<< Volver a la lista de textos
Luz de luna - por Eli Ye+18
Es medianoche en el bosque de las sombras, apenas si puedo ver a unos pocos metros a mi alrededor. La oscuridad me rodea. Solo hay negrura. Intento moverme, ir más allá, allí donde parece que se puede vislumbrar algo más con la luz de la luna llena; pero no puedo moverme. Estoy anclado en la tierra, algo me aprieta el pecho y apenas puedo respirar.
De repente oigo el ruido de unas pisadas rápidas que se acercan corriendo. Pronto, demasiado pronto, veo un movimiento delante de mi.
_¡No te muevas!-piensa mi azorada mente.
Oigo un grito que desgarra la noche, un grito agudo y lastimero, casi humano que llena la oscuridad.
_¿Qué es?- una parte de mi quiere saber, la otra en cambio me sujeta la mente para mantenerme a salvo-. ¡Quieto!.
Es medianoche y la luna está en lo alto. Es a esta hora cuando salen las criaturas de la noche y aunque yo no puedo verlos, ellos sí lo harán, ¡me verán!.
Desesperado y angustiado, miro la luna. Esperando que esa hermosa imagen llene mis últimos momentos. Los rayos de la luna son la única luz visible. No hay estrellas, sólo ella: hermosa, plena reina del cielo nocturno.
_ Qué bella eres.
Una nube asoma de pronto y la tapa. Algo ha cambiado en el aire; ahora es más pesado, quieto, como si el propio bosque supiera que la muerte se acerca. Pero hay algo más, que al principio no noto. Aguzo el oído, escuchando, intentando discernir los ruidos de la noche. Y me doy cuenta de que no hay nada; no hay más pasos, no hay más gritos, sólo la quietud.
_¡Es la luna quién los hace mover!
La nube que la tapa ya no es más que un jirón gris de terciopelo, que poco a poco se desvanece en las alturas. Se ha ido y ellos se mueven nuevamente. Las ramas de los árboles se agitan delante de mí. Una criatura de enormes colmillos con la boca abierta se abalanza sobre mí. Su fétido aliento me acaricia la piel, yo intento correr, huir, pero estoy sujeto, atado. Lo único que puedo hacer es gritar y grito con todas mis fuerzas.
_¡Despierta!-me apremia una voz.
De pronto todo termina. Me agitan y yo hago lo que me dicen. Al abrir los ojos me doy cuenta de donde estoy. En la seguridad de mi cálida cama, mi madre está sentada a mi lado. La fría luz de la luna entra desde la ventana entornada.
_Ssssh… -me abraza y acuna entre sus protectores brazos-. Sólo es una pesadilla.
Las lágrimas corren silenciosas mis mejillas mientras ella me aprieta contra su pecho, me canturrea un canción que me tranquiliza, y así, vuelvo a dormirme mientras los pálidos rayos de la luna iluminan la habitación.
Ccomentarios (1):
Servio Flores
29/11/2013 a las 18:02
me ha gustado, buena descripción de la parte onírica y un final tierno.
saludos