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El Granero - por Diego Manresa Bilbao+18
Hoy si que iba a sacar a pasear la escopeta.
Todas las noches la misma puta historia. Ya estaba oyendo las risas de aquellos dos chavales entrando a su granero, para, más que previsiblemente, follar allí, como desde hace cinco días. Como todas las putas noches.
La primera noche no le dio importancia. Cosas de jóvenes, se decía. Cuando llevaba ocurriendo tres noches seguidas, se asomó a la ventana de su habitación y les vio. O creyó ver quiénes eran, al menos. El hijo de Tomas y su novia, parecían. De hecho, a la mañana siguiente, se lo encontró en el colmado y le avisó, con su voz y maneras de viejo gruñón que todos conocían por la comarca. Le dijo que era la última vez, que no volviera por su granero. Le pareció raro que el joven no pusiera la cara de susto habitual con la que le miraban, sino una cara de incomprensión y extrañeza.
Pero aquella noche volvieron. Estaba harto. Les iba a dar el susto de sus vidas. Cogió su escopeta y fue directo al granero. Obviamente, no les iba a disparar, pero no iban a volver a acercarse a su propiedad para hacer manitas, o lo que cojones hicieran allí.
Al entrar al granero, le sorprendió lo iluminado que estaba. Hubiera jurado que por las noches era negro como la muerte. Una luz desde el fondo irradiaba a toda la estancia. Se respiraba un ambiente extraño allí. Entonces los vio, retozando entre pajas, al lado de la luz.
No era el hijo de Tomas con su conquista. Hubiera dado la vida porque fueran ellos. Lo que vio fue la cosa más triste y lo segundo más espeluznante de su vida. Se vio a sí mismo, con 19 años, haciendo el amor con Claudia, su novia de aquella época. Su primera y última novia, a decir verdad.
Tuvo que frotarse los ojos para creérselo. No sabía cómo ni por qué, pero eran ELLOS. Era la imagen de la última noche que pasaron juntos. Antes de que pasara… aquello.
Aquella noche, Claudia y el estaban disfrutando de sus cuerpos en la oscuridad de aquel granero. Aunque no veían nada, sus otros cuatro sentidos estaban a pleno rendimiento. Nada podía con ellos. Dos cuerpos jóvenes en plenitud de facultades que se iban a comer el mundo, con todos los planes de futuro a su alcance en esa oscuridad que se quebró con la aparición por la ventana, en un claro de nubes, de la luna llena que iluminó todo como si se hubiera hecho de día.
Nunca supo a ciencia cierta lo que ocurrió aquella noche. Hubo un vacío de varias horas desde que vio la redonda luna llena hasta que despertó en medio del bosque, desnudo y cubierto de sangre que no era suya. Ya estaba amaneciendo y no cabía en él mayor desconcierto. Tenía que encontrar a Claudia, saber que estaba bien. Corrió como nunca había corrido en su busca, esperando encontrarla sana y salva.
Al llegar al granero, todos sus temores se hicieron realidad. Claudia estaba muerta. De una manera cruenta, además. Se encontró a su amor con su antaño hermoso rostro devorado, como por una fiera salvaje, y su cuerpo, aquel cuerpo que tanto había disfrutado tocando, masacrado con la mayor crueldad.
Huyó. Escapó del pueblo sin saber lo que había pasado, sintiéndose culpable, sabiendo en lo más íntimo, en lo más profundo de su corazón, que había sido el quien había matado a Claudia. Lo comprendió todo a la noche siguiente.
Desde entonces, siempre había estado huyendo. Condenado a una vida de soledad, sin pasar mucho tiempo en ningún lugar, siempre a la espera del siguiente accidente, sin confiar en nadie, cualquiera podía ser su próxima víctima. Después, cuando se instaló en aquella granja, ya con muchos años de amargura a sus espaldas, llegaron los días de encadenarse a la pared las noches de luna llena. Era ya muy mayor para seguir huyendo.
Hasta esa noche.
Cuando se dieron cuenta de que aquel viejo los estaba mirando, Claudia le miró con sus ojos carentes de vida, y le dijo con voz suplicante:
-¿Por qué te fuiste? ¿Qué me hiciste? No merecía morir sola…
Y el viejo disparó la escopeta. Pero en el sentido contrario al que había pensado en un principio…
Comentarios (15):
Anoide
28/11/2014 a las 14:20
Bueno, bueno… Me ha encantado, Diego 😀 Aunque no tiene la similitud que tú pensabas, yo sí se la veo por otro lado: nuestros dos pobres hombres huyendo, solos, esperando la próxima vez que suceda lo que temen, hartos… ¿Estaremos conectados?
Lo que más me gusta es el tono con el que inicia el relato. Vamos, que me creo a la perfección que sea un viejo gruñón el que narra. Ese lenguaje antipático y soltando tacos le sienta que ni pintado.
Muy buen desarrollo, soltando información en los momentos justos. El texto es fluido y engancha a seguir leyendo; antes de darme cuenta había llegado al final.
Me cuesta mucho encontrar alguna pega, la verdad. Los puntos suspensivos en la última frase, personalmente, me sobran, y en cuanto mencionas la luna ya se sabe lo que pasa, pero quizás fue tu intención ya que se comenta tan deliberadamente.
PD: Fobia a las arañas… ¿Otra similitud? A ver si vas a resultar ser mi hermano perdido, Diego, ya me empiezas a dar miedo 😛
Diego Manresa Bilbao
28/11/2014 a las 14:43
Muchas gracias Anoide!!!
Si que es verdad la similitud, lo habia visto al leer el tuyo…
Esta hecho deliberado lo de la luna llena, al final era una excusa para contar otra historia y dado que tenia que ser de miedo, se me ocurrio eso…
P.D: No me extranaria que fueramos hermanos perdidos jejejeje… No creo que siameses porque no he visto ninguna cicatriz jejejeje
Aitor
29/11/2014 a las 17:29
Está muy bien, Diego. La verdad que se mantiene el interés, a cada paso parece que vaya a ser una cosa. Primero pensé que mataría al del pueblo sin que hubiera sido él, luego que se encontraría con otros que lo matarían a él, que encontraría extraterrestres… lo de encadenarse a la pared, me recordó a un episodio de Futurama 🙂
Me ha gustado que intentes ahondar en las motivaciones del viejo, es algo que nunca se ve en el género de terror: el malo es malo porqué sí.
Iracunda Smith
29/11/2014 a las 19:47
Me paso por aquí después de coincidir con tus opiniones de los textos de varios compañeros, muerta de curiosidad, y me encuentro un relato de hombres lobos, ¡bieeeen!
¿Algún blog para seguir? Si no es así no te perderé la pista por aquí 😛
Un abrazo, ¡nos leemos!
Fermin Angel Beraza
29/11/2014 a las 21:32
Excelente historia, amigo. Se lee con facilidad y te tiene enganchado hasta el final, como debe ser. El relato tiene suspenso, terror y miedo, cosas que no son fáciles de lograr, máxime en un relato corto. Además, la forma como está escrito, con algunos coloquialismos y modalizadores, hace mas entretenida la lectura. Saludos
lunaclara
30/11/2014 a las 00:57
Muy bien escrito tu relato, aunque no me gusta el final, que te cargues al hombre lobo, no, no, no… Además, me esperaba a esa otra pareja, a la que él creía que era. Hubiera estado bien ver cómo se convierte en lobo delante de ellos…
Felicidades por tu escrito!!
Peter Walley
30/11/2014 a las 15:02
Buenas Diego,
Me ha gustado sobre todo el lenguaje del principio y cómo me has sorprendido con el final. Además, has ido dosificando muy bien la información.
Un saludo, nos leemos.
Aurora Losa
01/12/2014 a las 10:55
Qué buen relato. El lenguaje es inmejorable para la historia que cuenta un viejo cascarrabias, y la descripción del suceso que desencadenó todo tiene una mezcla de ternura y repugnancia que lleva al lector a sentir lástima por el pobre hombre, aunque sepamos lo oscuro de su identidad.
El final, esperable, no desmerece a la historia, al contrario, remata la humanidad del viejo.
Enhorabuena.
Cesar A. Martin
01/12/2014 a las 11:11
Buen relato Diego, coincido con otro compañero en que dosificas la información de forma muy adecuada, y el ambiente y la historia me parece un gran acierto, un saludo.
Diego Manresa Bilbao
01/12/2014 a las 18:15
Muchas gracias a todos!!!!!
Me animan mucho estos comentarios, demasiado elogiosos para mi punto de vista… Estoy empezando y me hace mucha ilusion que a la gente le guste las cosas que escribo, pero sed mas malos, sacadme defectos para que aprenda!!!!
Un abrazo a todos y nos leemos!!!!
Ratopin Johnson
01/12/2014 a las 22:30
Buen relato Diego, a mi también me gusta el lenguaje ese de “cojones”, yo lo hubiera mantenido todo el relato. Así después de la frase final hubiera añadido “… a tomar por c…” o algo similar :). El hombre-lobo siempre me ha caido bien, y lo que gastaba en ropa el pobre hombre(-lobo).
Pato Menudencio
02/12/2014 a las 21:38
Hola Diego, me ha parecido una buena historia la que has hecho. De verdad, me ha gustado.
Como sugerencia, el hecho de que el hijo de Tomás reaccionara como reaccionó, hace que se pierda el factor sorpresa.
Ese es el único detalle.
Saludos.
David Rubio
03/12/2014 a las 00:18
Fantasmas y hombres lobo, desde luego has ido a lo seguro, Diego, je,je,je.
Me gusta mucho el estilo, sobre todo hasta la mitad, se lee muy fluido, fácil, bien visualizado y ágil. La segunda mitad me gustó menos. Creo que el vuelco del relato es muy grande cuando se ve a sí mismo en el granero. Si es un hombre lobo, lo es, desde el principio y esa maldición debe ser el motor del relato. Si te das cuenta el protagonista tiene tres personalidades: el entrañable viejo gruñon; el desconcertado anciano que revive un momento del pasado y, por último, el hombre lobo que no sabemos como se convirtió, ni como es posible que no hubiera tenido sospecha de algo raro hasta que mató a su novia. Tres personajes muy aislados entre sí pese a ser la misma persona. Creo que el centro del relato es la conciencia del anciano, por eso eliminaría la primera parte, la historia de los chicos y el granero, está muy alejado del verdadero relato y el cambio es muy brusco.
UFF, me pasé con la extensión del comentario.
Un abrazo!!!
José Torma
04/12/2014 a las 18:17
¿Que tal Diego?
Pues a mi me has enganchado, nunca de los jamases me espere un hombre lobo.
En mi escala tu relato tiene un 10
Saludos
Diego Manresa Bilbao
05/12/2014 a las 13:08
Muchas gracias Jose y demas!!!
Creo que he puesto el liston demasiado alto para mis criticos, estoy seco para la proxima historia… A ver que me sale!!!