Literautas - Tu escuela de escritura

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Sorpresa - por Suso

Cumplía la última voluntad de mi padre y solo ese era el motivo de mi viaje. Nunca tuve interés por su lugar de nacimiento. Siempre me sentí francés. Y el, mi padre, repetía las mismas historias de miserias, envidias, caciques y crueldad con los perdedores. En Marsella, su lugar de adopción, no podía decirse que fuese un triunfador; tuvo que trabajar duro, incluso muy duro e indiferentes y humildes trabajos consiguiendo con ello sacarnos a delante a mi hermana y a mi, un pequeño piso y una jubilación casi aceptable para él y nuestra madre. De su tierra de origen decía no querer ni saber nada; siempre repetía que allí se hubiese muerto de hambre y sin la mínima oportunidad.
Poco después de su funeral mi madre me entregó una caja de cuero con una llave y una nota en su interior. Mi sorpresa fue total al enterarme de que mi progenitor todavía conservaba una casa en su tierra natal. Ahora en la nota me pedía que a su muerte, sin más dilación la vendiese.
Antes de un mes me encontraba frente a unas paredes desvencijadas y a unas puertas y ventas a punto de caerse. Con mucha precaución y algún esfuerzo franqueé la entrada; los goznes crujieron y u vaho rancio me golpeó la cara. Al segundo paso sentí un crujido bajo mi pié; allí entre el polvo había un sobre ajado y amarillento; la carta era para mi padre, venía de una compañía eléctrica y se le comunicaba que el 1 de mayo de 1965 podía comenzar a trabajar como especialista en la central térmica próxima a la capital de la provincia.