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Beso y circo - por Ra
Rosalinda era una chica del montón. Tenía una altura que no sobresalía ni por arriba ni por abajo. Tampoco su cuerpo tenía unas medidas que llamaran la atención. Ni su pelo, o sus ojos del color de un caramelo de los que le daba su abuela, hacían que la gente se volviera para mirarla. Pero Rosalinda tenía algo que no mucha gente tenía y que ella compartía con bien pocos. Ella tenía sueños.
Entiendo que pensarás, “Yo también tengo de eso, y mi prima, y mi amiga del gimnasio” A lo que puedo contestarte que tus aspiraciones en nada se parecen a las de Rosalinda.
Rosalinda soñaba con besos. Besos de todo tipo: el beso de la película de “Lo que el viento se llevó”, – ese justo antes de que se casen -, el beso de “ghost” – aunque ella no creía en fantasmas -; el beso de “spiderman”, – del revés y bajo la lluvia -; el beso de “pretty woman” o de “oficial y caballero”. Y el beso que a ella más le gustaba: el de “El diario de Noa” <<Aaaains>> suspiraba de solo pensarlo.
Pero no te equivoques. Ella no esperaba encontrar en esos besos a ningún príncipe que le prometiera amor o que la embelesara hasta el tuétano. Nada, nada, nada.
Rosalinda quería besos. Punto.
Quizá, tal vez encontrara a alguien que fuera capaz de darle todos y cada uno de esos besos. Eso estaría bien, pero no tenía esperanzas.
Como cada mañana Rosalinda se preparó y lavó sus dientes hasta que tuvo la certeza de que estuvieran como sus aspiraciones exigían. Se aplicó un poco de bálsamo y comprobó que el tacto de sus labios era el que deseaba. Se perfumó, (en sus besos todo debía de coincidir con los de las películas y ella siempre había creído que esas actrices usaban perfumes como el Channel número cinco ese) y salió con su maletín y una sonrisa a la calle.
Rosalinda caminó hasta su trabajo. Estaba a pocos minutos. <<Hoy sería uno de esos días para recordar>> se dijo a sí misma. ¡Y claro que lo sería! El sol lucía como si la primavera clamara al mundo que le prestara atención.
Cuando llegó, limpió un poco su asiento. A veces la hojarasca y algún bichillo ocupaban su lugar: gajes de trabajar a la intemperie. Abrió su maletín, que escondía una de esas mesas que se montan, y colocó en una de las esquinas su cartel. Por el anverso, la parte que ella veía, rezaba: Pan y circo. Pero Rosalinda hacía tiempo que había tachado la palabra “circo” por “beso”. Su padre siempre decía que la gente solía conformarse con algún mendrugo de pan que llevarse a la boca y entretenimientos para gente sin cultura (de ahí lo del circo)
Pero ella no quería circo. Ella deseaba que alguien la estrechara en sus brazos, y la besara apretando sus bocas en un compás que sólo ambos comprendieran, con una pasión que cegara más que la luz del sol y que la hipnotizara más que la luna.
Por el otro lado del cartel estaba el motivo de su profesión y realización de sus sueños: besos a 1$.
Ya sé que aquí el dólar no es una moneda de uso, pero quizá te hayas percatado de que su segunda pasión son las películas.
Ahí estaba Rosalinda esperando a su galán observando como las hojas caían al ritmo que la naturaleza marcaba.
-Buenos días, Rosalinda. – Una muchacha con el pelo recogido en un moño se paró delante del puesto. – ¿Qué tal está usted hoy?, ¿ha parado ya algún cliente?
Rosalinda se colocó en su asiento y la miró dos veces antes de responder. No le gustaba hablar con gente que no conocía.
-Aún es muy de mañana. – contestó mirando alrededor. Frunció el ceño al darse cuenta de que nadie pasaba por allí.
– ¿Y no le apetecería más ver una película? – le ofreció la chica señalándole un edificio que quedaba a unos metros. – Hoy echan una de besos.
Rosalinda levantó las cejas con gesto de asombro. Esas eran las películas que prefería. Conocía muchas. La mujer le ayudó a incorporarse y luego desmontó la mesa guardando meticulosamente, de la manera que a Rosalinda le gustaba, el cartel en el interior del maletín. Le ofreció su brazo y las dos caminaron lentamente al interior de la residencia para ancianos.
Ya sabía Rosalinda que el día de hoy tendría “algo para recordar”.
Comentarios (13):
Gabontza
27/05/2014 a las 18:51
Me ha gustado mucho la temática, la ingenuidad y creo que no has utilizado adjetivos ¿verdad?
Diana
27/05/2014 a las 20:41
Hace unos meses que los sigo’aun no he mandado nada y es el primer comentario que hago pero me encanto lo que has escrito felicitaciones!!!
forvetor
27/05/2014 a las 21:29
hola Ra,
un relato muy tierno y de los pocos que he encontrado que haya superado el desafío 😉 felicidades
un saludo, nos leemos!
Sergio Mesa / forvetor
http://miesquinadelring.com/
Aina Pons Triay
28/05/2014 a las 08:52
Hola Ra. Un relato muy tierno. Me encanta que no muestres hasta el final que la protagonista es una anciana del asilo. me ha recordado mucho a la gente mayor de mi pueblo, tan detallistas en las pequeñas cosas, que al final son las que importan. Para poner una pega y que aun quedara mejor, te recomiendo la “norma” de “muéstralo, no lo cuentes”. Con eso quedaría un relato redondo. Felicidades por haber conseguido no utilizar adjetivos en un texto tan descriptivo. Enhorabuena.
Pato Menudencio
28/05/2014 a las 23:45
El giro final me ha sorprendido.
Me ha gustado la historia.
Ana Vera
29/05/2014 a las 12:33
Precioso, enhorabuena. El tema de la soledad (tan deprimente) tratado con amabilidad y ternura. ¡Un gustazo leerte!
José Torma
29/05/2014 a las 19:35
Me mataste!
Que cosa tan linda y bien contada. Me parecia estar escuchando la voz en off de una pelicula bonita.
Me emocione.
Super relato.
Muchas felicidades!
Reto o no, de mis favoritas este taller!
Jaja ya la lei otra vez, cada leida me gusta mas y mas.
David Rubio
29/05/2014 a las 23:22
La entrada del personaje, el primer párrafo es espectacular. Consigues una descripción fantástica. La historia te atrapa enseguida y el final sorprende. Sin duda un excelente trabajo.
Saludos
Aurora Losa
30/05/2014 a las 10:22
Muy chula la historia y muy bien contada. Tierno el final, y desolador también. Pero me alegro de que Rosalinda viva en su mundo de besos de película, total, para lo que hay por el mundo real.
Buen trabajo, enhorabuena.
Ra
30/05/2014 a las 11:07
¡Muchísimas gracias!
La verdad es que lo repasé unas cuantas veces para comprobar que no se había colado ninguno, pero nunca se sabe.
Me alegra inmensamente ver que el mensaje principal llegó, que os hizo sentir y que os gustó.
He tomado buena nota de las correcciones de mis tres genios correctores y seguiré mejorando. Estoy encantada de estar aquí y disfrutar con compañeros que me inspiran y ayudan a crecer.
Mil gracias.
Estoy ya con vuestras lecturas, en breve me tenéis comentado vuestros relatos.
🙂
Chiripa
02/06/2014 a las 16:07
Hola Ra, gracias por tus comentarios a mi relato, que tomaré en cuenta para la versión final. Seguro que el título lo modifico y cambiaré guaya (que es un absoluto localismo, jajaja) por cuerda.
Lo de ambarina se refiere a la mirada (color ámbar), palabra que no quise escribir dos veces en la misma línea: “…desvió la mirada que, instantáneamente, se cruzó con una (mirada) ambarina…..a la dueña de aquello ojos color miel……”
En una horas comentaré tu relato, que en primera lectura me ha parecido espectacular
Cordial saludo, Ra
Chiripa
02/06/2014 a las 18:59
Hola Ra, cumpliendo lo prometido , aquí vuelvo para comentar tu relato.
Está tan bien narrado que provoca, no solo leerlo de un tirón, sino leerlo varias veces: es lindo
y con ese primer párrafo atrapas al lector, sin duda.
Algo me chirrió en esta frase: “…desmontó la mesa guardando meticulosamente, de la manera que a Rosalinda le gustaba, el cartel en el interior del maletín”…
No estoy segura qué es lo me me descoloca y, como mucho compis se quejan de que las sugerencias o críticas son muy vagas, me tomé la molestia de redactarlo diferente, a ver qué te parece, Ra:
…desmontó la mesa guardando el cartel de la manera que a Rosalinda le gustaba, meticulosamente, en el interior del maletín”… o bien:
…desmontó la mesa guardando meticulosamente el cartel en el interior del maletín, tal como a Rosalinda le gustaba …
Me gustará mucho volver a leer relatos de tu autoría. Enhorabuena y ¡felices vacaciones!
NHICAP
13/06/2014 a las 12:28
Hola Ra,
Me ha gustado la delicadeza con que narras la historia y con el inesperado giro final, consigues que el lector se sienta atrapado por la ternura que desprende la historia de Rosalinda: en la vejez, la realidad de las personas se nutre más de sus sueños y sus recuerdos que del monótono discurrir de la vida en una residencia de ancianos.
Tu nos lo recuerdas con una bonita y tierna narración con lindas descripciones.
Enhorabuena y hasta septiembre.
Un abrazo