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El silencio - por Frank Novalis
EL SILENCIO
Relajado, sentado en una vieja silla de madera y relajado, el hombre de gris agita su cóctel Cointreau Cosmopolitan, con la mano libre puesta en su sombrero y la mirada en el callado horizonte. El silencio baña los contornos de la campiña, al otro lado del ventanal, y el vacío se arrellana entre las sombras de los árboles. Los ruidos ya se han ido lejos, muy lejos de allí.
A su izquierda, sobre una mesa también de madera vieja, junto al teléfono, una Biblia abierta parece resaltar las primeras palabras del Apocalipsis (15:1), aquellas que rezan: “Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios”. El hombre de gris las ojea y sonríe, bebe un poco y apura con fruición las últimas caladas de su Cohiba Behike, sin poner remedio a la fina baba que le derrama por la comisura derecha del labio.
Hace horas que no oye sonido alguno, aunque no le sorprende. Los pájaros han desaparecido, el viento se ha diluido y el cielo está paralizado, bañado en una extraña macedonia de colores, como en una acuarela de Van Gogh. La quietud resultante es espantosa, casi irreal.
Años atrás habría gritado con todas sus fuerzas. Su instinto de supervivencia le habría instando a levantarse, muy posiblemente, y le habría empujado a no rendirse, a no dejarse arrastrar por la corriente de acontecimientos que asolaban el mundo. ¡Habría matado a dentelladas si hubiese hecho falta! Pero en la actualidad este hombre ya no es aquel que había sido. Su arranque se ha atrofiado, y sus fuerzas son ahora las fuerzas de un viejo desarticulado, las de un muñeco roto y hecho trizas.
La oscuridad en la habitación se atenúa un poco.
–¡Diciembre! –exclama el hombre, con la voz casi quebrada–. ¡Diciembre! ¿Dónde estás?
No hay respuesta.
Después de un largo rato en el que el hombre de gris cierra los ojos durante más tiempo del que dura un parpadeo, la tarde se instala ante él, lenta y pesadamente. Nota que algo áspero y húmedo se desliza entre sus dedos, y constata complacido que Diciembre, ese viejo y leal labrador, no lo ha abandonado, gracias a Dios.
–Diciembre…
De súbito, algo cambia en el horizonte. El hombre de gris no sabe con exactitud qué ha cambiado, pero está convencido de que hay algo en el paisaje que antes no estaba ahí. Estudia detenidamente las crestas y las altas montañas, la rivera del río que se asoma desde el fondo con un resplandor blanquecino y las pequeñas cabañas que se arraciman al oeste… pero no ve nada distinto.
–Anciano despistado… –susurra en una brizna de voz casi imperceptible.
Antes de que el sonido se apague por completo, comienza la destrucción.
Seis, siete, ocho dantescas columnas de fuego, humo y rocas se levantan de la tierra y se ensartan en el cielo con un estruendo estremecedor. Las montañas se hunden y desaparecen bajo un oleaje negro y rojo sangre, y las aguas del río hierven encolerizadas. El temblor es terrible, el rugido insoportable. Las casas que antes viera al oeste vuelan ahora con violencia en todas las direcciones posibles, como hojas sacudidas por un fuerte viento. Le parece ver un cuerpo inerte caer desde la ventana de una de las casas. No quiere pensarlo, aunque en su horror no puede dejar de mirar.
Nada prepara al ser humano para semejante escena; el hombre de gris lo sabe, por eso rompe a llorar desconsoladamente, como un niño pequeño con el corazón encogido. Durante un brevísimo instante de incomprensible lucidez, mueve los dedos de la mano y percibe que Diciembre ya no está con él.
Sabe que está sólo, vacío, como una jaula sin habitante.
Sabe que todo acabará muy pronto.
Sabe, sin ningún atisbo de duda, que ha llegado el fin del mundo.
Comentarios (5):
Denise
29/01/2015 a las 00:12
Me gustó mucho, las imágenes están muy bien logradas y transmiten muy bien la atmósfera, te felicito!
Frank Novalis
29/01/2015 a las 10:57
¡Muchas gracias, Denise!
Nick Brooks
30/01/2015 a las 01:29
Las descripciones que haces son muy buenas, tal como dice Denise, transmiten la atmósfera de manera excelente. Muy buen relato!
Noe
31/01/2015 a las 18:01
Hola! me tocó leer tu relato! felicidades!
Frank Novalis
02/02/2015 a las 13:27
Gracias, compañeros 😉