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Supersuperstición - por Pedro Jiménez
Supersuperstición.
Fortunato Langa Fado estaba atemorizado. Quedaban apenas unos minutos para el advenimiento de tan fatídica fecha: Martes 13 del 2013. Afortunadamente Fortunato estaba prevenido. Llevaba meses de preparativos para contrarrestar la mala suerte. Figurillas y estampas de santos cristianos y divinidades de otras religiones se repartían por toda la casa, los que él que más poder tenían estaban iluminados por una vela blanca encendida. Una gran bola de cuarzo cristalino de 800 gramos, aproximadamente, colgaba de su cuello. —¡El cristal de cuarzo ahuyenta las malas energías!— afirmaba Fortunato con mucha seguridad. Vestía una túnica de una blancura celestial, babuchas con filigranas doradas y un sombrero cónico que acababa en otra gran bola, esta aún más grande, de piedra amatista. —¡Absorbe las energías positivas del universo! Promulgaba Fortunato. También llevaba un gran número de abalorios entre anillos, brazaletes, pulseras, etc. Toda esta indumentaria le hacía parecer una mezcla entre el rey mago Baltasar y un payaso de circo.
Fetiches de todo tipo colgaban de las paredes, desde la típica pata de conejo hasta manojos de ramas atados con cuerdas de colores que le daba un toque abstracto a tan barroca estancia. La tarde fue angustiosa para Fortunato. No quería hablar con nadie, ver a nadie y mucho menos abrirle la puerta a alguien. Ultimó los últimos preparativos redundantemente ya que tenía la extraña manía de hacer dos veces la misma cosa, este ritual de repetición le daba seguridad. Entre una humareda de incienso, rituales y demás parafernalia fue transcurriendo ese martes 12+1.
El reloj de la cocina en forma de gato japonés de la suerte acabó de maullar electrónicamente las 12 de la noche de tan infortunado día. Descruzó los dedos de las manos, algo amoratados estos ya que llevaban 24 horas cruzados. Tomó aire, echó un vistazo alrededor, parecía que toda la imaginería religiosa le sonreía, el cuarzo le había protejido de las maléficas energías y la pata de conejo había dado un puntapié a los malos augurios. Todo había pasado, nada malo había sucedido. Felizmente se asomó por la ventana para ventilar la ahumada estancia, pero la sonrisa de alivio de Fortunato fue transformándose en una linea recta cuando vio cruzar la calle un gran gato negro.
Comentarios (8):
Nana
28/12/2013 a las 17:55
Una buena descripción del personaje. Curioso que la trama comience justo cuando acaba el cuento. Enhorabuena
Mar Mare Maris
28/12/2013 a las 21:04
Me gusta el final en el que el personaje se da cuenta de que no está a salvo aún. La descripción de las excentricidades de Fortunato es muy buena, y buena elección del nombre, por cierto. Enhorabuena.
Cibeles
30/12/2013 a las 00:59
Muy bueno, coincido con Nana sobre el final, me imagino la reacción del pobre Fortunato, sobre todo después de pasar todo el día con los dedos cruzados jajajaja
Excelente la descripción de la casa con todos los objetos acumulados!
José Torma
30/12/2013 a las 20:31
Me ha gustado el hecho de que describe muy bien las manias del personaje.
Algo que encuentro similar en todas las historias que he leido (hasta el momento) en este ejercicio es lo inhabilitante que puede ser el tener tanta supersticion. He aprendido un monton que no sabia.
Felicidades
Marier
02/01/2014 a las 18:42
Corto, bien descrito y divertido!
Felicitaciones, Pedro
Virginia Figueroa
03/01/2014 a las 00:16
Me ha tocado comentar tu texto Pedro. Es un buen ejercicio, donde la descripción que haces del protagonista te teletransporta a su mundo.
Calos Crego Fernández
03/01/2014 a las 10:42
Buena descripción del protagonista, muy bien traído el nombre, pero …. no veo el relato. Coincido con quien ha comentado que la trama empieza cuando el texto termina.
Pedro Jiménez
03/01/2014 a las 10:49
Muchas gracias por vuestros comentarios. ¡Que tengáis un feliz 2014!