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Todo cambió en diciembre. - por José Torma

Web: http://www.cuentoshistoriasyotraslocuras.wordpress.com

“Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro”…

Lee por cuarta vez, cierra el libro y suspira. Mira su reloj, actividad inútil; «llegará cuando llegue», ni un segundo antes ni un segundo después.

Sin soltarlo, pasea su mirada por la pequeña isla infantil del centro comercial donde esta varado. Al igual que él, varios hombres comparten su dolor y sufrimiento. Se adivina el fastidio y el cansancio en sus miradas, de tanto esperar a sus parejas; cuidando niños y sirviendo de almacén para que sus amadas puedan deambular libremente por las tiendas, como zombis buscando ofertas «¡Brains, brains!». Una risa involuntaria sale de su boca al imaginar a San Juana en harapos y deambulando con la mirada perdida, buscando víctimas, o zapatos.

¿En qué momento aceptó venir al centro comercial con ella? En realidad sabe que no tiene opción, pero en su mente imagina varios escenarios que le llenarían más de alegría en estos momentos, que su situación actual.

Se escuchan gritos del Irish Pub, seguramente anotó el equipo local. Su lengua le juega una mala pasada y saliva ante la idea de tomarse un trago, comer una hamburguesa. Esta tan cansado, tan harto de todo. Sabe que tiene que tomar una decisión. «Un milagro es lo que ocupo ahora», piensa y vuelve a reír. Se sabe dramático, en más de una ocasión San Juana se lo ha hecho notar.

El llanto de un niño lo saca de sus pensamientos y regresa a la realidad. Uno de sus compañeros de sufrimiento auxilia al crio que se ha raspado la rodilla y llora como si los intestinos se le estuvieran saliendo por la herida. «Al menos no tenemos hijos» piensa. No por falta de insistencia de ella, pero él se sabe inadecuado para criar y menos educar a un niño.

Llevan diez meses juntos y están en una posición en la que se vienen cambios, de los cuales no está muy convencido y que ha venido evitando como la malaria. Se siente atrapado, la sensación de claustrofobia regresa a su pecho y tiene que inhalar varias veces para alejar el imaginario sufrimiento.

Lo que comenzó con un inocente cepillo de dientes y una pequeña maleta, sin él darse cuenta; escaló a un cajón en el baño y luego a medio closet. Tenía que admitirlo, «¡Estaban viviendo juntos!»

La ve acercarse con varias bolsas más, cuanta resistencia tiene el plástico que soporta semejantes embates… «Gordo, ¿me ayudarías con el pago de la tarjeta? Te juro que te lo repongo», su cantaleta a final de mes, promesas incumplidas.

«¿Cuándo pasó esto?, ¿Cómo?». Siente su estomago gruñir de hambre, lleva casi dos horas esperando. Escucha su risa y la ve detenerse a mirar un aparador. El mismo que examinó en su anterior visita a la isla. Voltea, le dedica una sonrisa y entra en la tienda… ¡por enésima vez!.

¡La odia, la quiere, la tolera!. Hay días que quiere ahorcarla y otros en los que extraña sus pies fríos en sus piernas. Deja el libro que sabe no va a leer. Se pone de pie para darle circulación a sus piernas, la derecha esta entumida. Mete la mano en el bolsillo y saca la carta que con tanto cuidado redactó. La escena que se avecina lo aterroriza, pero no tanto como la opción b en su otro bolsillo. «¿Cómo puede ser tan inconsciente? —se pregunta—, ni por un instante se ha detenido a pensar que él pueda tener hambre, o ganas de ir al baño». Definitivamente terminarán hoy. Siente el bulto en su bolsillo y le parece que pesa una tonelada. ¡Está harto!. Brinca por encima de las bolsas, dispuesto a dejarla ahí, de correr sin volver la vista atrás, de olvidarse para siempre de su risa, de su voz, de su rubio cabello, de la forma que lo abraza… Da tres pasos y la ve acercarse, ¡no podrá huir, seguirá atrapado!.

San Juana se acerca y con una gran sonrisa, le muestra una bolsa con una hamburguesa… en ese momento entiende el milagro al que se refería el libro que tanto intentó leer. Su risa ahora es verdadera y mientras ella se acerca, se da cuenta de que la ama, de que no le importaría dejarle todo el closet, sacar sus cosas del baño. Que está dispuesto a venir con ella al centro comercial tantas veces como quiera. Arruga y tira la carta al piso, saca de su bolsillo la caja y poniendo una rodilla en el suelo le tiende la mano.

Comentarios (23):

Miranda

28/12/2014 a las 17:16

¡Que bonito José! Y que real. He encontrado alguna palabra que te comentare por el wassap. Pero la historia está genial. Al final lo bordas te como siempre.

Tavi Oyarce

28/12/2014 a las 18:18

Hola José:
Quien no ha pasado por estos trances. Es la vida creo yo. Y lo mejor, bien contada.

Paola Panzieri, papan

28/12/2014 a las 18:57

Hola, José, siempre he oído decir que a los hombres se les conquista por el estómago, por lo que veo… es verdad.
muy bonito, saludos

Maureen

29/12/2014 a las 08:59

¿Ves, Jose?, no me has decepcionado para nada 🙂

Es una buena historia de las dudas por las que se pueden pasar en una relación, que muestra las diferencias entre dos personas que se quieren y que tienen que aprender a tolerarse y a aprender de sus diferencias.

Un par de cosas me han chirriado: en primer lugar, llevan diez meses juntos ¿y ella ya le ha insistido en tener hijos? No me resulta muy creíble, me parece que es tan pronto para ella como para él. El resto de la relación es muy normal: ella llevando cosas a la casa de él, él dándose cuenta de que están viviendo juntos… sin embargo, ya digo que lo de los niños es un poco prematuro.

Y otra de las cosas que no me convencen es el uso de las comillas cuando detallas los pensamientos de él, me resultan un poco incómodas, no sé por qué. Yo creo que, ya que el narrador siempre da el punto de vista de él, se podrían eliminar esas comillas y se entendería de la misma manera.

Sigue así, Jose, enhorabuena.

lunaclara

29/12/2014 a las 12:16

Genial Jose! Fantástico relato. Muy creíble, muy real, me encanta.
Retratas muy bien algunas de las miles de cosillas que se pueden o suelen hacer por amor: como ir de compras con la parienta o comprarle una hamburguesa al sufrido noviete… Te veo muy suelto y describiendo de manera informal…

Felicidades!!

Ryan Ralkins

29/12/2014 a las 14:14

Hay tres cosas a las que le tengo miedo en la vida:
1. Al mar
2. Los tiburones
3. Acompañar a una mujer al centro comercial

En este relato logras retratar fielmente la pesadilla de todo hombre: una mujer que tarda horas en las tiendas para comprar pocas cosas y que luego vuelve a entrar a la misma tienda. Vaya que si.
Tremendo relato. Me impacto tanto que me hace decir “Gracias a Dios que aun no me he casado ni tengo novia.”
Aun así me sucede esto cuando llevo a mi madre y a mi hermana a un mall pero…
De todos modos, saludos y buen relato, tremendo y exacto relato.

Diego Manresa Bilbao

29/12/2014 a las 18:54

Muy bueno Jose!!!!!
Aunque el final, siendo muy bonito, tiene un error de concepto… Llevaba la carta para dejarla y un anillo a la vez?
Aparte de eso, me gusta los pensamientos de este hombre, son los de cualquiera, nuestras dudas, miedos e indecisiones…
Me ha gustado!

Roger/NHICAP

29/12/2014 a las 20:46

Hola José,
Me divertí mucho con tu estupendo relato, tan coloquial y ameno. Me recordó a un amigo, mexicano del DF, que te habría dicho en algún pasaje del relato “¡A la chingada!, qué necesidad tienes de aguantar a esta vieja, ni que estuviera tan buena”. Te suena, ¿Verdad?
Excelente José, una historia universal, en lenguaje cotidiano y con fino humor.
Felicidades y un abrazo.

Darkristal

30/12/2014 a las 02:10

Yo vi el relato antes de que llegue aqui, me hice auto-spoiler, pero no me arrepiento, fue grandioso y genial, muy lindo, muy lindo realmente
Felicidades 😀

Osvaldo Mario Vela Sáenz

30/12/2014 a las 02:32

José te felicito. Tu escrito es un postre pa’ los casados y pa’ los arrejuntados. Todos vivimos de esas pequeñas negaciones que se tornan en aceptaciones una vez las tenemos enfrente.. Algo muy profundo. Enhorabuena.

Osvaldo Mario Vela Sáenz

30/12/2014 a las 02:34

José te felicito. Tu escrito es un postre pa’ los casados y pa’ los arrejuntados. Todos vivimos de esas pequeñas negaciones que se tornan en aceptaciones una vez las tenemos enfrente.. Algo muy profundo. Enhorabuena. Felicidades en estas fiestas de fin de año.

Marcelo Kisi

30/12/2014 a las 08:32

José, pasar por tu página se convierte definitivamente en cita obligada en el taller. Me cabe una sola palabra: exquisito. Es tan global: el mall, la convivencia con la pareja que empieza con un cepillo de dientes y termina con todo el armario, la hamburguesa, la tediosa espera a la mujer de compras (si nos pagaran por cada hora de espera…), y por eso atrapa hasta el final, donde uno, condescendiente y comprensivo dice riendo: “Claro, pobre…” Un solo micro-ajuste: en el segundo párrafo lo pintas como un par de los demás papás que cuidan niños y esperan esposas, nada hace pensar que él no es uno más, es decir, también él tiene un niño al que cuida mientras juega en la isla. Mucho más tarde, demasiado, nos enteramos de que no, no tiene niños ni los quiere. Eso produce ruido, fíjate de darle una pincelada a eso. Por lo demás, calurosas felicitaciones!

Cesar A. Martin

30/12/2014 a las 10:38

Buen relato, imagino que todos los hombres nos sentimos identificados, y todas las mujeres nos habrán reconocido en esa reacción ante la hamburguesa. Seguramente uno de los hombres de la isla que comparte sufrimiento sea yo, me has sacado en tu escena sin darte cuenta, je je. Tiene mucho mérito involucrar al lector de esta manera con un texto tan corto. Enhorabuena.
Un saludo.

Silvyt

30/12/2014 a las 15:01

Te seré completamente sincera: empecé odiando al protagonista. Nunca voy de compras con mi pareja precisamente por evitar estas situaciones.
Pero a medida que avanza el relato me haces cambiar el sentimiento hacia algo mas tierno, más comprensible… Entiendo que le asalten las dudas antes de comprometerse con su pareja y que sea una hamburguesa lo que le haga decidirse, me divierte.
Enhorabuena por hacerme viajar a través de ese abanico de emociones tan contrapuestas.
¡Nos leemos! Felices Fiestas

Pato Menudencio

30/12/2014 a las 21:45

Quedó mucho mejor que la primera lectura.

“Una hamburguesa selló el destino de los dos enamorados”.

Saludos compañero.

Aurora Losa

31/12/2014 a las 12:03

Oyyyyyyyyyyyyyy.
Jose, qué relato tan divertido y creíble. Me he reído mogollón con las descripciones y cómo planteas la situación, especialmente cuando describes cómo ella llegó a vivir con él, un toque de humor genial para llevarnos de la mano por una historia de amor digna de peli con JEnnifer Aniston de prota. Sé que te gustan las escenas románticas y esta la has bordado, créeme, porque está muy equilibrada y no resulta empalagosa.
Genial, amigo.
Feliz año nuevo, que pueda seguir disfrutando de tus trabajos en 2015, aquí y en el blog.

Iracunda Smith

31/12/2014 a las 15:04

No sé si calificar la historia de romántica o de ciencia ficción, ¿exite un hombre que después de ir de compras con una quiera pedirle en matrimonio? ¡Que me lo envuelvan que me lo llevo! jajaja
¡Felicidades por el relato!
Un abrazo, ¡nos leemos!

Brillo De Luna

03/01/2015 a las 15:55

¡Excelente!, como siempre.
Muy buena idea dejar atrás el mar, el sol y la arena. A veces uno se cierra al significado de una palabra, pero como veo en tu relato, una isla puede significar muchas cosas.
Un verdadero placer leerte.

Sergio Mesa

08/01/2015 a las 18:51

jajaja… tirando de tópico pero con gracia 😉
no puedo añadir más parabienes que los que ya te han brindado los compañeros. al principio me tenías un poco asustado pero supiste llevarlo a un final con chispa.
sólo un apunte, como decía alguien por ahí arriba, me parece un poco exagerado lo de llevar encima una carta de despedida y un anillo de bodas. un poco bipolar el prota, no? xD la escena funcionaría igual sin el anillo, utilizando el gesto de arrodillarse y coger la mano de ella como representación de la pedida.
un gran relato amigo, nos leemos!!
Sergio Mesa / forvetor
http://miesquinadelring.com/
pd. ¿al final se montó el grupo de whatsapp del taller?

Marazul

09/01/2015 a las 22:27

Hola José: me parece muy interesante tu relato. Y que lo haya escrito un hombre más. ¡Pero si es que los hombres sois muy básicos! jajajajjaj……y luego, por otro lado, nos encontramos con una mujer seguramente muy coqueta (armas de mujer). Lo único que puedo añadir a lo ya dicho por mis compañeros es que se adivina un carácter un tanto débil en el protagonista (o como bien dice Sergio “bipolar”) Una situación muy común. El mérito es saber contarlo y transmitirlo. Enhorabuena y un saludo muy cordial. Marazul

José Torma

12/01/2015 a las 20:15

Aprovecho el momento para darles las gracias por tomarse el tiempo para leerme y para dedicarme unas palabras de critica constructiva. Lo aprecio mucho.

Saludos y a esperar como nos va en el siguiente taller.

Gracias Totales.

Anoide

13/01/2015 a las 17:45

Yo que soy anti-compras le tengo rabia al estereotipo de mujer consumista, pero admito que reconozco a más de una (y de cuatro) en la figura de esa mujer, así que… ¿Qué puedo decir? No puedo quejarme, jajaja.

Muy bueno, me ha gustado mucho ese balanceo entre decisiones. Cómo nos saca de quicio a veces nuestra pareja, solo para pensar qué haríamos sin ella al minuto siguiente… Ese amor-odio es de lo mejor 😛

¡Un saludo!

Wolfdux

17/01/2015 a las 13:00

José, como ya te comenté en el blog, un relato excelente. Un abrazo.

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