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Un asunto de familia - por Diego Manresa Bilbao+18
Cuando el Comisario Martianez me llamó a su despacho, no tenía ninguna pinta de que me fuera a llevar un ascenso, ni tan siquiera una felicitación. Al carácter hosco de nuestro bienamado superior, se le sumaba la serie de desperfectos que este humilde agente había causado ayer en su última misión.
Todo ocurrió la tarde anterior. Era un día como otro cualquiera, con el pegajoso calor de Madrid en agosto derritiendo nuestras frágiles entendederas. Me encontraba con las manos pegadas al volante de cuero del coche patrulla, con mi compañera Laura en el asiento del copiloto. Decir que me sentía atraído por ella sería decir poco, y que estaba enamorado, tal vez mucho. Teníamos una fuerte complicidad, y nos encontrábamos muy a gusto trabajando el uno con el otro, pero el hecho de que ella fuera mucho más alta y guapa que yo, y que se apellidara Martianez, hacía de nuestra relación algo bastante cercano a una quimera. No suele ser buen negocio entrar en líos de faldas con la hija de tu jefe, pensaba yo, más que nada para obviar el hecho de que, tuviera ella el apellido que tuviera, no había mucha tela que rascar por allí.
Sucedió que, haciendo nuestra ronda, recibimos un aviso de gritos y ruidos en un domicilio, con posibilidad de violencia doméstica. Nos encaminamos hacia allí, tristemente con expresión de rutina en nuestros rostros. Desgraciadamente es una llamada a la que estamos acostumbrándonos más de la cuenta.
Sin embargo, cuando Laura llamó a la puerta, y, teniendo que derribarla porque nadie nos oyó llamar, pues en la radio estaba sonando La Lambada a todo volumen en el interior del piso, nos encontramos con una realidad bastante distinta a la que esperábamos.
Parecía que la pareja que antes estaba discutiendo se había reconciliado. Y de qué forma… Los gritos que íbamos oyendo de camino al dormitorio solo podían indicar dos posibilidades, o alguien se estaba matando o alguien se estaba queriendo, y nuestro trabajo de policías es investigar, nunca hay que descartar la posibilidad delictiva…
Ahora, a toro pasado, cualquiera diría que lo mejor hubiera sido preguntar desde fuera antes de entrar a la habitación, y yo también opino lo mismo. Pero, una vez estás de misión y metido en situación, trabajando a cuarenta grados y, por qué no decirlo, la curiosidad pica, es más que razonable plantearse entrar sin llamar a una habitación en la que puede que estén follando.
Debería haberlo pensado antes de entrar allí y apuntar al Comisario con mi arma reglamentaria, mientras él intentaba descargar la suya, que no lo era, en una mujer que ni por asomo era la reglamentaria señora de Martianez.
Se pueden ustedes imaginar la escena. Dos generaciones de la familia mirándose frente a frente, una en uniforme, y el otro de paisano recién venido al mundo, y en medio, este narrador, pistola en mano -ni una broma al respecto- y una mujer de aproximadamente la mitad de edad que el comisario, también de paisana. El caballero que les habla abandonó la sala en silencio, dejando a los Martianez y allegados resolver sus familiares cuitas, tras informar a Laura que iba directo a comisaría dando un paseo, dejándole a ella el coche patrulla.
De ahí que, cuando entré en el despacho del Comisario al día siguiente, recordara de pronto todos y cada uno de los versos del “Jesusito de mi vida” y el sudor frío inundara mis axilas. Martianez indicó con uno de sus bruscos gestos que me sentara, dejándome a la espera de su discurso mientras se mesaba los bigotes. Tras unos segundos que me parecieron eternos, dijo:
-Mi hija habla maravillas de usted, cabo, tanto profesional, que ya lo había visto yo, como personalmente.
-Muchas gracias, señor Comisario- acerté a decir, con la voz quebrada del susto- ella es también una gran profesional y, si se me permite, una gran persona.
-Claro que se le permite, cabo. Una cosa, ¿Por qué no se viene a cenar a nuestra casa esta noche? Mi mujer no está y Laurita cocina a las mil maravillas. Como su superior, no acepto un “no” por respuesta…
-En ese caso, nos vemos esta noche, señor Comisario.
Cuando me iba de aquel despacho, no sabiendo exactamente qué demonios había pasado ahí dentro, si me había librado de una expulsión o me estaba ganando un ascenso, oí a Martianez murmurar a mi espalda:
-Bienvenido a la familia, Joaquín.
Comentarios (24):
Paola
28/03/2015 a las 18:41
El pobre! La que se le viene encima!
Un relato muy simpático y con final inesperado. Sinceramente yo no hubiera sabido como acabarlo.
Saludos
Iracunda Smith
28/03/2015 a las 19:15
Jajajaja
Me ha matado lo de: “apuntar al Comisario con mi arma reglamentaria, mientras él intentaba descargar la suya, que no lo era, en una mujer que ni por asomo era la reglamentaria señora de Martianez”
Lo único que no veo es eso de que de repente lo invite a cenar. Me suena a encerrona para “silenciarlo”
Ryan Infield Ralkins
28/03/2015 a las 20:48
O sea que su hija lo amenazo: “o aceptas que Joaquin salga conmigo o le digo a mama lo que estabas haciendo con aquella otra tipa.” Ja ja, me encantó el relato. Al principio pensé que seria un típico relato detectivesco pero esto es clase aparte. Concuerdo con Paola. El final tuvo un giro inesperado y mas que desde el principio parecía que lo iban a despedir al menos.
Resumen: tremendo relato. Me encantó.
Saludos y gracias por leer y comentar Una Sorpresiva Renuncia.
Juana Medina
29/03/2015 a las 17:18
Pero qué bueno! Me he reído muchísimo y al mismo tiempo me ha parecido muy real y muy bien escrito. Excelente humor.
Felicitaciones!
Silvyt
29/03/2015 a las 20:37
Sabía que iba a reírme desde “Al carácter hosco de nuestro bienamado superior, se le sumaba la serie de desperfectos que este humilde agente había causado ayer en su última misión.”
Y no me has decepcionado, me encanta la forma en que escribes situaciones cómicas porque no me sacas sólo una sonrisa, sino una carcajada completa. Te ánimo a que escribas la escena sobre esa cena que tiene toda la pinta de situación incómoda/cómica de reír hasta llorar… Y, sobra decirlo, te invito a compartir el Link en la página de facebook, para que te lean.
Enhorabuena una vez mas.
Un saludo compañero!
Cesar A. Martin
29/03/2015 a las 21:21
Hola Diego, muy divertido. Has creado todo un personaje. Me recuerda al detective sin nombre de Eduardo Mendoza, un grande.
Por cierto has acertado con los nombres de mi relato, es mi humilde homenaje a “Tokio Blues”.
Un apunte, el cabo es un empleo de la Guardia Civil y el comisario es un mando de la Policía Nacional.
Buen trabajo y un saludo.
marazul
29/03/2015 a las 22:22
Es buenísimo tu relato Diego, me he reido de veras. Me gusta esa forma desenfadada que le das al prota, así como un poco pasota y con una filosofía muy simple de la vida. Esa forma de irse andando a la Comisaría después del descubrimiento como si se fuera silvando me ha enganchado. Me gusta ese personaje “el caballero que les habla”. Le puedes sacar mucho partido Diego. Lo he pasado bien con tu lectura. Un saludo
Pikadili
29/03/2015 a las 22:44
Esta genial. Me ha encantado. Muy bien escrito, divertido, con un final genial… lo he leido volando. Esta escrito de forma muy amena y entretenida, a mi tambien me vino a la cabeza Mendoza. No se que mas añadir. Enhorabuena!
Pikadili
29/03/2015 a las 23:43
Está genial, me ha encantado. Divertido, bien escrito, entretenido… Se me ha pasado volando. Esta escrito de forma muy amena y el final es perfecto, muy bueno. A mí tambien me recordó a Mendoza. No puedo decir nada más, enhorabuena!
Diego Manresa Bilbao
30/03/2015 a las 10:11
Gracias a todos por los comentarios,y, sobre todo, a Cesar por hacerme constar el error de documentacion que he tenido… Aqui entre amigos pasa pero para hacer algo mas serio tengo que tener mas cuidado…
Gracias y nos leemos!!!
Eunice Espejo
30/03/2015 a las 10:14
Me ha gustado mucho tu relato. Muy original y divertido. Además tienes unas cuantas frases bien chulas por ahí. A mi en concreto me ha gustado esta: “Con el pegajoso calor de Madrid en agosto derritiendo nuestras frágiles entendederas”. He podido notar la sensación de estar en Madrid con ese calor y sus efectos. Muy bueno.
Saludos!
Chiripa
30/03/2015 a las 11:36
Hola Diego.
Agradezco hayas pasado por y dejado tu comentario a mi relato.
El tuyo me hizo reir sabroso. Es original, bien estructurado, esta muy bien escrito y tiene un final de gloria. Vaya que nos pudimos imaginar la “escena del crimen”. Genial.
Te felicito.
Ratopin Johnson
30/03/2015 a las 22:15
En fin, Laurita, si es la mujer que me he imaginado que es al principio del relato tendrá que decir algo al respecto. No la veo de hija obediente y además, con todos mis respetos, desde el primer momento la ví demasiada mujer para el protagonista, lo siento :). O como dice alguna, ¿todo lo que ocurre al final fue idea de ella?
“Debería haberlo pensado antes de entrar allí y apuntar al Comisario con mi arma reglamentaria, mientras él intentaba descargar la suya, que no lo era, en una mujer que ni por asomo era la reglamentaria señora de Martianez”, este trozo es genial :). Buena historia Diego, y buenos personajes (sólo Laura, no se, con ese final me ha quedado indefinida)
Roger/NHICAP
31/03/2015 a las 08:28
Hola Diego,
Una idea rebuscada con la que montas un texto muy divertido, narrado con un lenguaje fácil y un ritmo ágil.
Me ha gustado mucho el agente Joaquín, un tipo sencillo con una filosofía genial: adaptarse siempre a la situación sin inmutarse.
Buen relato y muy ameno.
Un abrazo
José Torma
31/03/2015 a las 18:25
Hola Diego, gracias por tus palabras a mi relato.
Tu texto es tan facil de leer que se pensaria que te fue facil escribirlo, pero hay tanto en hacer comedia sin contar chistes, que tu presentacion no pone en evidencia al fluir tan suavemente.
“Debería haberlo pensado antes de entrar allí y apuntar al Comisario con mi arma reglamentaria, mientras él intentaba descargar la suya, que no lo era, en una mujer que ni por asomo era la reglamentaria señora de Martianez.”
Esta es una frase de maestro. Me quito el sombrero.
Me diverti mucho y como siempre, un gran relato.
Felicidades.
Zelfus
01/04/2015 a las 01:22
Me has sorprendido gratamente, aunque para expresarlo haya usado una de las palabras “prohibidas” por estos lares: adverbio terminado en mente.
Con un par de adjetivos menos, lo único que le cambiaría a la historia es el final, porque se me hace precipitado. Falta de espacio, tal vez?
Peter Walley
01/04/2015 a las 18:28
Hola Diego,
Está muy divertido, me gusta mucho el estilo socarrón que le has puesto. Me parece que los Martianez te pueden dar mucho juego en el futuro.
Gracias por el comentario en mi relato.
Saludos, nos leemos.
Aradlith
02/04/2015 a las 10:12
jajajaja menuda estampa la que se encontró el pobre Joaquín. Me ha gustado, es un relato muy fluido, contado de tal forma que parece la típica anécdota. Engancha hasta el final.
¡Saludos!
Pato Menudencio
02/04/2015 a las 21:58
Jajaja. Que divertida la historia. Hizo rememorar cuando un día, cuando era más joven, encontré a mis padres en el ring de cuatro perilla dele que dele. Fue traumático.
A.Losa (aka Rubia Alubia)
03/04/2015 a las 12:07
Ja, ja, ja, ja, ja. (un segundo que me enjuago las lágrimas) ja, ja.
Desternillante, no se me ocurre otro adjetivo. El párrafo: “Debería haberlo pensado antes de entrar allí y apuntar al Comisario con mi arma reglamentaria, mientras él intentaba descargar la suya, que no lo era, en una mujer que ni por asomo era la reglamentaria señora de Martianez. ” Mortal de necesidad.
Bien es cierto que yo le daría un repasito, porque hay algunas frases que suenan enrevesadillas o que se podrían haber redactado mejor para hacerlas más comprensibles. Y a mi, a título personal, me viene sobrando la frase final; creo que está bastante claro que la cena es para liar al prota y a Laura, sea cual sea el motivo que lo desencadena, (sospecho que es para que calle lo de la amante, por eso de tener a los amigos cerca y a los enemigos más cerca).
Pero el conjunto deja con muy buen sabor de boca.
Adella Brac
03/04/2015 a las 17:35
¡Genial! Me encanta ese toque cómico que le das siempre a tus textos. Esa frase al entrar en la habitación es tremenda 😀
¡Buen trabajo!
Un saludo.
Jose M Quintero
04/04/2015 a las 06:42
Hola.
Me gusto mucho, fue un relato muy chistoso. Estoy de acuerdo con Silvyt (5), escribe una segunda parte, que por lo que se ve, va a ser una cena muy incomoda.
Felicitaciones! 🙂
Te invito a comentar el 153.
Anoide
05/04/2015 a las 15:13
¡Qué talento tienes para la comedia, Diego! Me ha encantado, me has hecho reír y no es algo que yo haga fácilmente cuando estoy leyendo. La única pega es que ahora me gustaría saber qué pasa en esa cena 😛
La frase sobre el arma y la mujer reglamentaria de Martianez es de 10 pero como ya te la han señalado tantas veces, yo destaco el octavo párrafo. ¡Sublime!
Un saludo y mi enhorabuena, Diego. Gracias por compartirlo con nosotros 😀
Darkristal
06/04/2015 a las 14:41
Jajaja, el primer relato cómico que he encontrado en mi ronda, gracias por el breve recreo XD
Muy buen relato, divertido y sencillo, de hecho, fácil de leer, al punto que me lo pude revisar tres veces en el poco tiempo que tuve.
Creo que te han corregido bastante y solo quedaría añadir que uses el guion largo en vez del corto y encierres el nombre de la canción entre comillas para evitar la sensación de mayúsculas inesperadas.
Buen trabajo, sigue adelante.