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Presentimientos - por Ester
Sentado en mi butaca observaba por la ventana el día soleado que animaba a cualquiera, pero yo estaba preocupado. Un gato negro había cruzado delante de mi coche. Al llegar a la facultad un cuadro que colgaba de la pared se cayó al pasar por delante. Ahí ya empecé a mosquearme. Cuando llegué a secretaría mi buena amiga me saludo y me estregó los 13 dossiers de los trabajos que tenía que corregir del profesor que estaba de baja. En ese momento ya había perdido el control de mi respiración y sudaba como un condenado a muerte. Iba a pasar algo malo, las señales me lo estaban diciendo. En mi despacho me sentí a salvo, todo parecía en orden. Pero al ir a abrir el armario donde guardaba los futuros exámenes, observé que el candado estaba roto. No faltaba nada. Pensé que al ladrón no le daría tiempo a coger lo que quería o quizás lo que buscaba no estaba allí. Fue entonces cuando me senté en mi butaca marrón y miré por la venta aquel magnifico día. Acaricie mi barba canosa y suave. Abrí el procesador de texto del pc y puse mi cara de escritor. El golpetazo me sobresalto. El corazón me iba a salir por la boca. Al girarme y mirar por la ventana vi a un pájaro, se había estampado contra el cristal y estaba muerto. No tenía ninguna duda de que algo horrible iba a pasar. Picaron a la puerta, fueron dos golpes fuertes y decididos que descubrían la ansiedad de quien estuviera al otro lado de aquel trozo de madera.
– Adelante!
El director de la facultad entró con prisas y sin vacilaciones, su semblante serio me decía que no venía por algo agradable. Le saludé y esperé a que me hablara. Me miraba fijamente, el director estaba pensando que palabras debía escoger para finalmente decirme….
-Una de tus alumnas a aparecido muerta!
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