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Destellos de recuerdos - por Vicente Díaz Pacheco
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Apuré el paso al escuchar las doce campanadas. La noche era espantosa y una neblina densa estaba cubriendo la noche fría. Gotas de lluvia volvían a aparecer sobre el suelo mojado. Afuera el campanario estaba invisible y mudo. Al entrar en la iglesia lo primero que hice fue cerrar las puertas de la capilla, ya que permanecía siempre a disposición del público hasta terminar las doce campanadas.
Después fui a apagar las velas y entonces descubrí a una mujer apoyada contra el confesionario. Al tocarla se desplomo sobre el suelo y vi su pelo, una larga caballera rojiza que brillaba a la luz. Un escalofrío helado recorrió mi cuerpo, parecía una deidad pagana de la madre tierra. Cerré los ojos para musitar una oración, fuera la lluvia empezaba a golpear con violencia y escuche un rayo sobre la iglesia. Fue entonces cuando destellos de recuerdos empezaron a venir a mi memoria.
Una fina llovizna empezaba a mojar las calles. Deambulaba sin sentido por aquel mar de pavimentos. Un rayo surco el cielo inundando con su luz todos los recodos, al mismo tiempo que me permitían ver a la mujer. Allí estaba ella en todo su esplendor, paseando su cuerpo por la acera, ofreciendo sus servicios. Una tentación que no pude parar asalto mi ser. Aprovechando la oscuridad de la lóbrega calle, me lance hacia ella. En ese instante el cielo empezó a tronar, a mí alrededor todo retumbaba y se iluminaba mientras la lluvia caía como un lobo hambriento con deseos de destruir, y así fue que la mujer finalmente quedo muerta a mis pies.
Recogí el cuerpo del suelo y lo eche sobre mis hombros cual saco de harina, intentando caminar sin que nadie se diera cuenta que la llevaba sobre mí. Volví a la oscuridad de las calles estrechas pensando en donde dejar el cadáver sin que nadie me descubriera. Atravesé la ciudad con sumo cuidado hasta que la iglesia se abrió paso ante mis ojos. Una idea llego hasta mi cabeza y entre sin pensarlo en la iglesia, hasta llegar al confesionario y dejar abandonado el cuerpo allí.
Conmocionado y confundido desperté del trágico sueño que asalto mi mente. El viento con fuerza gemía como un grito en la noche y la lluvia lloraba su muerte. Todo ha sido una visión, la pesadilla terminó, mis manos están limpias y el cuerpo de la mujer yace delante de mí.
El asesino sigue estando ahí fuera y sé que eres tú.
FIN
Comentarios (10):
José Torma
28/01/2014 a las 20:37
Corto en lineas pero muy logrado el concepto. Felicidades.
MrBrightside
29/01/2014 a las 18:58
Creo que no te defiendes nada mal, Vicente 🙂
A veces, los relatos que se alargan demasiado sin tener realmente un contenido provechoso, lo acaban fastidiando.
Constanza
29/01/2014 a las 23:26
Impactante. Llevas al lector donde quieres. Enhorabuena.
Vicente Díaz Pacheco
30/01/2014 a las 12:32
Muchas gracias por vuestros comentarios, aún tengo mucho por mejorar ya que llevo mucho, mucho, mucho tiempo sin escribir nada de nada.
Vicente Díaz Pacheco
30/01/2014 a las 15:21
Aprovecho para dejar el relato auto-corregido:
DESTELLOS DE RECUERDOS
Apuré el paso al escuchar las doce campanadas. El tiempo era espantoso y una neblina densa estaba cubriendo la noche fría. Gotas de lluvia volvían a aparecer sobre el suelo mojado. El campanario ya había cumplido su misión y ahora permanecía mudo. Al entrar en la iglesia lo primero que hice fue cerrar las puertas de la capilla, ya que permanecía siempre a disposición del público hasta terminar las doce campanadas.
Después fui a apagar los cirios tranquilamente cuando de repente descubrí a una mujer apoyada contra el confesionario. Al tocarla se desplomó sobre el suelo y vi su pelo, una larga caballera rojiza que brillaba a la luz. Un escalofrío helado recorrió mi cuerpo, parecía una deidad pagana de la madre tierra. Cerré los ojos para musitar una oración. Fuera la lluvia empezaba a golpear con violencia y escuché un rayo sobre la iglesia. Fue entonces cuando una visión hizo acto de presencia en mi memoria.
Empecé a ver una fina llovizna que mojaba las calles. Una persona deambulaba sin sentido por aquel mar de pavimentos. Un relámpago surcó el cielo inundando con su luz todos los recodos de las estrechas callejuelas, al mismo tiempo que le permitían ver a la mujer. Allí estaba ella en todo su esplendor, paseando su cuerpo por la acera, ofreciendo sus servicios. Una tentación que no pudo parar asaltó su ser. Aprovechando la oscuridad de la lóbrega calle, se lanzó hacia ella. En ese instante el cielo empezó a tronar, a su alrededor todo retumbaba y se iluminaba mientras la lluvia caía como un lobo hambriento con deseos de destruir. Finalmente quedó muerta a sus pies.
Recogió el cuerpo del suelo y lo echó sobre sus hombros cual fardo de harina, intentando caminar sin que nadie se diera cuenta que la llevaba sobre él. Volvió a la oscuridad de las calles estrechas pensando en donde dejar el cadáver sin que nadie le descubriera. Atravesó la ciudad con sumo cuidado hasta que la iglesia se abrió paso ante sus ojos. Una idea llegó hasta su cabeza y entró sin pensarlo, hasta llegar al confesionario y dejar abandonado el cuerpo allí.
Conmocionado y confundido desperté del trágico sueño que asaltó mi mente. El viento con fuerza gemía como un grito en la noche y la lluvia lloraba su muerte. Todo ha sido una visión, la pesadilla terminó, mis manos están limpias y el cuerpo de la mujer yace delante de mí.
El asesino sigue estando ahí fuera y sé que eres tú.
FIN
lunaclara
31/01/2014 a las 10:58
Hola Vicente: He leido las 2 versiones y no entiendo muy bien por qué ella cae muerta a sus pies. ¿Y él que es, el cura del pueblo?
Aun así, me gusta, creo que promete, tus descripciones ayudan a meterse en las escenas, y me gustaría verlo más desarrollado y más claro.
Felicidades!!
Eloyzinho
31/01/2014 a las 11:17
Hola, Vicente.
Yo fui uno de quienes comentó tu relato, y pienso que sí que queda más claro en la segunda versión, al menos creo que se entiende perfectamente a con una sola lectura, ya que la versión inicial requería dos o tres lecturas para pillarlo.
Veo que has corregido las faltas ortográficas, que es algo que se soluciona fácilmente, ya que es sólo cuestión de revisar con más atención el resultado final.
Buen trabajo 🙂
Vicente Díaz Pacheco
31/01/2014 a las 11:34
Hola Lunaclara, muchas gracias por tu comentario. Ella cae muerta a sus pies por que la mata, lo que pasa es que esa parte no la he explicado. Simplemente explico el final, su muerte, sin todo lo que hay en medio, no quería ser muy Jack el Destripador.
Hola Eloyzinho, muchas gracias por comentar mi relato y por dejar el comentario. Llevaba mucho tiempo sin escribir nada de nada, estoy muy oxidado y algunas cosas se habían quedado en el camino.
Miranda
31/01/2014 a las 19:26
Hola Vicente:
He leído tu relato, se nota que tienes un vocabulario amplio y que sabes manejarlo, pero quizá por la falta de espacio a mi me ha faltado un poco la explicación de la muerte de ella.
La oxidación, se quita practicando, así que, sigue escribiendo, te buscaré e la próxima escena. Y seguro que fluyes más y mejor.
Aquí todos estamos aprendiendo, y cada vez avanzamos un poco más.
Muchas gracias por tu valoración, eso me ha animado a seguir trabajando y aprendiendo.
Nos vemos en la escena de febrero.
Vicente Díaz Pacheco
31/01/2014 a las 23:11
Hola Miranda, muchas gracias por pasarte por aquí y comentar. Espero y deseo que pueda ayudarte con lo que te escribí. No quería explicar todo el proceso de la muerte de ella por no ser muy Jack el destripador. El relato apenas tiene 500 palabras y se puede ampliar, pero no me veía en esa descripción, por eso solo comento su final, la muerte.
Sigue adelante y mucho animo.