Literautas - Tu escuela de escritura

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Cotilleos - por Nana Muriana

– Aceleró el paso al escuchar las doce campanadas
– ¿Tú estás segura de que eran doce y no once?
– Si Adela, si. Sabes que siempre cuento las campanadas para saber qué hora es- rellenó las dos copas de anís – Tendríamos que limpiar el tapete. Cada vez que sirvo se me caen un par de gotas ¿Porqué no dejas de tejer interminables mantas y te dedicas a tejer tapetes? Así nunca tendríamos que limpiarlos

Adela sonrió dejando al descubierto los pocos dientes que le quedaban. Tejía mantas porque le ocupaban mucho tiempo, y ella tenía tiempo de sobra. Consideró la opción de tejer un par de tapetes para su amiga pero no dijo nada.

– No puede ser Isabella, te entretendrías con esos cigarrillos de liar que te ha dado ahora por hacerte y no contarías bien las campanadas – dijo deshaciendo el último nudo
– Te digo que no, eran las doce, estoy segura

Cada una miraba un lado de la calle. Isabella tenía la silla a la izquierda del balcón por lo que su campo de vigilancia abarcaba la subida de la calle, el bar, la frutería y la iglesia al fondo. Adela podía ver lo que sucedía en el lado contrario: la bajada dibujada de naranjos, la plaza en la que se reunían estudiantes y vecinos, todos más jóvenes que ellas. Presumían de ser las únicas supervivientes de su generación en la calle, y era verdad. Habían sobrevivido a base de anís y buena conversación.

– ¿Y dices que le viste con la rubia?
– Sí, salían del bar. Él la miró intensamente, como sólo se puede mirar a una amante, y la abrazó – concluyó dándole una calada a su cigarro.
– A las amantes no se las abraza, se las besa – dijo Adela convencida.
– Te digo que salían del bar, todos los de la calle lo conocen, tenía que disimular – interrumpió sus palabras por un ataque de tos – No pienses que es un mal hombre, es joven. A su edad se vive como si quedara poco tiempo.
– También ella es joven y no hace esas cosas. No me enfado, es solo que no me esperaba eso de él. Mira quien viene por ahí.

Isabella se incorporó sobre la silla para observar a otra de las parejas que moldeaban su imaginario. Prosiguió la conversación:

– De todas maneras la apuesta ya está hecha, no puedes echarte atrás – rió a carcajadas y le dio otro ataque de tos – Estoy segura de que le pillará ¡Menuda es la novia! No comprenderá porqué llegó más tarde de las doce.

Adela se quedó pensativa, reflexionando sobre las palabras de su amiga con el anís en los labios. Tenía el presentimento de que lla jamás se enteraría de las infidelidades que estaba sufriendo ¡Pobre chica! ¡Se la veía tan bondadosa! Su estomago se retorció al pensar en ese ser traicionero. Tras otrolargo trago se decidió a hablar

– Quizá sea mejor que no se entere, ojos que no ven…
– ¡Ja! Esa se va a enterar más rápido que cante un gallo. A ver si te crees que no van a haber habladurías sobre esa rubia que se pasea con é por la calle.

Isabella miró la iglesia, difuminada por la intensa luz del sol que reflejaban las paredes – ¡Menuda pelandrusca!

Abstraida en sus pensamientos se sobresaltó al ver a la rubia dirigiéndose al portal de los novios justo en el momento en el que la novia salía. Adela, que vio el cambio de expresión de su amiga, se incorporó para contemplar la escena.

– Ya está, la va a pillar, he ganado – rió escandalosamente – La próxima botella la pagas tú
– Sshh! ¡Calla, a ver que dicen!

Cual fue su sorpresa cuando la rubia sonrió a la novia y ambas se dieron dos besos cariñosamente.

– ¡Esta juventud no hay quien la entienda! – exclamó Isabella indignada – ¡Seguro que organizan orgías! ¡Qué escándalo!
– Pobre chica, debe aceptar que su novio tenga relaciones con otra con tal de que no la abandone – dijo Adela anhelante

Se separaron. La novia tras dar unos pasos se dio media vuelta para exclamar:
– ¡Cuñada! dile a tu hermano que vendré a cenar – Tras lo cual le sonrió y continuó su camino, ajena a aquellas dos mujeres que la miraban, atónitas, mientras descendía la calle y se metía por una de sus callejuelas.

– ¿Otro anís? – dijo Isabella sirviéndolo, sin esperar la consabida respuesta.

Comentarios (3):

Nana Muriana

30/01/2014 a las 00:20

Por varios motivos escribí el cuento 2 horas antes de que terminara el plazo de envío y lo envié en el último minuto, por lo que me fue imposible repasar las faltas de ortografía. En la frase “Tenía el presentimento de que lla jamás se enteraría de las infidelidades que estaba sufriendo” el “lla” no se refiere a “ya” sino a “ella”, me faltó una letra. Hay algunas faltas más por las que pido perdón, no me dio tiempo a releer el texto. ¡Un saludo a todos!

DavidRubio

31/01/2014 a las 00:31

Pues te felicito si pudiste armar este relato en dos horas. Me sacaste el punto portera y el tono es fresco, agradable de leer. Los diálogos caracterizan bien a las ancianas. Y además de los cincuenta relatos que llevo es el único que se le ha ocurrido que la frase inicial fuera un diálogo. Saludos

Servio Flores

02/02/2014 a las 10:50

Muy bien. Iba a hacerle algunas observaciones pero ya entiendo. Con apenas dos horas… Wao!
Me ha gustado el quehacer de las ancianas.
Saludos

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