Se había inaugurado el primer parque con árboles virtuales del país. Hologramas con altura, color y aroma específicos. Uno podía acercarse a la proyección, y en un panel flotante digital, podía elegir la estación en que quería ver desarrollarse al árbol. Si uno elegía otoño, el árbol comenzaba a desnudarse lentamente, si uno elegía primavera, las hojas brotaban de las ramas tomando un color verde tan saturado que era imposible dejar de mirarlo. Había un menú desplegable para efectos secundarios: entre ellos, el canto de ciertos pájaros, ciclos de copulación de los insectos, y algunos tipos raros de mariposas que desaparecían aleteando entre las ramas o que volaban hacia uno hasta desintegrarse en una lluvia de partículas digitales.
Todo era proyecciones en ese parque, excepto los asientos.
Uno podía sentarse frente a cualquier árbol y mirarlo durante horas. Como era un ambiente al aire libre y también con muchos sectoresdescampados, se podía fumar sin problemas, comer e incluso acampar en verano con la proyección de un invierno caluroso con nieve.
Los datos y la información de los árboles colgaban virtualmente a al lado de cada espécimen. Era todo muy loco. El día que fui a conocer el parque me encontré con un hombre viejo, sentado frente a mi árbol preferido.Sostenía algo raro entre las manos. La cosa tenía como diferentes capas y cada tanto el hombre las daba vuelta, una por una, sin sacarle los ojos de encima.
─¿Qué es eso? ─le pregunté. Sí, yo siempre tan entrometido.
─Es un diario. O un periódico. O un newspaper.
Lo miré torciendo la cabeza.
─Perdón, pero no le entiendo.
─Esto ─me dijo, y se levantó desplegándolo frente a mí─, es como la gente del pasado se enteraba de las cosas.
Miré detenidamente y lo único que llegué a entender fue laimagen de un tanque pasando por encima de una montaña de huesos.
─Ah─dije─, es una de esas cosas que llamaban“libro”.
─¡No, no es un libro!
─Pero tiene cosas escritas alrededor del dibujo.
─Son noticias.
─¿Noticias? ¿Y cómo hace para encontrar la que busca? ─me acerqué al hombre y traté de darle una palmadita en el hombro pero él lo retiró. Le sonreí pícaro─: no me joda, ¿dónde está el buscador? ¿Cómo activa la voz automática para que le lea la nota mientras usted hace otra cosa?
─No tiene buscador. Usted tiene que sentarse y leérselo todo.
─¿¡Leerlo todo!? ¡Me está jodiendo! No puedo perder mi vida leyendo.
Para eso estaban los implantes neuro-oculares, que procesaban cualquier texto informático por su cuenta, sin activar la zona de comprensión lectora del propio cerebro, y lostraducía como una voz subconsciente que nos decía lo que debíamos saber. “Estás desactualizado, viejo”, pensé. “Hoy todo es auditivo”.
El viejo me acercó el ñewpeiper, o como se llamase, a la cara.
─Es solo un par de minutos ─me dijo.
Me le reí con todas mis fuerzas. Esa cosa no tenía pantalla ni electricidad. ¿Cómo iban a procesar mis implantes la información grabada?
─Minutos, sí… ─le dije, cuando pude parar de reírme. No sé de qué piedra habría salido este viejo pero hoy en día leer era una de las cosas más difíciles que existía, incluso había juegos olímpicos sobre eso. ¿Acaso no tenía televisión en su cueva? ¿No notaba que el papel era un recurso casi extinto?Por lo que me habían dicho, la creación de un parque con árboles digitalizados no había sido cuestión de ocio.
Lo miré enarcando las cejas y le pregunté:
─Usted no es normal, ¿no?
Y esta vez, cuando estiré el brazo para darle una palmada en el hombro, no se movió. Y ahí lo entendí todo. Al tocarlo me di cuenta de lo que pasaba.
Qué iba a ser normal, pobre tipo, ¡qué iba a saber, si era un holograma más del parque!
Riéndome, me di la vuelta y lo dejé solo, parado ahí.
“Tendrían que haber revisado mejor las cosas antes de abrir este lugar al público”, pensé, “no pueden tener hologramas así, llenándole la cabeza a la gente con estupideces”.
También me dije que podría empezar a entrenar para las olimpiadas, pero eso también era una estupidez. No tenía tres años de mi vida para rellenar la ficha de inscripción. Y menos a mano, que era el requisito más molesto.
Salí del parque riéndome a carcajadas.
─Qué gente loca, por Dios.Escribir a mano, leer, ¡qué anticuado!