<< Volver a la lista de textos
Bésame, bésame mucho. - por José Torma+18
Web: http://www.cuentoshistoriasyotraslocuras.wordpress.com
Abro la puerta y la soledad me golpea, me deja sin aire. Dejo la bolsa del mandado en el piso y pongo los candados que me dan una falsa sensación de seguridad, que me aíslan del mundo.
Una manzana rueda hasta quedar debajo del sillón. Sé que, si no la recupero ahora, ahí permanecerá hasta que llegue la señora que me hace la limpieza…
La dejo.
Pongo la bolsa sobre la mesa, abro el refrigerador y agarro la última cerveza. Tengo que comprar.
De la nada empiezo a tararear y cuando menos lo pienso, estoy cantando a todo pulmón. ¿De dónde salió el recuerdo? Tiene más de quince años que no hablo con mis padres. Las cosas no están bien y creo que pasamos el punto de no retorno hace tres, cuando me invitaron a los 70 años del viejo y no fui.
“Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez…”
Canto la canción favorita de mi madre, la última memoria de estar juntos, mientras termino de acomodar los víveres en la alacena; guardo silencio, en realidad no sé cómo continuar la canción.
Volteo a ver arriba del refrigerador, y una vez más la nostalgia me clava su daga en el corazón. Siento, sin poder evitarlo, cómo se forma una lágrima que rápido corre por mi mejilla y se lanza al vacío hasta llegar al suelo. Ese brinco metafórico que hice cuando corté todo tipo de amarras y, al igual que ella, ahora me encuentro estrellado en éste piso frio, solo.
Me entrego al recuerdo mientras me deslizo por la pared hasta quedar sentado en el piso.
—Sebastián, ¿me ayudarías un poco hijo? —la voz de mi madre.
—Estoy ocupado mamá, ¿qué quieres ahora? —le contesto con fingido enojo—. ¿Sabes que tienes más hijos verdad? ¿Por qué ha de ser siempre “Sebastián”?
Sonríe ante mis desplantes adolescentes.
—Eres mi favorito, por eso —contesta, mientras me pasa las cajas que acomodo en la parte alta del refrigerador—. Ten cuidado con el radio, no lo vayas a tirar.
—¿Lo puedo prender? —le pregunto ilusionado. No lo quiero admitir y tal vez nunca lo haga, pero estos momentos a solas con ella son importantes para mí. Doy vuelta a la perilla y tras un poco de estática, se deja escuchar los compases de “Bésame mucho” de Consuelo Velázquez.
Su voz, aguda y pequeña, llena la cocina de un calor más intenso que el horno donde se cocina la cena.
—¿Me enseñarías a cantar como tú? —le pregunto.
Me toma del brazo y empezamos a bailar.
—Siente la canción en tus oídos, deja que atraviese tu alma y se instale en tu corazón. Una vez que sepas que está ahí, dale salida por tu boca.
El ruido de la puerta nos sorprende.
—¡¿Pero qué mierda es esto?! — pregunta mi padre mientras azota el maletín sobre la mesa—. ¿Otra vez con sus estúpidas cancioncitas?
—Antonio —suplica mi madre
Retrocedo asustado al ver que se aproxima.
—¿Qué quieres, hacerlo mariquita como al otro?
—Espera…
No puede continuar, de un solo golpe la tira al suelo.
—¡¿Por qué le pega, imbécil?! —le increpo.
Debí haber previsto su reacción, pero su golpe me toma por sorpresa, siento un líquido tibio resbalar por mi mentón y caer sobre mi camisa.
No es la primera vez que nos maltrata, es solo la última que estoy dispuesto a aceptarlo, me levanto con dificultad y mirándolo a la cara le digo:
—Hoy me ha pegado por última vez. Hoy le abandonamos. Nunca nos volverá a ver, igual que a Pedro…
Se me aproxima con el puño cerrado, aprieto los dientes esperando el golpe, sin retroceder. El llanto de mi madre llena la cocina y la cena deja de ser importante.
—Sebastián, hijo… —escucho la voz sumisa de mi madre y sé que no lo abandonará, que seguirá ahí a pesar de todo.
Sin pensarlo dos veces, tomo el radio y salgo de la casa.
—Ya volverás ingrato —son las palabras que escucho decir a mi padre mientras me alejo—. Espera que oscurezca, que sientas hambre y volverás.
Me levanto del frío piso y voy al desván donde lo tengo guardado. Saco el viejo radio y lo conecto. La conocida estática me saluda mientras sintonizo una estación. Las notas de una vieja melodía inundan mi departamento y de momento no estoy solo; vuelvo a tener 17 años. Saco el celular y marco. Tal vez sea tiempo de regresar a casa.
Comentarios (33):
Paola
28/03/2015 a las 17:41
uau!!
Me ha encantado, José.
Transmite mucha fuerza, pasas de una imagen a otra sin problemas, todo queda claro y es doloroso, muy doloroso.
Me ha encantado lo de que la voz calienta la cocina más que el horno.
Enhorabuena
David Rubio
28/03/2015 a las 19:34
Hola Jose, menudo momento has narrado. Me gustó el relato, ritmo, narración…
Quizás una pega, el momento de la transición al recuerdo creo que podría hacerse un pelín más claro. Venimos de leer que no se hablan y de repente aparece la madre hablando. Esta podría ser una opción
“Me deslizo por la pared hasta quedar sentado en el piso.
Y entonces recuerdo…”
Sobre todo que la mención al recuerdo sea inmediata al mismo para que quede claro.
Un abrazo
J.Sfield
28/03/2015 a las 21:52
Hola José,
sensacional relato, notaba como se me iba erizando el bello a medida que leía. ¡Enhorabuena!
lunaclara
28/03/2015 a las 22:57
Hola Jose: tu relato me ha sorprendido mucho. Cuentas muy bien las escenas de violencia. Es enternecedor leer cómo se acuerda de su madre. El final no lo he comprendido. Me resulta difícil entender por qué quiere volver.
Un placer leerte.
beba
29/03/2015 a las 00:47
Hola, José:
Muy bueno tu relato, por el argumento y la construcción.Un lenguaje rico y suelto. Buen ritmo. Bueno el rol de la radio.
Lo del desenlace: Creo que sería menos brusco si mamá ya estuviera sola,(por cualquier recurso), cosa que no has dicho.
Anoide
29/03/2015 a las 16:40
Qué bonito, José. Incluso las escenas de violencia están narradas con cierta delicadeza que, sin embargo, no le restan crudeza al momento. Es muy tierna también la manera en que recuerda a su madre, cantando y bailando en la cocina.
Bien hecho 🙂 Te felicito.
Osvaldo Mario Vela Sáenz
29/03/2015 a las 18:36
Queridisimo compadre y compatriota. Hace unos años, al hacer mis pininos como escritor, escribí una frase que se me vino a la mente al leer tu texto. “La inspiracion es un comunicar etéreo, sus designios son: silenciosos en la bonanza y pródigos en el sufrimiento”. Tú al igual que yo, tenemos el mismo común denominador. Describes en tu relato, con diferentes personajes y una historia paralela: Mi vida. Felicidades y pa’delante.
Diego Manresa Bilbao
29/03/2015 a las 20:34
Jose,
Una autentica maravilla,
Bien relatado, una historia potente.
se ve que, aun con todo lo que paso, echa de menos al padre.
Nos leemos!
Jose M Quintero
30/03/2015 a las 03:44
Hola José.
Que gran historia, triste, oscura, cruda, describes bien esa soledad que siente el personaje, me gustó mucho y en realidad espero que la continues.
Saludos!
KMarce
30/03/2015 a las 04:45
Hola José, recién acabo de comentar el relato de JMQuintero en donde le decía lo mucho que me gustan las historias con final feliz y la superación en medio de la trágedia.
Creo que has plasmado muy bien el sentimiento de nostalgia del protagonista y el dolor de su expériencia vivida en su juventud, penosamente por la actitud de su padre.
Bien lograda. Se me hizo de fácil lectura, y pecado el mío, pero espero que su madre ahora sea viuda y esté liberada de ese déspota. En fín…
Tambien noté que hay error de dedo con una expresión que usaste: “tiene”, cuando debió ser: Tengo mas de quince años de…
Recuerda que todo lo que va entre ¡!¿? siempre inicia en mayúscula. Coincido con el cambio de presente-pasado, la norma es que debe de marcarse, es decir, encomillarlo, hacerlo notar (como te lo mencionaron), o cambiarlo a cursiva. Penosamente este último el formato del taller no lo permite (es estandarizado), como vez todo de fácil solución.
Me ha gustado mucho tu historia, pese a su tristeza. También esa canción era la favorita de mi madre que tenía por nombre: Consuelo.
El cierre, como dijera Dorothy: “No hay lugar mejor que el hogar”.
¡Felicidades! Nos leemos.
marazul
30/03/2015 a las 10:53
Hola José. Me encantó leerte y te resumo mi impresión. Que una canción, sea el detonante de unos recuerdos y de una decisión tan importante como la de regresar al hogar, me parece un buen argumento. Ya sabemos que las canciones, los olores, un libro….nos remiten a los buenos y malos momentos del pasado: una gran verdad. Que partiendo de la canción nos describas un drama de malos tratos es una forma muy dulce de contarlo. Tu personaje estaba pidiendo a gritos volver a casa…..esa dejadez, ese encerrarse con candados….creo que tiene más trasfondo del que aparenta. Personalmente creo que son los miedos o traumas que pueden dejar en una persona que ha tenido una infancia con padre autoritario y maltratos.
Yo también tengo una radio encima del refrigerador
Un saludo José y te sigo leyendo.
Chiripa
30/03/2015 a las 11:22
Hola José,
Tu relato me ha gustado mucho. Tiene peso, conmueve
Me ha gustado la estructura que le diste, la forma de mezclar presente y pasado y la manera como nos muestras lo que sucede, en vez de contárnoslo. Vaya que éste recurso lo manejas de maravilla.
Estupenda la elección de la voz del narrador y perfecta la utilización del tiempo verbal.
En “…Tiene más de quince años que no hablo con mis padres” hay que hacer una corrección en el verbo tener.
¡Enhorabuena! Y gracias por comentar mi relato.
Roger/NHICAP
31/03/2015 a las 08:54
Hola José,
Me parece que ya te comenté en otra ocasión que me encanta la sensibilidad que imprimes en tus relatos. Aquì, agarras a un narrador en primera persona para que nos recuerde, con mucha nostalgia,su triste historia juvenil marcada por un padre violento que maltrata a su madre. Un tema duro lo mañanas con una excelente delicadeza, además de hacer el texto ágil y claro.
Concluyes con un bonito mensaje: por lo general, y a pesar de los pesares, el hogar familiar siempre es el mejor refugio.
Buen trabajo José, te mando un abrazo
Wolfdux
31/03/2015 a las 10:55
Excelente José. Un fuerte abrazo.
Bego Asomadaalalocura
31/03/2015 a las 11:01
Que sincronía tenemos José, hemos tratado el mismo tema!
Tú tambien lo has llevado de forma muy emotiva y visto desde los ojos del hijo, genial, de verdad!
felicidades!
Un saludo.
Luis Ponce
31/03/2015 a las 23:04
José: gracias por pasar por el mío. Acabo de aprender lo de los guiones largos, te agradezco mucho. Si pasas por mi blog, o verás corregido.
El tuyo me ha parecido fantástico, bueno, nos tienes acostumbrados.
el protagonista no ha dejado de huir de su padre, por eso los candados. Lo que no entiendo es ¿Como puede ser capaz de regresar a su casa si ha cargado con ese trauma durante quince años en los que no ha sido capaz ni de encontrar una pareja para compartir su dolor?
¿Matamos al padre?
Te felicito.
Marcelo Kisi
31/03/2015 a las 23:33
José, un relato delicioso, con un estilo encantador por lo simple, sin rebusques, que transmite serenidad, a pesar del drama que bulle por debajo del texto. Muy, pero muy bien logrado. Felicitaciones!!
Cesar A. Martin
01/04/2015 a las 13:35
Magnífico José. Trasmites la desazón del protagonista, su nostalgia, sus recuerdos y su impotencia, de hecho creo que describes un claro principio de depresión. Es muy difícil empatizar con un personaje tan sensible y tu lo consigues de forma notable. Seguro que más de uno reconoce las sensaciones de Sebastián.
Enhorabuena y un saludo.
Cesar A. Martin
01/04/2015 a las 13:43
Se me olvidaba, en cuanto pueda me paso por tu blog, a leer “paralisis”. La verdad es que eres un autor muy prolífico, entre literautas, sttorybox y tu blog ya podrías editar el primer volumen de relatos, je, je, je.
Peter Walley
01/04/2015 a las 18:37
Buenas José,
Uff, qué relato más duro. Me ha gustado mucho cómo has pasado del ambiente gélido de la primera parte al calor de la acción, hace falta talento para conseguirlo y a ti te ha quedado muy bien.
Me quedo con la intriga de qué le va a suceder al volver a casa (aunque sinceramente me temo lo peor).
Saludos, nos leemos.
ILLARGUIA
01/04/2015 a las 19:03
Hola José, hay temas universales, y este que has elegido es uno que a todos nos afecta por igual, de una manera o de otra. De repente salen las fobias entre hermanos, por un quítame allá esas pajas, la envidia, los celos, el amor paterno filial, el odio al padre. Los grandes autores Shakespeare, Kafka, sin olvidar a los clásicos griegos con sus tragedias, todos van dejando el sello con su impronta. Todos aprendemos de nuestros errores y saber volver a tiempo es la gran victoria de la especie hombre, para poder perdonar.
Y esa elección de tu personaje, Sebastián, también es tu gran victoria.
Un aplauso, merecido, compañero.
Iracunda Smith
02/04/2015 a las 13:46
¡Uy yo esto ya lo he leído! jajaja
Me gustó entonces y me sigue gustando ahora.
Este mes hay un montón de relatos sobre la violencia de género, debe ser que las grandes mentes piensan igual!!
Pato Menudencio
02/04/2015 a las 22:39
Paso a dejar mi saludo y todo lo que se dijo del cuento ya fue hablado.
El resultado final fue muy bueno. Saludos.
Leonardo Ossa
03/04/2015 a las 19:33
Muy bien elaborado el texto que nos presentas, me agrada haberlo leído. Espero tener la oportunidad de seguir leyendo tus relatos en un futuro.
Saludos.
Fabián
04/04/2015 a las 15:32
Muy buenas José
Si seguía leyendo en orden ascendente no iba a llegar nunca al tuyo, así que pegue un salto y vine directo. Y buena decisión por mi parte.
•Forma
Estoy de acuerdo con David con respecto al salto del presente al recuerdo, una pequeña acotación para esclarecerlo un poquito mas le vendría muy bien.
Y señalando un detallito de nada en la frase “¡¿Por qué le pega, imbécil?! “, para mi suena un poco mas fuerte si el “imbécil” quedase fuera de la pregunta, suena mas a afirmación: “¡¿Por qué le pega?! ¡Imbécil!”
Con eso dicho, aplaudo tu vocabulario y capacidad a la hora de narrar la historia, a pesar del tema que trata te ha quedado muy elegante, muy sutil todo.
•Contenido
El final no me pareció tan feliz lo veo mas como una recaída del protagonista, y aquí no voy a cuestionar si está bien o está mal, ya que la mente humana es demasiado compleja para entenderla, y comprender los impulsos que llevan a la gente a tomar determinadas decisiones.
Yo en lo personal no entiendo por qué quiere volver a su casa.
Como bien decían mas arriba ¿Y si lo matamos ahora que es viejo y frágil? Yo conozco a cierto carnicero que le gusta tomarse la justicia por su propia mano >: P
Buen trabajo José
janna30
04/04/2015 a las 18:02
Amigo felicidades !
Muy buen relato y el tema que tocas es muy importante. Realmente llega a mover los sentimientos..
Lo unico es que estoy de acuerdo con algunos que ya comentaron que la voz narrativa deberia cambiar cuando entras en la parte del recuerdo revivido, ya que tiende a confundir y se pierde un poco al lector.
Saludos a todos !
Silvyt
05/04/2015 a las 20:25
Poco me queda que decir.
Por el modo de narrar se me hacía que el recuerdo era algo mucho más lejano. Me ha chocado un poco que el tenga 17 años, un teléfono móvil y una chica que le limpia si escapó de casa. También me choca que el padre haya cumplido 70 años y él solo tenga 17. A menos que el recuerdo sea de cuando tenía 17 años. Quizá deberías pulir eso porque yo, y mi mente vengativa, ya se habían imaginado que el niño que había tenido que abandonar a su madre con su maltratador, se había convertido en hombre e iba a rescatar a su madre… pero igual esto es solo producto de esta cabeza mía que vamas rápido de lo que leo.
De cualquier forma: ENHORABUENA, me ha encantado.
Nos leemos!!
Ryan Infield Ralkins
05/04/2015 a las 23:51
Tremendo relato. Me intrigo y literalmente me paro los pelos. Lamentablemente toca un tema que sucede muy a menudo. El final lo clasificaria como especial. Excelente relato.
Saludos y gracias por tu comentario en mi relato.
Adella Brac
06/04/2015 a las 11:12
¡Maravilloso! La historia me ha atrapado totalmente 🙂
Me ha encantado cuando se pone a cantar pero calla porque no sabe cómo continuar 🙂
¡Buen trabajo! 😉
Darkristal
06/04/2015 a las 13:49
Efectivamente me sigue conmoviendo este relato.
Me gusta mucho la forma en la que esta narrado, con el pasado visto desde el presente y apuntando a un futuro sin hecho a punta de escapes, narra bien las consecuencias del machismo y violencia familiar.
Es una situación muy desafortunada pero realista.
Muy buen relato y sigue adelante.
Leonardo Ossa
06/04/2015 a las 20:54
José Torma, muy agradecido con tu comentario sobre mi relato, y te cuento, en Colombia también decimos “el radio” cuando es receptor de radiodifusión comercial, y “la radio” cuando sirve como transmisor para uso policíaco u otro. En mi texto digo “la radio” para ceñirme al texto que publicó Literautas. Jajajaja tenía miedo de que me rechazaran el cuento.
Un abrazo.
A.Losa (aka Rubia Alubia)
07/04/2015 a las 08:55
Hola, Jose. Ya te dije que era un relato muy potente, lo que no entiendo es por qué lo catalogas +18. No creo que contenga nada que impida a lectores más jóvenes leerlo, solo es la vida misma, con sus luces y sus sombras.
Un retrato muy logrado de las decisiones que se toman en la vida y que, a veces, vuelven para atormentarnos, sacadas del olvido gracias a algo tan simple como una canción en la radio.
José Torma
15/04/2015 a las 15:46
Hola a todos.
Muchas gracias por tomarse el tiempo de pasar por aqui y comentar. Tomo en cuenta todas y cada una de sus sugerencias.
Un abrazo y pues a lo que sigue con la maldicion jeje