si empiezo a leer y comentar los vuestros que estos días entre unas cosas y otras…
Un abrazo Literautas!!
Adella Brac
04/05/2015 a las 14:06
¡Qué horror! No puedo dejar de pensar en esas gemelas revolviéndose en sus tumbas…
Tiene un montón de detalles que me han encantado 🙂 ¡Buen trabajo!
Un saludo.
José Torma
04/05/2015 a las 22:42
Que tal Ira.
Me ha gustado mucho el relato, la ambientacion y los detalles lo hacen muy grafico, me podia imaginar en esa mansion con ese roble.
Manejas muy bien el genero y se ve que nadas como pez en el.
Felicidades.
Darkristal
06/05/2015 a las 13:57
Pucho arbolito navideño :c (si, no se me ocurrió fiesta mas sangrienta XD )
Excelente relato, con bastante de miedo que da miedo, incluso con detalles en HD dignos de ser pasados por Internet.
La estructura es muy meticulosa y las sensaciones que busca transmitir se sienten claramente.
Me temo que debo felicitarte por tu trabajo, sigue así.
Iracunda Smith
06/05/2015 a las 21:04
¡Me alegra tanto que os horrorice chicos! Me siento TAN halagada… jajaja
P.D. Darkcristal, al leer “Pucho” no he podido evitar pensar en Mafalda 😀
José M Quintero
10/05/2015 a las 03:09
Hola Iracunda.
Me gusto mucho tu relato.
Me dio una lastima al leer sobre el final de las hijas y la mujer del Duque.
Esta muy bien escrito con personajes redondos y un gran final.
Excelente historia 🙂
Te invito a comentar el 58.
grace05
12/05/2015 a las 23:56
Buenísima tu historia. Muy bien llevada, mantiene al lector en la lectura para llegar al final. Excelente trabajo!!!!
Te invito a comentar 106
Wolfdux
21/05/2015 a las 15:13
Como ya te comenté en el blog, un relato muy bueno. La historia atrapa desde el primer párrafo. Felicidades. ¡Nos leemos!
KMarce
26/05/2015 a las 04:52
Saludos Iracunda;
Retomando la lectura de los relatos de la maldicón, y me ha tocado leer hoy el tuyo.
Menuda sorpresa, yo que amo los árboles, pobrecillo que lo has hecho el villano de la historia… 🙁
Asi que esa es mi queja, sin emvargo me ha resultado un poco creapy la historia, buena calificacion +18, porque si que has sido gráfica. :p
Buen argumento después de todo, algun puntito o coma necesaria, alguna palabrita repetida; pero muy bien narrado.
Enhorabuena,
¡Nos leemos!
KMarce
26/05/2015 a las 04:53
perdooon…*embargo.
Quien sabe en que estaba pensando :S