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La ciudad y el avestruz - por tarodsim
La Alameda estaba patas arriba. Había llegado el circo a la ciudad y no se les ocurrió otro sitio para montar su carpa que en mitad del parque. Debían de haber untado bien a Don Gerardo Currás, excelentísimo alcalde de Compostela.
Yo estaba en mi segunda semana de ponerme en forma, es decir, en mi segundo día de ir a correr diez minutos, que hoy decían que no llovía, que hay que empezar poco a poco, que si no luego empiezo a creerme alguien importante, uno de esos que con sólo proponérselo consigue que le recalifiquen una parcelita en un basurero y se hace un adosado con vistas y olores de un color azúcar mosca cojonera. Estaba acabando mi segunda sesión maratoniana, en el minuto 8 para ser más exactos, justo acabando la recta larga, la que llega a la curva grande que da a la explanada que tiene una fuente en el centro, estaba saboreando ya el agua helada y pensando que si lo dejaba en el minuto 9 tampoco pasaba nada, cuando doblando la curva vi cómo surgía de la bruma un avestruz blanco que devoraba la niebla con cada mirada estúpida de avestruz albino. Me paré en seco en el segundo 19 del minuto 8. En seco es un decir porque iba ya tan despacio que sólo con suspirar del susto quedé varado, la cabeza hacia abajo, los brazos congelados en un movimiento de patética lentitud.
El avestruz sonreía. Andaba despacio mirándome con sus ojos grandes como huevos de dinosaurio. Se acercaba a mi figura doblada mientras la lluvia volvía a golpear la tierra mojada. Abrió su pico y pensé que quería matarme. El miedo se acurrucó en la boca de mi estómago y desalojó a los ocupantes triturados. Vomité vaya.
Apareció un hombre gigante con una lazada vaquera. Le vi por el rabillo mientras perfeccionaba mi vómito. El avestruz estaba entretenido comiendo mis restos de bistec y pudding de manzana. El vaquero me pidió ayuda en silencio. Hizo una cuenta atrás con sus dedos. Supuse que quería que le cortara la huida al albino. El último dedo descendió y la mano se convirtió en un puño. Un segundo después la soga volaba hasta el cuello. Por suerte no hizo falta mi ayuda. El avestruz seguía degustando.
<<Perdona amigo, me ayudas a llevarla hasta su jaula>> ¬—dijo el vaquero con acento ruso.
El gigante gélido no abrió la boca hasta que llegamos frente a los barrotes. Me pasó la soga. Subí una rampita arrastrando al bicho mientras él le empujaba por el culo plumero. No calculé muy bien porque el avestruz quedó entre la puerta y yo. Intenté rodearlo para salir pero debía haberme cogido cariño porque me seguía.
<< ¡Eh, amigo, ayuda!>>—le grité imitando su acento de ruso mafioso.
El silencio puso acento ruso también.
Me volvieron las arcadas. Vomité otra vez para deleite de mi amigo. Por suerte había un periódico amarillento. Apunté sobre el titular pero me dio tiempo a leerlo. La foto de un gigante ruso detenido por tráfico de órganos confirmó mi sentencia y el vómito se alargó más de lo políticamente correcto.
Comentarios (6):
Vicente Pacheco Gallego
28/03/2014 a las 15:05
Lo comente una vez y lo comentaré las veces que hagan falta, me gusta mucho tu forma de relatar, esa forma de ver la vida desde otro punto de vista y además de esa manera tan bien descrita como haces con las situaciones y los personajes.
No puedo más que felicitarte y animarte a seguir escribiendo.
¡Enhorabuena!
Tarodsim
31/03/2014 a las 14:08
Hola Vicente,muchisimas gracias por los ánimos. Con comentarios así da gusto. Intentaremos seguir 😉
Te pongo un blog mejicano que descubri este fin de semana. Es parte de una licenciatura de creación literaria. Ojála hubiera en españa algo así.
http://uacmcuentodos.wordpress.com/about/programa-del-curso/
Un saludo.
Vicente Pacheco Gallego
31/03/2014 a las 14:33
Acabo de ver el enlace que has dejado, es muy interesante. Para variar siempre son cosas que se hacen fuera de España, no es la primera vez que me encuentro con algo así, también he buscado otras cosas y la gran mayoría de veces las he encontrado al otro lado del charco.
Aurora Losa
03/04/2014 a las 12:18
Ni en cienmil millones de años me habría esperado el final. Me encanta. Me chifla.
Primero la declaración de intenciones, tan campechano; el relato del tiempo en que para de correr; la aparición del bicho, que parece formar parte del absurdo o de una alucinación pasando a ser real.
Mi más sincera enhorabuena por tu talento.
Estoy deseando ver cómo te las ingenias con la escena de este mes.
Aurora Losa
03/04/2014 a las 12:20
Ni en cienmil millones de años me habría imaginado ese final.
Me encanta el texto, me chifla.
Ese inicio con la declaración de intenciones, el cronómetro, el avestruz que parece salido de una alucinación pero que es real…
Mi más sincera enhorabuena por tu talento.
Estoy deseando ver cómo te las apañas con el reto de este mes.
tarodsim
03/04/2014 a las 21:55
Hola Aurora. Muchas gracias, me alegro de que te gustara. A ver este mes, una de castillos…;-)
Saludos!