Literautas - Tu escuela de escritura

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Impuntuales - por Tania Yesivell

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La farola parpadeó,interrumpiendo la lectura del hombre de traje marrón que se sentaba, con la espalda muy recta en la banca desvencijada.
En lugar de retomar el párrafo en que se indicaba como habían capturado a la peligrosa banda criminal, echó un vistazo alrededor.
Nada.
―¿Dónde estás…? ―murmuró, mientras miraba su reloj de puño.
Ver la hora bajo aquella luz era un poco más difícil que leer el periódico, pero pronto confirmó que pasaban las dos de la madrugada. Y el tipo no aparecía. Ya había sido bastante irracional que lo citara a esa hora en un parque, pero ¿no aparecer? Empezó a maldecirlo con el pensamiento y enrolló el diario, mientras se ponía de pie para marcharse.
A las 12:40 am, había pensado que su nuevo amigo había confundido las cosas, que creía que la primera hora del día era el momento en que el reloj daba la una. Le perdonó su estupidez y continuó la espera, durante la cual había estado leyendo todo el periódico, más por pasar el tiempo que para informarse.
De vez en cuando, entre noticias o cuando la luz se extinguía, daba una mirada alrededor y pensaba en lo emocionante que era todo aquello. Una especie de primera oportunidad.
«Ven a primera hora y lo hablamos», había dicho el hombre que tan amablemente le ofreciera su primer empleo. Y él lo había llamado amigo de inmediato. No había cuestionado aquella extraña selección de lugar y momento. No había cuestionado el hecho de que su nuevo amigo no le diera su nombre.
El había vivido siempre en su caja de cristal, y ahora que su madre había muerto dejándole una herencia millonaria pero ningún propósito, le fascinaba la posibilidad de tener un empleo.
Pero tampoco tenía porque ser tan paciente con aquel idiota. Se largó de ahí furioso y la farola se quedó sola, parpadeando de vez en cuando hasta que sus sensores reconocieron la luz del día y se apagó por completo.
Los más madrugadores pasaron sin mirarla.
El hombre llegó, a primera hora. Esperó setenta y tantos minutos antes de darse por vencido y, tras hacer una seña al francotirador que debía estarlo viendo desde algún lugar oportuno, abandonó el lugar, resignándose a tener que buscar otra oportunidad para sacar del camino al único individuo que se ubicaba entre él y la fortuna de su antigua empleadora.

Comentarios (5):

Miranda

29/03/2014 a las 19:10

Buenísimo Tania.

Creo que no había leído ningún relato tuyo, me ha parecido imaginativo y me he divertido mucho con el error “de primera hora” je,je. Que bien le vino al protagonista, entenderlo mal.

Me ha gustado mucho.
Te seguiré leyendo, espero que tú a mi también.
Felicitaciones

Cibeles

30/03/2014 a las 05:14

Muy divertido, te felicito!

José Torma

01/04/2014 a las 00:11

Me ha parecido muy original e inventivo. La confusion de las horas muy bien manejada y el giro final inesperado… yo estaba apostando por vampiros jaja

Muy bien me ha gustado mucho.

Felicidades.

Aurora Losa

01/04/2014 a las 10:14

El final es perfecto, inesperado, creativo. Por lo que al resto respecta, sólo te diría que cuidaras la sonoridad del texto.
Enhorabuena.

Sucker

04/04/2014 a las 02:22

Delicioso pastelito el que nos has dejado aquí, lo terminas rápido y con ganas de repetir

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