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Experiencias - por Chedu
Web: http://vicioenlalectura.blogspot.com.ar/
Una de las mejores cosas que le puede pasar a una persona es volver a nacer. Enterarse de que alguien o algo quiso entregarle otra oportunidad para rehacer su vida y corregir errores del pasado. Nadie sabe la razón, habiendo tantos seres vivos que la necesitan más que uno mismo, o al menos eso pienso yo. Claro, cuando uno ya es un débil anciano se arrepiente de todo.
Me llamo Bernard Ramsay y mi historia se remonta cincuenta años atrás. Cincuenta y tres, para ser más exacto. Me uní al ejército engañado como tantos otros jóvenes por la absurda publicidad de un camión que pasaba, prometiéndonos recorrer el mundo y proteger a la nación cumpliendo actos heroicos y otras cosas que nunca se cumplirían. En ese momento pensaba que podía pasar de malo, nada.
Enseñarte a usar un arma, hacer ejercicios y que te paguen por eso. Cazaba pájaros con mi padre, por lo tanto sabía usar un rifle. Nada podía salir mal.
Me enlisté en el servicio británico de comunicaciones. Ese aparato me causaba curiosidad. Todavía no podía pensar como se podía mantener una conversación en directo con una persona ubicada a cientos de kilómetros de distancia. La tecnología hacía maravillas.
Todo marchaba excelente. Mi vida era tranquila, como la de toda mi compañía. Enviar mensajes, transcribirlos, enviarlos nuevamente. Cualquiera podía adaptarse a esa aburrida rutina. Sí, mi vida era muy tranquila, hasta que el Reino Unido ingresó a la guerra y tiempo después, algún genio tuvo la original idea de enviarnos a una Europa en llamas con soldados de otras nacionalidades.
Años después, me encontraba en un avión rodeado de desconocidos volando sobre Normandía, aquel 6 de junio de 1944.
El cielo nocturno se iluminó con el estallido de cientos de bombas antiaéreas, causando violentos temblores en el interior de aquel avión.
El capitán me gritaba, ordenando que cuide aquella valiosa radio que permitiría comunicarnos en tierra. Teóricamente.
Respondí a la orden directa de mi superior ajustando los nudos que ataban la pesada radio que colgaba de mi espalda. Tragué saliva. La gran montaña de nervios amenazaba con salir de mi interior, abriendo la compuerta y escapándose. No estaba preparado para la guerra, no importaba la cantidad de entrenamiento que había recibido, no servía de nada a diez mil metros de altura.
Observé a varios de mis compañeros de equipo. La gran mayoría estaban igual. Impacientes, con fusil en mano y ojos cerrados. ¿A cuántos de ellos volvería a ver allá abajo?
El avión tembló nuevamente, en el mismo momento en el que una luz verde se encendió al lado de la compuerta.
Me levanté, ajusté y verifiqué mi paracaídas, cuando todo pasó.
Un gran estruendo me dejó sordo, a la vez de que una fuerza me lanzaba al suelo metálico del avión. Trate de ponerme de pie, pero un cuerpo me lo impedía. Era el capitán, observándome con una expresión vacía en el rostro, sin vida. Miré a mi alrededor y lo que ví me dejo paralizado.
La parte trasera del avión había desaparecido, así como la puerta de salida y todos mis compañeros. Donde tenía que estar la cola, había fuego. Sacando fuerzas de la nada, aparte el cadáver de mi superior y me levante de un salto. Empecé a revisar inconscientemente el paracaídas, notando que el avión iba balanceándose hacia atrás, invitándome a saltar al vacío. Salté.
Empecé a caer, ganando velocidad y forzando desesperadamente el paracaídas. Ese pedazo de tela si me hizo pasar unos segundos para el olvido. Parecía que tenía una gran moto en mi oído, producto de la caída a gran velocidad. Momentos después, el paracaídas se abrió, aligerando un poco el aterrizaje. Dije un poco, ya que se abrió tarde, apoyando todo el peso sobre mi tobillo derecho, fracturándolo.
El dolor me impedía pensar. Había perdido todo, el equipaje, el arma. Lo único que me quedaba era la radio, que milagrosamente estaba encendida y funcionando. Ese pedazo de metal me fue fiel durante los siguientes tres días en el que estuve bajo aquel arbusto y permitió que me rescataran y me pusieran a salvo.
Sinceramente, el arbusto me también me salvó de las patrullas alemanas que se retiraban terreno adentro.
Esa noche podría haber muerto. No sé porque no sucedió. Haber sido el único sobreviviente de aquel avión no me enorgullece.
Pero opino que toda persona tiene su propio destino, y nadie
puede escapar de el.
Espero que estén en un mejor lugar, porque yo pronto los visitaré.
Comentarios (5):
Ricar
28/03/2015 a las 21:05
Hola Chedu. Acabo de leer tu relato. Me ha parecido muy interesante la época en la que has decidido ambientar esta historia. Lo que más me ha gustado ha sido el principio y final porque es reflexivo y me ha dado que pensar. Por esta parte enhorabuena.
Por otra parte, me he dado cuenta de algunos pequeños fallos que seguramente te lo habrán dicho ya, pero tienen fácil solución. Te faltan tildes en las siguientes palabras: Aparte, levante y has puesto dos veces el ME
Ha sido un gusto disfrutar de otro relato de Literautas. Mucha suerte y a seguir trabajando.
Por si te apetece leer mi relato te dejo el enlace abajo.
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-24/3071
Luis Ponce
29/03/2015 a las 19:48
Chedu: la mayor parte de las referencias históricas de la humanidad están relacionadas con la guerra. La mayor cantidad de fotografías que existen en los archivos oficiales son sobre la guerra, pero son pocas las referencias personales de sobrevivientes que están en capacidad psicológica de redactarlos.
Partiendo de eso, creo que el tuyo es un relato creíble. Quizás un pequeño error mecanográfico: “el arbusto me también me salvó”.
Suerte.
Nos leemos.
Fabián
02/04/2015 a las 13:22
Muy buenas Chedu
En este taller me he encontrado con muchos relatos que intentan contar una historia desde el recuerdo de un personaje, pero sin conseguir esa “ilusión” de anécdota. A ti te quedó perfecta.
•Forma
La forma sería impecable si no fuese por algunos acentos que faltan, el fallo que ya te remarcaron, y una pequeña observación que me distrajo mas de la cuenta.
En el momento en que el personaje dice: “En ese momento pensaba que podía pasar de malo, nada “, creo que la frase se puede rescribir para que suene un poquito mas natural, por ejemplo “En ese momento pensé;”¿Qué puede salir mal?”, las comillas no estoy del todo seguro si son necesarias o no, pero ayudan entender mejor la frase.
•Contenido
Como te decía, normalmente lo que veo en este tipo de recuerdos narrados es que están redactados de tal manera que no dan sensación de anécdota, si no que parece que es algo que esté sucediendo en el presente en ese preciso instante.
Tu lo has hecho genial por que el personaje va haciendo acotaciones continuamente en plan “recuerdo que” “en ese momento pensé que” etc etc, y solo narra lo importante, no se va por las ramas describiendo cosas innecesarias y superfluas, que su propia memoria debería de haber desechado como información irrelevante.
Buen trabajo compañero o compañera (que no me queda claro : P)
ILLARGUIA
02/04/2015 a las 13:52
La impresión al leer este relato va desapareciendo poco a poco. Está muy bien reflejado el ambiente de la guerra, lo único que me queda en duda es si la radio es una emisora, solo para transmitir y emitir mensajes en clave. Tampoco se me ocurre que el avión desde Inglaterra a Normandía vuele a 10000 metros de altura, por las imágenes que hay de aquella época, creo que no subían tan alto, si no los pasajeros estarían congelados. Creo que tienes que corregir algunos defectos, pero en el fondo narras muy bien.
Nos vemos en el próximo reto maldito.
Dan
16/04/2015 a las 15:24
Relato 3 de 10.
¡Buenas!
Como ya te han comentado, la ambientación ha estado muy bien. Pena los pequeños fallitos que ya te han comentado de tildes y palabrillas repetidas.
Sigue con ello, que pinta muy bien. Intentaré seguirte la pista =)
¡Enhorabuena por el relato!
Un saludo. Nos leemos.