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El tren de la bruja - por Servio Flores+18
Decidí visitar a la bruja. Lo pensé, sabía las implicaciones que mi decisión conllevaría, pero al filo del suicidio no hay muchas opciones. Al fin, visitarla es también un suicidio. Pero he perdido a mis hijas y debo volverlas.
Tomo el tren de los recuerdos, las vías de este tren siempre conducen hacia lo más íntimo, hacia uno mismo. Tomar este camino siempre resulta difícil, doloroso. Las vías que conducen hacia uno mismo no siempre son una caricia de amor.
Subo al vagón y este empieza a moverse. Me sujeto a mí misma, el movimiento me desnuda y la velocidad del tren aumenta.
Al inicio puedo divagarme. Me distraigo viendo por la ventana, puedo ver las montañas a lo lejos. Las nubes que proyectan sombras. Intento no encontrar formas, pero siempre las encuentro. El sol entra tibiamente por las ventanas y el vagón se va llenando de personas, animales y cosas.
Vienen a hacerme compañía aquellos amigos de antaño, me saludan y repiten las frases y las acciones ya conocidas. Los recuerdo.
Vuelven aquellos objetos que representaron algún evento, algún recuerdo, algún pedazo de vida y que la vida misma se encargó de hacerlos desaparecer.
Aparecen los muertos. Ahora dudo de que estén muertos. Quizá no lo estén y “muerto” sea solo una palabra para designar una ruta para encontrar a alguien.
Vienen enemigos, olores, paisajes, palabras, dolores, sueños, amigos perdidos, el perro de la infancia, el primer día de escuela, el primer beso, alguna desilusión, la primera vez, amantes furtivos, amores imposibles, silencios incomodos, canciones internas, perfiles perfectos, manos inquietas, viejos moribundos, mujeres solas, llantos silenciosos, orgasmos perfectos, sonrisas maliciosas, lagrimas secas, sabanas tibias, rostros anónimos, libros nuevos, frases inciertas, dolores ajenos, abrazos de madre, sentimientos de hija, pérdidas infinitas y olor a velorio… y así como viene se van. Pero los féretros, los de mis hijas, esos siguen frente a mí.
Decidí visitar a la bruja y aquí voy, desnuda, acompañada y sola. Retorciéndome las manos, sabiendo que estoy al filo de la muerte. Sola con el dolor infinito de la pérdida de mis hijas. El tren se mueve a toda prisa, la velocidad vertiginosa y los recuerdos llegan con más fuerza, más rápidos, golpean. Sufro y lloro y resisto.
De pronto, el tren se detiene. El vagón desaparece y caigo. Realmente no me he movido, estoy en el mismo cuarto, a solas y veo los féretros de mis hijas. ¡Hijas! lo único que tenía, lo único que valoré y que me hizo renunciar a la bruja, y ahora allí, tendidas, muertas.
Me incorporo y me arrastro al espejo, lo develo. La bruja está allí, soy yo misma. Vuelvo a mis antiguas prácticas, me veo como antaño, encorvada, el pelo largo, canoso y fino, la piel arrugada. La nariz horrorosa, los ojos vivaces llenos de maldad. Los dientes amarillentos y cariados. La lengua verdosa y obscena. Dejo de observarme y me llevo las manos a la cara y puedo ver mis uñas amarillentas y porosas de hongos.
Tomo mi bastón y golpeo el suelo, toco los féretros y puedo sentir que mis niñas se mueven. Empiezo a sentirme débil. Sé que el conjuro funciona. Las niñas se incorporan, se desperezan como si recién despertaran, se restriegan los ojos.
Me siento débil, muy débil. Puedo sentir que la piel se vuelve más tersa, las uñas nuevamente lisas y brillantes. Dejo de ser la bruja. Las niñas me miran y extrañadas se acercan, me abrazan.
—Te amo mami —me dicen.
Yo las veo y les respondo con una sonrisa. Me siento llena de amor, la mejor sensación que se puede tener antes de morir. Presiento que el fin está cerca y las abrazo con los últimos alientos de vida. Luego me desplomo, convirtiéndome en cenizas.
He muerto y veo a mis hijas abrazarse entre ellas. Me elevo, las veo cada vez más lejos, hasta que desaparecen y luego quedo suspendida.
Horrible silencio, eterno silencio… no sé quién soy, no sé qué pasa, no puedo recordar nada pero existo y tengo una extraña sensación, de algo que vive más allá de esto que ahora soy y que solo debo encontrar un camino, una ruta que me lleve hacia ese algo que presiento que existe.
Comentarios (12):
Aurora
28/10/2013 a las 15:56
Madre, ¿cómo explicarlo? Es que no encuentro las palabras. Cala realmente hondo, y está contado de maravilla. REdondo de principio a fin. Me ha encantado, enhorabuena.
Servio Flores
30/10/2013 a las 06:27
Gracias Aurora por sus palabras, me alientan a seguir mejorando.
Saludos desde Honduras.
lunaclara
30/10/2013 a las 12:05
Que chulo! Tiene una profundidad exquisita, el lenguaje es excepcional y te pone enseguida a tono, te lleva de aquí para allá, a donde quiera él. Te felicito. Gran final.
Aitor
31/10/2013 a las 19:56
Esta muy bien redactado y logras identificarte con el personaje. Enhorabuena.
Servio Flores
01/11/2013 a las 22:49
Gracias Lunaclara, gracias Aitor, viniendo de ustedes saber que les ha gustado es un gran halago.
saludos
Abbey
02/11/2013 a las 18:22
Tremenda la temática con la que te atreves y, a pesar de eso, sales victorioso.Perturbador y sin embargo el final deja un buen sabor de boca. Enhorabuena
Montse León
07/11/2013 a las 20:14
Me ha gustado muchísimo. No soy madre, pero puedo entender la capacidad de renuncia por serlo.
Bellamente redactado.
Servio Flores
07/11/2013 a las 22:08
Gracias Abbey, Gracias Montse, sus palabras alientan aseguir mejorando.
saludos.
Nancy Eliana
09/11/2013 a las 16:30
Me gustó tu relato, bien por ti, sigue mejorando!!!!
Servio Flores
10/11/2013 a las 04:33
gracias Nancy,de verdad agradezco el tiempo que ha dejado para leerlo.
saludos.
Marier
16/11/2013 a las 18:47
Wao, Servio, que valiente eres!
El tema profundo me asustó, el relato me pareció impecable, al igual que el final.
Felicitaciones
Servio Flores
16/11/2013 a las 19:12
gracias Marier por sus apreciaciones, son un estímulo para seguir trabajando.
saludos