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Promesa - por Osvaldo Mario Vela Saenz
Promesa
Lucía observó el edificio de su escuela justo al otro lado de la calle. ¿Cuantos años habrían pasado? Ella cumplió sesenta y siete unos días atrás y se había graduado de la preparatoria a los dieciocho. En realidad mucho tiempo desde la última vez que recorrió sus amplios pasillos.
Cruzó la calle con precaución.
Si en las oficinas del distrito escolar no le mintieron, su querida maestra Josefina, estaría en la Dirección de la escuela. El edificio era el mismo. La fachada de piedra por encima de la puerta de entrada lucía su bien labrado nombre: Escuela Preparatoria América.
La Dirección se ubicaba a la derecha de la recepción: La primera oficina al empezar el pasillo.
Subió uno a uno los escalones de la entrada hasta el corredor.
Dulce melodía llegó a sus oídos. Las notas salían por la puerta abierta de la Dirección e inundaban con su armonía aquel pasaje escolar. Vestía impecable. Paso a paso se aproximó con curiosidad a la oficina. ¿Qué aspecto tendría su maestra? La recordaba con su talle delgado, muy femenina pero el correr de los años, debió de dejar su huella. Se asomó.
Sin hacer ruido alguno se personificó ante el umbral del docente recinto. Tras el amplio escritorio, apareció una figura con su pelo muy cano, concentrada en lo que parecía ser la corrección de unos exámenes. Lucía la observó a plenitud en sus labores.
Una lágrima asomó a sus ojos. Reflejo de la ternura que la embargaba en ese momento. La retina de sus ojos llena de aquella visión de otros tiempos y aquella suave música la volvían emotiva.
De pie frente al escritorio la llamó.
–Maestra Chepina.
La maestra levantó la vista, quiso saber de quien se trataba, para luego preguntar
–¿Quién eres tu muchacha?
La maestra, seguía siendo dueña del sutil don de hacerla sentir bien. Con su pregunta la convertía de nuevo en una colegiala.
–Soy Lucía Berlanga. Alumna suya de hace muchos años.
–Si la memoria me es fiel, eras la hija del Embajador del Perú. Una de las personas más finas que recuerdo.
–Que mente la suya maestra. Lo que tengo frente a mi es asombroso. El tiempo no ha mermado su espíritu. He hallado, lo que esperaba encontrar.
–Tu padre decidió permanecer entre nosotros un año más como agregado consular para que tú terminaras los estudios.
— Eso nunca lo supe yo. Le agradezco la información. Ahora descubro otra cualidad de mi padre.
–Cuando tu padre regresó a su país creí que no te volvería a ver.
–por momentos yo pensé lo mismo, Creí que mi vida se acabaría antes de poder cumplir mi promesa de un día regresar.
–Yo también he tenido tu promesa presente y añoraba que la cumplieras.
–Su consejo de fin de curso siempre estuvo conmigo.
–Te exhorté a seguir el ejemplo de tu padre a una vida en relaciones diplomáticas.
–Gracias a esa recomendación suya, hoy vengo a ocupar el mismo puesto de mi padre.
–Enhorabuena Lucía.
Lucía rodeó el antiguo mueble de caoba para abrazar a su maestra. Al inclinar su cabeza sobre el hombro de su mentora, sus ojos se toparon con un viejo radio de transistores sobre la mesa de centro. Las bocinas del pequeño aparato hacia arriba, otorgándoles aquella relajante música que iba perfecta con la promesa cumplida. Muchas visitas más se repetirían antes de ambas llenar sus tiempos.
Comentarios (15):
Aldo Brov
28/03/2015 a las 20:54
Hola Osvaldo, permiteme hacerte algunos comentarios (con el mayor respeto):
La historia que busca tener su nucleo en lo emotivo, con oraciones bien escritas que dan muestra de que tienes la capacidad de narrar una historia, aunque con poca trama lo que la hace algo aburrida. Pareciera una propaganda de Cola Cola, la alumna reencontrandose con la maestra 50 años despues. Creo que el dialogo queda algo estructurado, haciendo que los personajes suenen poco creibles pues les das la tarea de dar informacion al lector diciendo que el padre era embajador, y otra serie de informaciones que hacen que el dialogo pierda la emotividad que podria tener, lo que va en contrar del objetivo de la historia. Tambien pienso que no es necesario contar sobre como entra a la escuela, o donde se encontraba la direccion, pues eso no importa ni suma y es uno de las cuestiones que uno deberia aprender a recortar.
Se lee con facilidad, pero se percibe un ritmo algo lento que hace perder un poco el interes.
La inclusion de la radio, queda algo forzada y refuerza mi idea de la propaganda de Coca Cola, pues intentas ambientar la escena con la musica relajante.
Saludos
Osvaldo Mario Vela Sáenz
29/03/2015 a las 05:48
Aldo agradezco los consejos que me otorgas. Tu intensidad para evaluar me es grata. Son cosas que al aclarlas, me avocan a corregirlas. En el diálogo entre ellas le agrego algo. -Ahora descubro otra cualidad de mi padre. Su viudez nos trajo a estas terras. La falta de mi madre me hacia pensar mucho en usted. Soñaba que… y para complementar -Gracias a esa recomendación, hoy vengo a ocupar el puesto de mi padre. Orfandad me ha traido. Ya despues tratare de componerla algo mas.
Luis Ponce
29/03/2015 a las 17:39
Oswaldo, muy enternecedora la idea, bien escrita pero un tanto lenta en el ingreso de la protagonista porque a pesar de tener sesenta y siete años cumplidos, cruza la calle con precaución y sube uno a uno los escalones para toparse con su maestra.
Si haces cuenta, la maestra debe tener como ochenta años y aún trabaja y a Lucía le cuesta cruzar la calle y subir los escalones.
El radio podría suprimirse y no cambia en nada el relato. Si lo rehaces podría tener más protagonismo.
marazul
29/03/2015 a las 18:37
Hola Osvaldo. Nos regalas una historia de recuerdos, reencuentros,sentimientos y agradecimientos. A mi me ha gustado, pero entiendo que la mayoría del público necesita más acción. El momento que describes es muy emotivo y ya de por si es una historia puesto que nos das a conocer muchos detalles de la vida de Lucía. Yo lo veo como un homenaje a esos buenos profesores que nos dejaron huella. Solo decirte que, como bien dice Luis, la maestra debería de estar ya jubilada. Un saludo y nos leemos
Osvaldo Mario Vela Sáenz
29/03/2015 a las 18:48
Luis ponce y Marazul, En realidad la maestra que me guió a escribir esta historia falleció despues de los noventa y nunca se jubiló: La Maestra Emilia Zarate. En México, sobre todo en los colegios privados, estos ejemplos se dan. Gracias por sus comentarios.
Paola
29/03/2015 a las 19:27
Hola, Osvaldo
Es una escena que me ha recordado un libro que leí hace años de una niña que emigró a América con sus padres y volvió al pueblo, en Italia, muchos años después.
Esos reencuentros son muy emotivos sobre todo si hay una vida dura detrás.
He disfrutado leyéndola.
Saludos
Ryan Infield Ralkins
29/03/2015 a las 22:30
También a mi me parece que el relato se hace algo lento pero me conmovió la historia. Creo que, como dice Marazul, necesita algo de acción aunque comprendo que seria difícil debido al tipo de historia. Solo me resta decir que a mi me gustó mucho.
Felicitaciones por la conmovedora historia.
Saludos y gracias por leer y comentar mi relato.
lunaclara
29/03/2015 a las 22:55
Hola Osvaldo: un bonito relato tuyo, lleno de nostalgia y bonitos recuerdos.
Únicamente te diría que el tono de algunas frases de los diálogos es difícil de distinguir del tono del narrador. Y si intentas que sean mas informales esas frases de dialogo??
Pero está genial.
Muchas gracias x leerme y comentarme.
Felicidades!!
José Torma
30/03/2015 a las 01:10
Compatriota, antes que nada agradecer tus palabras a mi relato.
Comparto algunas de las opiniones aqui vertidas, el inicio me resulto lento, con exceso de descripciones. Entiendo que lo hiciste para demostrar el caminar de la mujer de 67. Tuve un maestro que aun de pasados los años, me lo topaba y me saludaba por apellido. Era muy reconfortante saber que te recuerdan asi.
En lo emotivo tu relato llega. Hay un pelin de ajustes que le podrias hacer a los dialogos, pero la historia que permea es muy linda.
Felicidades.
Roger/NHICAP
30/03/2015 a las 09:50
Hola Osvaldo,
Como explicas se trata de un relato como recuerdo, homenaje, a tu antigua profesora. Eso justifica el tono emotivo, lleno de ternura y nostalgia hacia aquellos años. Creo que la crítica de Aldo es, en parte, acertada. Yo también pienso que no aprovechas bien la fuerza que pueden tener los diálogos y te excedes en descripciones al principio.
No obstante, me ha gustado el fondo de la trama, el recuerdo a los profesores que han dejado,su huella en nosotros.
Un abrazo
Chiripa
30/03/2015 a las 18:59
¡Hijole!, Osvaldo.
Tu muy descriptiva narración me conmovió, por lo que asumo me ha tocado esa memoria de las maestras de la infancia. Me parece muy poética, especialmente la frase final: “…repetirán antes de ambas llenar sus tiempos”.
Lleva el ritmo adecuado al tipo de contenido que estás relatando.
Saludos y agradecimiento por tu visita
KMarce
04/04/2015 a las 22:04
Saludos Osvaldo, buen homenaje a los maestros que han tocado la vida de sus estudiantes.
Debido a la tematica, muchos sentirían que es lenta, imaginate dos personas de edad madura, y quizá el recurso de un aula no cree un ambiente de impacto, pero no necesitas crear “acción” como la entendemos, sino volver interesante la trama, eso es la acción.
Un buen recurso para eso es el “flash back” el cual no utilizaste, me hubiera encantado ver a la maestra joven y a su alumna de niña en un micro escenario, y no unas breves palabras, un recurso que pudiera ser introductoria en el reencuentro entre ambas.
El inicio es muy detallado, no diré que es errado, porque lo que se hace bien, nunca lo es, pero es un relato corto y hay que ahorrarse muchas palabras, te confieso que yo por esto me he metido al taller, porque suelo ser muy descriptiva por escribir solo “largos metrajes” y he tenido que poner freno a mis manías. Utiliza el recurso util, para el relato necesario.
Discrepo ver el escenario como un comercial, pero los diálogos pudieron tener un poco más de peso.
Te felicito dar honor a quien honor merece. Y que hermosa maestra has conocido, digna de admirarse.
Nos leemos.
Conxita Casamitjana
06/04/2015 a las 10:15
Osvaldo,
estoy de acuerdo con los comentarios que se han hecho sobre el inicio quizás un poco lento y chirriando ese andar lento de la alumna si no fuera por la emoción al reencuentro más que por algo físico, tampoco es tan mayor.
El relato me ha parecido muy conmovedor y tierno, ese agradecimiento de la alumna y ese recordar de la maestra.Realmente un homenaje a los docentes que tanto influyen en la vida de sus alumnos.
Saludos
Pato Menudencio
06/04/2015 a las 17:52
Es emotivo el texto, y considerando el contexto, felicitaciones.
Te sugiero trabajar los diálogos, ya que se ven algo forzados, en especial cuando ella hace uso de su buena memoria.
Saludos, nos leemos pronto.
Wolfdux
07/04/2015 a las 09:07
Hola Osvaldo,
hace poco tuve la ocasión de reencontrarme con mi profesora de griego tras varios años (no tantos como en este relato) y has conseguido sacarme una sonrisa. Se le fácil y quizás aunque tenga un ritmo lento creo que funciona.
Como punto a tener en cuenta, revisaría los diálogos. Por lo demás, un gran texto. Felicidades.