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Perfume mágico - por María Lucrecia
Perfume mágico
Cada noche, cuando la calle quedaba desierta y en silencio, poco a poco, se empezaba a sentir un olor a perfume. Unos decían que era de azahares, otros sentían el aroma de canela y especias, de rosas, de frutas, en fin, era algo misterioso que la fragancia fuese diferente para cada quien y que complaciera todos los gustos. Pero había algo más que nadie había percibido y es que la esencia hacía que todos, en aquella remota aldea, quedaran profundamente dormidos. Todos menos uno. Don Mariano, se vestía entonces muy elegante para acudir a su cita nocturna. Ponía un clavel rojo en el ojal de la solapa, sonreía, y tomando sus guantes blancos, el bastón y la chistera, salía a reunirse con su amada. Tengo la esperanza, le decía, que la noche sea tan larga, que ya no nunca venga el día que nos separa.