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Mensaje secreto - por Maureen

—¿Ya estamos todos? —preguntó Manu nada más llegar, y se sentó en el respaldo del banco al lado de Ana.
—¡Qué va! Faltan Pablo y María.
—Joder, siempre llegan tarde. ¿Qué coño andarán haciendo?
—Lo mismo se están enrollando —dijo Ana con una sonrisita tonta.
—¿Pablo y María? No me hagas reír. Ah, allí viene Pablo.
En efecto, Pablo se acercaba a ellos. Se quedaron mirándole llegar, pues en vez de su habitual caminar pesado, parecía presa de una extraña agitación que le obligaba a alternar saltitos y carreras cortas.
—¡Hey! Mirad lo que me he encontrado un poco más allá.
Les mostró el periódico manoseado que llevaba en la mano, pero las reacciones no fueron las que esperaba, nada extraño considerando que para ellos no era más que un periódico viejo.
—Buah, tío, un periódico viejo, ¿y qué hay con eso? —le preguntó Ana.
—Nah, que ahora quiere que nos pongamos a saber lo que pasa en el mundo —dijo Manu, y sentenció—: El mundo es una mierda, y punto.
A pesar de las respuestas de sus amigos, Pablo no se dejó amilanar. Estaba seguro de que había descubierto algo importante.
—Tiene algunas letras rodeadas, ¿no lo veis? En la primera página hay una e y una t, y en la siguiente otra e, una s y una o… ¡Es un mensaje secreto!
—¿Ah, sí? ¿Y qué dice, listillo?
—Pues… no lo sé. Pero pienso averiguarlo.
—Pero a ver, Pablo —dijo Ana, con paciencia—, ¿por qué iba alguien a poner un mensaje secreto en un periódico tirado en un parque?
Paula y Juan, que se besuqueaban un poco apartados del grupo, se separaron en ese momento para prestar atención a lo que decían sus amigos. Juan hizo su aportación:
—Eh, eso es como un episodio de “El mentalista”. Un tipo al que matan, porque encuentra un periódico con letras rodeadas, y luego era no sé qué de espías o algo así…
Paula le dio un golpe cariñoso:
—Te explicas de vicio, ¿eh? —se volvió hacia Pablo—. A ver, chico listo, Ana tiene razón. ¿Quién iba a esconder aquí, en Cuenca, que está en mitad de ninguna parte, un mensaje secreto en un periódico?
—Pues no lo sé. Pero la idea de Juan no es mala —Juan sonrió a Paula con suficiencia, Paula volvió a golpearle. Pablo continuó, sin prestarles atención—. Tal vez… tal vez así alguien pasa información a una empresa rival. Espionaje industrial o algo así… ¿No? —preguntó sin convicción al reparar en cómo le miraban los demás.
—Venga ya, hombre. ¿Espionaje industrial en Cuenca? Me parto contigo, tío.
—Venga, Manu, no seas malo. A mí se me ocurre otra hipótesis. ¡Eh, no me miréis así! La profe de mates nos ha explicado hoy esa palabra —en realidad, Ana la conocía perfectamente, pero no le quería que los demás pensaran que era una “nerd”—. Bueno, a lo mejor es un poco absurdo lo que pienso, no sé. A ver, una señora a la que su marido tiene secuestrada en casa. Sólo puede salir con él. Aprovecha que él no está para escribir ese mensaje en el periódico y cuando salen a pasear, lo deja disimuladamente para que alguien la ayude.
—Bueno… —dijo Paula.
—Como hipotisis de esa… vale —dijo Juan a la vez, lo que ocasionó otra tanda de golpes por parte de Paula.
—No os veo muy convencidos, ¿eh?
El único que pareció considerarlo fue Pablo, pero enseguida negó con la cabeza.
—La verdad, Ana, no me parece muy probable.
—No, cuando lo he dicho en voz alta, a mí tampoco me ha sonado posible. Pero a ver, tío, ¿seguro que es un mensaje? ¿Lo has descifrado?
—No. Lo he intentado pero no le veo ningún sentido, la verdad.
—O sea, que lo del mensaje secreto te lo has inventado —zanjó Manu—. Anda, Pablo, tira ese periódico viejo por ahí y deja de dar la brasa.
—Pero…
Pero… ya no le escuchaban, porque en ese momento apareció María con dos bolsas llenas de botellas y gritando que la ayudaran. Pablo, algo decepcionado, dejó el periódico en el banco y se fue con los demás.
Un par de copas después, se olvidó del periódico.

—¡Por fin!
Los tres integrantes del equipo azul salieron de su escondrijo a la vez y se abalanzaron a por el periódico. Descifraron el mensaje secreto sin mayor dificultad y fueron a recoger su tesoro. Eran los ganadores de la yincana infantil.

Comentarios (13):

fernando sanz félez

29/03/2014 a las 19:09

Me parece fantástico. Unos diálogos estupendos. Podría decir que he estado sentado en el parque con ellos. Estupendo. Si me permites, un único pero: esos chicos construyen demasiado bien las frases para no saber lo que es una hipótesis. No sólo Ana, todos lo tienen que saber. Ven series de televisión en las que los protagonistas lanzan hipótesis permanentemente.
Además, quiero felicitarte por haber elegido una ciudad como Cuenca. ¿Y por qué? Porque trasladar una acción de algo a Cuenca es fabuloso y nos hace despertar, reconocer de repente que hay tramas y argumentos más allá del barrio chino de Barcelona, el Lavapiés de Madrid, el Bronx o el Soho de por ahí fuera. Sólo faltaba que la hubieras ubicado en Teruel o Soria y lo habrías “cuadrao”.
Según iba leyendo y nos acercábamos al final imaginaba algo grande. Tipo CNI y Alquaeda. Una simple yincana lo desinfla de golpe, pero también es una bofetada argumental semejante a la de la ubicación que he comentado antes.
De verdad felicidades. Un escrito fresco, muy fresco. Muy agradable de leer y muy visual. Y muy creíble. Yo he sido uno de esos chicos. Todos lo hemos sido alguna vez.
Enhorabuena.

Maureen

30/03/2014 a las 11:25

Hola, Fernando.

Muchas gracias por comentar, me alegro mucho de que te haya gustado mi texto. Jajaja, lo de ambientarlo en Cuenca es porque es donde vivo, y me pareció buena idea por lo que dices, de que no sea siempre Madrid u otra ciudad grande… además de que le iba bien lo absurdo de un mensaje secreto ¡en Cuenca! Y de ahí el final con la yincana infantil… porque aquí no podía sea otra cosa 😉

Para uno de los que me comentó: busqué en la RAE cómo escribir lo de «yincana» y la palabra no está incluida de ninguna manera. Por internet, parece que recomendaban escribirlo como lo puse, y no «gincana», «ginkhana» u otras variantes. Pero efectivamente, es un juego de pistas y/o pruebas para descubrir un tesoro.

Aina Pons Triay

30/03/2014 a las 12:17

¡Buenísimo! Me he reído mucho al final.
Coincido con Fernando, has hecho fácil que me imaginara sentada junto a los jóvenes, con esa Paula dándole golpecitos a su novio (¡todos hemos tenido una pareja de amigos así en el grupo!). Y después los pobres críos, esperando a que los jóvenes se emborracharan para recoger el mapa de su tesoro. Es muy buena idea, ¡me ha gustado mucho!

Kangreja

30/03/2014 a las 16:14

jajaja! el final me ha encantado! no podía ser mejor! La historia esta muy bien enlazada y consigues que el lector se introduzca con facilidad. Felicitaciones! P.D. 😉 Gracias por tu corrección.

Peter Walley

30/03/2014 a las 16:22

Hola Maureen,

Me ha gustado mucho, y me ha dejado un poso de melancolía el contraste de los niños buscando un tesoro y los adolescentes (que son probablemente los mismos niños cinco años después) haciendo botellón y preocupados por no parecer demasiado listos.

Un diez por lo bien que has manejado el lenguaje coloquial, no era nada fácil y de eso dependía mucho el éxito del relato. Felicidades.

Wolfdux

31/03/2014 a las 05:57

Felicidades Maureen por tu relato, como ya se ha dicho por aquí, la conversación es tan natural que bien podríamos estar nosotros entre ese grupo de amigos debatiendo si lo del periódico es un código secreto o no. ¡Enhorabuena!

forvetor

01/04/2014 a las 22:44

jajajajaja… muy bueno Maureen! hubiera tenido su gracia que al final el equipo azul fueran unos paramilitares que canearan a todos para llevarse el mensaje secreto, pero el equipo de yincana es mucho más conmovedor. un diez para le diálogo, porque todos los que nos dedicamos a esto sabemos que hacer que parezca fácil y fluido es la parte más difícil y trabajosa 😉
un abrazo, nos leemos!
Sergio Mesa / forvetor
http://miesquinadelring.com/

Aurora Losa

02/04/2014 a las 10:31

Sólo voy a decir, en el tono de los protagonistas finales: ¡Mola!
Lo del espionaje industrial en Cuenca y que sea una gymkana…
Enhorabuena.

Maureen

05/04/2014 a las 17:51

Muchas gracias a todos los que habéis comentado por aquí. Me alegro de que os haya gustado.

Estoy contenta de que los diálogos resulten naturales, siempre me han resultado más fáciles de escribir que las descripciones o la propia narración, pero no tenía muy claro si desde fuera se veían fluidos o no.

Miranda

09/04/2014 a las 15:16

¡Que divertido!, unos dialogos realmente fluidos. Me estaba imaginando la escena perfectamente y estoy de acuerdo con Aina, en que es un acierto lo de mostrar a los adolescentes haciendo el tonto, y a los niños siendo más listos que ellos y descrifrando el mensaje de “et eso”.

Nos Hace falta más imaginación infantil

Para este mes Yinkana en el castillo, je,je, teniendo en cuenta que además tiene que aparecer la palabra “juego”, habrá muchos relatos que tengan yincanas adultas.

Felicidades. Te apunto a mi lista de comentar

Nos leemos

Maureen

09/04/2014 a las 16:57

¡Muchas gracias, Miranda! Me alegro de que te haya gustado. Este mes he evitado la yincana en el castillo, aunque me atraía el asunto, jajaja.

El tuyo me lo leí cuando salió, porque me llamó mucho la atención el título, y pensé que había comentado, pero acabo de comprobar que no. Luego me lo releo, porque no me acuerdo de mucho, y te escribo mi opinión, aunque sí que sé que me gustó.

Rosa

10/04/2014 a las 14:11

¿Qué puedo añadir? Lo único que cambiaría, como ya han comentado, es lo de la “hipótesis”. Me parece que los chavales deben tener unos quince años y esa palabra seguro que ya la sabrían. Por lo demás, perfecto. Diálogos fluidos y creíbles, naturales. Quizás sí que al final uno espera un giro más drástico, pero tampoco es necesario que siempre sea así. Muy bien.

Cris

15/04/2014 a las 08:44

¡Muy bueno!, sobre todo los diálogos que hacen la lectura fluida y rápida y la forma de hablar de los chavales es tan natural, como dice Wolfdux…
Me ha gustado y el final, totalmente inesperado.
Felicidades.

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