Literautas - Tu escuela de escritura

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El ánima del Saint Luis - por Beta Vera

Por aquellos días un nubarrón se adueñó del cielo, y la contienda entre lluvia o sol se declararía con precipitaciones y viento proviniendo del sur, así lo escuchó mientras desayunaba antes de la escuela. –Termina tu leche o doña Filomena se llevará tus dulces, dijo su mamá, y ni bien acomodadas las amenazas maternales en el aire, los últimos sorbos desaparecieron en la pequeña boca.
Más tarde, el reloj vaticinó las 7AM, y otro día para aprender comenzaba para Valentina. El Saint Luis era un edificio viejo y probablemente vio llegar al primer poblador, tal vez, hasta seguía albergándolo. Ese rumor corría siempre respecto a la antigua construcción de decoraciones barrocas. Vecinos cuentan que perteneció a una señora de hastiado carácter, quién además odiaba a los niños por sus barullos, por lo que resultaba hilarante verlo hecho escuela.
Como cada mañana Valentina pasó a saludar a la gata de don Gilberto, el portero, y como a veces, le llevó galletas escondidas en sus bolsillos. Pronto, el timbre sonó y todos entraron, la mañana transcurría y solo esperaban el receso; sagrado momento para correr hasta cansados. Junto a la sala de Valentina estaba el añoso taller, lugar donde descansaban elementos de limpieza y cosas sin uso, nadie entraba, excepto don Gilberto. Las tardes después de clases, escoba en mano dejaba impecable los salones, otras veces buscaba el pesado telón entre cúmulos de cajas. Pero había otras veces, cuando abría la rancia puerta de madera para saber de donde provenían los ruidos que escuchó; pasos o cosas moviéndose siempre lo obligaban a ir esperando que fuera algún inescrupuloso ladronzuelo, eso antes que Doña Filomena matándolo de un susto al aparecérsele con repentino.
Es cierto, jamás dudó de la veracidad de esos rumores, sabía que el espíritu malhumorado de la antigua dueña recorría aún por allí con pasos arrastrados al caminar, incluso abría y cerraba puertas o movía objetos del estante, nunca lo había visto pero estaba seguro que si pasara, su frágil corazón no soportaría la impresión ni el susto. Lo pensaba siempre mientras giraba la llave en la cerradura, tras tomar un respiro para prepararse, por si acaso.
El conflicto terminó y tan copiosa lluvia cubría la ciudad. Todo estaba mojado pero su gata no aparecía. ¡¿Ella odia el agua, donde estará que no aparece?!- se preguntaba en alto mientras buscaba en el zaguán, en pasillos y ventanales.
-¿Vieron a Agatha?, ¿alguno la vio?- interrogaba esperando que no se hubiera cruzado con el espíritu, iba acelerado e interrumpiendo de clase en clase esperando encontrarla.
-¿Y no será que doña Filomena se la llevo?, ¡pobre Agatha!
Cual par de lunas llenas don Gilberto abrió los ojos, ¡imposible! grito en su cabeza y se alejó mudo rechazando la posibilidad, entonces fue donde parecía ser el lugar favorito del espíritu, y pronto como se introdujo a la lluvia, distinguió el eco de un maullido después del patio, venía del taller. Avanzando divisó en el barro las pequeñas huellas, aliviado las siguió hasta que desaparecieron justo frente a la puerta que le atemorizaba abrir. Pero ella está dentro, tengo que ir- pensó. Y entró.
Rápido como el tiempo quiso, llegó las 9AM y el timbre abría el receso sin importar lluvia ni fresco. Pronto unos niños señalaban en la lejanía:
– ¡Miren! ¡Pisadas, son de Agatha!- y las siguieron hasta que desde el zaguán otro par y más grandes, acompañaron a las pequeñas.
– Allí hay más, -se acercaron absortos en curiosidad- pero son más grandes…
– ¡Es doña Filomena, ella le llevo a Agatha!-clamaron y el miedo creció. Asustada Valentina rompió con un grito las gotas cayendo, todos estaban blancos del susto.
– ¡Shhh! ¡No griten, o doña Filomena les va a llevar, odia los niños!
– ¡Corran! ¡Escóndanse sin hacer ruido, rápido!
Árboles, escaleras, detrás de puertas, y donde hubiere lugar, el ingenio apremiaba ante el acecho del amargo espíritu. Ocultos se tragaban el terror de desaparecer como Rosita, y nunca la existencia de doña Filomena fue más real que entonces. El patio quedo en sepulcral soledad con la lluvia.
El granito chirrió bajo la puerta y don Gilberto se asomó temerosamente, pero al encender su lámpara no vio más que polvo sellando cajones. ¿Estas acá Agatha?-pronuncio en la oscuridad, muerto de miedo, rogando no oír palabras.
El timbre sonó, pero ya nadie lo escuchó, todos estaban en sus escondrijos. Extrañadas las profesoras salieron preguntándose por sus alumnos. Desolación.
– ¿Dónde están los niños? ¿¡Donde se metieron!? ¿¡Donde están todos!? Desespero y desconcierto.

Comentarios (8):

hupacal

28/10/2014 a las 23:13

Hola! me ha gustado tu relato, tienes una forma de escribir (no sé si por la zona geográfica de la que eres o por qué) que le da carácter al texto. La historia me parece genial, siempre hay historias así de extrañas en los colegios y me llevó de nuevo a la infancia.

Para corregir, así a simple vista he visto la falta de acentuación de alguna palabra:

“¿Y no será que doña Filomena se la llevo?” (llevó), y otras como gritó, pronunció.

Eso es todo! te invito a que leas mi texto, es el no. 10 🙂

Hasta pronto! 😉

Chiripa

29/10/2014 a las 18:03

Hola Beta Vera,
En tu relato aprecio una buena mezcla de suspense, misterio y buen manejo del idioma.
Interesantes descripciones, con adjetivos poco comunes.

SUGERENCIAS:
En: “Más tarde, el reloj vaticinó las 7AM…” reconsidera el uso de la palabra vaticinó. Según la RAE, significa predicción, adivinación y pienso que lo que quieres expresar es que es el reloj mostró la hora
Agregar alguna tilde (-¿Y no será que doña Filomena se la llevó?) y comas para facilitar la lectura.

Me encantará seguir leyendo relatos de tu autoría y te invito a pasar por “El Grito” (#111) @
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-19/1969

Cesar A. Martin

30/10/2014 a las 00:15

Buen relato, conduces muy bien la historia, pasas de lo cotidiano a lo excepcional de forma muy natural. Usas adjetivos muy acertados, quizás haya alguno forzado. Consigues el ambiente adecuado. Un saludo.

Netogonzo

30/10/2014 a las 20:18

Ambiente de suspenso bien logrado, realmente me traslado a la escena de la escuela con un espiritu vagando por ahí. Espero la proxima de tus historias.

Saludos.

Te invito a leer mi texto, es el ultimo (¿Dónde están los niños?)

https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-19/1925

José Torma

31/10/2014 a las 00:00

Hola Beta, que suerte que tu relato encabece la recopilacion, una gran responsabilidad que brincaste muy bien creo yo. Detallitos que ya te comentaron y creo que un fraseo diferente ayudaria, pero como te comentaron, somos de diferentes areas del mundo y lo que suena bien aqui en Mexico tal vez suene raro en Colombia o en Asturias. El coco en forma de mujer jeje muy bueno.

Saludos y felicidades.

p.d. Odio los gatos y aun asi termine tu relato jaja

Angel Gabriel.

31/10/2014 a las 04:27

El relato me parece interesante, aunque para mi un poco confuso, porque hablas de las horas del día y el conserje lleva una linterna, quizas porque busca en lugares oscuros a pesar de ser de día, el misterio esta bien logrado y hace que uno imagine el lugar donde busca a la gata. Excelente

Aurora Losa

06/11/2014 a las 10:58

Uff, ¿por dónde empiezo?
Te felicito por tu manejo del lenguaje, tu uso de las palabras enriquece el texto.
Aún así, he de decirte que me ha costado leerlo por la falta de separación de las frases (yo probaría a delimitar párrafos) y el hecho de que los diálogos a veces estén mezclados con la historia, sin definir, lo que frena la comprensión; y es una lástima, porque la historia merece un buen marco y tu estilo también.
En todo caso, enhorabuena por este relato.

Kelly J. Hernández

13/11/2014 a las 01:24

Un suspenso bien llevado. Algunas partes las leí varias veces, porque no podía comprenderlas debido al uso/conjugación de ciertas palabras. pero en general, me gustó.

Creo que después de ver las bases para la escena 20, este relato habría quedado perfecto; pero seguro que el nuevo, también será bueno.

Un abrazo y te invito a que te pases por el mio, es el número 27

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