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escena 10 - por sara isaac
La librería Galdós está situada en el número 25 de la calle Benito Pérez Galdós. Según Javier, el dueño, el nombre se debe al apellido de su madre y no tiene que ver con el dramaturgo o la localización. El trasiego de gente entrando y saliendo los sábados por la mañana es bastante importante teniendo en cuenta la reciente llegada a la ciudad de las grandes cadenas de venta de libros. Yo, personalmente, prefiero comprar mis novelas aquí que en las grandes superficies, el trato me resulta más familiar y además, desde hace un par de meses, han contratado a una nueva dependienta, llamada Helena, que me resulta muy atractiva.
La tienda es pequeña y de planta cuadrada y los libros están colocados en tres enormes estanterías verticales, como las de las bibliotecas públicas, y ordenados por el primer apellido del autor. Hay una gran mesa en el centro del local donde se colocan los ejemplares de los best sellers del momento. El escaparate no es muy grande pero si muy original, por lo menos a mí me lo parece. Está presidido por un gran buró pintado de azul marino con cantidad de libros antiguos tumbados por todas partes, las novedades las colocan en vertical para que destaquen.
Al entrar esa mañana, Helena, escondida tras sus enormes gafas redondas de pasta, se dirigió a mí:
—¿qué desea, señor?
—sí….bueno… busco… “ ¿Tomaría un café conmigo? ”
—¿de quién?
—Marcos López Candelar
—Uhmmm…, déjeme mirar.
Se dio la vuelta y se acercó a una de las estanterías. Cuando se giró, observé que llevaba el pelo recogido en un moño que sujetaba graciosamente con un lápiz. No encontró ni el ejemplar ni al autor. Me despedí con simpatía y le agradecí su tiempo.
Al sábado siguiente volví a presentarme en la librería, saludé a Javier asegurándome de que Helena se apercibiera de mi amistad con su jefe. Estuve curioseando varios títulos que me llamaron la atención y leyendo los comienzos de algún que otro libro. Ella se acercó a atenderme.
—¿Le puedo ayudar?—me dijo.
—Sí, ehhh….., quiero… “ Una noche de cine contigo”
—¿De Marcos López Candelar, verdad? — sonrió irónicamente
—Exacto — contesté mostrando extrañeza por su sonrisa.
Helena, muy profesionalmente, se dirigió a las estanterías y buscó primero en la L, después en la C, luego en la M y , por último lo buscó por el título. No lo encontró y, muy amablemente, me invitó a comprar otro libro. Me supo mal y le compré uno muy famoso que había salido esa misma semana. Pagué, me despedí amablemente y me marché.
Pasaron un par de semanas hasta que regresé a la librería. Esta vez llevé un poema escrito de puño y letra por Marcos López Candelar que se titulaba “ ¿Quieres cenar conmigo esta noche? ” y con una dedicatoria que decía « con cariño para Elena, que me busca y no me encuentra.» Me acerqué al mostrador y le entregué el poema. Ella lo leyó detenidamente, cogió el bolso que guardaba debajo de la repisa y sacó una foto en la que aparecía junto a un chico que la abrazaba. Me la enseñó y, mirándome por encima de sus gafas de pasta, me dijo:
—El año que viene, tal vez. Por cierto, mi nombre se escribe con h.
Resignado me marché de allí pensando en la diosa griega e imaginando una nueva historia que comenzar a escribir.
Comentarios (2):
Carlos Dauro
30/06/2013 a las 07:02
¿Porqué las historias románticas no suelen terminar bien? Me ha gustado la historia. El personaje de Marcos, muy original, bien presentado y definido.
lunaclara
30/06/2013 a las 12:34
Hola Sara! Me ha gustado mucho esa frescura que utilizas para escribir tu relato. Una historia romantica muy original, con la que las chicas empatizamos 100 por 100. Ojala hubieran muchos Marcos por ahí!! Felicidades!!