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Ella - por Mel BrownR.
Y entonces la vi, dirigiéndose hacia mí, vestida de blanco, con una sonrisa en los labios y clavándome sus hermosos ojos verdes. Yo observándola, vestido de traje, con los ojos abiertos como platos, la boca seca y las manos sudorosas. Era la estampa más bonita que jamás uno se podía llegar a imaginar.
Cuando la tuve a un paso, le acaricié la piel del brazo con la punta del dedo y aspire su dulce perfume. La voz de mi cabeza me susurraba una y otra vez, “ella es la mujer de tu vida”.
De repente escuché un pitido y tuve la esperanza de que al abrir los ojos, ella estaría tumbada a mi lado. Pero no fue así, al hacerlo su lado de la cama estaba vacío, frío, sin su olor. Miré por la ventana, era de noche y todo había sido un sueño.