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LA COLECCIÓN - por DavidRubio
Web: http://elreinorobado.blogspot.com
La puerta del despacho del Señor le parecía un infranqueable muro de madera de roble tan maciza como el oro del pomo. Sacó una foto de Laura y la acarició mientras el mayordomo informaba, a través del intercomunicador, de su solicitud de audiencia.
—Señor, el ejemplar Jaula25 pide permiso para hablar con usted.
Un sonido agudo anunció que la petición era aceptada. El sirviente le invitó a pasar. El hombre guardó la foto en el bolsillo y apañó el nudo de su corbata. Siguió la alfombra que marcaba el recorrido hasta la mesa de estilo victoriano, como el resto de la estancia, tras la que se encontraba el Señor.
—¿No deberías estar ya en tu celda?
—Sí, Señor —respondió; de pie, apoyado sobre el espaldar de la silla de visitas.
—Y, sin embargo, te encuentras en mi despacho a escasos diez minutos de la revista. ¿Qué deseas, Jaula25? —preguntó haciendo especial énfasis en la denominación.
—Mi nombre es Martín.
—¿Cómo dices? ¿Tengo que recordarte la cláusula primera del contrato?
—Por… por eso estoy aquí. Quiero rescindirlo.
—¿Rescindirlo? —El Señor se quitó sus gafas de montura redondeada y comenzó a aplicar un líquido para limpiarlas— ¿Acaso he incumplido alguna de mis obligaciones?
—No, al contrario, tengo todo lo que nunca podría haber soñado.
—Bien, entonces, ¿cómo se llama ella?
Martín notó un súbito rubor, solo mencionarla en ese despacho le pareció sucio.
—¿Por qué tendría que haber una mujer? —preguntó intentando apartarla de la conversación.
—Vamos, eres un jaula y cuando te compré no tenías pareja. Solo el enamoramiento puede haceros atrevidos.
—De verdad cree que el ser humano es tan previsible.
—La individualidad humana está muy sobrevalorada. En realidad, solo existen tres patrones y apenas cien variedades de cada uno de ellos. Ya casi los tengo todos.
—¿Patrones?
—Recuerdas qué pregunta tuviste que responder antes de la compraventa.
—Sí. Se pedía que eligiera con qué objeto me identificaba: teléfono, jaula o sombrero.
El Señor volvió a colocarse las gafas y accionó un botón de la consola que se encontraba en la esquina de la mesa. En ese instante, la pared situada a su espalda se deslizó lateralmente mostrando un mosaico de pantallas de televisión; cada una emitía el interior de una celda, y, en cada celda, una persona. Todo el conjunto constituía un muestrario de hombres y mujeres de toda índole.
—Ser coleccionista es algo con lo que se nace, y siempre ansías la pieza única. Yo poseo la colección única —El Señor no pudo ocultar regocijo en sus palabras —. Míralos. Los tres patrones en los que puede dividirse la especie humana. En la fila de arriba, los sociables, simples y extrovertidos teléfonos; en la de abajo, los pensadores y retraídos jaulas; y, por último, los que más me gustan, los más complejos: los adaptables, manipuladores e inteligentes sombreros. Siempre saben cuándo mostrarse u ocultarse.
Al firmar el contrato, Martín pensó que le había tocado la lotería. Saldo ilimitado en su cuenta bancaria, libertad para hacer lo que quisiera durante el día y solo una obligación: regresar cada noche, a las once, a esta mansión, recluirse en una celda y esperar a que el Señor pasara revista a todos los que, como él, formaban parte de su colección.
—Es macabro —dijo mientras observaba la pantalla que mostraba su celda vacía y el rótulo sobreimpresionado que, como el panel de un zoológico, indicaba: “Espécimen: Jaula25”.
—No voy a negarte cierta lujuria en la satisfacción que me produce saberos por ahí, relacionándoos con el resto del mundo, pero míos al fin y al cabo. —El Señor miró a Martin con severidad— ¿Piensas que por rescindir el contrato vas a ser más libre de lo que eres ahora?
—Sí.
—Muy bien. Recuerdas lo que implica, ¿verdad?
Lo primero que dejó sobre la mesa fue la tarjeta de crédito ilimitado. Después, sacó las llaves de su apartamento y las del Ferrari. Finalmente, dejó un sobre con la carta de dimisión como director de su empresa.
—Eso es todo —dijo Martín mientras acariciaba la foto de Laura en el interior de su bolsillo. Todo lo perdido no era comparable con la libertad de poder iniciar una vida con ella: sin ataduras ni vasallajes.
—¿Estás seguro?
—Ya no me queda nada más.
—No. Todavía tienes algo —El Señor cogió el teléfono—. Querida, puedes pasar.
Martín sintió morirse cuando vio a su amada Laura entrar por la puerta.
—Te presento a Sombrero37. Me satisface anunciarte que en breve nos casaremos. Ahora, márchate. Eres libre.
Comentarios (27):
Aldo Brov
29/01/2015 a las 00:55
Excelente!!! estas en mi Top 3, entre sabiendo que iba a leer uno de los mejores relatos. Bien escrito, estilo magistral, una sola lectura basta para cerrar todo, no se necesita leerlo dos veces. Lectura agil, sin errores a simple vista.
Un relato para no perderse. Te mando un abrazo! y felicitaciones.
Pikadili
29/01/2015 a las 10:36
Simplemente genial. El uso de las palabras: jaula, teléfono y sombrero, es impresionante. Original e inteligente, sí señor.
Enhorabuena.
Virginia Figueroa
29/01/2015 a las 16:09
Coincido con mis compis, David!! Eres genial, tu estilo, el desarrollo de tus relatos, tus ideas… Me ha encantado porque me has sorprendido durante toda la escena. Es un tratamiento del ejercicio totalmente original con un final brillante.
Me encanta leerte, como siempre!
Un abrazo!!!!
Adella Brac
29/01/2015 a las 20:22
¡Hola David! Yo fui una de las personas a las que les tocó comentar tu texto y tengo que decirte que me gustó tanto, tanto, que estaba deseando saber de quién era.
Y en cuanto he visto tu nombre ha sido genial, porque ya te tenía fichado como uno de mis favoritos 😀
¡Soy Jaula! xD
Lu Hoyos
29/01/2015 a las 21:21
Buenísimo, David. Ya veo que por aquí tienes mucho éxito. Muy merecido. Enhorabuena y un abrazo!!!
lunaclara
29/01/2015 a las 22:52
Guau, David, perfecto.
Aunque lo del final…. Eso de casarse el Señor con Laura, y sin saber cómo ni dónde, parece sacado de la manga…ni sabemos nada de la historia de Martin y Laura, ni lo que ha llevado a Laura hasta allí… Joooo, merece hacerlo más largo, no?
Genial!! Congratulations!!
David Rubio
29/01/2015 a las 23:41
¡Sois muy amables! Este fin de semana me paso por vuestros relatos.
Gracias Aldo Brov, Virginia, Pikadili, Lu, Lunaclara (tienes razón: eso de casarse sobra, queda tontorrón y resta fuerza a esa última intervención)
Y gracias Adella. No me gusta comentar mis relatos para que todos los que opinen lo hagan con total libertad y aprovecharme de todas sus sugerencias o correcciones. Así que, aunque no las desvele, comparto tus acertadas correcciones. Las más sencillas de llevar a la práctica ya las modifiqué en mi blog.
¡Un abrazo a todos!
José Torma
30/01/2015 a las 01:04
Maestro David.
Que pedazo de relato. Envolvente y bien contado. Lo unico que no me gusto fue el final, como te dicen ya, parece atropellado y no le vi el motivo real. Creo que soy tan multipolar que yo podria ser Jaula, Sombrero y Telefono en el curso de una jornada laboral.
Muchas felicidades.
Luis A.R. Selgas
30/01/2015 a las 01:15
Hola David. Es gratificante leerte cada vez que puedo, creo que no es de extrañar, pues ya has alcanzado una madurez importante como escritor de cuentos. Tus mundos son cada vez más complejos e imaginativos y la manera en que tratas a tus personajes se vuelve más compleja y densa.
Cómo verás, ya no opino sobre tu relato sino sobre tu estilo en general. Una gozada, pero que no se te suba. Jeje.
Si te apetece leer el mio eres bienvenido como siempre.
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-22/2552
Ryan Infield Ralkins
30/01/2015 a las 15:02
Concuerdo con los compañeros. Tu relato es de fácil lectura, tiene buen uso de vocabulario, la historia es entretenida e intrigante y el final…impactante. A mi no me gustó mucho ese golpe bajo del jefe cuando anuncia que se casara con Laura pero en mi imaginación vengativa, creo que el lo matara y los liberara a todos, xd. Es que soy uno de esos que les gusta los finales felices, lol.
Solo resta decir que soy jaula.
Saludos y felicidades.
Fabián
30/01/2015 a las 21:10
Muy buenas David Rubio
Pues a mi me gustan mas los finales no-felices, son mas originales la verdad. El final feliz se puede intuir por donde se saldrá, pero con este tipo de finales no.
De todos los que leí hasta ahora, y leí unos cuantos, creo que eres la persona que mejor introdujo en su relato la jaula, el sombrero y el teléfono, forman parte de la trama y no son mero atrezzo.
No sabría darte un comentario constructivo, lo siento. Está muy bien escrito.
Pato Menudencio
30/01/2015 a las 21:52
Me saco el sombrero (ya tengo una de las tres palabras, XD).
Me ha encantado. Creo que aquí tienes el relato para la recopilación anual.
Una narración ágil, con una historia macabra que atrapa desde el primer momento.
Felicitaciones.
Pd: coincido con Aldo con lo de los top 3.
Marcelo Kisi
30/01/2015 a las 22:40
David, David!
Yo no sé si soy jaula o qué, pero estoy seguro que vos sos un enorme Sombrero: un sádico manipulador de esas almas que inventás e hilvanás para nuestro sosiego mensual. Ok, es cierto que faltaría explicar por qué el Señor le hace esta jugada sucia a su Jaula25, mandarle a Laura para seducirlo para que quede afuera. Pero qué importa, el Señor es el Señor, hace sus experimentos de manipulación y se divierte previendo las actitudes de sus ejemplares. El Señor es un rico coleccionista que invita a sus amigos más distinguidos a que veamos a sus ejemplares desde una galería en el piso superior con whisky, cigarros y caviar. Esos somos nosotros, tus lectores, que te aplaudimos de pie!
Miranda
31/01/2015 a las 00:50
Estupendo relato David, original colección, en la que cabemos todos y un final que me sorprendió y mucho.
No queda tontorrón, es un final maestro, que me ha gustado a pesar de que mi tendencia es buscar finales positivos para los protagonistas.
Pero a esta historia, el final le añade puntos.
Enhorabuena.
Me voy a reflexionar sobre si soy sombrero o Como José multipolar a lo largo del día.
Ana
31/01/2015 a las 01:37
David, me habían hablado muy bien de ti (como autor y como comentarista) y veo que tenían razón.
Impresionante relato con un planteamiento extraño y perturbador. Me ha enganchado desde la primera línea.
Pienso leerte a partir de ahora!
M. H. Heels
31/01/2015 a las 12:43
Coincido con lo que te han dicho respecto a que este relato puede ser el de recopilación del taller porque es muy bueno.
Si que es cierto que puede parecer que el final es un poco “deus ex machina” pero a mi me ha gustado (yo tambien huyo de los finales convencionales).
Me sumo a las felicitaciones! Gran trabajo!
Iracunda Smith
31/01/2015 a las 15:28
Muy bueno David. Me ha recordado a la serie “Doll House” y (no tengo ni idea de por qué, sinceramente) a un relato de Isaac Asimov, Sueños de Robot, creo que era, en el que un robot empieza a dar señales de cierta “humanidad”.
El final está bien. Se te encoge al corazón y eso es algo difícil de conseguir con palabras.
Es verdad que como dice lunaclara faltan cosas por explicar, pero yo me imagino que el cabronazo del coleccionista los tendría vigilados todo el día y pudo haber mandado a Sombrero37 para hacer que se enamorasen y luego quitársela porque es un auténtico hijo de su madre… o algo así. El caso es que me encantan los finales en los que puedo imaginar distintas soluciones.
¡Gracias!
Jose M Quintero
31/01/2015 a las 17:59
David tu relato es muy bueno.
Me gusto mucho el final, creo que da un giro que, al menos yo, no me esperaba, asi que felicitaciones.
Ah y creo que soy jaula. 🙂
marazul
31/01/2015 a las 18:25
Es perfecto tu relato David. Es genial…!!!!
Creo que adaptar las palabras que Literautas nos impone (con cariño eh? jeje…) no es difícil. Lo difícil es hacer que estas palabras (en este caso: teléfono, sombrero y jaula) pasen a ser protagonistas. Qué bien lo has vinculado todo…!!!
Y el final es el mejor…..nada de perdices en esta historia. Es perfecta. Enhorabuena de verdad.
Un saludo. Marazul
Peter Walley
01/02/2015 a las 09:37
Me uno a las felicitaciones, es un relato muy original y lo has llevado muy bien. Me ha encantado cómo has usado las tres palabras y lo bueno que es el final (y qué bien queda el detalle de que la chica pertenezca al tipo de los sombreros). Enhorabuena, no se puede hacer mejor.
Wolfdux
01/02/2015 a las 12:12
Hola David,
un relato espectacular. Ya esta todo dicho pero yo soy partidario de estos finales, creo que es la guinda del pastel, una persona que colecciona humanos tiene que ser un maldito bastardo. ¿Porqué no va a jugar con ellos y manipularlos? Recordemos que por dormir en su mansión lo tienen todo pagado…
Además con una segunda lectura me he quedado con el detalle que hace al describir a los sombreros. (Laura encaja en ese perfil perfectamente)
Como viene siendo habitual, tus relatos son de lectura obligatoria, jeje.
Felicidades y un abrazo.
Roger/NHICAP
01/02/2015 a las 18:07
Hola David,
Llego tarde pero estupenda historia narrada de manera excelente. A mi me gusta el sorprendente final y me hubiese gustado cualquier otro porque la genialidad del texto –idea, planteamiento y desarrollo– permitía cualquier cosa (ya me entiendes).
De lo mejorcito del mes, si señor, y una creatividad enorme.
Un abrazo
Chiripa
02/02/2015 a las 05:39
Hola David, tu relato me parece muy original, bien escrito, dinámico; en fin, maravilloso.
Genial a descripción de los tres patrones.
Ya quiero leer tu micro-relato de este mes.
Enhorabuena!
Aprovecho para darte las gracias David por tu sugerencia para mejorar el relato con que manifesté el mes pasado
Auora Losa
02/02/2015 a las 11:04
David ¿te había comentado ya cómo me gusta tu forma de escribir? Haces que todo resulte creíble, real, y usas unos planteamientos entre el bien y el mal y la naturaleza humana, que no me pueden dejar indiferente.
Coleccionar humanos, a veces me das miedo.
Aunque si he de destacar algo de este trabajo es cómo has usado las tres palabras: pura genialidad.
Ahora estoy pensando si soy más teléfono, jaula o sombrero. ;P
Maravilloso trabajo.
KMarce
03/02/2015 a las 04:12
Saludos David, al fin he encontrado tu relato, que entre todos se me había perdido.
¿Que puedo decirte que no te hallan dicho ya? Me ha parecido un conjunto muy inverosímil, como ese Señor de traje Blanco en Matrix, que se entretiene con sus miles de pantallitas.
Bien definido, no rebuscado, la pasividad del Señor, hasta asusta. En fin, me ha parecido un relato acertado.
Al igual que te han comentado, el final me dejo un tanto en “shock”, aunque ya la existencia de Laura, era desde el inicio conocida que él sabía de ella. Lo que se tejió detrás, lo dejarás a nuestra imaginación. Quizá esperé que ella fuera “su nueva adquisición” sin más, candidata a ese grupo especial que obtiene los mayores privilegios por renunciar a su vieja vida… al menos, eso se me vino a la mente.
Fue un gusto leerte, sobre todo porque fuiste generoso en tus comentarios por mi propio trabajo. Viniendo de tí, que eres tan aplaudido, me llena de humildad.
Cesar A. Martin
04/02/2015 a las 18:03
Enhorabuena David, debes sentirte abrumado con tantas felicitaciones, me sumo a ellas. Buena historia, diálogo y conducción. Me chocaba el final, no me cuadraba con el comportamiento soberbio del Señor, que considera poco menos que mercancía u objetos a su colección, pero tu ya lo has señalado en un comentario. Gran trabajo y un saludo.
Paola
05/02/2015 a las 16:21
Me ha encantado, David, tienes una imaginación desbordante.
Se nota que lo has ideado todo a partir de las tres palabras clave y eso me ha impresionado. ¿Cuál es tu truco para”generar ideas”?
Mira que he leído acerca de eso de hacer listas, recortar palabras, llenar botes… y lo he hecho todo pero…¡Nunca me ha salido una idea tan maravillosa! ¡Cuenta, cuenta!
Enhorabuena por tu relato. ¡Magnífico!