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Un recreo ensombrecido - por Luchiflús
Web: http://elcuartodedelante.blogspot.fr/
—Hoy Remi no saldrá al recreo.
Ha sido todo un alivio oírla decir esto. No habría soportado otro día en el patio del colegio. Hay quien piensa que los niños son adorables y a quienes les encanta jugar con ellos, pero para mí son monstruos sin piedad, llenos de mocos, que no saben controlar el daño que pueden infligir. Esta semana ha sido una de las peores del año. Además del calor sofocante de junio, lo cual me agobia y me hace transpirar en exceso, han querido jugar conmigo todos los días. No son capaces de comprender cuánto los desprecio ni los sentimientos de odio que despiertan en mí. Para casi todos ellos el recreo es la mejor asignatura, pero para mí es un suplicio, especialmente en los días de primavera como este: recibo pelotazos, tirones de pelo, pellizcos y empujones, haciendo que me sienta como un insecto cuya vida depende de sus juegos. Cada día espero con temor la alarma que anuncia el descanso, rogando mentalmente al maestro que dé clase en ese momento para que se interponga a un tal martirio. Y hoy he podido respirar tranquilo cuando la maestra de matemáticas les ha parado los pies y ha dicho que mejor me quedo descansando, pues este calor no es bueno para mi salud y será mejor que permanezca al fresco. Por un momento han parecido decepcionados, pero en seguida se les ha olvidado y han salido en estampida de la clase. El silencio envuelve ahora la sala y suspiro aliviado. La libertad es un sentimiento tan maravilloso como efímero…
Fuera parece que el ambiente está más cargado que de costumbre y la atmósfera se siente pesada, como si fuera a haber tormenta, pero desde mi sitio miro por las ventanas y no veo ninguna nube en el cielo. Aun así puedo sentir la pesadez que se respira en el aire. Observo el patio a través de los cristales, con miedo de que algún maestro llame a los niños y los obligue a entrar de nuevo por si acaso lloviera. Pero parece ser que ninguno ha salido hoy a vigilar mientras juegan, resguardándose en la sala de profesores del viento sofocante que ahora se ha levantado. Qué raro, debería haber alguien supervis… ¿¡qué es eso!? Una sombra acaba de aparecer en el patio, ¡pero es gigante! Me he dado tal susto que mis piernas no responden y no puedo moverme de donde estoy. ¿Qué está pasando? Aún tengo los nervios a flor de piel, pero mis músculos se tensan, preparados para reaccionar y esconderme si fuera necesario. La sombra viene del cielo y se alza como la luz de un foco, desde el suelo hasta una especie de artefacto circular. ¿Cómo lo llaman? ¡Ah, sí! ¡Un OVNI! Los niños, que en un primer momento han pegado un respingo del susto, se acercan curiosos hacia la sombra, como moscas atraídas por esa luz violeta que las hipnotiza. Uno de ellos pone el pie sobre la sombra para demostrar que es un valient… ¡¿Qué diablos?! ¡La sombra se lo ha tragado! Abro los ojos todo lo que puedo, porque no creo lo que acabo de ver. Antes de entender qué acaba de pasar, la sombra comienza a moverse a toda velocidad por el patio ¡aspirando un alumno tras otro! Esa niña pecosa, y ese bruto de Nacho, o aquel gordito que no ha terminado su bocadillo… todos son absorbidos como si fueran pelusas de polvo, como si ellos fueran los insectos ahora. Y, sin más, la sombra desaparece. El ambiente se refresca. Una maestra sale por fin al patio para controlar que todo va bien. Pero se lo encuentra desierto, los balones quietos y las cuerdas de saltar a la comba esparcidas por el suelo…
—¿¡Dónde están los niños!? —grita alarmada, preguntando más para sí misma que otra cosa, y con el pánico impreso en el rostro corre por todo el patio llamándolos para, finalmente, volver a entrar a toda prisa en la sala de profesores.
El caos se desata en la escuela. ¿Cómo explicar la desaparición de todos los alumnos de un colegio? Sólo yo conozco la verdad, pero sé que a nadie se le ocurrirá pensar que hay testigos. Me invade un sentimiento de paz y tranquilidad. Nadie volverá a molestarme nunca más, pienso feliz mientras me acurruco en el hueco bajo la rueda de mi jaula.
Comentarios (5):
Nick Brooks
28/10/2014 a las 16:36
Hahahaha Remi es todo un loquillo. Muy bueno, no se me ocurrió que era un hamster. A mí nunca se me hubiera pasado por la mente una idea así. Buen trabajo 😉
Eva
28/10/2014 a las 21:13
Genial! Magnífico el narrador de esta historia. Sorprendente, como a mí me gusta.
Luchiflús
29/10/2014 a las 12:04
¡Muchas gracias por vuestros comentarios! Me alegra que os haya gustado 🙂 Fue un amigo quien me dio la idea de narrar desde un punto de vista inesperado y me pareció una idea muy graciosa, jeje
¡Nos leemos!
Denise
29/10/2014 a las 23:51
El recurso del punto de vista inesperado es una buena idea, pero lo que más me gustó fue lo del ovni, te quedó bastante bizarro, me encantó.
Por cierto, estuve tratando de adivinar quién podía ser el sufriente narrador, pero tuve que llegar hasta el final para saberlo jajaja En mi clase era una tortuga XD
Luchiflús
30/10/2014 a las 15:35
¡Gracias, Denise!
Uno de mis comentaristas me dijo que le quedaba un poco colgado del resto de la historia, pero era un poco eso lo que buscaba, a mí me hizo gracia, me alegra que a ti también 😀
Saludos!