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Herencia Mágica - por Yiye
Aún no daba crédito. Llevaba ya dos semanas malgastando mi talento con aquella torpe cría. Por algún motivo el rey estaba seguro de que la niña rebosaba potencial mágico, pero cada día que pasaba tratando de inculcarle los conceptos más básicos estaba más convencido de que el pobre anciano había sido estafado por la pluma de algún escribano al servicio de los tratantes de esclavos. Yo mismo habría podido detectar el engaño si no se hubiera negado a mostrarme la partida de nacimiento.
—Leria, ¿te importa? —llamé su atención al ver que una vez más su mente no se encontraba entre nosotros.
—Perdón —se disculpó mientras volvía al mundo real—, estaba pensando en lo que has dicho sobre las cuatro canalizaciones de la energía y…
—Son tres, Leria… Llevamos toda la mañana trabajando en ello; si no vas a prestarme atención prefiero que salgas a dar una vuelta por el bosque, así podré dedicar mi tiempo a la investigación.
—El rey no me deja salir del castillo —contestó enfurruñada—. Además, sí presto atención.
—Si eso fuera cierto sabrías que solo hay tres canalizaciones.
—Tú mismo has dicho que había una por elemento.
—Sí, y si no me escucharas a medias también habrías oído que el cuerpo humano no puede soportar una de fuego.
—Yo puedo hacerlo —contestó con total despreocupación.
No podía culparla por su ignorancia, después de todo solo tenía doce años, ¿qué mago no soñaba con canalizar el fuego a su edad? No obstante, aquella falta de respeto por los principios de la magia había acabado con mi paciencia.
—Muy bien, muéstrame como lo haces —la reté.
—¿Aquí dentro? ¿No será peligroso?
—Bueno, aunque no sea capaz de realizar la cuarta canalización sigo siendo el mago mas poderoso de las Tierras de Luz —contesté vacilante—. Podré apañarmelas con un pequeño incendio.
—Está bien…
Entonces ante mi asombro se descalzó el pie izquierdo y realizó un vinculo geofísico con el suelo mientras con las manos fusionaba los gestos del agua y el viento para crear una especie de remolino de vapor. Antes de que pudiera entender qué era lo que pretendía, una ráfaga de energía había reducido a un montón de humeantes cenizas mi escritorio.
—¿¡Pero qué demonios!?
—¿Quieres que lo haga otra vez? —preguntó orgullosa mientras yo trataba de extinguir las brasas.
—¡No! Se acabó el juego. ¿Se puede saber como has hecho eso?
—No lo sé —confesó con toda naturalidad—, supongo que al ser la canalización mas poderosa es lógico que sea resultado de las otras tres, ¿no?
No, no era eso… Tras recuperarme de la impresión comprendí que en realidad no había usado fuego como tal, sino que había emulado el comportamiento de un rayo formando una nube con las manos y protegiendo su cuerpo con la tierra. Una solución ingeniosa basada en miles de principios que desconocía y a la que ningún mago había llegado hasta ahora. ¿Quién era ella? ¿Cómo alguien sin los conocimientos teóricos más básicos podía haber ingeniado esa solución? No podía permitir que alguien con su potencial me desbancara y echara a perder mi reputación. Si era capaz de hacer algo así ahora ¿quién sabía hasta donde podía llegar? No había más remedio: debía acabar con ella antes de que su poder fuera mayor.
—¿Te has enfadado? —me preguntó preocupada sacándome de pronto de mis pensamientos.
—¿Eh? No, no, para nada —mentí—. ¿Por qué lo dices?
—Porque has puesto la misma cara que mis padres el día que me vieron hacer esto. El día que me abandonaron.
—¿Te abandonaron? ¿Qué tipo de padres abandonan a su hija por chamuscar un mueble?
—No fue por el mueble. Creo que a mamá le daba miedo que fuera capaz de hacer fuego.
—¿Y a tu padre?
—No lo sé. Yo creía que el estaría orgulloso —dijo entre lágrimas—, era mago de la corte en Khalevorn. Creía que algún día…
—¿En Khalevorn? —la interrumpí sobresaltado—. ¿Trabajaba para el señor de Khalevorn?
—Sí, más o menos como haces tu aquí.
—¿Y cómo dices que se llamaba tu padre? —pregunté como si tampoco tuviera especial interés.
—Galvand. ¿Por qué? ¿Lo conoces?
Galvand, claro. Por eso tenía tanto poder. Por eso el rey no quiso mostrarme su descendencia. Para que no supiera que estaba educando a mi propia nieta. Pero eso no cambiaba nada: debía eliminar aquella amenaza de raíz.
Comentarios (8):
Yiye
28/04/2014 a las 22:58
Bueno, lo primero dar gracias a los tres comentaristas de este mes.
Lo segundo: parece que lo que no ha gustado a nadie ha sido que el mago conservara la idea de matar a la niña. En un principio quería dejarlo a libre interpretación del lector, pero me preocupaba que dejándolo al aire pareciera que el mago deshechaba la idea. Si sirve de consuelo, en caso de que me aventure más allá con esta historia, no apostaría un duro por el abuelo.
Y gracias a uno de los tres comentaristas he podido comprobar que pese a dedicarle cada vez mas tiempo a repasar las tildes, me han seguido faltando unas pocas. Que ganas de hacerme con el poder del mundo y prohibirlas todas… Pero bueno, de momento tendré que seguir trabajando en ello y en los otros aspectos que me han sugerido.
Denise (ex Cibeles)
29/04/2014 a las 00:31
Hola, a mí me pareció original que el abuelo siga adelante con la decisión, pero quizás desarrollando un poco más al personaje (mostrando lo hdp que es), o agregando un pequeño conflicto interior, se ayudaría a la verosimilitud.
Me gustó el relato, espero seguir leyendo cosas tuyas!
Aldo Brov
29/04/2014 a las 01:02
Es verdad, el final no me deja contento, mas que nada porque siento que no es coincidente con el personaje, ya que no da la sensacion de un hombre maligno, y seguramente entarse que es su nieta le deberia afectar de alguna manera especial, no simplemente decir “no importa hay que matarla” es como que pierde credibilidad, como si el globo se pincha al final. Pero todo lo demas esta de 10. Felicidades por el gran relato.
Y.. ufff los tildes, a veces pensar en ellos hace que la magia se disipe, prefiero evitarlos en un principio, total para eso estan los correctores. Suerte!
Borja González
30/04/2014 a las 10:32
Hola!
Gran historia. Me estaba acordando de el nombre del viento mientras la leía. Y lo digo como algo bueno.
Hombre, que el mago viejo quiera matar a una niña, no mola. Pero si fuese un mundo de plastilina y gominola el que contases, nadie leería la historia. Sin conflicto, no hay nada.
Enhorabuena. Promete la historia. Y mucho.
Yiye
01/05/2014 a las 02:15
Pues si que me basé un poco en el nombre del viento a la hora de hacer que la magia funcionara con una pequeña base científica. Nada del otro mundo, solo que la niña se conectara a masa con el pie para alterar la diferencia de potencial entre la nube de vapor y el suelo (y de paso no electrocutarse).
Y para la relación entre el mago y la niña me basé en el odio de Salieri a Mozart en la película Amadeus. Cuando la vi de pequeño me impresionó mucho como Salieri se veía sobrepasado por un niñato que no mostraba ningún respeto por un mundo al que él había dedicado toda su vida. También dentro del mundo deportivo la rivalidad entre el metodismo y los cálculos de Prost y el talento natural de Senna.
Lo que pasó con el viejo mago, que como dice Aldo Brov no da la sensación de ser tan malo, fue que al reducir el número de palabras del texto se perdieron matices. Tendré que tener en cuenta que cuando recorto, aunque en mi cabeza todo siga igual, el lector ya no percibe lo mismo.
Adella Brac
01/05/2014 a las 18:01
Estoy de acuerdo con lo que se comenta, no me parece mal que el mago persista en su idea de asesinar a la niña, pero quizá ha faltado algo de espacio para que quedase claro que su ambición está por encima de sentimentalismos.
En este relato veo la semilla de algo más grande. Si algún día te animas a desarrollarlo, avísame 😉
Un saludo.
Aina Pons Triay
02/05/2014 a las 07:00
Hola Yiye. Creo que es muy buen texto y como bien comentas, el recorte dejó al abuelo sin la maldad que requerimos los lectores para entender bien y creernos el final, aunque si fuera un “mago bueno” estaría perfecto. Además la niña te ha quedado pintada. Enhorabuena.
Aurora Losa
02/05/2014 a las 08:16
Vaya, Yiye, esperaba algo bueno de ti pero esto me ha gustado mucho, sólo un tironcillo de orejas: REPASA, que hay tildes que te comes y no porque no sepas ponerlas, que las pones bien en unos sitios y en otros no están. Hala, ya está.
Por lo demás me encanta ese final abierto, espero que desarrolles la continuación, puede que este sea el principio de una historia y que puedas intercalar cosillas sobre el pasado del mago y de su hijo, no sé, son sólo sugerencias, pero creo que quedaría algo realmente chulo y que puedes hacerlo, además me muero de ganas por saber qué pasa a continuación.
Enhorabuena.