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De cacería - por Jose Ramon
Al caer el sol, puntuales, como durante los tres días de persecución, repitieron, detalle a detalle la misma ceremonia. Sin duda ese era el secreto de su supervivencia en este helado desierto. Una vez se hubieron detenido y elegido un lugar al abrigo del cortante viento, se situó en una posición que le permitiese observarles desde la distancia, cuidando de tener el viento de cara para que su olor no le delatase. Así, agazapado entre la espesa hierba de aquella estepa empezaba una nueva noche de vigilancia.
Entre tanto, “los otros”, se preparaban para pasar la noche. Uno limpiaba la zona de rastrojos y juntaba unas piedras en el centro, el otro se afanaba en formar un gran montón de ramas secas que iba partiendo y que clasificaba cuidadosamente en función del grosor.
Tras una hora de constantes idas y venidas, los otros se juntaron en torno a las piedras que habían agrupado y en un instante un brillo parpadeante iluminó la zona en la que habían acampado. Aquello les permitía disponer de luz y calor durante la noche. También percibió el inconfundible olor a la carne quemada y una vez más sintió que su estómago se retorcía a causa de la dieta de raíces y fruta que venia siguiendo en los últimos días.
Después de haber comido, se recostaron sobre los nidos de hierbas que habían improvisado y protegidos por aquella luminosa fuente se quedaron dormidos.
Como cada noche, se estiró sigilosamente entre las hierbas para desentumecer los músculos y se aproximó al improvisado refugio. Podía notar el calor que emanaba aquella fuente luminosa. A un lado se encontraban las picas de madera con la punta endurecida al fuego que portaban. Junto a sus enormes y peludas cabezas, los zurrones de piel de venado que usaban para acarrear quien sabe que misteriosos utensilios.
No pudo evitar recordar a sus compañeros de clan, que debían estar hacinados dentro del refugio para soportar las bajas temperaturas de la noche. Tenia que ser esa noche, no se podía demorar más. Espoleado por sus pensamientos, se decidió a acercarse a la hoguera para robarles aquello. A medida que se aproximaba, el calor se hacía más intenso. Notaba que la cara le ardía, pero eso no hacia más que animarle a conseguir aquello, que sin duda mejoraría su posición dentro del clan.
Apartó una de las piedras del hogar y no pudo contener un grito de dolor. El grito despertó a “los otros” que se incorporaron como impulsados por un resorte. Se quedó paralizado ante los dos seres corpulentos, de rasgos rudos que trataban de acomodarse a la luz de la hoguera.
Ambos asieron sus picas y se aproximaron. Asustado, se levantó de un salto y se puso a gritar y agitar los brazos con la desesperada intención de impresionar a sus enemigos.
Una lanzada paso rozándole el costado. Giró instintivamente y consiguió esquivar una segunda lanzada procedente de su otro rival. Volvió a agacharse, buscando una posición mas resguardada . La huida, a través de la estepa y con aquellos cazadores no era una opción. No pudo pensar más. Una nueva lanzada le rozó la cara produciéndole un profundo arañazo. Cogió la piedra que le había abrasado la mano y tras esquivar una nueva lanzada se la estampó en la frente a uno de los enemigos con toda su fuerza. Sintió el chasquido del hueso al romperse. La piedra se escurrió de su mano y apenas pudo girarse para esquivar una nueva lanzada dirigida a su abdomen. Volvió a agacharse y rodó hacia el montón de leña que había junto a la hoguera. En ese instante una nueva y potente lanzada se hincó en el suelo, a pocos centímetros de su pierna. Sin apartar la mirada de su contrincante palpó a ciegas el montón de ramas apiladas mientras esperaba un nuevo ataque. Asió un madero y tras esquivar una nueva lanzada, estiró con fuerza el brazo, proyectando la rama contra la cara del otro. El impacto produjo una importante destrozo en la zona de la nariz y los ojos. Hizo tambalearse al hombretón que terminó cayendo de cara sobre la hoguera.
Jadeando y tembloroso se quedó mirando aquel cuerpo tendido sobre los rescoldos de la hoguera. La oscuridad había vuelto a dominar la noche. El olor del cabello quemado le inundaba los pulmones. Ya no había llamas, tan solo unas cuantas ascuas. Su clan seguiría hacinado en el fondo de su refugio. Un alarido de impotencia rasgó la helada noche.
Comentarios (10):
Abbey
02/03/2014 a las 16:32
Estupenda manera de enfrentarte al reto de este mes. Muy original.
Me ha despistado un poco el principio. No entendia cuantos/quienes espiaban a quien. Cambiaria un poco eso.
Consigues describir indirectamente la mente y sentimientos de un ser primitivo y, muy acorde a ellos, su manera de pelear.
Enhorabuena
Jose Ramon
03/03/2014 a las 14:21
Gracias por tu comentario Abbey. Lo cierto es que quería ir introduciendo poco a poco la situación. Lamento haber provocado el despiste. Trataré de mejorarlo. Me alegra que te haya gustado. A ver en los siguientes textos si voy mejorando
Vicente Pacheco Gallego
03/03/2014 a las 15:52
Hola Jose Ramon, lo primero que quiero es felicitarte por tu texto. Me ha gustado mucho y me he metido de lleno. Si que me ha pasado un poco como a Abbey, que me he despistado un poco, pero todo se compensa, ya que la historia está muy bien llevada en todo momento.
Da la sensación de que podrías haber continuado, que se queda como un relato con mucho por contar todavía, o eso, o las ganas que tenía de seguir leyendo la historia.
Un saludo y enhorabuena.
Borja
03/03/2014 a las 18:22
Muy buena la verdad!!
Nos leemos!!
Jose Ramon
04/03/2014 a las 09:25
Gracias Vicente y Borja. Si, teneis razón, cometo el error de cambiar el narrador de forma inconsciente y eso lia bastante. Espero corregirlo en los próximos textos. Gracias por vuestra crítica
Aurora Losa
05/03/2014 a las 15:57
Genial la idea, y el modo en que la has desarrollado. El hombre en busca del fuego, maravilloso. He logrado imaginarme todo con una nitidez que me ha sorprendido, has descrito tan bien el escenario, pero sobre todo la necesidad del protagonista y la frustración final, que es inevitable sentir lástima por él y a un tiempo sentirse identificado. Un grandísimo trabajo, enhorabuena.
Jose Ramon
06/03/2014 a las 09:23
Gracias Aurora, menudo subidón con tu comentario. Me alegro de que te haya gustado, afortunadamente, escribimos por necesidad de hacerlo y para que guste a los demás. Objetivo cumplido.
José Torma
10/03/2014 a las 16:19
Me ha gustado, el tema del fuego y como su posesion generaba luchas y pleitos.
Manejas las emociones a un nivel muy primitivo que claramente pinta una imagen.
Felicidades. Yo como tus otros comentaristas me he despistado un poco, pero con la segunda lectura me quedo claro.
Saludos
p.d. si halgo pudiera comentarte para mejorar, que fue el mismo comentario que me hicieron a mi; es el uso de la palabra lanzada.. es un poco repetitiva, pero fuera de ahi, no encuentro pero en tu escrito. Felicidades otra vez.
José Torma
10/03/2014 a las 16:21
cuando algo me sale como halgo.. creo que es tiempo de descansar la vista jaja perdon por la tremenda falta de ortografia.
Jose Ramon
11/03/2014 a las 09:18
Gracias, José por tu comentario. Me alegro que consiguiera transmitir esas sensaciones de primitivismo en lo que se me ocurre, uno de los primeros conflictos de la humanidad. Teneis toda la razón en lo de las lanzadas. Cansa bastante leer tanta lanzada. Prometo abrir el cajón de los sinónimos.