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Desesperada. - por Borja González+18
Web: http://leondecomodo.blogspot.com.es/
Dan apenas podía contener el temblor de su cuerpo. Los espasmos se habían adueñado de él. Sollozando en un extremo de la fría y oscura celda, lamentaba su suerte; lo rápido que había sucedido todo…
Aquella mañana, su madre y su hermano pequeño, se habían internado en el bosque para recolectar frutos silvestres mientras él se encargaba de acondicionar las cuadras. Descargaba una carreta de heno cuando los dos soldados se presentaron al galope. No dijeron nada. Descabalgaron y se acercaron con premura. Dan intuyó sus funestas intenciones, pero no tuvo valor para escapar. Tan solo dio unos tímidos pasos hacia atrás, hasta acabar chocando con las maderas que delimitaban la pocilga.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde entonces, ni los motivos que lo habían provocado; tan solo podía sentir a la desesperación avanzando por sus entrañas con la determinación de un gato famélico.
Con los ojos vendados carecía de certeza alguna, pero el infesto hedor que llegaba hasta sus fosas nasales, le hacía sospechar con aprensión que sus huesos habían caído en lo más profundo de las mazmorras reales.
Un lugar en el que Dios no velaba por nadie.
Ensimismado en su desgracia, dio un respingo cuando el ruido de unos gozones oxidados, anunció que una puerta se acababa de abrir en una lejanía próxima.
Sentía los pasos acercándose. Notaba su presencia, su eco en las graníticas paredes.
Debían estar muy próximos cuando se detuvieron.
–Aquí lo tiene, mi Reina –informó una voz sibilante.
A Dan se le heló la sangre.
–¿Estás seguro de lo que afirmas? –inquirió una voz femenina, con cierta duda en el tono.
–¡Por supuesto, Majestad! –repuso la otra voz, complaciente–. Mis conocimientos le darán lo que prometí. Piense que tenemos un trato, y que quiero esa bolsa de monedas.
El silencio se hizo eterno. Dan tenía el corazón frenético. No comprendía nada, pero tenía la certeza de que su destino dependía de la decisión que tomara la mujer.
–Está bien –concedió al fin–. Salva a mi hijo y tendrás tu oro.
–Será un honor majestad.
En apenas unos segundos, la portezuela de la celda que lo retenía, chirrió al abrirse. Notó como unas manos lo asían y lo sacaban a la fuerza del cubículo. Intentó patalear, resistirse. Pero fue en vano. Tenía los pies y las manos sujetas con grilletes, y su desnutrido cuerpo de ocho años no estaba capacitado para luchar contra la fuerza de un adulto.
–¿No será muy delgado? –preguntó la mujer con preocupación.
–No, mi Reina. Es mejor que sean así. Sin grasas que puedan enturbiar su sangre –le respondió en cuanto depositó el cuerpo del niño sobre una camilla de madera.
Ató las correas de cuero a los tobillos y a las muñecas, y soltó los grilletes. Dan seguía revolviéndose, aun así, todo era inútil. Tan solo, lo único que logró fue quitarse la venda. Pero no le ayudó. La visión de aquel hombre vestido con telas brillantes, todavía le atenazó más los músculos.
–¿Está segura de que quiere presenciar esto? –musitó el mago mientras sostenía el diminuto cuchillo entre sus dedos.
El muchacho cruzó su mirada con la de la reina, y contempló horrorizado como esta tragaba saliva y asentía apesadumbrada con la cabeza.
–Como desee –volvió a sisear el hombre, inclinándose sobre el cuerpo indefenso de Dan.
Con cada uno de los cortes que le practicó en las muñecas, el chiquillo abrió los ojos con fuerza. No tardó en sentir la sangre avanzando por su piel, ni en oír el lento repiqueo de esta, al caer en los recipientes depositados bajo la mesa para tal fin.
La vida se le estaba escapando gota a gota.
El tiempo pareció detenerse durante un instante. Ninguno hacía o decía nada. Estaban inmóviles, esperando el desenlace de aquel trance, cuando un ruido de puertas abiertas de manera precipitada rompió la quietud de la escena. Hasta Dan consiguió salir del sopor que comenzaba a asediarlo, para entrever a la pequeña comitiva que acababa de llegar.
–¡¡Se acabó el juego, cuñada!! –vociferó el hombre que iba al frente–. Tu hijo ha muerto.
–¡No! –ahogó un grito.
–La coronación será mañana al mediodía –le informó con un sádico brillo de satisfacción en los ojos-. Espero que tú, y tus cosas, hayáis abandonado el castillo para entonces.
La mujer se venció sobre sus rodillas.
–¡¿Por qué?! –aulló entre sollozos, mientras sus anegados ojos se perdían en el inerte cuerpecillo de Dan.
Comentarios (12):
Vicente Pacheco Gallego
28/04/2014 a las 14:30
Lo primero que quiero es felicitarte Borja, es un texto duro y estremecedor, pero lo cuentas de una manera tan bien redactada que no puedes abandonar el relato hasta el punto final. Mantienes la tensión en todo momento y eso siempre es de agradecer. Lo único que me ha llamado la atención es que uses la palabra gozones en vez de goznes.
Enhorabuena y sigue adelante.
Aina Pons Triay
28/04/2014 a las 20:23
Borja, muy buen relato, lleno de emoción y tensión. Como dice Vicente, no puedes dejarlo hasta llegar al final.
¡Felicidades! Me ha gustado mucho.
David Rubio
28/04/2014 a las 22:35
Muy, pero que muy buen relato Borja. Se hace ameno, fácil de leer con una historia redonda y bien tramada. No se me ocurre qué sugerencia hacerte aparte de los goznes.
Felicidades
Pato Menudencio
30/04/2014 a las 04:52
Me ha gustado el relato, tiene esa dosis de violencia e historia bien armada que siempre me llama la atención.
Saludos.
lunaclara
30/04/2014 a las 11:00
Hola Borja! Un relato muy chulo. Casi parece que estoy viendo un par de escenas de una película.
Felicidades.
Aurora Losa
30/04/2014 a las 11:14
Antes de entrar en lo mucho que me ha gustado tu relato te voy a apuntar una cosilla que me ha chocado por la sonoridad:
“Ensimismado en su desgracia, dio un respingo cuando el ruido de unos gozones oxidados, anunció que una puerta se acababa de abrir en una lejanía próxima.
Sentía los pasos acercándose. Notaba su presencia, su eco en las graníticas paredes.
Debían estar muy próximos cuando se detuvieron.”
La repetición de “Próxima” y “próximos” resulta un poco redundante.
Y es lo único a objetar, si es que algo había, en un texto que atrapa desde el primer instante, contado con un manejo del lenguaje envidiable y cuya historia resulta conmovedora.
Enhorabuena.
José Torma
30/04/2014 a las 21:50
Vaya con el maltrato infantil y violencia de genero que me he encontrado en varias historias jaja.. me hacen pensar en lo rosa y tal vez cursi que es mi historia jaja.
Tu relato inquieta y provoca. Esta escrito de manera excelente y salvo al final que tuve que leer varias veces, me resulto muy fluido.
Muchas felicidades.
Chiripa
01/05/2014 a las 17:33
Hola Borja, encuentro en tu relato un tema interesante bien narrado y conmovedor.
La trama ha sido bien armada y la tensión tan bien dosificada que provoca leerlo sin detenerse ni para respirar.
Te hago notar dos cosillas:
“…Con los ojos vendados carecía de certeza alguna, pero el infesto hedor que llegaba hasta sus fosas nasales, le hacía sospechar…” ¿infecto?
“…dio un respingo cuando el ruido de unos gozones oxidados…” ¿goznes?
Enhorabuena y feliz escritura
Adella Brac
01/05/2014 a las 17:43
Gracias a tus cuidadas descripciones he podido conectar con la historia.
Buen relato, me ha encantado 🙂
Un saludo.
Miranda
02/05/2014 a las 20:28
Menuda historia Borja, impacta y atrapa al lector desde el primer momento. Te felicito, muy bien descritas las sensaciones. Y un final duro, pero expresado de una forma muy suave. Me ha encantado
Saludos. Te seguiré leyendo.
Yiye
03/05/2014 a las 02:17
Si hubiera que describirlo en una sola palabra: original. Pero como por suerte se pueden usar más… Es duro, pero no por ello deja de disfrutarse. Lo mejor, la forma en que vamos descubriendo lo que pasa poco a poco y sin que el narrador o un personaje tenga que decirlo a las claras.
Servio Flores
03/05/2014 a las 09:20
Un relato visualmente impresionante, muy crudo y con una capacidad para absorberlo a uno hasta el final.
Felicidades.