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A prueba de niños - por Cibeles

Las nueve de la mañana. Ahogando un bostezo, se paró a un lado de la entrada al mausoleo. Era su primera guardia y estaba entusiasmado. Había creído que permanecer inmóvil dos horas sería fácil, hasta que su compañero le dijo: “Esperá a que vengan los pibes.” Eso definitivamente lo puso nervioso.
La primera excursión llegó a los diez minutos.


En la escalinata de la Catedral, la señorita Eliana reunió a sus alumnos y les habló seria:
-Bueno, chicos, miren que esto es una iglesia y hay gente rezando, así que pórtense bien y hablen bajito, ¿sí?
-Seño, me aburro, ¿no podemos ir a la plaza?
-No, Manuel, vamos después.
-¡Seño! ¿Vamos a ver a los gendarmes?
-Granaderos, Oriana; sí, los vamos a ver.
-¿Qué son los gendarmes, seño?
-Granaderos, Pedro, son los soldados de San Martín. Ahora…
-¡Pero deben ser re viejos!
-Ay, Pedro, son otros, no son los mismos. Ahora hagan dos filas y sean buenos.

Impresionados por la imponencia del lugar y el silencio, el grupo se quedó tranquilo los primeros cinco minutos. Pero pronto vieron a los granaderos (“¡Los gendarmes!” “Granaderos se llaman, Oriana…”) y se desbandaron. La señorita Eliana buscó con la mirada a la madre de Maia, elegida para acompañarlos, pero no la encontró. Se había quedado en la escalinata, ocupadísima como estaba con el celular. La maestra se volvió a sus alumnos: dos grupos desiguales se habían reunido en torno a los muchachos; el que más atraía su atención era el más jovencito. Trató de llamarlos, pero en voz baja no podía hacerse oír:
-Chicos, déjenlos en paz. Chiiiicoooooos…
-Hola, ¿cómo te llamás?
-Creí que eran más altos…
-¿Cómo hacés para quedarte así de quieto?
-Parecés una estuata.
-¿Y estás así todo el día?
-¿Cuándo vas al baño?
-¿Por qué no hablás?
-Seño, seño, ¿por qué el gendarme no se mueve?
-Es un granadero, Maia…

Se movían demasiado alrededor del pobre, la señorita Eliana temía que alguno cediera a la tentación de tocarlo.
-Vamos, chicos, vengan; dejen tranquilo al gendarme, ¡granadero!
-Chicos, vengan conmigo, vamos a ver la tumba de San Martín; si le hacen caso a la seño les compro helados a todos.
Por fin la madre de Maia se había dignado a aparecer. Al oír la palabra mágica, los niños se olvidaron al punto de los granaderos y rodearon a las dos mujeres. El resto de la excursión transcurrió en paz.


Cuando los vio irse, suspiró aliviado. Apenas notó que la pequeña Oriana se daba vuelta para saludarlo. Se preguntó si sería así todos los días, calculó el tiempo que faltaba para el cambio de guardia: ¿una hora y media, y cuarto quizás? Y pensar que aquello había sido sólo el comienzo…
Pronto comenzaron a llegar más grupos, uno detrás del otro.

Comentarios (9):

Cibeles

29/11/2013 a las 18:38

Hola, me gustaría que me ayudaran con algunas cuestiones sobre este cuento, porque recibí comentarios que se contradicen.

Diálogos: el primero dijo que están bien logrados, mientras que el tercero dice que a falta de acotaciones son dificiles de entender. Personalmente, me gustan cómo están, sólo veo un lugar donde agregaría una acotación.

Figura del granadero: el primero dijo que debería darle más protagonismo porque parece agregado sólo para cumplir la consigna y que el primer y último párrafos son prescindibles; al segundo y al tercero les gustó cómo está hecho. Si debo decir la verdad, para mí ese personaje fue el punto de partida, yo quería que estuviera en segundo plano para que contrastara con la hiperactividad de los nenes. Es importante, aunque no sea el personaje principal
(de hecho, en el cuento “Noob” sucede algo parecido, ahora que lo pienso).

Y bueno, el primero y el segundo están de acuerdo en que el párrafo inicial debería mejorarse, y creo que tienen razón, parece que se nota que me dio un poco de trabajo XD

Cualquier opinión es bienvenida

Martina

29/11/2013 a las 19:37

Cibeles, mi opinión como lectora, los diálogos están bien y el relato me gusta mucho. Es creativo y no considero que el personaje inmóvil sea secundario, ya que gracias a él se desarrolla la historia. No encuentro nada prescindible. Para mí es un ejercicio muy bien desarrollado, distinto, original y creativo.
Enhorabuena.

José Torma

29/11/2013 a las 19:50

Que tal. Yo me vine por acá por el comentario que pusiste.

La verdad a mí los dialogos vertiginosos me gustan. En realidad no importa quien del grupo los dice porque al final es un grupo de niños que son protagonistas como grupo no como individuos.

En cierto modo no se si “Más protagonismo” es lo que le falta al gendarme (granadero). Si me queda a deber un poco, pero es claro que su función es mantenerse inmóvil sin importar lo que pase. Se intuye la desesperación y hasta un poco de miedo de fallar, pero es solo un esbozo. Creo que este relato se beneficiará cuando le agregues un par de parrafos.

Por lo que vale mi opinion a mi me gusto. Quisiera ser tan fluido a la hora de elaborar dialogos.

Un abrazo y como decimos en México.. pa’lante!!

Cibeles

30/11/2013 a las 00:15

Bueno, aprecio mucho sus opiniones, gracias por pasar!

Selyse

30/11/2013 a las 00:49

Hola,Cibeles!!
Desde mi punto de vista es una historia original y bien planteada, pero creo que debes perfecionar un poco el párrafo inicial, para introducirnos un poco mejor.
Si hablamos de los diálogos, no hace falta que hagas muchas acotaciones, pero alguna si es necesaria porque, en ocasiones, se hace un poco enrebesado, pero en general están bastante bien estructurados.
Y por último. Bajo mi punto de vista, da igual si el hombre que esta parado es un personaje secundario…, en el Taller no exigían que fuera el protagonísta principal.
Ánimo con la escritura!!!

Servio Flores

02/12/2013 a las 00:59

Hola Cibeles, acabo de leer su relato, a mi me ha gustado, es diferente, pero está bien logrado. los dialogos están bien, solo diría que puede mejorarse donde dice: “Pero pronto vieron a los granaderos (“¡Los gendarmes!” “Granaderos se llaman, Oriana…”) y se desbandaron.” pero igual es solo mi opinión.
el relato puede mejorarse, claro como todo. pero es muy bueno,
saludos.

Simon Wallace

02/12/2013 a las 13:33

Pues yo creo que el diálogo se entienden perfectamente. Solo necesitarían acotación uno de los dos últimos, de las profesoras.

La confusión gendarme – granadero es graciosa. A lo mejor se podría aprovechar más para que le genere dudas al propio granadero “¿Me habré puesto el uniforme correcto?” Pero, claro, no se puede mover…

No veo nada del texto prescindible, si acaso se le puede dar más profundidad, incluso el párrafo primero puede ser más claro. Pero me parece que tiene el espíritu de una historia pequeña y que por eso es así.

Felicidades 🙂

Aurora

02/12/2013 a las 16:56

A mi los diálogos me han gustado, y se ve claramente la intención de contrastar la inmovilidad del gandarme (granadero) con el alboroto que forman los niños. Puede que si hubieras extendido o entremezclado las sensaciones del granadero, hubiera quedado mejor, pero tampoco es que lo necesite. Me gusta.

Cibeles

07/12/2013 a las 12:53

Muchas gracias a tod@s por sus comentarios y la buena onda!!

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