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Mala - por Rosa
MALA
Inmaculada estaba sentada en el mismo banco de siempre. Se encontraba frente a un pequeño parque infantil y ese día, como la mayoría últimamente, se había levantado con mal cuerpo. Tenía una especie de desasosiego que la incomodaba y presentía que ese sentimiento iba a condicionar el resto de ese día primaveral. Su irritación había ido creciendo al ver que no podía controlar esa ansiedad.
Un hombre que no había visto antes se sentó a su lado y se dispuso a leer el periódico.
– ¡Eres muy mala! ¿Cuántas veces te he dicho que la tierra no se come?- Una madre le sacaba a su hija de no más de dos años la tierra que se había metido en la boca. – ¡Yo no puedo más! ¿Por qué me ha salido una niña tan mala?
Se dio cuenta de que el hombre, que había estado leyendo al otro extremo del banco, ya no estaba y se había olvidado el periódico. Lo cogió sin una intención concreta y ojeó la primera página. “La mala racha del Real Madrid se acabará con la entrada de Mourinho como entrenador” leyó en un titular. “Pero, ¿de cuándo era este periódico?”. Buscó la fecha. Efectivamente, era del 20 de mayo de 2010. “¿Qué hacía alguien leyendo un periódico de hacía cuatro años?” “Bueno, qué más da.” Siguió hojeándolo. “El álbum de La Mala Rodríguez, Dirty Bailarina, ha tenido buena acogida en…”, “La mala puntería del pívot le privó de la victoria de…” Dejó el periódico donde lo había encontrado y levantó la vista. En el parque, sentada en medio de sus juguetes y rebozada de arena, seguía la niña, que se lamía los mocos como podía.
-¡Es más mala que el demonio! No he conocido nunca a nadie igual. – Una mujer de piel morena y acento sudamericano le explicaba a otra las cosas que la obligaba a hacer su jefa. – Y encima, en el último momento, me dice que le corte las uñas de los pies, que ella no llega bien. ¡La odio! Si no fuera por el dinero… Bueno, que llego tarde a casa. Hasta mañana, Evelyn.
De repente se dio cuenta de que, desde que había dejado el diario, sus manos habían estado como agarrotadas y de que se estaba clavando sus propias uñas al cerrar los puños. “¡Por Dios! No puedo seguir así. Tengo que encontrar la manera de superar esto.”
– ¡Ay! ¡Qué bien que estás aquí, Inmaculada! ¿Me puedes hacer un favor?- su vecina Pepita se acercaba a ella e, implorándole con la mirada, le dijo: – ¿Me puedes vigilar a Timmy un momento? Me he olvidado las sardinas en la peluquería y este perro es tan viejo y camina tan despacio que cuando llegue ya estará cerrado. No tardo más de cinco minutos. ¡Gracias!
No le había dado ni tiempo a contestar cuando se encontró con la correa del chucho en la mano. Este le gruñía, como hacía siempre que la veía. Tras un minuto, sin apenas decidirlo, enrolló la cinta alrededor del cuello del yorkshire, que la seguía mirando con recelo pero completamente ajeno a lo que le esperaba. Pasó la correa por detrás de la pata del banco y empujó al animal con el pie hacia atrás. Había algunos arbustos y apenas se le veía. Empezó a enseñarle los dientes, con ganas pero sin fuerzas, y ella comenzó a tirar lentamente del extremo de la correa, hasta que el perro quedó pegado a la pata. Su dueña estaba a punto de venir. El perro empezaba a gemir pero solo tardó unos segundos en quedarse mudo. Ni siquiera hizo el amago de liberarse, la pobre bestia. Esperó un poco más y lo soltó. Desenredó la correa y dejó al animal tendido detrás del banco sin dejar de sostenerla por el otro lado. Se volvió a sentar, se apoyó en el respaldo y suspiró. Abrió un poco las piernas y notó cómo le temblaban mientras un escalofrío le recorría el estómago y bajaba hasta su vientre. Había conseguido liberar la tensión y se sentía bien, muy bien. Quería disfrutar de ese momento pero vio que su vecina se acercaba a paso ligero. Inmaculada se levantó despacio. Aún le flaqueaban las piernas. La última vez que había sentido algo parecido había sido con Tomás, pero de eso hacía una eternidad.
– ¡Qué mala suerte! Ya habían cerrado y me he quedado sin las sardinas para comer. ¡Timmy! ¡Timmy!
Comentarios (7):
Ada Lena G. P.
06/04/2014 a las 08:47
Rosa me ha parecido muy original tu relato, porque lo has orquestado partiendo de un punto de fuga sencillo, que le aporta ritmo, apoyándote en ese calificativo ‘mala’, que a su vez es también el motor que desencadena el contenido de tu historia.
Vas creando una serie de subhistorias, que con sutileza, preparan al lector para ese duro y
melodramático final en el que acabas dibujando a una protagonista desquiciada.
Pienso que si separas el diálogo de la narración el relato resultaría más ordenado.
¡Enhorabuena por este trabajo!
Saludos de Ada.
Rosa
09/04/2014 a las 16:48
Gracias por comentar mi relato. Todas las opiniones cuentan. Creo que da más de sí, pero la extensión era limitada. Estoy trabajando en una versión algo más larga, para profundizar más en por qué la protagonista es como es. Voy a leer el tuyo. Saludos.
Moria Puch
09/04/2014 a las 17:52
Hola Rosa 😀
Te tiro algunas correcciones técnicas, que son más mi especialidad XD jaja
Ten un poco de cuidado con las cacofonías molestas que se crean alrededor del nombre de la protagonista y los verbos posteriores. También hay un “efectivamente” por ahí que no es útil ni está bien utilizado.
Para los diálogos siempre van guiones largos. Esos cortos que utilizas son para separar las palabras al final de un párrafo y continuarlas abajo (cosas de editorial).
Por lo demás, el relato me parece correcto y entretenido (:
¡Un abrazo enorme!
Emmeline Punkhurst
09/04/2014 a las 20:11
Hola Rosa:
Me encanta cómo vas hilando la trama y describiendo esa acumulación de maldad y mala leche que va adquiriendo la protagonista. El final está muy logrado porque transmite desazón e incluso repugnancia a la persona que lo lee. Además, dejas la historia de Tomás abierta, lo que provoca varios interrogantes y que no te haga falta evidenciar todos los actos violentos que haya llevado a cabo Inmaculada ni dar explicaciones innecesarias. Te felicito por ello.
Nos seguimos leyendo 🙂
Rosa
10/04/2014 a las 13:39
Moria, las correcciones son más que bienvenidas. Leeré el texto en voz alta para detectar esas cacofonías. Quizás deba cambiar el nombre de la protagonista, aunque quería que fuese un símbolo. Lo de los guiones ya lo sabía, pero con el portátil no tengo el teclado numérico y me lío. Gracias por comentar.
Emmeline, la idea es alargar el relato y explicar por qué la protagonista es así. La razón es una madre que la anuló completamente y la quiso modelar a su gusto. Inmaculada no ha vivido su vida, sino la de su madre. Al morir ella (la madre)tiene sentimientos que no había experimentado nunca y necesita sacar su frustración y represión de alguna manera. Por ahí también saldría el padre y Tomás. ¿Alguna sugerencia para trabajar la mente enferma de Inmaculada? Abrazos a todos.
Emmeline Punkhurst
10/04/2014 a las 22:32
Rosa, qué te parece enseñar a Inmaculada a que canalice frustraciones e ira a través de la escritura? Much@s lo hacemos 😉
Rosa
11/04/2014 a las 13:08
Gracias por la sugerencia pero no la veo…