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Lo trajo la lluvia - por JOSE VICENTE PEREZ
Acodado en la barra de un tugurio, al que no hubiera entrado teniendo parné, rumiaba penas frente a la copa vacía de ginebra peleona. Más el bolsillo rebosaba telarañas y el tabernero ora me dirigía miradas suspicaces, ora frotaba con fuerza los vasos como si fuera a perforar el fondo. En el aire flotaba la desconfianza. Hasta el viejo loro, mascota del bar, parecía mustio subido al palo mayor de su jaula.
Para terminar de confabular a los súcubos del inframundo, el cielo descargó un tremendo aguacero que no invitaba a pisar la calle. Cuando amenazaba con derrumbarme sobre el tablero del mostrador, la puerta del antro se abrió.
Un ser huesudo y empapado, fue lo que trajo la lluvia. Sostenía el paraguas dado vuelta y una cartera ajada. Se despojó del sombrero impermeable y lo puso sobre el grasiento mostrador. El tabernero se volvió hacia el nuevo parroquiano sentado a mi vera. Pidió un con leche, corto de café. El doberman tras la barra espetó que no ponía cafés. El lechuguino, lejos de amilanarse, empezó a protestar con voz chillona de gallina ponedera. Cuando estaba a punto de que le saltaran los dientes de un guantazo, mientras se agitaba mecido por el puño cerrado del dueño, reparé en un papel azulado que pugnaba por salir del bolsillo del impermeable.
Con un ojo entornado por la cogorza, me dispuse a atraparlo con dedos temblorosos. Ajeno a la timba que protagonizaban los otros, desdoblé el papel descubriendo un talón del BBVA por quinientos euros. ¡Y al portador!
Mientras me retiraba prudentemente a la esquina, el oficinista huesudo abandonó el local derrotado prometiendo futura venganza. El dueño, volvió la mirada hacia un servidor, retándome a un segundo round. Alargué el talón con mano inocente y sacié la cuenta y mi sed a parte iguales. Aún me sobraron unos cuantos cuartos, que el ahora encantado barman tuvo a bien devolverme. Mientras esperaba una nueva ración ginebra, dirigí mis pasos al teléfono situado en los sucios baños. Necesitaba urgentemente hacer una apuesta. El temporal remitió cuando regresé al taburete. El loro empezaba a silbar una queda canción. Aún podía darse por bueno el día.
Comentarios (8):
Adella Brac
30/01/2015 a las 11:05
“sacié la cuenta y mi sed a partes iguales” Me gusta esa frase 🙂
Un relato redondo, ¡buen trabajo! 😉
Margarita Graña
30/01/2015 a las 12:20
Qué lindo cuento, gracias Vicente. Muy poético y al mismo tiempo levantas una imagen del lugar tan lograda. Reconozco que me encantó tener que salir a buscar el significado de algunas palabras. Muy bueno.
Saludos
JOSEVI
30/01/2015 a las 16:40
Mil gracias por vuestras palabras, Adella y Margarita.
Animan a seguir en la brecha de esta afición nuestra.
un beso
Josevi
Lu Hoyos
30/01/2015 a las 20:39
Hola, José Vicente. Me tocó comentar tu texto. Fui la que te dije lo del cheque. Ya te dije que me parecía excelente.
JOSEVI
02/02/2015 a las 08:06
Hola Lu
Gracias por tus comentarios tan constructivos.
Un beso
Josevi
KMarce
03/02/2015 a las 04:38
Saludos Vicente. Primera vez que te leo, por ser nueva en el taller.
Me he entretenido mucho con tu relato, el cual me parece veráz y ameno, me he saltado el significado de algunas palabras, pero igual lo he gustado; sobre todo por tener una imaginación tan visual como la mía.
Ha sido una lectura amena, de fácil lectura, no le he encontratado mayor errata que el uso de quizá palabras de poco uso, o muy locales; pero nos obliga a ir al diccionario y educarnos. No veo nada mal en ello.
Si gustas, lee y comenta mi relato (180), ya que es la primera vez que hago público, mis escritos.
Saludos y felicidades.
Pato Menudencio
03/02/2015 a las 22:43
Es un relato bastante poético y está bien logrado. Tal vez me habría gustado un lenguaje más mundano, pero eso es sólo una percepción subjetiva que no empaña para nada la calidad de tu texto.
Saludos.
beba
07/02/2015 a las 22:57
Hola:
Un cuento muy original.Excelente. Imaginación, creatividad, buen ritmo. Me gustó el recurso del cheque; ojalá se encontraran siempre con tanta facilidad y oportunidad. Suerte.