Literautas - Tu escuela de escritura

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A la luz de la luna - por Tay

Entonces… la luna se apagó. No se escondió tras las nubes, ni jugó al escondite con el sol. Simplemente se esfumó. Apenas unos instantes antes estaban observándola incontables parejas mientras se obsequiaban unos a otros con las típicas ñoñerías. De pronto, parpadeó un par de veces y desapareció.

Otras miles de cabezas, de miles de ciudades se giraron hacia el cielo. La oscuridad era palpable. Surgieron los primeros gritos de asombro, de incertidumbre, de pánico. No había luna. Sí había estrellas, sí se distinguían constelaciones, el ojo experto incluso podía distinguir la Vía Láctea. Sin embargo, el más romántico de los astros no estaba.

Por fin, la Gran Mano apareció. Dio unos toquecitos en mitad del cielo nocturno, como quien golpea una bombilla rebelde, se produjeron nuevos parpadeos y la luna volvió a brillar. Grande, llena, maravillosa. ¡Menudo susto!