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¿No era un periquito? - por Pikadili
El teléfono suena con tanta fuerza que parece que todo el edificio se va a caer abajo. El detective García entra apresurado al despacho, dejando caer su sombrero sobre la mesa como hace todas las mañanas. Solo que esta no es una mañana normal, y algo en su fuero interno lo sabe. Atiende la llamada con rapidez: Un nuevo cliente, un nuevo caso, algo que echarse al estómago una semana más. La conversación parece durar horas, pero por largas que sean siempre son lo mismo: Mi marido me engaña; mi mujer me engaña; mis hijos, tíos y padres me engañan. Todos mienten, siempre. Pero él sabe que la verdad rara vez es tan sencilla. Con el teléfono en la oreja, fingiendo interés por su interlocutor, posa su mirada en la jaula abierta que descansa sobre la mesita, junto a la ventana. No recordaba haberla dejado así. Es más, habría jurado que en otro tiempo esa pequeña jaula estaba habitada por un gracioso canario ¿O era un periquito? Es raro que no lo recuerde. A menudo su canto le había emocionado más que cualquiera de las historias idénticas que oía día tras día. La conversación cesa de repente, pero él no estaba escuchando. Pensaba en su jaula vacía. Da unas pobres explicaciones y cuelga el teléfono, dejándose caer cansado sobre el enorme sillón de cuero que tiene a la espalda. Cuando echa un ojo a la mesa el sombrero ya no está sobre ella. “Juraría haberlo dejado ahí” piensa. Un vistazo rápido a la habitación y lo encuentra colgado en el perchero cercano a la puerta. “Siempre igual. Los días se parecen demasiado, ya no sé ni que momento vivo” se dice mientras se levanta a por él, es hora de ponerse en marcha. Un nuevo cliente, un nuevo caso, algo que echarse al estómago una semana más. Pero el sombrero ya no está en el perchero, y el canto de un jilguero le hace darse la vuelta ¿Pero la jaula no estaba abierta? “No, estaba cerrada, la cerraste al llegar” recuerda, mientras el pajarito salta de un rincón a otro de su pequeña casa. En seguida lo ve: El sombrero está en la mesa, donde lo había dejado al entrar. Se dispone a cogerlo pero un fuerte pinchazo en la cabeza lo detiene. Cierra los ojos, necesita relajarse, a sido una semana dura. Pero el maldito pájaro canta cada vez con más fuerza. Cuando abre los ojos ya no hay sombrero, jaula ni teléfono. Está recostado en la camilla de un hospital, y el canturreo de su canario se ha convertido en la voz de un joven que le resulta muy familiar. Hace caso omiso de lo que le dice, le interesa tan poco como la conversación mantenida minutos atrás con su cliente. Baja la vista, sus manos están arrugadas y viejas ¿Son esas sus manos? De repente recuerda de nuevo su pequeño despacho, su sombrero de detective, el canto de su canario… ¿Canario? ¿No era un periquito?
Comentarios (11):
David Rubio
29/01/2015 a las 00:01
Hola Pikadili
Tuve la suerte de comentar este relato, fui el que te sugería la posibilidad de que el texto comenzara con ¿O era un periquito?
Sencillamente reiterarte mi enhorabuena, es un gran relato.
Saludos
Pikadili
29/01/2015 a las 10:17
¡Muchas gracias David!
Me ha gustado mucho tu critica, sobretodo el aspecto formal. Siempre tengo dudas en determinados usos que me has aclarado.
Y tienes razón, ¿O era un periquito? habría quedado mejor, prestaré más atención a esos detalles la próxima vez.
¡Gracias!
DreamxAlchemist
29/01/2015 a las 17:31
Interesante relato, un poco confuso… aunque no sé si era la intención que fuera confuso para poder meterse en el papel de alguien a quién le falta un tornillo (por así decirlo). De cualquier forma me gustó, buen relato. 🙂
Adella Brac
30/01/2015 a las 10:42
¡Me ha encantado! Una vida entera de días repetidos condensada en unas cuantas líneas 🙂
¡Buen trabajo! 😉
Margarita Graña
30/01/2015 a las 11:55
Me ha gustado mucho. Mostrar la confusión a través de esos pequeños detalles es muy potente. Además en tu caso repetir entera la frase Un nuevo cliente, un nuevo caso, algo para echarse al estómago, refuerza la idea de monotonía. La visión de las manos al final muestra el paso del tiempo.
Muy bien
beba
30/01/2015 a las 15:25
¡Genial! ¡Ni una palabra más!
Felicitacioens.
Diego Manresa Bilbao
01/02/2015 a las 20:28
Muy logrado relato!!!!
Esos recuerdos de una vida monotona de un viejo en un hospital, muy conseguido cuand dices lo de las manos arrudas para dar a entender que es un viejo senil en vez de un enfermo que deliraba…
Muy bueno… Un pequenio apunte, te falta un poco de revision para ortografia, deberia ser “ha sido una semana dura”
Kenoa Gessle
02/02/2015 a las 14:10
Muy buen relato. Esos recuerdos, ese aparecer y desaparecer del sombrero en varios lados, esas manos arrugadas, me han hecho imaginarme una persona con Alzheimer. Alguien que ya no sabe dónde está, qué es la realidad. Muy bien logrado. Felicitaciones
KMarce
03/02/2015 a las 03:40
Saludos Pikadili, me he entretenido mucho con tu relato, es muy ameno y fácil de leer.
Concuerdo con Diego, un poco a la puntuación y a la ortografía, pero son cosas que se mejorarn con el reposo y la revisión. Nada del otro mundo. Me gustan los párrafos largos, solo debes recordar, hacer los cortes en las frases cortas y largas, para que no se sienta como una caida en picada.
Y que casualidad tan grande, que yo tambien he metido a un detective, que recibe una llamada con un nuevo cliente. 🙂
Concuerdo con todos, el tiempo ha transcurrido, y el protagonista, tiene esas lagunas y saltos entre su pasado y su realidad. Al igual que Kenoa, pienso que padece de Alzheimer. Triste para una persona que tuvo una vida, “emocionante” que no valoró en su momento.
Si deseas, puedes leer el mío (# 180). Es la primera vez que participo, ya que nunca ante expuse mis escritos.
Enhorabuena.
Ryan Infield Ralkins
03/02/2015 a las 15:29
Hola Pikadili, primero que nada gracias por pasarte por mi relato y comentarlo. Ademas, gracias también por revelar que eras uno de mis comentaristas.
En cuanto a tu relato, no te negare que me confundió PERO creo que esa confusión fue para bien. Y me explico: supiste manejar muy bien, como dice Adella Brac y cito: “una vida entera de días condensada en unas cuantas lineas”.
Como a los demás compañeros, esa escena del final en que el ve sus manos arrugadas fue intensa y la confusión inicial mía desapareció en ese instante.
Por eso te digo que aunque confuso al principio, me parece muy bien. Y mas que tiene una gran dosis de intriga.
Bueno, excelente relato. Un placer haberlo leído.
Te seguiré en los próximos talleres.
Saludos y felicidades.
Zelfus
05/02/2015 a las 23:22
El manejo de la situación permitió que lo imaginara todo. Usas buenos recursos y de buena manera: felicitaciones.