Literautas - Tu escuela de escritura

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Corazón de mandolina - por Ella

Qué culpa puede tener alguien para merecer una suerte así, vayan ustedes a saber.

Conoció la vergüenza a los siete años. Caminaba con su madre cuando, curioso, se detuvo a la entrada de un negocio de pedicure.
—Eres joto o qué —le gritó ella. Su voz, sus gestos, la mirada de las empleadas, le dijeron todo aunque no entendió nada.

Ella siguió esforzándose en educarlo a través del dolor. Cuando de adolescente se interesó por la música, quiso tocar la mandolina:
—No es instrumento para hombres, carajo.

Pues por esas cosas de la vida, él es feliz. Y ella, una anciana afásica presa en una silla de ruedas.
Al personal del asilo le encanta verlo llegar, siempre con su mandolina.
No soporta su presencia, se retuerce, patalea. Acostumbrados a crisis y arrebatos, fijan la silla para que reciba la visita.
—Todos los sábados viene a tocar, debe haber sido una gran madre.