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Romualdo y los pájaros - por Marcelo Kisi
Una mañana plácida. Sí, señor. Ésa era la palabra para definir una hora temprana con pájaros. Romualdo devoraba la escena con los ojos bien abiertos. Pájaros, árboles, techos de edificios y Aída, su esposa, que cantaba con un humor excelente, mientras iba de acá para allá limpiando y ordenando. Después se sentó a su lado frente al ventanal que da al balcón, con un par de vasos de té y la radio, con toda la actualidad en el programa de Fernando Ruiz.
—Hoy Ruiz está furioso con lo del chico olvidado dentro del auto. ¡Y con razón! ¿No, Romualdo? ¿Qué clase de padres se olvidan de sacar al bebé del coche? Con este calor, a las dos horas volvieron, y el pobre angelito estaba muerto por deshidratación, obvio. ¿Te imaginás nosotros? No, eso sí que jamás nos hubiera ocurrido con Sandrita ni con Juli… Tomá el tecito, mi amor, que se te enfría.
Romualdo no respondió, siguió con la vista en el paisaje, así que siguió ella.
—Qué tonta soy, perdoname. Te ayudo un poquito, no te ves muy bien hoy. Tomá un sorbito. Pero tenés que poner un poco de ganas, mi vida. ¿Te acordás cuando me contabas tus proyectos, cómo te entusiasmabas? Yo te escuchaba con una paciencia… Porque había que tenerte paciencia, admitilo. Ya vengo, comete un escón, que te los hice especialmente, con lo que te gustan.
Aída se fue a la cocina a revisar debajo de la pileta. Platos sucios nunca había, pero esta mañana se cuidó mucho de que todo estuviera limpio. Incluso bajó de madrugada a sacar la basura, porque quería saber de dónde venía el olor a cloaca. Había llamado al plomero el día anterior, pero la había dejado plantada. "En estos días no se puede confiar en nadie", pensaba. El baño también estaba impecable, sobre todo desde que Romualdo había empezado con los pañales. Por las dudas volvió a su lado y se fijó si había que cambiárselo, pero todavía no.
—Lo que me mata es tu apatía, Romu. Si te doy de comer está bien, si no te doy, también. Si te hablo, me escuchás, y si no te hablo, no te importa. Te pongo la radio para que te distraigas, pero nada. A veces me dan ganas de insultarte, a ver si reaccionás, a ver si te interesás por algo. Hace poco Fernando Ruiz entrevistó a una especialista en Alzheimer. Dijo que a la larga había que dejar a la persona en la suya, que no hay lo que hacer. Pero dijo algo que no me gustó: que el cónyuge no puede ser omnipotente y tiene que traer ayuda. Pero vos tenés Alzheimer, no invalidez. Y yo todavía te puedo cambiar y bañar, ¿no? ¿Quién te va a atender mejor que yo, decime?
Tocaron la puerta, pero Aída no prestó atención. Siguió el flash informativo, que hablaba de otro avión caído en Malasia.
—Che, qué cosa. Pensá en todas esas familias, no me quiero imaginar, y ni siquiera encontraron un solo pedacito de avión en el mar, pobre gente. ¿Te acordás cuando volamos a España? Siempre tuviste ese sueño, llevarme a España y ver una corrida de toros. Ja, ja, al final fuiste solo, yo me quedé en el hotel, ni loca voy a ver eso… ¿Pero quién toca tan fuerte? ¡Qué bruto, cómo insiste! ¿Será el plomero?
Aída se paró y fue hasta la puerta, nerviosa. Romualdo no se movió.
—¿Quién es?
—Soy yo —dijo una voz desde el pasillo—, Matilde. Abrime, no podés seguir así, corazón.
—¿Así cómo? ¿Pensás que no me puedo arreglar sola?
—Romualdo ya no está en ese cuerpo. Falleció, tenés que dejarlo partir, darle cristiana sepultura, Aída, por el amor de Dios.
—Qué dramática, Matilde. Decís cosas terribles… Andate, no sos mi amiga. ¡Loca!
—Hace tres días me lo contaste vos misma, Aída, y después te encerraste. ¿No te acordás? Los vecinos están como locos y ya todos te vinieron a suplicar. El consorcio va a llamar a las autoridades, mujer, no nos dejás alternativa. ¡Se huele en todo el edificio!
—¡Andate! ¡Andate!
Aída puso la radio a todo volumen y volvió al lado de Romualdo. Tomó en una mano el té, en la otra un escón.
—¿Viste, amor? Hay gente muy maleducada. ¿En qué estábamos?
Romualdo no contestó, así que siguió ella. Él la escuchó como siempre, con la mirada fija en los pájaros, en los árboles, en los edificios. Una mañana muy plácida. Sí, señor. Ésa era la palabra.
Comentarios (32):
Leonardo Ossa
28/03/2015 a las 17:35
Excelente relato. Gracias por permitir que se publicara en el blog para la diversión de todos.
Julieta Blanco
28/03/2015 a las 18:35
Un desarrollo impecable. Un poco de morbo, tal vez. Pero todos los detalles fueron importantes, todos. Muy bien hecho!!
Un poco ya se va sospechando, como Romualdo no responde…
Siempre esa avidez para escribir, no esperaba menos!!
Juana Medina
28/03/2015 a las 19:38
Hola Marcelo, qué bueno, qué bueno. Me encanta el humor negro pero también cierta forma de ternura muy subliminal que ya había descubierto en otros trabajos tuyos. Esta vez quedé al fin de la lista, ¿te pasas por el 196? Ah, y ahora tengo blog… Sólo los textos enviados a literautas por el momento, y todavía aprendiendo a manejarme, pero nos vamos modernizando. Nuevamente felicitaciones
Margarita Graña
28/03/2015 a las 20:09
Felicitaciones! qué maestría. Humor fino y morbo, pero ternura también. Como siempre, sin comentarios ni observaciones para mejorar. Se aprende mucho contigo. Gracias
Cesar A. Martin
28/03/2015 a las 20:54
Hola Marcelo
Como siempre excelente relato. Me encanta como nos muestra a Aída y a Romualdo y haces que la escena aflore sola. Recordando tus relatos del taller de la isla o el de terror me pareció que te estabas volviendo muy amable con tus historias, pero el final descubrió al Marcelo de siempre.
Enhorabuena y un saludo.
Aldo Brov
28/03/2015 a las 21:12
Muy buen relato Marcelo, sin detalles para comentar. Entretenido, bien escrito, a veces doy puntuaciones a los textos a modo de diversion, el tuyo merece un 10 tanto en la forma como en el contenido. Felicitaciones.
David Rubio
28/03/2015 a las 22:07
Excelente una vez más. Una historia redonda de principio a fin. La lectura es amena, pero el fondo del relato terrible. Un ejemplo de como se debe contar una historia. Dosificando la información, cuidando el desarrollo, sin adornos innecesarios, donde los personajes viven (o no). Simplemente nos abres la ventana y nos dejas mirar.
Y como siempre con el lenguaje apropiado al texto.
Maravilloso, Marcelo
KMarce
28/03/2015 a las 23:43
Hola Marcelo, fue un relato muy ameno de leer. Me lo leí a gusto que no encontré brechas. En fín, suele pasar cuando estas a gusto.
Como dijera JulietaB, misma sensación, que el pobre no habla, la mujer es una impecable y huele feo. Con mi super olfato creo que ya me estaba oliendo al pobre Romualdo, pero creo que ya descansa en paz. JAJAJA! Me han encantado los dos, él por callado y ella por hablar tanto.
Esos giros tuyos, ya te estoy conociendo. Me gusta que un escritor encuentre su nicho, no se si llamarlo morbhumor. Te felicito, me has sacado una enooorme sonrisa.
¡Nos leemos!
Jose M Quintero
29/03/2015 a las 00:10
Wow, Marcelo, que gran historia.
Debo admitir que la primera mitad del texto no sabía aun de que iba este y no sospeché ni por un segundo ese final.
Asi qie cada vez me fui sorprendiendo mas y mas.
Es un excelente texto, felicitaciones. 🙂
Mayca Nasan
29/03/2015 a las 10:12
Excelente relato!
Es redondo, y te mete de lleno y sin respiro en la historia. Pese a lo trágico que hay detrás imposible no reírse imaginando la escena. Podría ser una situación absurda, y sin embargo, con unos diálogos perfectos y el ritmo adecuado resulta totalmente verosímil.
Como anécdota, hacia el final me ha recordado a la película de Paco León “Carmina y amén”, sin no la has visto, échale un vistazo, te reirás…
Enhorabuena, gran relato!
Marcelo Kisi
30/03/2015 a las 00:10
Gracias amigos!! Estoy entre aviones así que me estoy perdiendo la fiesta de lecturas y comentarios, pero ya me pasaré por vuestros relatos.
Me alegro q es final haya funcionado, al menos en una buena medida. No soy de los q creen q todo relato deba sorprender, pero aquí era importante.
Gracias y nos leemos!!
Bego Asomadaalalocura
31/03/2015 a las 11:13
Vaya giro de la historia, me ha encantado, por supuesto! Facil de leer y fácil de ponerle personalidad a Aida.
Muy bueno, felicidades!
Un saludo.
José Torma
31/03/2015 a las 19:38
HOla Marcelo.
Que pedazo de historia nos has regalado. Una historia de amor entrañable que la lleva a la locura. Los pequeños detalles que nos das no estropean la sorpresa final. Un relato muy logrado. De mis favoritos este ciclo.
Felicidades.
Marcelo Kisi
31/03/2015 a las 21:36
Hola! Ahora sí, regresado a casa, y ya con algunos de vuestros textos ya visitados, les agradezco a cada uno.
Leonardo, gracias por contarme que disfrutaste del relato, por supuesto que siempre los comparto, es parte de la alegría de poder escribir, sobre todo si es con pares que te ayudan, no?
Julieta sí, mi duda era si la sorpresa, que acá es un elemento relevante, funcionaría. Pensé si buscarme un lector beta, que la verdad no tengo. Pero al final decidí que los commpañeros de Literautas son lo suficiente y excelentemente “betas” como para confiar en ellos. Y no me equivoqué. Entiendo que algunos se la ven venir y otros no. Si se te ocurre cómo mejorar el factor sorpresa avisame.
Juana gracias! Ya leí tu texto y le di un clic a tu blog, te felicito!! Ya te dije que estoy madurando seguir tus pasos. Cómo te sentís? Qué cambió?
César qué honor es que te acuerdes mis anteriores trabajos. La verdad es que la “amabilidad” no me molesta, me permito usar el taller para aprender a experimentar con diferentes registros. Pero es cierto que me divierto más con este tipo de relatos donde jugamos más con el riesgo, con las situaciones límite. Y es ahí donde nos adentramos en el alma humana. Gracias por tu mirada!
Aldo, compañero! Esperaba tus comentarios constructivos y ya me había preparado un speech sobre el narrador equisciente, jajaja! Que te parezca un 10 es un verdadero logro para mí, gracias!
David, qué lindo comentario, un honor viniendo de vos. Mil gracias!
KMarce, gracias, me alegro que te haya divertido. Lo de morbhumor está para pensar, jajaja.
José M. gracias, me alegro que lo hayas disfrutado, y más si la sorpresa del final funcionó. Empiezo a sospechar que las damas “huelen” mejor que los hombres, jajaja!
Mayca, gracias por tu comentario. “Carmina y amén”? No la vi, voy a ver cómo me las arreglo para verla, gracias!!
Bego, gracias por tu comentario!
José T., wow, eso ya es un elogio gigante, se agradece de verdad!
Luis Ponce
01/04/2015 a las 18:09
Fantástico! Es un relato redondo, tratando los tiempos de una manera perfecta. Un detalle interesante me parece el del Alzheimer, porque me he ido por ahí y esperaba que de pronto Romualdo reaccione, pero me cogió de sorpresa el toque de humor negro del final, lo que remata la obra de una manera que se queda clavada en la memoria.
Eres de los imprescindibles para leer. Te felicito.
Gracias por tus comentarios en el mío, en este me ha tocado aprender lo de los guiones. Es la ventaja de tener lectores críticos.Se supone que estamos para eso, por eso agradezco todo comentario que me sirva a futuro.
Saludos.
ILLARGUIA
01/04/2015 a las 19:27
Hola Marcelo, qué buena sorpresa, qué regalazo, hummor y del negro, como el chocolate, buenísimo.
Parece sacado de un guion del gran Lalo Azcona, LOS MUERTOS NO SE TOCAN, NENE, que estuvo prohibido por la censura en España, por su humor ácido y corrosiva crítica social.
La página que aparece es de otro blog de relatos cortos, por eso no lo encontrabas. La página es vientobarrofuego.blogspot.com
Un placer reencontrarte.
A ver que nos depara el próximo reto.
Chiripa
02/04/2015 a las 18:14
Muerte, Alzheimer, amor, locura, ingredientes para un buen relato que has estructurado y narrado a mi entero gusto.
Bien, Marcelo.
Aunque discrepo con tu comentario en mi relato, agradezco la gentileza de haberlo visitado comentado.
Saludos.
marazul
02/04/2015 a las 20:23
Hola Marcelo. El argumento de tu historia es realmente ocurrente y seguramente sacado de algún hecho real. Pero lo mejor es cómo lo cuentas, y qué bien lo haces….despacio, con cariño y delicadeza, con las palabras y las descripciones justas. Mantienes la atención del lector sin darle pistas; solo después de saber el final sabemos lo que significa cada palabra. Eso solo se consigue con experiencia y buen hacer. Es un relato excelente y sinceramente me ha gustado mucho
Un saludo. Marazul
Marcelo Kisi
02/04/2015 a las 22:28
Luis, gracias miles por tu comentario, me alegro que te sirviera el mío, estamos acá para eso, formando una especie de comunidad, y tu comentario a mí me estimula mucho!
Illarguia gracias!! Voy a buscar el relato que mencionás y me daré una vuelta también por el blog.
Chiripa gracias enormes!! Bien hacés en discrepar, para eso es este intercambio, espero que no te haya molestado mi observación, sabés que estás en mi lista de escritores imperdibles 🙂
Marazul querida gracias por tu hermoso comentario, me emocionaste!
Saludos a todos!
Ratopin Johnson
02/04/2015 a las 23:27
Muy bueno Marcelo. Crudo, pero muy bien contado. Emotivo, pero no blando. Esos ingredientes son los buenos en las historias, ¿no?.
Wolfdux
03/04/2015 a las 18:39
Perfecto Marcelo. Uno de los mejores relatos que he leído este mes. Felicidades.
Iracunda Smith
04/04/2015 a las 13:37
¡Hola Marcelo!
Y tan plácida la mañana. He de confesar que cuando dijo lo del mal olor me empecé a “oler” yo algo. Aún así me ha encantado.
¡Enhorabuena!
Anoide
05/04/2015 a las 14:36
Qué bien llevado, Marcelo. No me lo esperaba, y eso que has ido soltando pistas sutiles a lo largo de todo el relato. Muy bien narrado, emotivo sin caer en cursilerías, con humor negro sin hacerlo grotesco… De diez, otra vez uno de los mejores del mes. ¡Qué gusto leerte!
Demetrio Vert
05/04/2015 a las 17:54
Bueno Maecelo. Ya te he “pescao” en Literautas tal y como te he dicho por correo.
Primero repetirte las gracias por tu amable recepción a un desconocido aquí.
De tu relato no puedo elogiarlo más de lo que han lo han los compañeros.
Una cosa quisiera resaltar: Conforme avanzaba yo en la lectura, hacia la mitad, pensé “Ya está, Romualdo se ha olvidado a su niño en cualquier lado. Iba sonriéndome de mi perspicacia, cuando de pronto, con un giro, cambiias el relato por completo. Me ha gustado mucho ese flash sorpresivo.
Repito. Gracias por tu comentario sobre el mío.
Me alegra mucho no solamente que me digas que está bien escrito (ejem), sino que hayas pillado de inmediato el conflicto del relato. Evidentemente, tal como tú dices, aparte de otras cuestiones, está el dilema moral y social que le queda al cura.
Te seguiré, claro. ¡Ah! y me encanta ese léxico tan sudamericano que “tenés vos” y otros compañeros, como por ejemplo Leonardo Ossa. Ojalá pudiera yo aprenderlo.
Ryan Infield Ralkins
06/04/2015 a las 00:33
Si el olor hubiese sido un perro me muerde porque nunca lo relacione con Romualdo, je je. Y el final me tomo por sorpresa. Creo que ella es una loca con alzheimer por que para cuidar un cadaver…anyway, excelente relato. Impactante y algo triste. Me gusto mucho la actitud de ella al final, cuando discute con matilde. Xd.
Felicitaciones y saludos.
Darkristal
06/04/2015 a las 14:14
Con las primeras señales ya iba oyendo mis ánimos quebrarse.
Con el silencio de Romualdo.
Con la culpa de la esposa
con la mirada perdida
con la devoción enfermiza.
Con la insinuación de alzheimer fue, cuando vi que se ponía serio.
Se iba construyendo la tragedia paso a paso y finalmente se revela la locura.
La devoción enfermiza que se termina desarrollando con el ser amado que no volverá.
El miedo a la soledad, la indiferencia, la ausencia.
Sin embargo, cosas como esas se pueden conseguir en vida.
Por lo que fácilmente se pueden confundir con la muerte, aun a pesar de que esta sea real.
Jajaja tu relato me ha mostrado que si bien es mi genero, no consigo ni un poco de la meta.
Excelente trabajo, dale cuerda y que siga.
Adella Brac
07/04/2015 a las 06:55
¡Maravilloso! Ni le falta ni le sobra nada. ¡Buen trabajo! 😉
Marcelo Kisi
07/04/2015 a las 09:48
Gracias mil Ratopin, Wolfdux, Iracunda, Anoide, Ryan, Darkristal, Adella, queridos y admirados amigos. Me alegro que les haya gustado.
Darkristal, elogio en forma de poema, honor! 🙂
Demetrio, de nuevo bienvenido, y espero que sigamos compartiendo palabras por aquí, que es básicamente un club de gente linda, donde todos estamos para aprender.
Abrazos agradecidos a todos!
Paola
07/04/2015 a las 12:00
Me ha gustado mucho tu relato, bien planteado,bien escrito y perfectamente ambientado. El conflicto es fuerte, mezclas lo macabro con el sentimiento y con el miedo a quedar solo en el mundo. Muy profundo y real. Enhorabuena.
Roger/NHICAP
09/04/2015 a las 09:48
Hola Marcelo,
Muy buen relato. Me ha gustado el ambiente que creas que activa las fibras sensibles del lector para, al final, aplastarnos con ese inesperado final.
La narración es correcta ynla lectura sencilla y amena.
Un abrazo
Gota
10/04/2015 a las 21:45
Gran historia!! Hasta que el narrador no lo mencionó ni se me ocurrió que Romualdo estaba muerto!!
Seguiré leyéndote, saludos!!
Marcelo Kisi
11/04/2015 a las 14:38
Paola gracias por tu comentario elogioso y tu reflexión, me alegro que te haya gustado!
Roger gracias, no fue mi intención aplastarte, jaja, pero suena a aplastamiento positivo 😉
Gota, gracias! Seguro nos seguimos leyendo!
Abrazos a todos!