<< Volver a la lista de textos

La Maldición - por Diego Manresa Bilbao

Desde muy pequeño, desde que tenía memoria, a todos los hombres de su familia les sucedía lo mismo. Incluso, le había contado su abuelo, desde mucho antes de que él naciera. Al primero que le pasó fue a su bisabuelo, allá por los albores del siglo XX. A todos les corría por la sangre la misma enfermedad, la misma maldición.

Ninguno lo podía evitar, a pesar de que sus madres, vistos los sinsabores que les podía traer, les habían educado para, en la medida de lo posible, evitarlo para ahorrarse sufrimientos innecesarios. Aunque, técnicamente, no había nada de malo en ello, además en muchos momentos hasta podía ser un nexo de unión, un símbolo de pertenencia, y hasta casi un orgullo, en una familia tan disfuncional en ocasiones como aquella.

Pero en las ciudades pequeñas todo se sabe, y, aunque muchos de los habitantes sufrían el mismo mal, a ellos se les notaba mucho más, y la gente murmuraba muchas veces al verlos pasar por la Plaza Mayor, o al tomar algo en cualquier bar céntrico. Les habían puesto un mote y todo, los del barrio. Les llamaban Los Endemoniados.

No siempre había sido así. Hubo buenos tiempos para ellos, le contaba su abuelo, en los setenta, un poco antes de que él naciera. Días en los que lucir la maldición fue un orgullo por toda España, a veces hasta se les veía viajar al extranjero y contar su enfermedad, orgullosos, viéndose acompañados y abrigados por multitudes a las que no les daba vergüenza explicar lo que les pasaba, el mal que les afligía. En aquella época, algunos ni siquiera lo veían mal, ni tan siquiera raro. Había gente así, nada más, y hasta caían bien y parecían simpáticos a los ojos de los “normales”.

Eran otros tiempos. Ahora nadie reparaba en ellos, y si lo hacían, era para mofarse. De un tiempo a esta parte, casi toda la ciudad renegaba de aquello, nadie lo había pasado, todos habían sido inmunes en el pasado. Éste se había borrado y todo el mundo parecía estar vacunado contra la enfermedad, los mayores por olvido y los jóvenes por desconocimiento.

Él intentó evitar convertirse en un maldito, como si tuviera elección, desde muy joven, pese a que lo que veía en casa le indicara lo contrario. Veía como su abuelo y su padre lo padecían, y, salvo una o dos veces por semana, eran personas razonablemente felices capaces de llevar una vida normal, y no entendía como su madre y su abuela le intentaban alejar de ellos, y no sólo en los malos momentos, las crisis. Éstas eran muy típicas conforme llegaba la primavera, cada vez que se acercaba Mayo o Junio, cuando cada decisión o azar podía resultar de vida o muerte. Ahí era cuando no se podía hablar con ellos, presos como estaban de la maldición.

Y, pese a que los compañeros de clase le intentaron llevar por otro camino, y el mentía cuando le preguntaban, a los trece años enfermó. Digo enfermó porque acabó siendo el más endemoniado de todos ellos, al que la maldición le alcanzó más fuerte, probablemente porque fue el que más tiempo resistió. Además, una vez contagiado, nunca lo ocultó, siempre fue con la cabeza bien alta, siempre orgulloso de su maldición. Nadie podía decirle qué hacer con su vida, ni sus compañeros, ni su madre, ni su abuela, ni siquiera su padre y su abuelo.

Porque, aunque ahora penaran en Tercera División, todos los domingos se le veía en el ahora desierto Fondo Norte del estadio, antaño lleno de bufandas y banderas, repleto de ruido y furia, en la localidad que compartía desde hacía veinte años con su abuelo y su padre, con la cara pintada de azul, los colores del equipo de fútbol local. Era el que animaba más fuerte de los tres.

Comentarios (28):

Wolfdux

28/04/2015 a las 12:06

Muy original Diego, me has llevado hasta el final sin saber que era esa maldición mientras yo imaginaba mil y una posibilidades, jeje. Felicidades. ¡Nos leemos!

Darkristal

28/04/2015 a las 15:42

me ha encantado la historia, muy bien elaborada y descrita, con todo en orden y creando un suspenso increíble.
Debido a que el final no me gusto nah de nah, seguiré con mis conjeturas que iba trazando mientras estaba en ignorancia XD
Muy buen trabajo

Anoide

28/04/2015 a las 16:13

Qué ingenioso, Diego, ni se me había pasado por la cabeza. Le di vueltas todo el tiempo mientras leía, pensando qué estarías guardando con tanto misterio para el final, pero ni me imaginé que fuesen hinchas de un equipo de fútbol. Me has hecho reír xD ¡Un abrazo!

Pikadili

28/04/2015 a las 18:48

Original, divertido, bien escrito… Me faltan los adjetivos. Te leere en el proximo taller, me ha gustado mucho! Muy bueno ese sentido del humor, todo el tiempo te hueles un final ilarante, pero este a sido genial.
Enhorabuena!!

Dan

28/04/2015 a las 19:23

Pues a mí también me tenías intrigado hasta el final xD
Muy bien escrito, como otros meses. Sólo he pillado un él sin tilde =)
La verdad es que no soy forofo del fútbol así que calificarlo de maldicion me parece muy acertado, se lo enseñaré a algún amigo, a ver si recapacitan… 😉

Peter Walley

28/04/2015 a las 21:24

Pues sí, qué intriga, aunque una vez llegado el final sí que le pillas el doble sentido a algunas de las pistas que vas dejando, como que en el pasado iban al extranjero orgullosos de su ‘problema’ y en cambio ahora la gente se ría de ellos. Hace falta maestría para dosificar la información así, enhorabuena.

Juana Medina

29/04/2015 a las 01:08

Muy bueno, Diego!. Me has tenido en vilo. Jamás lo hubiera adivinao sola. Aunque releyendo, es verdad que están todas las pistas para dar con final. Por cierto, va mejor si uno sabe o vive el futbol. Está muy bien llevado y uno no quiere dejar de leer.
Gracias por tu comentario en mi “maldición”.
Felicitaciones.

Cesar A. Martin

29/04/2015 a las 10:16

Hola Diego, muy buen relato. Me has enganchado desde el principio, has sabido mantenernos expectantes hasta el final. Una visión muy original de la maldición.
Enhorabuena y un saludo

Pato Menudencio

29/04/2015 a las 19:04

Que buen cuento de fútbol.

Mientras lo leía pensaba: “¿de qué maldición se trata?”.

Al final era la maldición de ser hincha de un club menor. Me recordó al equipo de fútbol de mi ciudad.

Saludos.

grace05

29/04/2015 a las 20:47

Muy buena idea!!!! Totalmente realista, pertenecer a algunos cuadros de fútbol a veces es una maldición,,, jajaja. Un relato que mantiene el suspenso hasta las últimas oraciones.
Muy buen relato!!!!
Te invito a comentar 106

Diego Manresa Bilbao

29/04/2015 a las 22:50

Muchas gracias por los comentarios… Lo dedico a los seguidores del Real Oviedo, ciudad que me acogio de crio y la cual estaba pensando al hacer el relato…
Nos leemos!!!

Rubia Alubia (aka A. Losa)

30/04/2015 a las 10:43

Ja,ja,ja. Diego, te juro que pensé en mil posibilidades menos en esa. Muy bien llevada la incógnita durante todo el relato para un desenlace totalmente inesperado y divertido. Lo he releído conociendo el final y estaba claro que miguitas de pan has ido dejando (un par de días por semana, solo afecta a los hombres de la familia, aunque eso, claro, no tenía por qué ser así)
Muy bueno.

Ryan Infield Ralkins

30/04/2015 a las 13:56

Al igual que los compañeros me preguntaba mientras leia de que enfermedad hablaba. Llegue hasta el penultimo parrafo y me dije: “Algo se me paso”. Hasta ese genial ultimo parrafo…ja ja ja, rayos que si. Y mira que soy fan del Barcelona aunque no tanto como para pintarme la cara. Tan solo me pongo las camisas, XD.
Excelente relato, me hiciste el dia. Final perfecto.
Saludos y gracias por tu comentario en mi relato.

lunaclara

30/04/2015 a las 14:46

Hola Diego: tu relato es muy original, aunque me he quedado un poco rayada con ese final apocalíptico, jajaja… Es q lo de recurrir al fútbol puede sorprender mucho! Jijiji
En serio, echo de menos que no dieras ninguna pista sobre la maldicion a lo largo del relato.
Describes muy bien y creas interés. Eso es muy importante.
Felicidades!

Ratopin Johnson

01/05/2015 a las 11:43

Estaba esperando algún giro final, porque cómo ibas ofreciendo información pero sin exponer en que consitía “la maldición”, algo tenía que pasar. Y lo del fútbol, yo que soy un poco forofo, razonable, eso sí, se me pasó por la cabeza por un momento. Por el hecho de que algo en un texto me hizo recordar algún anuncio televisivo, por ejemplo, del Atlético de Madrid, sobre sus socios y sufridores aficionados, que siempre fueron muy originales (los anuncios, digo).
Esto es irracional, no tiene explicación, pero cuando eres aficionado de un equipo, cuando pierde, empiezas la semana jodido, te dura varios días. Luego ya te has respuesto hasta el siguiente partido. Cuando gana, el lunes, el mundo te parece un lugar maravilloso. Es que algunos somos muy simples 🙂

Peter Walley

01/05/2015 a las 17:28

Diego, qué coincidencia, yo soy de Oviedo!

Es verdad que ahora mismo el Real Oviedo está un poco bajo 😉 pero resurgiremos de nuestras cenizas 🙂

Diego Manresa Bilbao

02/05/2015 a las 09:32

Hey Peter!!!
Pues yo vivi en Colunga muchos años, y me acuerdo de aquellos años gloriosos del Real Oviedo… Este año volmemos a Segunda, que algo es algo…

Emmeline Punkhurst

02/05/2015 a las 20:14

Hola Diego:
¡Jajaja! No me esperaba un final así. Una historia muy original.
Como carbayona y pareja de un llastrín, te diré que no hay mejor maldición que ser rescatados por un millonetis mexicano. ¡Que viva Carlos Slim y hala Oviedo!

José M Quintero

02/05/2015 a las 21:27

Hola Diego.
Me gusto mucho tu texto, es original e ingenioso.
Te mantiene con la incognita todo el texto hasta el final.
Excelente 🙂

Diego Manresa Bilbao

03/05/2015 a las 09:37

Emmeline,
Estas hablando con un orgulloso accionista del Real Oviedo… Aunque blanco de corazón, la tierrina tira… Un llastrino?? Todo queda en casa…

José Torma

03/05/2015 a las 23:06

Hola Diego, muy buen relato, yo si me imaginaba que iba por el asunto del futbol y al ser gran fanatico y padecer de la misma maldicion, pues me identifique de inmediato.

Muy logrado y bien trabajado.

Muchas felicidades.

Adella Brac

04/05/2015 a las 10:23

Coincido con Peter en que has hecho un trabajo estupendo dosificando la información. Igual que muchos compañeros, todo el relato he estado intentando averiguar de qué se trataba sin conseguirlo, hasta que al final todo ha cobrado sentido.
Por cierto, creo que en mi familia también hay algunos endemoniados 😀
¡Buen trabajo, Diego!
Un saludo.

Iracunda Smith

05/05/2015 a las 14:07

¡Manteniendo la intriga hasta el final!
¿Cara azul? ¿Tercera división? ¡¡¿Eres del Real Oviedo?!!
Lo siento mucho 😉
Yo paso bastante del futbol pero que seas de la tierrina te da puntos ¡PUXA ASTURIES! jajaja

Un abrazo y ¡¡feliz cumpleaños!!
¡nos leemos!

Diego Manresa Bilbao

05/05/2015 a las 14:12

Iracunda,
Yo soy merengon, pero con mucha querencia por los equipos asturianos, los dos, ya que creci alli… Aunque un poco mas azulon si que soy… Esperemos que el anio que vien no haya derbi en Segunda, pero dentro de dos si lo haya en primera…
PUXA ASTURIES!!!!
De donde yes, Iracunda????

Ratopin Johnson

05/05/2015 a las 19:27

Así que parece que tengo algunos primos hermanos por aquí, porque ya se sabe, gallegos y asturianos…

Iracunda Smith

05/05/2015 a las 21:11

Bueno, bueno, estos norteños aquí dando la cara ¡sí, señor!
jajaja
Pues soy de Avilés, Diego (no sabría decirte en qué está el Avilés, ¿existe la Cuarta? XP )

Roger/NHICAP

11/05/2015 a las 16:42

Hola Diego,
Llego tarde y en plena exaltación futbolera asturiana.
Pues el relato se lee muy bien esperando conocer la dichosa maldición. Consigues mantener la intriga hasta el final, donde irrumpes con el golpe futbolero.
Buen trabajo, muy simpático y bien desarrollado.
Un abrazo

Osvaldo Mario Vela Sáenz

12/05/2015 a las 02:55

Diego te felicito. Que relato tan bien llevado.Desde un principio nunca tropecé mucho menos me imagine de lo que se trataba el conjuro. La maldición mas común del mundo: involucra familias, pueblos, provincias, y hasta naciones enteras. Enhorabuena.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *