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A la media noche - por luciérnaga
A la media noche
Apuró el paso al escuchar las doce campanadas. Le había prometido a la abuela estar con ella a la media noche y no le había cumplido. Falta poco, se repetía en silencioso monólogo la angustiada Teresina, al tiempo que sus pies parecían despegarse del suelo y ella sentía que su cuerpo se suspendía en el aire. En efecto, eso era verdad; su mente de nuevo le estaba jugando una de sus bromas. En cuanto la joven se olvidaba de sí misma y se concentraba en lo que quería alcanzar o realizar, el poder mental se ocupaba de todo, con tal fuerza y ardor que todo era posible. Pero esta vez, ya era tarde, el reloj indiferente, como siempre, seguía su marcha sin ponerse a pensar que ella necesitaba tan solo una pequeña tregua para poder llegar a cumplir su promesa.
Una voz interna le habló de repente. Detén la marcha del reloj, tú puedes, concéntrate, mira detenidamente las manecillas y dales la orden de quedarse quietas. Apúrate, hazlo, ya estás por llegar. Lo hizo. Las campanadas dejaron de sonar y ella materialmente volando llegó al quicio de la puerta de su casa.
Entró corriendo a buscar a la abuela y al verla se abrazó a ella muy fuerte. Con ella entre sus brazos, dejó ir la presión contenida, se relajó y fue entonces cuando, a lo lejos, escuchó las últimas dos campanadas.
Ccomentarios (1):
DavidRubio
30/01/2014 a las 23:36
Me ha gustado. Es un micro agradable de leer y me he concentrado con Teresina para detener el tiempo. Saludos