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Guerreros del ayer - por marisa cuñat mafe

Guerreros del ayer
Los niños habían salido al patio de recreo en estampida. Iván, David, Lupe y Santi blandían el cartabón, la escuadra y la regla de dibujo cual si fueran relucientes espadas. Todos habían abandonado el aula enardecidos. Pepa, la maestra, desde el dintel de la puerta les contemplaba satisfecha. A sus espaldas, la Peña Cadiella señoreaba en el valle. Más allá de los frondosos pinares, su pico de verticales murallones guardaba seculares secretos. Protegidas por la bruma matinal, en medio de un mar de nubes, las rocas murmuraban historias al viento.
Al sol invernal brillaban las armas, crujían los hierros, olía a sangre derramada y se escuchaba el gemir de los heridos. Las huestes sarracenas habían perdido su atalaya; Diestros arqueros habían asaetado los accesos, adustos guerreros habían cruzado el foso, se habían adueñado de los adarves, ocupado la torre y se deslizaban al patio de armas tras haber ascendido, con sus cabalgaduras, senderos zigzagueantes.
La posesión de aquella plaza estratégica serviría de refugio a aquellos soldados de fortuna que, en belicosas fronteras de tierra de nadie, podrían realizar correrías y saquear con ataques rápidos las taifas cercanas. Construirían una nueva muralla de refuerzo para proteger su cuartel general y el almacén de provisiones para suministro de la guarnición.
La fortaleza se alzaba en plena sierra, en la planicie precedente a la escarpada, abrupta y seca cresta de la emblemática cumbre, en la zona húmeda de la vertiente Norte. El enclave era perfecto para su objetivo: el cerco y la conquista del reino de Al-Quàzir y la defensa de su señorío ante la nueva amenaza almorávide.
¡Se acabó el juego, chicos! –dijo Pepa, batiendo palmas e indicando el regreso a clase. Ahora vamos a reconstruir el fuerte.
Y repartió unas cartulinas recortables donde constaban los elementos de los castillos medievales. Tijeras, colores y pegamento circulaban entre pupitres mientras preparaban la excursión a las ruinas de la montaña. La zona de frontera, la grava, la piedra, el tapial, las almenas, los parapetos, las rejas, las poternas, el alcaide, los centinelas, las torres y los aljibes tomaron forma. Cuando sonó el timbre de salida, todos llevaban consigo información sobre la ruta, itinerario e instrucciones para el día siguiente y una legendaria historia que contar.
Esa noche después de la cena, el padre de David, la madre de Lupe y tal vez alguien más, picados por la curiosidad, tras los reiterados ¿sabes qué…? de sus hijos, buscaron respuestas en Google.

Ganaron Peña Cadiella, las eixidas e las entradas-
Quando el Cid Campeador ouo Peña Cadiella ,
Males pesó en Xativa e dentro en Culera
Non es con recabdo el dolor de Valencia
En tierra de moros prendiendo e ganando
E durmiendo los días e las noches tranochando.
En ganar aquellas villas, myo Cid duro tres años

Las luces de las casas fueron apagándose y dicen que, de madrugada, una mesnada de aguerridos jinetes, de aire desafiante, se detuvo a saciar su sed, en la fuente de la plaza. El estruendo de las herraduras de los cascos de los caballos hizo temblar las calles y su eco resonó hasta que la neblina cubrió sus figuras cuando se adentraron en la umbría del monte, amparados por la oscura foresta.

Comentarios (5):

Aurora Losa

28/04/2014 a las 18:18

Desde luego Marisa, agradezco que encuentres similitudes entre tu texto y el mío, a mi se me ha caído el alma ante tu relato, tan poético con su trocito del Cid y todo, en cuanto pueda yo también buscaré en Google, no lo dudes.
Pero creo que sé por dónde iba lo que me dices en el comentario a mi texto, me temo que ambas hemos caído en la familiaridad de la escena para nosotras y nos ha costado hacerlo más divulgador para los que no conocen al menos un poco de esta historia de antemano.
Por mi parte, acabas de ganar una fan, no sólo por cómo has contado esta historia (repito, me quito el sombrero ante tu prosa) sino también porque me temo que con muchos de tus relatos voy a aprender cosas que desconozco en el sentido histórico y de costumbres que me son ajenas (y me encanta aprender)
Lo dicho, me ha parecido un gran relato, me encanta la forma en que has “colado” el texto original, es un recurso arriesgado pero lo has hecho muy bien y termina de darle sentido al relato. Espero, te insto, te ruego más bien, que uses este boceto para hacer algo más grande, estoy segura de que con más espacio quedará todo más claro y será más fácil engancharse.

marisa cuñat mafé

28/04/2014 a las 21:38

Me abrumas.EFectivamente es lo que creo que pasa con los temas que nos son obvio y queridos .es dificil transmitir y nos quedan flecos. Uno de mis comentaristas me hizo ver que si no se capta la esencia es aburrido y difícil.Me costó mucho este texto ,pero yo me divierto con las palabras.Gracias.

Eva

29/04/2014 a las 12:25

Hola Marisa:
Creo que lo único que le falta a tu texto es un poco más de espacio para atraer a los no conocedores del tema. Por lo demás, el texto engancha maravillosamente. La primera parte está perfecta. No le cambiaría ni una coma. Escribes con fluidez y poesía. Sin embargo, cuando llega a los padres y a los acontecimientos de la noche falta un pelín más. Hasta pronto

marisa cuñat mafé

29/04/2014 a las 14:49

Gracias EvA. Es verdad me gusta escribir sobre atmósferas, la acción y el desarrollo de la trama me cuesta mucho.

Adella Brac

29/04/2014 a las 19:02

Un texto evocador y de gran profundidad. Me parece que tienes una voz narrativa muy madura.
Huestes, abrupta, umbría… Palabras maravillosas que no se escuchan con frecuencia.
Como dice Aurora, ¡es para quitarse el sombrero! 🙂

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