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NADA HA CAMBIADO - por juanjohigadillo
NADA HA CAMBIADO
En estos tiempos, en los que empiezan a alzarse voces que piden a gritos que se eliminen del circo todos aquellos números en los que intervengan fieras, no puedo por menos que retrotraerme a esa época en que la comitiva que anunciaba la llegada a la ciudad del “Mayor espectáculo del mundo” provocaba en mi imaginación la materialización de todos mis sueños de infancia: los domadores enfrentándose sin miedo a la ferocidad de tigres y leones eran un remedo de Tarzán; los elefantes eran montañas de músculos que hacían estremecerse a toda la ciudad bajo el impacto de sus pisadas; las jirafas parecían querer beber directamente de las nubes y las focas y los leones marinos arrancaban risas y carcajadas de delectación a todos los que presenciaban su número.
En aquellos tiempos el hecho de llevar a los animales en las condiciones en las que se los lleva no era algo que nos hiciera avergonzarnos o sentirnos cómplices de nada, y mirando al niño que era yo por aquel entonces sigo sin sentirme culpable de ningún otro delito mayor que el de sisar alguna pesetilla de la cartera de mi madre –que lo sabía, aunque nunca dijo nada- para comprar alguna que otra chuchería.
Cuando hace unos días dije a mi sobrinilla, a la que no veía desde hacía tiempo, que la llevaba al circo como regalo de cumpleaños, vi cómo abría desmesuradamente los ojos para mostrarme la misma sorpresa y felicidad que pude haber mostrado yo en su lugar treinta años atrás.
– ¿De verdad vas a llevarme al circo, tío? ¡Qué ilusión!
– ¡Pues claro, hija, pues claro! Además, me ha dicho mamá que te has portado muy bien este año, así que yo creo que te lo mereces.
La cara que puso resulta imposible de describir, de tanta luz como desprendía.
No sé cómo describir el entusiasmo con el que, días después, recorría las jaulas de los animales antes de entrar en la carpa, ni la espontaneidad con la que reía las gracias de los payasos, el asombro con el que observaba la obediencia de los elefantes, el miedo que el rugido de los leones la provocaba y que hizo que se la cayeran al suelo todas las palomitas, o la admiración que sentía ante las hazañas de los forzudos.
No sé tampoco cómo transmitir la sensación de volver a tener de nuevo ocho añitos, y sentir otra vez la misma ilusión, el mismo entusiasmo, la misma admiración o el mismo miedo que hacía más de treinta años que no sentía.
Sólo puedo recordar la felicidad que llenaba el corazón de aquellas dos criaturas que éramos –una de ellas encerrada en el cuerpo de un adulto- cuando salimos de nuevo a la calle.
Recuerdo también cómo, antes de devolvérsela a su madre, se arrojó a mi cuello para, estrangulándome entre sus bracitos, darme el beso más lleno de gratitud que me habían dado en la vida.
-¿Sabes una cosa? ¡Eres el mejor tío del mundo!
Y, por muy ñoño que pueda parecer, he de reconocer que aquel beso, después de tanto tiempo sin disfrutar de mi sobrina, me supo a gloria…
Comentarios (8):
José Torma
28/05/2014 a las 00:08
Tengo una confesion que hacer. En mi larga existencia solo he ido al circo una vez. Me aterrorizo, en especial los payasos (que a la fecha me siguen quitando el sueño). Sin embargo y a pesar de mi mala experiencia, me paseas por un circo diferente al de mi mente, donde no hay cosas terrorificas y todo es alegria y felicidad. Me gusto bastante y al ser un tio consentidor pues me identifique totalmente.
Saludos y felicitaciones.
Me encantara leer tu comentario a mi texto No 38
forvetor
28/05/2014 a las 12:32
wenas juanjo:
el texto tiene su gracia, un aquel entrañable y un mensaje positivo que llega a pesar de que (como le pasa a José) los circos clásicos no sean santo de mi devoción.
por aspecto negativo sólo te recomendaría que evites palabras demasiado rebuscadas o abruptas (aquí se incluyen los adverbios termiandos en -mente), más aún en un texto como este, que resulta tan tierno. “retrotraerme”, “materialización” o “delectación” casan muy mal con “pesetilla”, “forzudo” o “ñoño”.
pero vamos, es sólo mi opinión 😉
un saludo compañero, nos leemos!
Sergio Mesa / forvetor
http://miesquinadelring.com/
forvetor
28/05/2014 a las 12:32
pd. por cierto.. me encanta tu pseudónimo, fue lo que me hizo entrar a leerte! 😀
Ana Vera
30/05/2014 a las 14:59
Tu relato tiene tanta luz como la que salía de los ojos de la niña.
Emyl Bohin
31/05/2014 a las 02:44
Hola Juanjo. Da gusto saber que todavía quedan niños a los que les gusta el circo clásico, aunque sea en la ficción de un relato. Los circos de los soles y los que llevan en sus carteles a todos los personajes de la tele van arrinconando al qué, los que tenemos cierta edad, disfrutamos de pequeños.
Enhorabuena.
Saludos
Escarlata
01/06/2014 a las 12:52
Juanjo me ha parecido muy chulo y fascinante tu relato.
Muestra la emoción de ir por primera vez al circo , y las emociones y la magia que luego perduran para toda la vida…
Sin ninguna duda, un relato interesante y emotivo.
Te invito a leer el mío y a que opines también.
Enhorabuena y un saludo.
Luis del Moral Martínez
16/06/2014 a las 19:32
Un relato increíble, Juanjo.
Quizás hay alguna palabrilla que tuve que ir a buscar, ¡lo reconozco! Pero es una historia muy emotiva y la has contado de una manera brillante. ¡Enhorabuena!
Pásate cuando puedas por mi texto del taller y me dices qué te parece.
¡Nos leemos!
juanjohigadillo
10/07/2014 a las 08:20
Perdonadme por tardar tanto en contestar, pero os agradezco vuestros comentarios. Me alegro de que os haya gustado el relato, aunque he de confesar que lo que pretendía era cumplir con el reto de no usar adjetivos calificativos. No tengo la certeza de haberlo conseguido, y me gustaría que alguien me dijera algo al respecto. Quizá Forvetor, que con tanta minuciosidad ha “diseccionado” mi relato, pueda ayudarme.
Gracias de nuevo a todos, y prometo seguir participando en función del tiempo de que disponga.
Saludos.