Literautas - Tu escuela de escritura

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Cada pétalo de rosa - por Gota

El salero estaba todo desparramado sobre la mesa. El ambiente se sentía húmedo y oloroso. Seguro que Luisa había olvidado algo cocinándose a fuego lento en la cocina.

Mil veces le habíamos dicho que se concentrara en la comida y no en otros menesteres cuando se acercaba la hora de la cena, pero Luisa no le daba importancia a nuestros consejos. Ella era lisa y llanamente muy desorientada, muy desorganizada y muy desprolija, sin embargo, la queríamos mucho.

Luisa había comenzado a trabajar en nuestra casa antes de que yo naciera. Mamá siempre decía que tenía un don para la cocina, un don para el desorden y un don para la sonrisa. Nunca nos llevaba a pasear a ningún lado, ni viajaba demasiado durante sus vacaciones. Luisa no tenía sentido de ubicación, creemos que conocía nuestra casa por el simple hecho de haber vivido tantos años con nosotros.

De chiquito me encantaba verla arreglar las plantas del jardín, regaba cada pétalo como si estuviese a punto de caerse. Además cantaba canciones inventadas que a mi hermana y a mí nos hacían matar de la risa. Un sólo día la vi triste y ese día “ese-día” escondió su cara llena de lágrimas bajo un sombrero de ala ancha y no encendió el fuego a mínimo, no acarició los pétalos del rosal ni tampoco mostró sus blancos dientes en una de sus hermosas sonrisas. “Ese día” mi hermana y yo también lloramos. Mamá nos había preguntado por qué, pero no supimos contestarle, quizá nuestra alegría diaria dependía, en gran parte, de la carcajada sonora de Luisa.

Luisa estaba enferma hacía años pero no nos había contado nada, ni siquiera mamá lo sabía. Lentamente se iba debilitando y la energía por su cuerpo ya no corría como antes. Cada día recordaba menos. Por más que intentáramos ayudarla en sus pensamientos, Luisa no podía retenerlos. Estoy cansada, chicos, estoy vieja, decía una y otra vez.

Luisa murió tranquila, durmiendo una siesta en el sillón. Hacía días que las palabras, los recuerdos, las sensaciones, y por sobre todas las cosas, esa sonrisa indiscutida que llevaba mejor puesta que el sombrero habían desaparecido para siempre, alguien o algo los había encerrado en una jaula cuya llave jamás nadie encontraría.

Al día siguiente del adiós, la casa estaba triste. La casa, nosotros y hasta los objetos parecíamos más opacos y desgastados. El teléfono no sonó en todo el día, las risas parecieron olvidadas en nosotros y el recuerdo de una mujer que desparramaba toda la sal cuando cocinaba a fuego lento y regaba con cariño cada pétalo de rosa inundó nuestras miradas.

Comentarios (9):

tavi oyarce

30/01/2015 a las 00:24

Gota:
Lo primero que debo decirte que leí tu cuento, por tu precioso título y después el relato me encantó por su sencilles y por una historia tan bien contada. Un relato por sobre todo creible
Te felicito Te seguiré leyendo

marazul

31/01/2015 a las 17:49

Hola Gota. Tu relato me ha parecido un bonito y sentido homenaje a alguna persona que ha formado parte de tu vida. A esas personas que, sin ser parte de la familia, nos han cuidado y nos han querido.Tiene mucha sensibilidad y ternura. Espero que sigas escribiendo y que con la práctica acabarás corrigiendo algunos defectos de forma. Aquí estamos todos para aprender.
Un saludo. Marazul

Adella Brac

01/02/2015 a las 19:25

Coincido con marazul, aunque con algunos fallos, es un relato tierno 🙂
¡Un saludo!

Ryan Infield Ralkins

03/02/2015 a las 15:54

Hola Gota, fui uno de tus comentaristas. Como dije en ese entonces te digo ahora: fue un placer leerte y ten por seguro que te seguiré leyendo.
P.D. Me encantó la forma en como los niños tratan a Luisa.
Saludos.

Gota

04/02/2015 a las 01:08

Muchas gracias a todos por sus cálidos comentarios!!

Debo confesar que Luisa es un personaje de ficción 😀

Eva

06/02/2015 a las 13:32

Hola!
Hermoso relato, lleno de ternura. Un homenaje a una persona querida. Ha sido una experiencia linda leerte.
Saludos

beba

11/02/2015 a las 02:24

¡Qué bonito y dulce! Muy buen manejo del ritmo para asegurar el tono de añoranza y ternura.
Me encantaron imágenes como esta: “…esa sonrisa indiscutida que llevaba mejor puesta que el sombrero habían desaparecido para siempre, alguien o algo los había encerrado en una jaula cuya llave jamás nadie encontraría.”
Yo vi algunos detalles que debes pulir, pero son muy pequeños. Prefiero darte u aplauso.

Gota

16/02/2015 a las 04:26

Muchas gracias, beba, por tu cálido comentario 🙂

Gota

16/02/2015 a las 04:28

Muchas gracias, Eva, seguiremos leyéndonos 🙂

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