Literautas - Tu escuela de escritura

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El beso del orangután - por Attica

Aunque Charlie Keller sea nuevo en clase, seguro que sabes por qué todo el mundo lo llama “La mona”. Si estabas en el circo aquella tarde, como lo estaban más de la mitad de los chicos del barrio, hasta podrás recordar cómo se ganó el apodo.
Ignatius Raley lo recuerda muy bien.
Recuerda como, entre todos los chicos que gritaban: “¡Yo! ¡Yo!” y “¡Cójame a mí!”, el domador señaló a su vecino Charlie. De entre todos ellos, precisamente, Charlie. Charlie, que lo esperaba casi cada tarde a la salida del colegio rodeado por sus amigos. Charlie, que lo seguía durante un trecho del camino sólo para tirarle de la mochila y canturrear a su espalda “ho-ho-hola, cerdo”. El mismo Charlie que ahora bajaba los escalones de dos en dos y que hacía con los dedos la señal de la victoria al llegar al centro de la pista. Ese Charlie iba a tener entradas gratuitas al cine durante todo un mes, sólo por el placer de pasar una estúpida prueba con los animales.
-El beso del orangután -dijo el domador- algo tan sencillo como suena. ¿Qué dices a eso, Charlie?
-Espere un momento, ¿voy a tener que besar a un orangután?
El público estalló en una carcajada general.
-Me alegro de ver lo bien que funciona tu cerebro – más carcajadas- Y ahora…
-Oiga, creo que no- Charlie parecía molesto. Se había puesto colorado, y daba la impresión de estar encogiéndose por momentos. Era la primera vez que Ignatius lo veía así.
-Pero, ¿qué mosca te ha picado, Charlie? No me dirás que te da miedo nuestro amigo Brutus, ¿verdad?- el domador señaló al orangután, un espécimen encorvado que parecía a punto de derrumbarse- ¿Brutus te da miedo, Charlie? ¿Es eso?
Lo dijo con tal dulzura, agachándose para mirarlo a los ojos con gravedad, que nadie podría haberlo acusado de burlarse de él. Y sin embargo, Charlie estaba cada vez más rojo y más pequeño.
-No… Claro que no…
-Pues vamos a ello, chaval.
Así fue como Charlie se ganó el apodo de “La mona”.
Seguro que, si estuviste allí, eso sí que lo recuerdas. Charlie bajo todos aquellos focos, con los ojos cerrados, acercándose con una lentitud exasperante al orangután. “¡Vamos Charlie! ¡Dale un buen beso!”, gritaba el público. El ritmo de los tambores, cada vez más rápido: “dum-da-dum, dum-da-dum, dum-da-dum…” Y de repente, el silencio. Donde un segundo antes estaba Charlie, ahora sólo había transparencia. Aire y vacío.
Durante lo que parecieron minutos, nadie hizo ni dijo nada. Poco a poco, un murmullo comenzó a extenderse por toda la carpa, hasta que alguien gritó:
-¡Está ahí!
Redoble de tambores, y el foco principal iluminó la parte más alta de la grada, donde Charlie estaba sentado con una sonrisa de pánfilo estampada en la cara.
¿Cómo era posible? El público estalló en gritos y aplausos. El domador, que había resultado ser un mago, encadenaba una reverencia tras otra. El escándalo era tal que la mayor parte del público no escuchó el desgarrador rugido del orangután, al que arrastraban fuera de la pista. Pero Ignatius sí lo oyó. ¿Cómo, apenas hacía un rato, le había parecido un bicho endeble y cansado? Aquel animal rugía y se retorcía con fuerza, con tanta fuerza que daba la impresión de haber duplicado su tamaño.
Esa es la imagen que a Ignatius le viene ahora a la cabeza. Ese orangután furioso en contraste con el Charlie que han sentado a su lado, un Charlie ausente y encorvado. ¿Es su imaginación, o tiene algo de baba colgando?
Ha sido idea de la maestra sentarlos juntos.
-Antes era tu vecino, ¿no?-le dice- Pues entonces ya sabes lo mal que lo ha pasado el pobrecillo, entre el divorcio de sus padres y todas esas burlas crueles…
Ignatius asiente, más por cortesía que por otra cosa, porque a veces los adultos parecen idiotas. Como si un divorcio y unas cuantas burlas bastaran para dejarlos tan contentos.
Espera a que ella se aleje para dirigirse a su compañero de pupitre, que mantiene la vista fija al frente.
-Yo soy Ignatius- le dice- encantado de conocerte… ¿Brutus?
Y como si hubiera pulsado un botón, una tecla o un resorte, su compañero empieza a girarse poco a poco, abriendo los ojos y estirando los labios en una sonrisa, la sonrisa más auténtica que Ignatius ha visto en mucho tiempo, sí señor. Una auténtica sonrisa de pánfilo.

Comentarios (7):

Ana Vera

28/05/2014 a las 16:58

Estoy flipando con tu cuento, personalmente es el que más me ha gustado de cuantos he leído hasta ahora, y mira que los hay muy muy buenos, ¡¡¡pero esto es palabras mayores!!!

¡¡Enhorabuena!! ¡¡Me has dejado sin palabras!!

lunaclara

29/05/2014 a las 10:46

Hola: Muy buen relato, muy bien escrito.
Solo que me chirrían un poco esas alusiones al lector, haciéndole ver que se ha perdido un montón de cosas, porque ni estaba allí, ni podía acordarse…
También me chirría que escribas en presente. Es una elección, es verdad, pero personalmente pienso que en pasado quedaría mejor, tipo “Esperó a que ella se alejara para dirigirse a su compañero de pupitre, que mantenía la vista fija al frente.”

Buen relato!
Hasta otra!

Aurora Losa

30/05/2014 a las 15:17

Genial, qué giro. Con respecto a los cambios de tiempo verbal en los párrafos, creo que vas cambiando de lo que sucedió a lo que la profesora le dice a Ignatius ¿no es así? Espero que sí, porque, si no, no le encuentro mucho sentido.
Por lo demás me dio pena el pobre Charlie, por muy malo que sea un chico, un adulto no debería ridiculizarlo en público de esa forma y menos condenar al pobre Brutus a ocupar su lugar.
De todos modos, a mi me ha divertido y sorprendido por igual.
Enhorabuena.

Chiripa

01/06/2014 a las 00:58

Attica, tu relato está, aparte de original, escrito de tal manera que lo he leído de un tirón!

Me pareció entenderte que Charlie, el bullie del cole quedó traumado después del susto que se pegó durante el “encuentro cercano del tercer tipo”, con el orangután. Es correcto o es una mala interpretación?

Buen relato, enhorabuena!!

Attica, si deseas responderme, porfa hazlo en mi relato, ya que en el afán de leer y dar feedback a la mayor cantidad posible de textos, no tendré tiempo de volver por aquí. Gracias!

Escarlata

01/06/2014 a las 15:16

Attica, me ha encantado tu relato. Original y sencillo, con un toque de humor. Espero poder seguirte leyendo.
Un saludo y enhorabuena 🙂

José Torma

10/06/2014 a las 19:10

Que tal Attica?

Muy buen relato, ese giro final que para mi fue totalmente impredecible.

Muchas felicidades y ojala hubiera mas magos que les dieran su merecido a los bullies.

Saludos

armando maya petez

27/07/2015 a las 22:29

Muy bonito

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