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El juego de la Guerra - por Kangreja+18

El Juego de la Guerra

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas. Ya estaba hecho. Se había ido, como se van las cosas que no quieren quedarse, como los sueños cuando el inmóvil protagonista se niega a volarlos. Había decidido, como se decide cuando el peso de la realidad desborda el alma, sin demasiada premeditación, pero con toda la alevosía.

Cuanto había pensado María en huir de esa miseria que la ahogaba, de esa tristeza que la anclaba, de esa violencia que sentenciaba pasado, presente y futuro. Había nacido en un lejano poblado del suroeste antioqueño. Allí donde el aroma del café, despierta a los pájaros rupícola peruviana que cantan al amanecer en las laderas. Había crecido en medio de la guerra. Entre los que tienen las armas, y los que tienen la tierra. Entre los que quieren la tierra a fuerza de las armas, y los que quieren la tierra a fuerza de la vida.Había aprendido desde pronto, que era mejor no verlo todo, era preferible saber poco, para vivir mucho. Esto último, lo había aprendido sangrando en piel ajena, y, cicatrizando en piel propia. María, como muchas otras niñas de la guerra, había crecido en medio de grupos armados, de luchas políticas, y obreras. En medio de guerras de cárteles y de amores, pero siempre en medio de charcos de sangre.

Dejó la escuela cuando su indomable carácter la encarnizó en una lucha dialéctica con su maestro Ernesto, quien subestimó, según María, su perspectiva de vislumbrar el mundo. Ella, con más carácter que autores, defendió su visión, sus ideales y partió.

Creció de golpe, entre las montañas y las armas. En medio de los libros que leía aquí y allá, la gente que conocía aquí y allá. Creció de golpe, como crecen todas las niñas de las guerras, a ritmo de cañón.

Su familia era numerosa en miembros e ideales. Y, como pasa con todas las bélicas razones, cada uno había tomado partido, según el amigo con el que hubiese crecido o bebido, la calle en que hubiesen pateado el balón o aprendido a pedalear. Porque como se hereda el pelo rizado y el caminar encorvado, las niñas de la guerra también heredan el partido político, el bando, las ideas.

Si además se es niña de la guerra y del campo, entonces, no hay libertad de elección que no sea la huida. Son buscadas, acosadas, cambiadas, les cargan el fusil y les dicen quién es su Dios, su patria, quien es su amo y cuál es su juego. El juego de la guerra.

María creció rápido, pero creció con ideas. Cosa que no sirve si en la guerra eres una simple jugadora. Defendía sus preceptos de justicia, honestidad y claridad. Pero la justicia en el campo de batalla como en la vida, es relativa; la justicia que escondía la selva no tenía nada que ver con la justicia de los libros que ella había leído. Así que aquella noche fría de diciembre, cuando sus amigos la invitaron a dar un paseo por el lago resplandor, supo que esa invitación, en medio de la algarabía por el fin del calendario, tenía mucho de respuesta a sus intentos de huida de la guerra.

Miró a sus hijas a lo lejos, y deseó volver a verlas, pero partió. Como había partido aquel día de su clase, sabiendo que nunca más sería la misma.

Ella condujo, en medio de risas, humo y miedo en las entrañas. Cuando llegaron, en la oscuridad de la noche, la luz de los cocuyos se mezclaba con el silencio. Esta mezcla se rompió bruscamente cuando Luisa apuntó a María con su pistola y Javier la deslumbró con la linterna; Ella soltó en un movimiento brusco el freno y la primer bala fue a dar a Luis, acto seguido, María, abrió bruscamente la puerta y corrió; corrió como solo había corrido cuando aún era una niña de la paz. Se adentró en la montaña, se perdió en el horizonte, recordó lo que su maestro había dicho alguna vez: “piensa bien si entras al juego de la guerra, pues el día que decides salir, solo sales muerto”.

Apuro el paso al escuchar las doce campanadas, no demoraría en cantar el gallito de roca, anunciando que estaba fuera de su territorio; ya no había vuelta atrás. Su vida había cambiado, su guerra había acabado, pero sus hijas se quedaban y seguían jugando, al juego de la guerra.

Comentarios (19):

Zelfus

28/01/2014 a las 13:19

El cuento me parece rico en descripciones, aunque eso puede ser un poco contradictorio para la extensión que aquí se trabaja. Hay varias figuras literarias que se nota que manejas con soltura y adorna el lenguaje. Sin embargo, me parece que siendo un relato triste por el ambiente en el que se desenvuelve, puedes enfocarte más en hacerlo sentimental para el lector.

Cuando criticas un texto, se dice que no debes decir cómo mejorarlo sino qué, porque la tarea es del escritor. Pues bueno, me encantaría que me transmitieras la tristeza de una niña que abandona su ciudad, de una madre que abandona sus hijas, su vida, y mata a sus compañeros.

El final me pareció interesante porque deja abierta la posibilidad a continuar o a que lo complete con mi imaginación. Precisamente esa es la habilidad que quiero desarrollar! ¿Te animas a leer mi cuento y hacer un comentario? https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-14/1239

Nos leemos.

Gandalf

28/01/2014 a las 14:22

A mí me ha gustado mucho tu forma de escribir, fluida y elegante. La historia está muy bien, con unas pocas pinceladas consigues que el lector se sumerja en ese mundo. Enhorabuena.

José Torma

28/01/2014 a las 19:53

Lei tu cuento al ayudar a un compañero a poder llenar la forma de los comentarios. No se al final que te abra puesto pero a mi me parecio pedazo de relato. Fuerte y claro.

Felicidades.

Kangreja

28/01/2014 a las 20:29

zelfus: Gracias por todos tus comentarios e ideas, las tendré en cuenta en la medida de lo posible. Aveces ocurre que cuando la distancia emocional que tenemos sobre las historias que escribimos, no es suficientemente amplia, nos cuesta ser objetivos, y darle coherencia a la historia,ya que se narra más con el corazón que con la razón.Tengo todo un largo camino de aprendizaje. Gracias de nuevo, me paso por tu historia y nos leemos.

Kangreja

28/01/2014 a las 20:30

Gandalf: Me alegro que te haya llegado o tocado de alguna manera mi forma y su contenido. Saludos, nos leemos.

Kangreja

28/01/2014 a las 20:33

José Tomas: Pues de todo ha habido! jejeje! Estamos en el proceso! Ya sabrás que es muy difícil gustar a todos, pero me alegro de que la historia te tocará de alguna manera. Gracias por regalarme tú tiempo. Nos leemos.

Maiwey

28/01/2014 a las 22:48

Una historia interesante y bien llevada pero el final me parece algo confuso.

Isabel Ramírez

29/01/2014 a las 14:26

Me gustó. La lectura es fluida y muy descriptiva, logré meterme en la historia. Felicitaciones.

Chiripa

29/01/2014 a las 18:15

Kangreja,
Tu relato me gusta mucho porque tus descripciones son elegantes y hasta poéticas.
Me gusta el vocabulario que utilizaste y la inclusión de la especies animales (pájaros rupícola peruviana y el gallito de roca )
El tema es duro y María también lo es, y eso me parece congruente y muy cercano a la realidad de la guerra, como tu la llamas.

Si yo hubiera escrito este relato, solo habría ordenado diferente esta oración: “Ella soltó en un movimiento brusco el freno” . Te invito a considerarlo.

¡Enhorabuena, Kangreja! Te seguiré leyendo.

Aida

29/01/2014 a las 20:29

Me he metido de lleno en la piel de María, he sufrido y sentido como una niña en el juego de la guerra. Me ha encantado, me he quedado sin apenas palabras. Relato duro, pero lleno de sentimiento. ¡Espero leerte más a menudo!

Forvetor

29/01/2014 a las 20:33

estupendo texto. este mes han tocado varios con trasfondo social. es verdad que la parte final puede resultar algo confusa. pero en general me ha gustado mucho. felcidades y a seguir así 😉

Constanza

29/01/2014 a las 22:56

¡Uf! ¡Qué intenso y qué duro! Me ha gustado mucho Kangreja. Y es una lástima que tenga que ser tan corto, porque esto te da para una novela, seguro. Saludos.

Kangreja

30/01/2014 a las 01:52

Gracias Mayway e Isabel, me alegró que os tocará de alguna forma. Tendré en cuenta lo que me dices del final, por si algún día decido retomarlo.Nos leemos.

Kangreja

30/01/2014 a las 01:55

Chiripa: Gracias por tus buenos comentarios, consideraré lo de la frase, la verdad es que no es muy buena. En cuanto a lo de poético, aveces creo que me paso en eso, aún buscando/me la justa medida. 😉 Nos leemos!

Kangreja

30/01/2014 a las 01:58

Aida,Forvetor,Constanza: Gracias por tomaros el tiempo de leerme, eso ya es vuestro mérito. Constanza, si que da para una novela y más, pero de momento no me siento lista para enfrascarme en ello. Saludos y nos leemos!

Virginia Figueroa

30/01/2014 a las 18:18

Un buen relato Kangreja! 🙂 Más que prosa parece poesía. Todas esas explicaciones, la minuciosidad de las descripciones y ese extenso vocabulario hacen que te teletransportes a la escena. No obstante, coincido con alguno de los que te ha leído en que el final está algo confuso y eso hace que pierda fuerza el texto porque al menos yo, he tenido que releerlo para enterarme. Sigue escribiendo con esa intensidad!! Un abrazo!

Cibeles

01/02/2014 a las 22:06

Lograste hacer algo muy bello con un tema semejante, y estoy de acuerdo con Virginia que parece poesía, quizás la parte del auto cuesta un poco seguirla, pero es coherente con el resto del texto. Pero es un estilo muy personal, te felicito por eso!

Servio Flores

02/02/2014 a las 04:53

Me ha gustado. En solo 750 palabras ha descrito toda una vida.
Que puede mejorarse, claro, como todo. Pero para eso se necesitan mas palabras, mas espacio.
Para este ejercicio, su relato me ha parecido estupendo.
Saludos

Kangreja

03/02/2014 a las 21:15

Virgina,Cibeles,Servio: Gracias por leerme, y por las palabras, tendré en cuenta sus acotaciones, nos seguimos leyendo. Saludos!

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