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Una radio en la selva. - por Leonardo Ossa
Por acá han cruzado personas con distinto oficio. Una vez fue un misionero, en otra ocasión un naturalista, hace poco una patrulla de la fuerza pública, de vez en cuando dos o tres aserradores, y por años, los mismos indígenas silentes en sus metódicas faenas de cacería.
La mayor parte del tiempo mi mujer y yo permanecemos solos en la selva.
Por lo general ocupo el día consiguiendo leña, algunas frutas, limpiando las eras y cazando. Mi compañera se distrae lavando la ropa, zurciendo, cuidando las gallinas y haciendo de comer. En la noche, colgamos las hamacas en el amplio corredor externo de la casa para recibir la brisa fresca, conversar, pero sobre todo, para escuchar la radio que nos trajo un cacharrero a cambio de billetes que teníamos sin uso.
La radio encendida gran parte de la noche se nos convirtió en algo importante. Allí escuchamos el servicio religioso, la música, los consejos médicos y las noticias, pero aquello, casi a diario me provoca sueño. Es mi mujer la que al otro día mientras desayunamos, me cuenta el argumento de la radionovela como si el enredo fuera de alguna vecina. Entonces es el aparato el que a nuestros años nos brinda algunos temas para conversar.
En las noches de tormenta eléctrica los truenos se amplifican en la radio sin que sea fácil escuchar esos programas. La veo henchida de angustia pegar su oreja al aparato, en un intento por no perder detalle. Murmura con rabia agitando el índice derecho, dictando sentencia de condenación si la señal radiofónica se desvanece. ¡Ay como sufre! no me gusta verla así. Recuerdo muy bien la ocasión en que bajé hasta el caserío para traer la sal, el aceite y el arroz, olvidando reclamar las baterías de la radio que me había encargado. Lloró cuando no pudo oír el aparato, a pesar, de que me trasnoché inventando algunos cuentos parecidos a los que ella escucha.
Al siguiente día, el agitar del índice derecho y la sentencia fueron para mí: “Me voy de este lugar hasta que no aparezca usted con las baterías” y se fue temprano hasta una etnia que andaba de convite a medio día de camino.
Desde aquella vez, es ella misma la que baja al caserío por la vitualla, para no correr el riesgo de que se me vuelvan a olvidar las pilas.
Hace poco me contó que oyendo la radio, se enteró de una noticia en la que informaban que por estas tierras se venía presentando un fenómeno de colonización no autorizada, que está arrasando con madera, minerales, y el sosiego indígena. La tranquilicé diciendo que no tenía de qué preocuparse, puesto que la tierra nos ofrece de todo, para todos, y lo hace en abundancia.
Hoy ha hecho una tarde esplendorosa, no se atisban nubes de mal tiempo, lo que garantiza buenas condiciones para oír la radio.
Los nuevos colonos no se han dejado ver, y menos hoy que he jornaleado en las eras más distantes de la casa.
Empieza a oscurecer la tarde, y a ella, que se había ido bien temprano al caserío ya la veo regresar. Se le adivina el mal humor por el cansancio de venir con un costal de yute al hombro. En todo caso, deberé contarle que aparentemente los colonos estuvieron de visita, y que si bien no cargaron con las diez gallinas, su preciada radio ya no está.
Comentarios (34):
David Rubio
28/03/2015 a las 20:08
Un relato ameno. El hombre es un tanto tirano. Se vislumbra que ella cedió en ir con él a la selva y, encima le quita la radio.
Se lee bien pero creo que terminaste el relato justo donde debiera haber empezado. La reacción de ella contra su marido hubiera sido más apasionante todavía.
¡Te animo a escribirla!
Saludos
Margarita Graña
28/03/2015 a las 20:24
Buen relato. Es el primero que leo donde la radio es protagonista. El ambiente bien logrado. Sinceramente no entendí mucho el final, porqué no está la radio. Si es que vinieron los colonos, aunque antes dice lo contrario o si es el esposo que se ha deshecho de ella. En este último caso no queda claro cual sería el motivo para hacerlo.
Puede ser, como dice David, el inicio de un cuento mas largo.
Saludos y felicidades
Luis Ponce
28/03/2015 a las 23:20
Leonardo, es muy difícil conseguir la originalidad. En este caso está lograda, pero el final me ha dejado en el aire. No sé si él se deshizo de la radio y no veo el motivo para que lo haga, o si fue un accidente que no está explicado. De todas maneras no va ha ser una noche placentera aunque la tarde sea esplendorosa.
Por lo demás me gusta como está escrito y el espíritu simplista del protagonista.
Nos leemos.
Luis Ponce
28/03/2015 a las 23:22
Agradezco tu comentario en el mio, sobretodo por entender el trabajo del paralelismo que era obligado porque no quería perder la integridad de trabajo de Les Luthiers.
KMarce
29/03/2015 a las 01:17
Saludos Luis, ha sido un relato de fácil lectura. Te mueves en esos ambientes, y la vida sencilla de los protagonistas. El carácter de los dos, ella más entusiasta y apasionada, él más relajado.
Al igual que MargaritaG, me perdí con el porqué ya no hay más radio, siendo el centro del relato, su desvanecimiento es un misterio. Imagino que él lo ha enterrado, aburrido del apasionamiento de su mujer y temiendo que terminé dominandola y abrumandola sobre todo a un futuro cambio en sus vidas. No encuentro otro lugar sino dejarlo en medio de las eras y dejar que la natura lo consuma.
Pese a que me gusta la estructuración, me gustan los dialogos más activos, pero ha funcionado, así que es solo una particular observación.
Nos leemos.
Paola
29/03/2015 a las 09:35
Hola, Luis, la historia es original y tiene lugar en un lugar tan distinto al nuestro que lo convierte en interesante.
Lo que yo destaco del relato es que nos hace ver como en otra situación, algo tan normal y cotidiano como una radio se vuelve el centro de la vida.
No sabemos que ha ocurrido con la radio pero intuimos el desastre que será para ella. Un cambio en su vida que a lo mejor puede llevar a una ruptura matrimonial y todo por una radio.
beba
29/03/2015 a las 20:38
Muy buen relato, bien armado y correcto; fluidez en el ritmo; interesante la historia, aunque no sepamos cómo fue a dar a la selva esta pareja.
No sé, dos líneas más y le ponían el 18+, por degollamiento al marido.Ja, ja, ja.
Ryan Infield Ralkins
29/03/2015 a las 22:15
Muy bien presentados los personajes, sencillos pero a la vez reales. La descripción del ambiente me parece estupenda y eso de los colonos que destrozan todo, muy realista. En resumen, me encanto tu cuento y creo igual que beba: lo único que en vez de degollamiento, me la imagino sacando un rifle de asalto, ja ja. Hablando en serio, excelente relato.
Felicitaciones y saludos.
Gracias también por leer y comentar Una Sorpresiva Renuncia.
marazul
29/03/2015 a las 22:39
Hola Leonardo te felicito por tu relato, en donde realmente el protagonista es la radio. Con un lenguaje sencillo nos describes la vida en un lugar de la selva y ahí es donde la radio cobra tanto protagonismo. Sin embargo parece ser más la mujer quién lo aprecia (es su conexión con el mundo) y él deja que los colonos se la lleven. Me he puesto en la piel de esa mujer. Qué disgusto…!!! Un buen relato. Saludos
saloco
31/03/2015 a las 12:26
Hola Leonardo, me gusta tu relato. Haces la descripción justa, no te alargas; esto junto a frases definidas sin un uso excesivo de conjunciones y comas hacen del relato fácil de leer.
El uso de adjetivos como “silentes, metódicas…” le dan al texto una cierta distinción y riqueza.
Me gusta el final, donde deja al lector la posibilidad de imaginar más allá de lo que escribes con respecto a la radio.
Alguien ha apuntado por ahí que la falta de dialogo hace al texto más lento, con lo que estoy de acuerdo.
Entiendo que este texto es una denuncia en cuanto a las distintas formas de entender la vida . Por un lado, la descripción que hace de sus labores diarias, suficientes para cubrir las necesidades. La falta de valor del dinero. La radio como elemento moderno y que rompe su monotonía de paz creando conflictos con su pareja. La referencia al dinero “…sin uso, que teníamos por allí…”
isabel
31/03/2015 a las 16:25
Leonardo Ossa, me encantó, me transportó, me identificó.No podria darte ninguna sugerencia, me gusta el estilo sencillo de tu narración.
Marcelo Kisi
31/03/2015 a las 23:18
Hola Leonardo!
Desde ya te digo: me cautivó tu escritura! Sencillamente, es echarse atrás en el sillón y disfrutar, porque el lector se siente en las buenas manos de un escritor que sabe lo que hace.
Por eso el final desconcierta, porque no se condice con la sencillez deliciosa del estilo narrativo que lo precede. No hay nada que justifique la desaparición de la radio. Uno ya pensaba que sería un relato sin sorpresa, y no creo que sea obligación sorprender en todo relato. Habrás pensado que había que darle una vuelta de tuerca final? No hay problema, pero a condición de que la vayas construyendo desde antes. No hay ninguna señal previa -que podamos descubrir en una segunda lectura, y preguntarnos cómo no nos dimos cuenta- de que el tipo es por ejemplo un marido golpeador o sádico. Yo le pensaría un final diferente, que quizás invvolucre el tema de los colonizadores-modernizadores, que al final queda como cabo medio suelto. O no, no sé. Es que en este caso ese problemita del final, a mi gusto, no ensombrece lo placentero de tu narrativa: podés escribir lo que quieras, y lo harás excelentemente bien! Te voy a seguir!
Zelfus
31/03/2015 a las 23:27
Posees una gran capacidad descriptiva. Me imagino este como el comiezo de un relato mayor, en donde al fin sabremos quiénes son los nuevos colonos y porqué se llevaron la radio y no las gallinas.
El ritmo es lento para mi gusto en ésta extensión. Creo que se puede añadir una acción antes para equilibrar. Creo que la gente está sobreanalizándolo y dando interpretaciones muy libres. Eso pasa a veces.
Pato Menudencio
01/04/2015 a las 01:35
Hola, fui uno de los comentaristas anónimos.
Me gustó tu relato, el final lo veo como final de novela y me agradaría ver más aventuras de este matrimonio en la selva.
Saludos.
AitorMB
01/04/2015 a las 09:45
Es una historia muy bonita con la selva como escenario y el costumbrismo, con un poco de realismo mágico se hubiera parecido mucho a las historias de Gabriel García Márquez, que en paz descanse.
ortzaize
01/04/2015 a las 21:34
no se si el relato es: para protestar que la civilización llega a tu entorno,
si es por que le desaparece la radio a tu mujer,
o por que esta enfadada contigo y ya se hace ella sola los recados,
jaja
bueno la he leído con mucho interés, es muy original, y me ha gustado a pesar del lio que tengo con el relato.
gracias
Atria
02/04/2015 a las 18:49
Hola,
Has contado muchas cosas en poco espacio, todo un mérito. Reflejas muy bien la vida de la pareja, en la que la radio tiene un papel tan importante, especialmente para ella, que, por lo que parece, está más pendiente de la radio que del marido.
Lo que no me ha acabado de convencer es el final… Como han dicho en algún otro comentario, el relato acaba cuando se intuye que empieza la parte más interesante. Y tampoco sabemos porque en aquel momento, él se quiere deshacer de la radio.
Pero, en conjunto, me ha parecido un relato original y bien escrito.
Adella Brac
02/04/2015 a las 21:24
Yo no veo nada malo en el final, para mí es un relato redondo. Me gusta mucho tu estilo y el ritmo pausado es perfecto para la historia.
En resumen, ¡buen trabajo! 🙂
Un saludo.
Chiripa
03/04/2015 a las 14:45
Hola Leonardo,
Gracias por visitar mi relato y pir la sugerencia, que acepto con gusto.
Tu relato, redondito,lo he disfrutado montones. Tu forma de narrar es amena y el lenguaje utilizado le da una requeza grata de leer.
Encuentro que no le falta, ni le sobra y el final es la guinda del pastel y me permitió hacer toda clase de conjeturas de lo que continuará.
¡Enhorabuena¡
Jose M Quintero
04/04/2015 a las 05:22
Hola Leonardo.
Me gustó tu historia, como una persona se puede apegar a un objeto a tal punto de llorar si no lo tiene, como lo hizo la mujer, creo que es lo que pasa actualmente con la tegnologia.
Sobre el final me gustó, aunque si le falta trabajarse un poquito, creo que anteponer la escena donde lo visitan los colonos y explicar porque querian el radio, seria de ayuda.
Aun asi, gran historia, felicitaciones
Demetrio Vert
04/04/2015 a las 19:40
Hola Leonardo. Gracias por tu comentario sobre mi realto.
Acabo de leer tú relato. Me gusta tu escritura, tu sencilla manera de relatar. Aunque me siento joven, tengo ya muchos años. Por eso me ha emocionado mucho “la radio”. He recordado a mi madre allá por los cincuenta, escuchando en las tardes la radio mientras reparaba y planchaba la ropa, en un pequeño pueblo. Nada de selva por supuesto. Pero si el único medio de contacto exterior en un mundo sin TV ni automóviles, casi sin teléfonos. La única manera de “leer” cuentos, novelas, aventuras, en una vida que la tenía siempre ocupada en las tareas caseras. Esas “distracciones” de la mujer de tu relato.
Dicho esto, analizar literariamente los relatos es la tarea enojosa que debemos hacer con cariño. Yo así lo hago.
En cuanto a la forma, la manera que tienes de describir es sencillamente exquisita. A mi entender debías ponerle algo más de acción (tiene más de lo que pueda parecer), por ejemplo haciendo dialogar a los personajes cuando aparece la tormenta eléctrica y ella se enrabia maldiciendo. Todo ese pasaje neceita un poco más de acción (es mi criterio), dialogada o relatada.
En cuando al contenido, sencillamente precioso. …”la radio que nos trajo un cacharrero a cambio de billetes que teníamos sin uso”. ¡Fantásticamente poético! Una historia ue lees con placer. Unas personas que encuentran su particular forma de vivir serenamente, ni mejor ni peor; sencillamente se sienten satisfechos.
En cuanto a mi opinión personal, ya te la he manifestado al principio. Una escritura que se desliza suave, sin barullos, por las aguas de los rios de la selva. La radio, ese objeto tan necesrio para la mujer de tu relato, desaparece sin saber cómo. Tal vez un escollo oculto en el río.
Felicidades.
Demetrio Vert
05/04/2015 a las 13:04
Hola de nuevo Leonardo. Disculpa pero tu relato me ha tenido obsesionado gran parte de la noche. ¿Por qué si me ha gustado tanto me ha dejado un gusto como si le faltara canela a un helado de vainilla?
Lo he vuelto a leer y analizar literariamente. Esta perfectamente estructurado. Presentación, nudo y desenlace. Tiene núcleos (conflictos, dilemas a resolver), aunque parezcan suaves, pero núcleos al fin y al cabo. Una pareja sola en la selva acepta una radio de un cacharrero (Primer núcleo: podían no haberla aceptado). La radio se convierte en algo importante (desenlace del primer núcleo y a la vez segundo núcleo: podían no escucharla, podía haberse descacharrado, o podían haberla olvidado. Infinidad de desenlaces). La mujer se acostumbra a contar durante los desayunos lo escuchado (tercer núcleo: podía no contar nada) y ello provoca un acercamiento entre los dos (desenlace). La mujer se enfada y llora cuando no la puede escuchar (otro núcleo: podía no enfadarse o apagarla), y hasta abandona temporalmente a su marido y toma la decisión de asegurarse las baterías (desenlace del núcleo). Da fe a las noticias que oye y hasta pregunta temerosa por ellas (otro núcleo y su desenlace).
En fin, hay muchos conflictos (acción) y desenlaces, pero el principal, el que es el núcleo del relato, se queda a medias. La radio desaparece (núcleo del relato) y… no sabemos el desenlace. ¿Qué hará la mujer al enterarse?
Tal vez esa sea la canela que me falta en esta magnífica historia.
Espero te sirvan de algo mis apreciaciones. En cualquier caso me gustaría conocer una opinión diferente, si la ves.
Repito, magnífica historia, Leonardo.
Leonardo Ossa
05/04/2015 a las 17:16
Demetrio, me has hecho reír con verdadero regocijo. Como insipiente lector son muchas las ocasiones en que he querido preguntarle cosas a un autor, pero no he tenido la suerte de poderlo hacer. Hoy me encuentro generando a través de un relato, una inquietud en varias personas por el desenlace que le di al cuento. Es curiosa esa sensación, porque intenté que mi historia fuera comprensible a todos, pero parece que no lo alcancé. Mi regocijo llega, cuando constato que los comentarios sobre mi escritura en general son buenos, eso me da satisfacción y ganas de seguirlo haciendo, pues la actividad literaria es un pasatiempo que me atrae bastante.
El señor Marcelo Kisi en el comentario número doce, me dice que debí construir desde antes, “la vuelta de tuerca final”, pero te confieso, eso lo intenté plasmar desde el momento en que narro la preocupación de la mujer ante la noticia de que hay en la región unos colonos que están arrasando con todo, hasta con el sosiego indígena. Fíjate que el señor la tranquiliza y sigue en sus quehaceres, no se preocupa de nada más, y ha manifestado con anterioridad, viendo las dificultades que encuentra su mujer en la escucha: “¡Ay como sufre! no me gusta verla así.” Más adelante el señor dice que estuvo trabajando en las eras más distantes de la casa, justificando que no pudo ver a nadie acercándose a la vivienda. Él es un hombre parsimonioso que no da mucha importancia al suceso, pero, termina por concluir que aunque no vio a nadie, “aparentemente los colonos estuvieron de visita” y como ya se dijo que arrasaban con todo, supuse que los lectores entenderían que “no cargaron con las diez gallinas” (Según la RAE la palabra “Cargar” tiene en su ítem número 31, el significado de “Llevarse, tomar.”) indicando que sí pasaron por allá y no se robaron los animales, pero se birlaron la radio.
El ejercicio de “Móntame un escena” propuso hacer un relato con la radio, así que intenté que la radio fuera la protagonista, pero ahora comprendo que la mujer se ha lucido más que el aparato, y varias personas quieren saber qué pasó con los personajes. Ja ja aja. No sé si resuelvo tu inquietud.
Lee los comentarios número 9, 13 y 20 de Marazul, Zelfus y José Quintero, quienes sindican a los colonos del robo de la radio.
De verdad Demetrio, agradezco inmensamente el interés mostrado en mi historia. Te invito a leer mi próxima narración que ya la he terminado sin el uso de la letra te, y para mi gusto, ha quedado con mejor redacción. Te ruego indicarme sin reserva cada observación que consideres pertinente. Muchas gracias.
Anoide
05/04/2015 a las 18:23
Coincido con los que comentan que falta algo al final. Algo que lo explique, que le de sentido al por qué de la desaparición de la radio. No has dado pistas de que el marido se porte mal con ella (más bien lo contrario), por lo que no entendería que se hubiese deshecho del aparato. Por otro lado, si en realidad los colonos se la han llevado, también nos has despistado antes comentando que no había ni rastro de ellos. Si me tengo que inclinar por una de las dos opciones, diría que fue el marido el culpable; creo que los colonos también se habrían llevado las gallinas.
Dejando esto aparte, la lectura es una delicia. Tienes una forma muy bonita de escribir, de manera que incluso parece fácil lo que haces por la fluidez con la que se lee todo. Pero un pequeño análisis basta para saber que no lo es, pues la ambientación, la presentación que haces de los personajes y las descripciones se notan muy cuidadas.
Me ha encantado leerte. Te buscaré en el taller de este mes 🙂
Leonardo Ossa
05/04/2015 a las 18:36
Anoide muchas gracias por tu comentario. Las indicaciones que me han hecho son fundamentales para estructurar mis futuras redacciones.
Saludos.
Demetrio
05/04/2015 a las 19:18
Por supuesto te seguiré.
Para mí la radio es el eje central de la narración. Creo que lo he comentado.Y no me importa quién se la lleva: no lo he preguntado. Sólo creo que me falta la “canela” del último desenlace: ¿Qué hará la mujer cuando sepa que no tiene la radio? ¿Matará a su marido? ¿Lo abandonará? ¿Se olvidará de la radio a cambio de caricias, por ejemplo? ¿Le echará una maldición?
Por otra parte el relato me parece magnifico y llevado tan suave por aguas tranquilas.
Gracias Leonardo. me da placer leer, escribir e investigar sobre la escritura. Tu me ayudas a eso.
Un saludo.
Demetrio.
Leonardo Ossa
06/04/2015 a las 13:04
Compañeros de Literautas nuevamente agradezco a todos ustedes por leer, comentar y emitir sus acertadas opiniones con respecto a mi relato de marzo. Siempre serán bien acogidas.
Los invito a leer mi texto del mes de abril, para que sin restricción me indiquen todo aquello en lo que pueda mejorar mi historia y mi redacción.
He podido culminar con el ejercicio de “Móntame una escena” sin necesidad de emplear la letra te (T).
Hasta luego.
José Torma
06/04/2015 a las 16:35
Que tal Leonardo.
Te voy a decir algo, espero no se te suba a la cabeza. Leerte es como detener el tiempo y que te deje de importar el entorno, absorbes al lector que pasa a estar ahi con tus personajes, que por su sencillez y cotidianeidad son humanos, de carne y hueso.
A mi me ha gustado un monton, asi sin matar al marido por la osadia de “perder” la radio (aca en Mexico decimos el radio jaja).
Felicidades.
Leonardo Ossa
06/04/2015 a las 20:55
José Torma, muy agradecido con tu comentario sobre mi relato, y te cuento, en Colombia también decimos “el radio” cuando es receptor de radiodifusión comercial, y “la radio” cuando sirve como transmisor para uso policíaco u otro. En mi texto digo “la radio” para ceñirme al texto que publicó Literautas. Jajajaja tenía miedo de que me rechazaran el cuento.
Un abrazo.
Gota
10/04/2015 a las 21:37
Leonardo, buen relato!! Me resultó una idea muy original. Debo reconocer que no leí todos los comentarios que tenés, pero comparto con algunos que… me hubiera gustado que el relato continuara!! Creo que es un muy buen comienzo de un largo cuento, escribiste una gran idea.
(Gracias por pasar por mi cuento!)
Saludos!!
Wolfdux
11/04/2015 a las 12:18
Poca cosa más puedo aportar, ya esta casi todo dicho. Una historia interesante y que me ha hecho esbozar una sonrisa imaginándome la cara que pondrá la mujer cuando no encuentre la radio, jajaja.
Un abrazo y felicidades por el texto.
Dan
15/04/2015 a las 15:13
Primero, gracias por tu comentario en mi relato. Me alegro de que te gustara aunque, como este mes no he podido leer mucho, tampoco he tenido suerte de que me leyeran a mi. Llego algo tarde a los comentarios pero ha sido un mes intenso y no había hecho los deberes todavía. Me leí este relato al principio de estar publicado y me surgieron las mismas dudas que ya estaban plasmadas en los comentarios. Leyendo tu comentario la cosa me concuerda. Yo era de los que pensaban en el mismo sentido que lo que has escrito. Por lo demás, creo que el estilo es el adecuado para este tipo de ambientación. Por momentos he visto esa cabaña en la oscuridad con el ruido de una radio saliendo de ella =D
Seguiré leyendo tus relatos 😉
¡Un saludo!
Conxita Casamitjana
25/04/2015 a las 12:21
Me ha gustado mucho y me he quedado con ganas de que siguieras, imaginando el dolor de la pobrecita mujer sin su radio. Muy bien descrito.
Leeré tu relato del mes de abril, yo también me apunté al reto respecto al uso de la letra T en mi relato y me ha costado muchísimo, pero ha sido un fantástico ejercicio, aunque no sé si al final se me habrá pasado alguna, cada vez que lo repasaba me había olvidado alguna.
Saludos,
Karen Katina
10/05/2015 a las 05:08
Hola Leonardo :
Pues a diferencia de otros compañeros se me hizo muy entendible la historia la cotidianidad de los personajes y todo eso me doy la idea de que aunque el esposo veía a su mujer sufrir por las tragedias ocurridas en la radio novela el no creo que se atreviera ni por un segundo desaparecer la radio es mas creo que la radio les estaba cambiando la vida a ambos. Por consiguiente creo que se trataba de algunos saqueadores y también que ya que él trabajó en la parte mas distante no se percató que alguien robo la radio por lo tanto asumió se trataba de esos mismos colonizadores que le advirtió su mujer.