A veces, aún con la necesidad imperiosa de ponernos a escribir, puede darse el caso de que nos encontremos perdidos y sin tener ni idea de lo que queremos contar. Hace poco alguien me dijo que la solución para el síndrome del folio en blanco es escribir algo, lo que sea, porque así deja de estar en blanco. Pero como no siempre es tan sencillo, creo que es más eficaz intentarlo con otro tipo de técnicas. Los ejercicios de escritura pueden ser un gran punto de partida para soltar la imaginación y la palabra.
Precisamente por eso os traigo esta nueva sección del blog: ejercicios de escritura. Tanto para los que quieren evitar esa parálisis de la escritura como para los que buscan ejercicios que les ayuden a practicar y mejorar, iré publicando propuestas que puedan ser de utilidad.
Pero bueno, vamos con el ejercicio, que es de lo que trata esta entrada. Quiero comenzar la sección con un disparador creativo, un ejercicio cuya intención es desbloquear la mente y dejar que fluyan las ideas. Al final del post encontraréis la ficha descargable del ejercicio.
La premisa inicial es “Se pasó una hora buscando el calcetín rojo”. A partir de aquí, anota 5 motivos que expliquen esa frase y 5 posibles personajes para protagonizarla. No te preocupes porque tus respuestas sean disparatadas o sin sentido. Escríbelas sin preocuparte, déjate llevar.
Recuerda: “se pasó una hora buscando el calcetín rojo”. ¿Quién y por qué? 5 respuestas.
Cuando hayas terminado la lista, elige el personaje y el motivo que más te gusten. Con estos elementos, crea un texto de al menos 300 palabras. Si quieres, puedes comenzarlo con la frase “Se pasó una hora buscando el calcetín rojo”, pero no es obligatorio.
Lo que sí debe tener el texto es un inicio (presentación breve de la situación), un nudo (desarrollo de la situación o de la acción) y un desenlace (en el que se soluciona la situación).
¡Feliz escritura!
Descargas la ficha del ejercicio:
Ficha ejercicio 001: el calcetín rojo
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Comentarios (150):
Androide de Latón
11/06/2012 a las 12:35
Hola!
Me parece muy interesante todo lo que propones en tu blog (el cual he descubierto hace escasas horas). No he podido resistirme a hacer este ejercicio y he dejado mi “trabajo” en una entrada de un blog que tenía totalmente abandonado desde hace años.
http://androides-de-laton.blogspot.com.es/2012/06/el-calcetin-rojo.html
Un saludo!
Literautas
11/06/2012 a las 12:38
Hola!
Qué ilusión que te haya inspirado el ejercicio. Ahora mismo voy a leerlo ^^
Un saludo y gracias por tu comentario! 🙂
Arveloky
16/06/2012 a las 20:30
Hola, yo también me he decidido por comenzar con los ejercicios que propones. He enviado el mío por e-mail. Espero que sea de tu agrado, aunque creo que me he emocionado y me he pasado un poco de las 300 palabras.
Trataré de ponerme al día e ir realizando los ejercicios.
Saludos.
Literautas
17/06/2012 a las 19:06
He recibido tu mail ^^
Lo leeré con cariño y detenimiento, y ya te contaré 🙂
Un saludo y gracias por tu comentario.
Merche
29/07/2012 a las 20:31
Hola!
He descubierto esta tarde tu página y reconozco que me encanta! Hasta me he animado con el ejercicio del “Calcetín Rojo”, jajajaja. Cuando ultime los detalles, te lo envío.
Espero que sigas con tu proyecto, es genial!!
Un saludo!
Literautas
30/07/2012 a las 13:02
¡Muchas gracias, Merche! Me alegra mucho que te guste y me quedo con ganas de leer lo que escribas.
Un saludo y gracias por tu comentario 🙂
Otro del Sur
08/08/2012 a las 21:37
Un mm… Me has enganchado y nada más por eso cierro el iPad… No puede ser “joía”, eso sí, no sin antes dejarte las respuestas… No, no voy a escribir el resto 😛
Se paso una hora buscando el calcetín rojo.
Quién y por qué?
1.-un padre, buscando el calcetín de bebé de su hija que ahora se va a la universidad. (de primeras era que había fallecido… pero mejor así)
2.-el amante, que ha perdido el calcetín y debe recuperarlo antes de que “ruede” su cabeza.
3.-el niño que tenía sus tesoros escondidos dentro del calcetín.
4.-el piloto (de lo que quieras), que siempre corre con su calcetín de la suerte.
5.- la enamorada. Es el calcetín que se dejó el novio en la primera cita y desde entonces guarda con ilusión y con el que acaba de discutir por una tontería.
Un saludo.
DIANA CAROLINA
14/10/2012 a las 06:51
Paolo estaba por casarse. Se encontraba feliz y enamorado. Faltaban 24 horas para que uniera su vida a la mujer que se había ganado su corazón. Tan sólo 24 horas, y justo en ese momento se estaba a muchos kilómetros de distancia de ella. Había tenido que viajar a Estados Unidos por cuestiones de negocios, y su novia, Esperanza, lo esperaba en Monterrey, Nuevo León. Su avión salía a las 6:00 p.m. Apenas eran las 11:00 a.m. y Elías ya estaba empacando. Doblaba la ropa con una increíble exactitud. La maleta no cerraba de todas formas, así que tuvo que subirse encima de ella y cerrarla a como de lugar. Se cepilló los dientes, llenó de gel su cabellera y se puso la loción nueva. Dejó el hotel a las 2:00 p.m. Pasó a una tienda cercana y se compró un sándwich. Llegó muy temprano al aeropuerto, compró un periódico y comenzó a leerlo. Después de un rato fue al baño, y al regresar tomó una siesta de 15 minutos. Ya estaba por ser hora de abordar el avión.Pasó al área de revisión de maletas, y todo iba viento en popa. Hasta que… le pidieron el boleto de avión. Buscó una y otra vez en cada bolsillo de su chaqueta, que le quedaba un poco ajustada. Abrió la maleta, y salieron desbordándose un par de playeras que llevaban entrelazadas un calzoncillo. Elías se sonrojó y contiuó buscando. Por más que intentó no pudo tomar el vuelo, y peor aún, ya no tenía dinero suficiente para comprar otro boleto de abordaje. Decidió regresr al cuarto de hotel, y entonces ahí recordó que había metido el boleto en su peculiar calctín rojo. ¿Pero dónde estaba el calcetín rojo? Buscó debajo de la cama, dentro del baño. En los cajones de la recámara y hasta en el armario. ¡Se pasó un poco más de una hora buscado el caprichoso calcetín! Tenía la esperanza de poder encontrarlo y poder cambiar la hora de su vuelvo. Estaba un poco desalentado cuando de repente al bajar por el elevador recordó que había bajado a la lavandería a lavar un par de prendas. y sí, sólo y abandonado estaba su calcetín rojo en la enorme lavadora. Justamente había guardado el boleto para no perderlo. Lo sacó y ya no quedaba nada de él. Tan sólo era un trozo de papel mojado y partido por la mitad. Tuvo que marcarle a su prometida y explicarle la situación. Tuvo que marcarle a sus padres para que le enviaran un poco de dinero. Y el próximo vuelo con un lugar disponible a México, salía dentro de dos días…
Literautas
16/10/2012 a las 11:27
Hola, ¡gracias por compartir tu texto!
Si lo prefieres, también puedes enviármelo por correo a través de la ficha del ejercicio, y así puedo publicarlo con el resto de textos que me envían, de manera que otros lectores del blog podrán darte su opinión. 🙂
Un saludo
DIANA CAROLINA
14/10/2012 a las 06:52
Paolo estaba por casarse. Se encontraba feliz y enamorado. Faltaban 24 horas para que uniera su vida a la mujer que se había ganado su corazón. Tan sólo 24 horas, y justo en ese momento se estaba a muchos kilómetros de distancia de ella. Había tenido que viajar a Estados Unidos por cuestiones de negocios, y su novia, Esperanza, lo esperaba en Monterrey, Nuevo León. Su avión salía a las 6:00 p.m. Apenas eran las 11:00 a.m. y Paolo ya estaba empacando. Doblaba la ropa con una increíble exactitud. La maleta no cerraba de todas formas, así que tuvo que subirse encima de ella y cerrarla a como de lugar. Se cepilló los dientes, llenó de gel su cabellera y se puso la loción nueva. Dejó el hotel a las 2:00 p.m. Pasó a una tienda cercana y se compró un sándwich. Llegó muy temprano al aeropuerto, compró un periódico y comenzó a leerlo. Después de un rato fue al baño, y al regresar tomó una siesta de 15 minutos. Ya estaba por ser hora de abordar el avión.Pasó al área de revisión de maletas, y todo iba viento en popa. Hasta que… le pidieron el boleto de avión. Buscó una y otra vez en cada bolsillo de su chaqueta, que le quedaba un poco ajustada. Abrió la maleta, y salieron desbordándose un par de playeras que llevaban entrelazadas un calzoncillo. Paolo se sonrojó y continuó buscando. Por más que intentó no pudo tomar el vuelo, y peor aún, ya no tenía dinero suficiente para comprar otro boleto de abordaje. Decidió regresr al cuarto de hotel, y entonces ahí recordó que había metido el boleto en su peculiar calcetín rojo. ¿Pero dónde estaba el calcetín rojo? Buscó debajo de la cama, dentro del baño. En los cajones de la recámara y hasta en el armario. ¡Se pasó un poco más de una hora buscado el caprichoso calcetín! Tenía la esperanza de poder encontrarlo y poder cambiar la hora de su vuelvo. Estaba un poco desalentado cuando de repente al bajar por el elevador recordó que había bajado a la lavandería a lavar un par de prendas. y sí, sólo y abandonado estaba su calcetín rojo en la enorme lavadora. Justamente había guardado el boleto para no perderlo. Lo sacó y ya no quedaba nada de él. Tan sólo era un trozo de papel mojado y partido por la mitad. Tuvo que marcarle a su prometida y explicarle la situación. Tuvo que marcarle a sus padres para que le enviaran un poco de dinero. Y el próximo vuelo con un lugar disponible a México, salía dentro de dos días…
Ismael
04/11/2012 a las 20:53
Diría que llego tarde para envial la ficha de “el calcetín rojo” así que copiaré aquí el resultado.
¿Quién y por qué? 5 respuestas.
1. María Jimenez. Una adolescente que ha de realizar una actuación teatral en el instituto y el calcetín forma parte de su indumentaria.
2. Pedro, padre de Juaquín, porque Juaquín no recuerda dónde soltó el calcetín rojo con el décimo, premiado con una cesta de vinos, embutidos y un jamón, que su tía le regaló al niño al visitarlos.
3. María Toston, porque alguien misterioso la llamó al teléfono móvil dejando un mensaje de voz diciendo que tres años antes, colocó dentro del único calcetín rojo de la cómoda de su habitación, una carta de Raúl Toston, su hermano desaparecido hace 4 años.
4. El conejo Quim, que a causa de un hechizo ha perdido parte de su memoria, y quien según la musaraña Petra, guardó la zanahoria mágica en el calcetín de la suerte, que es rojo, para que la bruja malvada no lo pueda encontrar.
5. El brujo Pirujo, porque sin él no funciona su varita.
Texto:
María Toston salió del cine con Clara, su amiga de siempre, y miró su teléfono para comprobar si la habían llamado o escrito durante la película, y así fue. Tenía un nuevo mensaje de voz:
-Hola María -decía la voz distorsionada del mensaje-, escucha con atención: Hace 3 años entré en tu habitación, y en la cómoda coloqué una carta escrita por tu hermano, Raúl Toston, dentro del único calcetín rojo que había. En ella relató la causa de su desaparición … Ha llegado tu momento -con unas profundas respiraciones terminó el mensaje.
Al oír esto, María, muy alterada, caminó veloz a casa de sus padres, donde vivía en la fecha descrita por la voz misteriosa, y Clara, aturdida, preguntó qué pasaba y que dónde iba. No me pasa nada, dijo, y es mejor que quedemos otro día; ya te contaré. Y siguió caminando como si le fuera la vida dejando plantada a Clara preocupada por su conducta. Al llegar al lugar, sus padres le abrieron la puerta y ésta corrió a su antigua habitación. Vació por completo los cajones de la cómoda volcado en el suelo el contenido sin hallar rastro de carta o calcetín alguno. Abrió los armarios y arrancando la ropa del interior los dejó tan vacíos que parecían nuevos. Se percató de la falta de algunas muñecas que había dejado cuando la mudanza y preguntó a su madre si había movido algo. Dijo que sí, que había guardado en bolsas y maletas alguna que otra prenda de vestir y algunas muñecas por si algún día quería llevárselas al piso nuevo y le indicó que estaban en el armario que aprovecha el hueco de la escalera que conduce a la terraza. María corrió al armario y abrió todas las maletas. Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, sino más, y por fin, en una bolsa de supermercado llena de calcetines sin pareja, vio el calcetín ansiado. Dentro del mismo había un sobre del tamaño de una tarjeta de crédito y dentro, ésta carta:
Hola María.
¿Recuerdas que papá siempre nos dijo que el abuelo murió antes de nacer nosotros? Así lo cree él, pero no es la verdad. El año pasado me llevó con él y ahora tú también has de conocerlo. El próximo miércoles espera en los columpios del parque donde caíste aquella vez de cabeza. A las 16:30hr te recogerá un precioso coche blanco.
Con cariño, tu hermano.
Más o menos, habían pasado 3 años desde que debió encontrar la carta, y no sabía qué hacer. Ayudó a su madre a recoger todo el desastre causado en la búsqueda sin pronunciar una palabra y luego aprovechó para llevar algunas prendas a su piso. Al sentarse en su sofá, mucho más tranquila, sacó la carta del sobre para volver a leerla, pero no tuvo tiempo al ser interrumpida por una llamada al móvil. Sí, respondió. Soy Clara, ¿estás bien? Sí, lo estoy, no te preocupes. Es que, como te fuiste de aquella manera al salir del cine, estaba preocupada. Pues tranquila, era un malentendido. Menos mal, ¿quedamos mañana para un café en la plaza? No. Mejor te llamo cuando esté menos liada. De acuerdo, dijo Clara, y colgó. Llamaron al timbre del portal. María cogió el telefonillo algo asustada y preguntó quién era. Soy un enviado del señor Ignacio Fuensanta, su abuelo. ¿Puede bajar un momento o abrir la puerta para que suba? Tengo algo que decirle. Mucho más asustada ahora, María respondió que bajaba enseguida, pero quedó paralizada y aterrorizada al ser abordada por el pensamiento de si era verdad que sería un enviado de su abuelo, o, si era alguien interesado en deshacerse de ella por éste o aquél motivo. El timbre volvió a sonar. María abrió la puerta para salir del lugar y se apoyó en la pared del pasillo. No sabía si subir para tratar de huir, o bajar y hablar con quien fuera quien llamaba al timbre. De nuevo sonó. Estaba a punto del ataque de pánico cuando decidió cerrar los ojos y respirar. Al rato volvió a sonar, entró de nuevo en casa y respondió:
-¿Oiga?
-Estoy esperando señorita. Es importante. Lo ideal es que baje.
-¿Dice que conoce a mi abuelo?
-Sí señorita. Y a su hermano también.
-¿Puede decirme cómo solía llamarme mi hermano de niña?
-No señorita. Deje que lo llame un momento.
-De acuerdo.
Sonó el timbre al medio minuto.
-¿Sí?
-Señorita, dice que usted sigue siendo la llorona azul.
-Así es -suspiró con una leve sonrisa-, ahora bajo.
Al bajar, frente a su portal, un elegante coche blanco y un hombre trajeado que al verla salir abrió la puerta de atrás, la esperaban. Ella entró y el hombre cerró la puerta y se sentó en el lugar del piloto. Condujo varias horas, hasta una carretera que, adentrándose en un bosque espeso más de media hora, paró delante de una casa enorme con jardines y piscina. Debían ser la 01:30hr cuando bajó del coche y vio acercarse desde dentro de la casa, un hombre mayor en buena forma física. Al salir de la casa el hombre mayor la abrazó con tal ímpetu que la dejó sin respiración unos segundos pronunciando; nieta, que grande estás, nieta, qué grande estás. Entraron dentro y su hermano, a quien creía muerto y no veía desde hacía 4 años, estaba sentado en una butaca. Al verla, éste se levantó y la abrazó. Hola llorona azul, dijo. Ella comenzó a llorar sin dejar de abrazarlo y el abuelo dijo a un mayordomo que trajera té y alguna pasta. La invitó a sentarse en otra butaca y él también se sentó en una. Una mujer trajo 3 tazas de té que puso en una mesita donde el mayordomo soltó luego una bandeja de pastas y sirvió té en las tazas. Al terminar, el abuelo comenzó a hablar:
-Qué alegría verte aquí, María.
-También estoy contenta, aunque reconozco que he pasado algún calvario.
-Lo siento -dijo el abuelo-, no era mi intención, aunque es cierto que tanto secretismo conlleva sobresaltos.
-¿Porqué tanto secretismo?
-Hija, si mis hijos supieran … Bueno, fui contratado para llevar a cabo una misión secreta, que acabó hace años, pero requería mi fallecimiento para su logro, de ahí mi seudónimo. Gracias a ella vivo del modo en que vivo, y ahora ha llegado el momento de que tú sepas quien eres y tomes las riendas de tu destino. Sé que llevas más de un año ahorrando para abrir una tienda.
-Así es ¿Cómo lo sabes?
-Sé bastante más. Te voy a ayudar invirtiendo en tu sueño. Buscaré el modo de ingresarte una suma de capital sin levantar sospechas.
-Pero no quiero mentir a papá ni a mamá.
-Lo sé, lo sé. No tendrás que hacerlo.
-¿Y podré contratar a Clara?
-Sí, claro. En tus negocios mandas tú.
-Qué grande estás, María -Dijo Raúl-.
-Y tú qué vivo estás -dijo clara haciéndolos reír.
-Tenemos que dormir -dijo el abuelo-. María, Julio, el mayordomo, te acompañará a tu habitación. Es tarde y mañana será un gran día. Me alegra tanto que al fin podamos conocernos.
-Gracias abuelo. Buenas noches a los dos.
-Buenas noches Clara -dijeron en unísono Raúl y su abuelo.
María se acostó en una cama grande y toda la noche mantuvo la agradable sensación que notaba de niña al quedarse dormida escuchando leer cuentos a su madre. Al despertar pasó toda la mañana con su hermano y el abuelo. Después de comer, al llegar la tarde, volvió a subir al coche blanco y la llevó de nuevo a su ciudad, donde comenzó una nueva vida abriendo una tienda de cafés, tés, chocolates y demás que triunfó por novedad y permanece abierta todavía. Jamás perdió contacto con sus familiares. Abuelo, padre, madre e hijos se reunieron cada año en fechas señaladas y todos fueron felices siempre.
Ismael
04/11/2012 a las 21:03
grgrgrgr.. el último María escribí Clara…
Ismael
04/11/2012 a las 21:12
Diana Carolina, he aprendido mucho de tu dialecto al leerte. Jiji.. al final consiguió un vuelo para otro día, como él quería.
Literautas
04/11/2012 a las 21:16
Hola, Ismael. ¡Gracias por compartir tu texto!
Si lo prefieres, puedes enviármelo por correo a través de la ficha del ejercicio, y así puedo publicarlo con el resto de textos que me envían, de manera que otros lectores del blog podrán darte su opinión y aparezca luego en la lista de ejercicios enviados. 🙂
un saludo y feliz día
Ismael
05/11/2012 a las 03:15
Hola Literauta.
No lo haré, porque debería volver a corregir de nuevo. Me tiene descontento este relato por su final y algunos detalles como la voz distorsionada, ¿Porque leñe la voz está distorsionada si resultó ser todo la mar de sencillo y amigable al fin y al cabo? y bueno, tuve prisa por enviarlo y según he oído, la prisa nunca es buena (cosa discutible) Aunque me he propuesto realizar cada ejercicio con la esperanza de aprender (Y admito haber logrado aprendido algo en menos de 24hr) Nunca me gustaron los comentarios tipo “me encanta, es muy bonito…” en cambio, si me gusta cuando son puntualizadas las parte más disfrutada por del lector y todos los tropezones, enredos, descontentos y demás que haya sufrido al deslizar la mirada por mi relato. Cuantos más comentarios de ése tipo, mejor. Por supuesto, he mentido y me encanta leer que a todos gusta, el problema es mi incredulidad. Gracias Literauta por la creación de este espacio. Me hace sentir igual que cuando deseaba que terminase la hora del patio para comenzar una clase que esperaba con ansia.
Ismael
05/11/2012 a las 03:18
PD: dentro del paréntesi, después del haber y antes del aprendido, ignorad la palabra logrado (he de iniciarme en esto de no tener prisa)
Montse Bosch
30/11/2012 a las 19:10
Hola!he visto tu web y me ha encantado!ya hace tiempo que busco ejercicios para escribir y abrir mi imaginación!me gustaria realizar estos ejercicios y saber donde los tengo que mandar!si los cuelgo aquí o a otro sitio!infinitas gracias!
Literautas
01/12/2012 a las 10:41
Hola, Montse
Bienvenida. Me alegra que te gusten los ejercicios 🙂
Para enviarlos, tienes que hacerlo por correo mandándonos la ficha del ejercicio cubierta a info@literautas.com ^^
Un saludo y gracias por tu comentario
Elena
04/02/2013 a las 23:48
Hola,¿qué tal?. ¡Buenas noches!. He descubierto esta web gracias a Facebook. Estaba buscando talleres para aprender a escribir o para escritores principiantes,y os he encontrado a vosotros. Ante todo felicitaros por la labor que haceis y espero participar en vuestros talleres de relatos que me parecen de lo más interesantes.
Literautas
06/02/2013 a las 12:20
Hola, Elena
¡Bienvenida! Me alegra mucho que nos hayas encontrado y esperamos tus relatos en el taller para poder leerte 😀
Un abrazo y gracias por tu comentario
Flavia
15/02/2013 a las 04:03
Hola, acabo de encontrar este blog y estoy fascinada. Hace años que quiero empezar taller literario y no arranco nunca. Soy una lectora compulsiva, de toda la vida, ahora necesito escribir, creo que esto me va a ayudar. Seguro. Voy a participar, de hecho, ya arranqué con el calcetín rojo, no me pude contener! Pienso seguir, y que bueno esto que hacen!
Literautas
18/02/2013 a las 13:39
Hola, Flavia
¡Bienvenida! Me alegra mucho que te guste y esperamos poder leerte 🙂
Un abrazo
Alan
20/02/2013 a las 05:09
Hola! encontré este blog y me llamo la atención, tanto que me puse hacer el primer ejercicio, lo termine pero no se donde subirlo, espero y me puedan ayudar! saludos y felicitaciones ! (y)
Literautas
20/02/2013 a las 09:53
Hola, Alan
Bienvenido! Me alegra que nos hayas encontrado y que te gusten los ejercicios. Puedes enviárnoslo por correo 🙂
Un saludo y gracias por tu comentario
Karla
05/03/2013 a las 22:18
Hola! Me encanta este blog, me preguntaba si aún reciben ejercicios. De ser así enviaría el mío, espero poder improvisar con esto en la escritura ya que esta genial. Felicitaciones por tan excelente sitio. 🙂
Literautas
08/03/2013 a las 13:28
Hola, Karla
¡Por supuesto! Los ejercicios del blog se pueden enviar en cualquier momento del año, y no importa el orden tampoco. Lo único para lo que tenemos plazos es para el taller de escritura.
Un abrazo y gracias por tu comentario! 🙂
Catalina
27/03/2013 a las 23:17
Hola! Descubrí esta página porque buscaba un taller para aprender a escribir y hace unos días me encontré con el Taller “Móntame una Escena”, en el que participé por primera vez.
Desde niña escribo cosas (pasando obviamente por etapas larguísimas de sequía absoluta), ya que me siento muy atraída por esto de la escritura en sus distintas formas. Lo mío eran los cuentos cuando niña, luego pasé por algo de poesía (a mi manera, no me gusta mucho la rima tradicional jeje) y ahora estoy entre pensamientos varios (tipo columnas a lo Carrie Bradshow jajaj) y bueno, gracias al Taller he comenzado otra vez con las historias.
Muchas gracias por esta oportunidad de compartir experiencias y conocimiento, espero aprovechar todo lo que se publique (tarea larga…) he comenzado ahora con el primer ejercicio y de a poco voy leyendo las diferentes entradas de la página. Me queda un laargo camino, pero al menos ya comencé y eso me tiene contenta.
Donde debo enviar el ejercicio para recibir los comentarios?
Saludos!!
Literautas
12/04/2013 a las 19:38
¡Hola, Catalina!
Antes de nada, disculpa que no he visto tu comentario hasta ahora. Se quedó enterrado al fondo de un montón de comentarios y me pasó completamente desapercibido. ¡Qué rabia! Pero bueno, más vale tarde…
Muchas gracias por participar en el taller. Espero que disfrutases de la experiencia y me alegra que te haya devuelto a la fase de contar historias, aunque las otras etapas que comentas suenan igual de interesantes. 🙂
Sobre los ejercicios de escritura como este del calcetín rojo, si quieres que se publique en el blog para compartirlo con el resto de lectores y que puedan comentarlo, lo que tienes que hacer es enviárnoslo por correo a la dirección info[arroba]literautas.com.
Una vez al mes, más o menos, publicamos una recopilación con los textos que nos van llegando.
Espero haber solucionado tu duda y disculpa la tardanza en contestar.
¡Un abrazo y muchas gracias por tu comentario!
Elena Lescano
11/04/2013 a las 01:12
Hola, Literautas. Estoy encantada de haber encontrado este taller. Gracias por crear algo tan bueno. Voy a empezar por los ejercicios. Ya hice el primero. Lo mando luego por mail. ¿O se puede publicar en un comentario? Ubicarme en las páginas web siempre me cuesta un poco. Saludos desde Mendoza, Argentina
Literautas
12/04/2013 a las 19:39
Hola, Elena
Lo mejor para los ejercicios es que nos los mandéis por mail porque así los podemos publicar en una entrada del post y es más fácil que otros lectores puedan verlos y comentarlos. Como comentario en esta entrada es posible que pase desapercibido.
Un abrazo y gracias por tu comentario
Dinora Hernandez
18/04/2013 a las 21:43
Recién descubrir este sitio y estoy emocionada con los ejercicios que propones, los haré todo 😀
Y tal vez cuando halla terminado pueda unirme al los talles, soy escritora de closed XD pero iré mejorando para participar con ustedes.
F. Rosal
05/05/2013 a las 19:15
Acabo de enviaros el texto del calcetín rojo. Espero que os guste 😉
Literautas
07/05/2013 a las 12:11
Uy, pues no nos ha llegado. :S ¿Nos la has enviado por correo?
F. Rosal
07/05/2013 a las 22:22
Ups, pues voy a intentarlo de nuevo, a ver si hay suerte esta vez…
teresa
09/05/2013 a las 19:40
Me encantó Literautas, buen proyecto! Interesante y divertido ! Y muy útil para los que estamos intentando incursionar el el mundo de las letras. Me cuesta opinar sobre los textos ajenos, no tengo autoridad para hacerlo.
Solo puedo decir si me gustó o no, y eso es tan subjetivo.
Felicitaciones y gracias!
Celeste
20/06/2013 a las 02:22
Hola
Mil gracias por esta página, por los ejercicios y las claves. Espero pronto poder enviar algo, iniciando con estos ejercicios y atreviéndome de pronto con las escenas mensuales.Gracias de nuevo, es emocionante encontrar esto e intentar desarrollar el gusto por escribir.
Andrea
20/06/2013 a las 20:33
Hola me gusto mucho el ejercicio te mande mi ejercicio por correo estoy apenas empezando en este mundo de la escritura pero me encantaría que me ayudaras a mejorar muchas gracias
Lups
03/07/2013 a las 03:24
Que buena actividad! mi imaginación voló! .. ¿todavía podemos mandar nuestra historia?
Literautas
03/07/2013 a las 10:47
Claro. Si quieres compartirlo, hemos abierto un grupo en Goodreads donde, además de compartir todo tipo de pensamientos sobre literatura y escritura, hay un espacio para publicar estos ejercicios y comentarlos entre todos.
Este es el enlace al grupo:
Y este el enlace a la sección donde publicamos los ejercicios:
Te esperamos! 😉
Un abrazo
Felipe Orejuela Gonzalez
10/07/2013 a las 02:38
Hey !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Buenas lunas literauta; hace poco encontré este blog, siempre quize encontrar una pagina web así, donde sea colectiva este verbo de escribir y es mas, no solo es eso, también entablas ejercicios para crecer la pluma que nación con nosotros, cinceras y cálidas gracias.
Dentro de poco mis letras estarán danzando en sus ojos.
Ubuntu
Cesar
15/07/2013 a las 06:04
Hola, me uno al club!
Ya hacía falta un blog así!!!
De verdad que si!
Me has inspirado mucho amigo. Espero estar listo para participar en el siguiente “montame una escena”
Judith
09/08/2013 a las 19:48
Hola! Acabo de descubrir tu blog! Está increible!!
Literautas
13/08/2013 a las 18:31
Gracias a todos!! Nos alegra mucho que os guste 😀
Un abrazo
javier
14/08/2013 a las 04:45
literauta
que alegría encontrar este sitio. Tengo muchos deseos de escribir pero también muchos temores pues pocas veces me he atrevido a hacerlo. Espero sumarme pronto al grupo y su dinámica.
Una inquietud, en los datos a llenar, en la parte de Web, no lo llené porque no se a qué corresponde. No soy muy experto en esto de internet.
Gracias desde Medellín, Colombia
Alicia Carballude
22/08/2013 a las 03:13
Estupendo, ya me anoté y empezaré a hacer los ejercicios. Gracias, gracias, GRACIAS.
Literautas
22/08/2013 a las 10:55
Gracias a ti por tu comentario, Alicia. 😀
Un abrazo y feliz escritura!
Nancy Eliana Gomez Quispe
24/08/2013 a las 00:37
Me encantó, pronto empiezo los ejercicios. Gracias, que bueno encontrarlos.
SANDRA
30/08/2013 a las 18:07
Hola. Me apetece muchísimo empezar con este taller. Me hace mucha ilusión. Espero estar a la altura. Gracias por hacerlo posible. Un abrazo
Marian
18/09/2013 a las 10:19
Alto , fuerte y lejos como decimos los profes de Ed Fisica…utilisimo blog…para mi, teatrera y actriz y para mi hijo(14 años)…que le gusta escribir pero no siempre sabe como hacer…el calcetin rojo encontro otro pie….
ELVIA MENDOZA MARTINEZ
26/09/2013 a las 02:51
MUY INTERESANTE TU ESTRATEGIA DE ESCRITURA QUE LA PONDRÉ EN PRACTICA, MUCHAS GRACIAS.ESPERO QUE RESULTEN BUENOS TEXTOS
Sonia
29/10/2013 a las 13:00
Yo no puedo enviar nada desde la ficha del ejercicio!porque será??
Literautas
29/10/2013 a las 13:51
Hola, Sonia
Las fichas del ejercicio son solamente para que podáis guardarlas y trabajar con ellas. No sirven para enviar los ejercicios. 🙂
Un abrazo y feliz escritura
teresa
06/11/2013 a las 22:54
No sabes cuanta ilusión me hizo este blog, soy de La Paz Bolivia y vivo en Montreal Canada. Quiero algún día publicar cuentos de emigrantes, y el calcetín rojo me dio un buen pretexto….. Realizare todos los ejercicios que propones, eso si persiguiendo mi objetivo, que espero algún día se haga realidad. Muchas gracias por este lugar de placer para aquellos que nos gusta la lectura y los cuentos. Aquí va el mío.
Teresa se paso una hora buscando el calcetín rojo, ansiosa, abrió y cerro el cajón del único armario desvencijado, de ese dormitorio triste. Una y otra vez, desordeno y ordeno todo de nuevo, las manos torpes y cansadas buscaron en sobres viejos, cajas vacías y polvorientas , la prenda añorada.
-¡ Eso me pasa por vieja y por bruta!- dijo, pasando las manos por la escasa cabellera de plata – ¡ todos los días vivo con el cuento de que aquí lo puse y no lo encuentro! -, ¿como pudo esfumarse así ? si año tras año cada diciembre aquí lo dejo y aquí lo recojo del mismísimo lugar de siempre?.
Con esa memoria languidecida, con ese cansancio eterno, pidió un ultimo esfuerzo a la memoria, abrió su biblia que la acompaña desde tiempos eternos y de ella cayo por fin al suelo, el calcetín de sus recuerdos.
Teresa levanto el pequeño tesoro con toda delicadeza, lo paseo lentamente por sus mejillas e inspiro con todas las fuerzas posibles esa fragancia familiar que penetro sus pulmones llenándola de salud, alborotando su corazón como cuando tenia 20 anos, ese aroma de humo y canela la transporto a otras épocas a otros mundos, le devolvió por un instante la alegría de vivir.
Observo largamente la prenda con ojos vivaces, paso los dedos a cada hebra a cada doblez y detalle del calcetín rojo, lo dobló en cuatro y lo escondió entre el sostén y el seno izquierdo, así estaría protegido, cuidado, amado por siempre.
Es diciembre Teresa experimenta con profunda alegría la metamorfosis de una mariposa en primavera, el cuerpo se le pone ágil, la mirada clara, la frente en alto. Da largas caminatas por ese barrio desolado sonriendo al que pase cerca, ha dejado en casa su viejo abrigo y sus malos humores, viste un traje con grandes rosas amarillas que la acompañará en sus juegos infantiles.
Antes de comenzar los rituales se sienta a descansar en el único banco de la plaza, habla despacito, en ese idioma que solo ella entiende, cierra los ojos y ve en blanco y negro, una patria pobre, una casa pequeña, un hombre amado, una felicidad amarilla – roja –amarrilla que se ha vuelto gris con el tiempo.
La gente que apenas la conoce asegura que esta loca, que su senilidad se acentúa justo antes de las fiestas de fin de ano, A ella nada le importa esta sumida en sus sueños, en danzas y cantos, que cumple con tanto afán.
–Arroz con leche me quiero casar con una señorita de Portugal, con esta si con esta no, con esta pequeñita me caso yo –
– En el puente de Aviñón todos cantan todos bailan, en el puente de Aviñón todos cantan y nosotras también, hacen así, así las princesitas hacen así, así me gusta a mi -. Teresa danza frenética, con las manos extendidas haciendo círculos hasta caer de bruces riendo a carcajadas como si le hicieran cosquillas.
Se levanta con una agilidad desconocida, observa una flor, persigue una ardilla, arrebata la pelota a un niño que la había descuidado, bote tras bote se aleja rumbo a casa con ese pesado cuerpo que mece al ritmo de los vientos del norte.
Esa noche Teresa, tiene el semblante fresco, ha pasado un precioso día en compañía del pequeño calcetín rojo que acuna muy cerca de su corazón. Es el único tesoro con el que llego de las tierras del sur, perteneció a su niña buena que murió de fiebres altas, un 20 de diciembre, hace 40 anos.
hector
11/11/2013 a las 02:59
Se paso una hora buscando el calcetín rojo, generalmente pierde los dos calcetines y cuando despierta no están muy lejos el uno del otro. Pero esta mañana, tenía solo uno puesto, el otro no debía estar muy lejos, tom no necesitaba el calcetín rojo pues tenía otros pares en su cajón de calcetines. bien podía abandonar el único calcetín rojo de su pie derecho y ponerse una pareja del cajón… pero no. busco debajo de la cama varias veces, cada una mirando diferente, la primera miro invertido, echado en la cama, estiro la cabeza un poco hacia abajo y vio todo al revés pero ni pista … volvió a revisar entre las sabanas y al no encontrarla se arrodillo junto a la cama y miro por segunda vez casi con un cachete en el piso… y nada, no hay rastro… empezó a pensar, “es imposible, no puede desaparecer!” volvió a separar prolijamente las sabanas y al no encontrarla miro por tercera vez debajo de la cama, abrió los ojos más grandes que nunca, miro con los ojos desorbitados como si la media estuviera ahí y la voluntad de tom le haría desistir de su manía de esconderse. Se paso una hora buscando el calcetín rojo y en un descuido le llamo la atención un papel en la mesa de luz lo tomo y vio que era una nota, la abrió y leyó: “tom, te dejo, me canse de que no me tengas en cuenta. No me busques, no te quiero ver mas.” se rasco la cabeza mientras sostenía perplejo el papel, lo dejo en la mesa de luz. Abrió el placard y efectivamente las cosas de maría no estaban y se dio cuenta que maría tampoco estaba. Siguió con su imaginación a maría hasta la puerta… el calcetín rojo estaba apretado en la puerta de la habitación…
dama fantasia
26/11/2013 a las 23:34
Se paso una hora buscando una media roja.
Se paso una hora buscando una media roja, busco por cada rincón de la casa, vació todo su placard, reviso adentro de las zapatillas, en la ropa sucia, en el baño, la cocina, hasta el diminuto lavadero/patio. Pensó que podría haberla tirado a la basura en un descuido pero estaba seguro que no era posible -¿en que momento? se preguntaba mientras volvía a meter sus manos en los bolsillos y se las llevaba a la cabeza -puta madre!, ¿en que momento?. Vivía en el 5to piso de un edificio y hacia dos semanas que el ascensor no funcionaba.
Miro su reloj habían pasado ya tres horas -¿donde puede estar?, ansioso prendió un cigarrillo e intento calmarse, en el diminuto lavadero/patio había una ventanita donde podía ver como la noche se asomaba, mientras escupía el humo, una leve brisa lo dejo sin parpadeo e inmóvil con el mentón apoyado en un puño comenzó a recordar viejas épocas, la leve brisa se transformo en el viento que golpeaba su rostro cuando recorría las carreteras arriba de su amada Harley Davidson, armado de fuertes lentes oscuros, chaleco y casco abierto, las miradas de envidia, y las de deseo por parte de mujeres aturdidas ante el ruido indescriptible de una Harley… pudo recordar en pocos minutos años de satisfacción. Un parpadeo obligado lo devolvió a la realidad,miro el cigarrillo ya consumido, suspiro y bajo su vista a sus pies uno vestido de rojo el otro desnudo pero los dos inmóviles, podía sentir el dolor de su alma habían pasado tres años de aquel accidente, la noche que ya no pudo volar mas…era tarde y había bebido mas de la cuenta…tres años… cambio su amada Harley por una silla de ruedas…
Miro el reloj, ya era tarde… – tal vez si existe la posibilidad de que haya tirado la media roja a la basura, se dijo a si mismo… Se miro en un espejo y no encontró ninguna emoción en su rostro, salio del departamento, se quedo mirando el patético cartel de NO FUNCIONA! pegado con cinta en la puerta del ascensor. Se dirigió a las escaleras, cerro los ojos e imito el sonido de una moto, mientras caía, antes de que su cuello girara 360*, pudo sentir las alas de una Harley Davidson, valió la pena salir a buscar esa media roja.
Silv
14/12/2013 a las 23:22
Hola, os sigo los pasos desde hace unos quince días y me gustaría participar en los ejercicio y en todo lo que haceis. No he podido colocar mi relato de “se paso una hora buscando el calcetin rojo”. Es que debo hacer algo antes que no soy capaz de ver? enhorabuena! Haceis un buen trabajo de incentivación con l@s que, como yo, tenemos tantas cosas en la cabeza! Este tipo de escritura suelta la mano, eh? Saludos a tod@s.
Literautas
15/12/2013 a las 14:09
Hola, Siv
Los textos hechos a partir de los ejercicios del blog se pueden subir en cualquier momento al grupo de escritura que hemos abierto en Goodreads. Para ello hay que registrarse en Goodreads y unirse al grupo.
El enlace para unirse al grupo de Goodreads es el siguiente: http://www.goodreads.com/group/show/105356-literautas
Y la página del grupo para publicar los ejercicios de escritura es: http://www.goodreads.com/topic/group_folder/177553?group_id=105356
Cualquier duda o comentario, no tienes más que escribirnos. Estaremos encantados de ayudarte.
Un abrazo y gracias por tu participación 🙂
Karina
18/01/2014 a las 20:47
HOLA! ME GUSTARÍA PARTICIPAR DE ESTE BLOG, POR LO QUE ENTENDÍ, SÓLO EL DÍA 1 DE CADA MES SE ENVÍAN LAS CONSIGNAS, ASÍ QUE ESPERO CON MUCHO GUSTO PODER PARTICIPAR, MIENTRAS TANTO PRACTICO CON LOS EJERCICIOS!!!GRACIAS, HASTA LA PRÓXIMA. KARINA
Literautas
21/01/2014 a las 13:34
Hola, Karina
Lo del día 1 es para el taller de escritura. Los ejercicios como los de esta entrada están abiertos siempre a través del grupo de Goodreads.
Si quieres saber más sobre el taller de escritura y su funcionamiento, te paso el enlace: https://www.literautas.com/es/blog/taller-de-escritura-creativa-montame-una-escena/
Si tienes cualquier duda, puedes escribirnos un correo y con gusto te la aclararemos. 🙂
Un abrazo
silvia
29/01/2014 a las 15:53
Hola, me aventuro a dejar aquí el relato que me ha salido conla pauta del calcetín rojo. Es la primera vez que hago esto, espero que disculpéis mi atropello a la creación. Saludos
silvia
29/01/2014 a las 15:54
Laura no tenía un buen día. Aunque todo le iba bien ya que tenía un buen trabajo, un piso amplio en el que pasaba menos tiempo del que le gustaría, una gata peluda y coscona, y lo más importante, un novio que todas sus amigas envidiaban. No tenía un buen día porque no se pondría unos calcetines que no fuera a juego con su camiseta. Y no lo tenía porque su afán perfeccionista en todos los ámbitos de su vida, no le permitía, ni siquiera imaginar, que los calcetines tuvieran vida propia. Se pasó una hora buscando el calcetín rojo. Roja de ira y arremetiendo contra toda clase de calcetines, gritó. -¡Ningún calcetín se me revela¿ Por muy terco que sea, yo soy más! ¡Lanudo, peludo, asqueroso!
Exaltada, buscó debajo de la cama, en los cajones, en la canasta de la ropa sucia, en el frigorífico. Pensó con decisión que lo atraparía cuando menos se lo esperase y lo exiliaría al país de nunca jamás. -No, eso sería compensarle por haber desertado de su tarea propia de calcetín. Lo deportaré al cajón de los calcetines muertos-
Soltó con ganas la tapa del baúl cuando sonó el timbre de la puerta y se le activaron las neuronas. Por la hora que era, sabía que era su novio llamando cuando el sabía que no eran horas de venir, que aún no había puesto la comida a Coscona, que el tráfico la retrasaría aún más y que llegaría tarde a la oficina . Soltó la tapa, se cogió el dedo gordo de la mano izquierda y, a punto de llorar, corrió hacia la puerta. Cuando abrió se topó con un gran ramo de rosas blancas atado con su calcetín rojo, propio, según ella, de comedia romántica y poniendo ojitos de coscona, le agradeció a su novio que no se hubiera olvidado de su cumpleaños. Él la besó susurrándole al oído. – No tenían lazos cariño-
oskar
04/02/2014 a las 22:17
acabo de completar mi primer relato, estuve leyendo otros en el grupo y me parecen muy buenos, algunos tienen un aire de novela profesional, y ese calcetin rojo dio para cualquier cantidad de situaciones.
Luz
16/04/2014 a las 18:24
Si no encontraba ese calcetín rojo, no podría salir de la casa. Sabía que lo había sacado de la cartera, pero no recordaba donde. Ya eran las 7:00, el despertador sonaba cada quince minutos y el último tren partía menos tres. Él café ya estaba helado y la RSA se escuchaba resonar en las calles. ¿Qué hacer? – Pensaba Lara – ¿pasar parte de enferma para no levantar sospechas? ¿Correr a la cama y simular un sueño profundo para llamar dos horas más tarde y decir con mayor credibilidad, que se había quedado dormida? O ¿agarrar el tapado que le había obsequiado Martín el día de su cumpleaños, correr a Cuenca, comprar un disco, volver corriendo también, ponerlo a sonar y esperar la muerte al canto de ¡Los días se han apartado de mí, las luces no brillan más sobre mi cabeza? Demasiado ridículo terminó por suponer.
Lara estaba entrando en pánico y no podía pensar sin desayunar. Salto sobre su propio eje en 180 grados, se paró en seco mirando estupefacta la puerta que daba a su habitación y se le vino una idea a la mente. Fue corriendo a su armario, porque ella era así, todo lo tenía que hacer literalmente corriendo. Abrió el penúltimo cajón y comenzó a vaciarlo como si estuviese buscando una boleta que ella juraba y le re contra juraba a un operador telefónico, que ella misma con sus propias manitos, había pagado. Y ahí estaba, esa maldita remera roja que tanto odiaba e. La detestaba porque su tela podía servir para lijar muebles de madera con toda seguridad. La tomó para sí, en un abrazo eterno, se tiró de cola al piso, la cortó con sus dientes como un perro hambriento y estirando un poco sus brazos tomó el costurero que, casualmente, había dejado tirado la noche anterior al costado de la cama.
El reloj marcaba en un tic-tac de tortura las 7:35. Una vez más debía correr. Tomó el abrigo de lana gris que se había comprado en una feria clandestina en Parque Lezama. Era largo, cálido, y la hacía sentir en familia, pero dejó de pensar en eso y abrió la puerta. Salió al pasillo, tomó las llaves y le dio dos vueltas y media para cerrarla. Respiro profundo. Nada podía salir mal ese día.
Bajo los 103 escalones de una escalera de madera antigua, que a cada pisada hacia rechinar. Salio con paso ligero por el hall de entrada y se asomo a la puerta de calle. Nadie. Recorrió Asunción, doblo en Condarco, volvió a doblar, pero esta vez la esquina de Nueva York y dio con ellos. La RSA estaba lista para palparla.
-Buenos días Lara, saliste un poco tarde hoy –La encaro un oficial de tez dura, pero de ojos pasibles.
-Sí, el despertador…Usted sabe los días de humedad. –Dijo Lara dando una mirada distante al barrio como si lo que hubiera dicho tuviese la coherencia de unas medialunas a media tarde.
-Muéstremela, hagamos esto rápido hoy, como ve tengo mucho trabajo – mientras señalaba a una hilera de jóvenes contra la pared esperando su turno.
-Si como no – abrió la cartera con sus manos temblorosas, ese calcetín que con tanto esfuerzo se había fabricado hacia unos minutos.
El oficial lo agarro, lo levanto a la altura de sus ojos, lo voltio a un lado, al otro, la miro a Lara, volvió a mirar el calcetín. Bajo la mano, la miro a los ojos…
Y comenzó a sudar, lo vio alejarse hacia el montón de gente, dio por finalizada su vida. Como en un llanto apagado sin lágrimas se dejo reposar contra la pared. Fijo la vista al piso y espero lo que tenia que esperar. Y mientras se perdía en su melancolía de todo lo que no había hecho en su vida, vio asomarse a su vista unos zapatos familiares, levanto la mirada y como si el tiempo no hubiera pasado el oficial le estrecho su mano, le metió en la cartera el calcetín y la dejo marchar.
No podía creerlo, había pasado. Camino con cuidado, como si quisiera pasar desapercibida de algo que ya había superado. Y mientras andaba a lo lejos se dejo escuchar un tiro. Las palomas volaban huyendo agitadas como muchas mañanas, esa misma mañana. Por curiosidad metió la mano, una vez más en la cartera. Acaricio el calcetín. Y le pareció que acariciaba un conejo.
Era un 23 de enero, a las 7:57. El tren estaba lleno como de costumbre.
Agueda (Yaya)
20/04/2014 a las 06:31
Estoy feliz de encontrame con Literautas… Soy nueva en el grupo y esta es mi aportación… sus consejos son más que bienvenidos… este es la liga a un blog que abrí (hace tiempo lo tenía en mente y gracias a Literautas por fin me animé. http://yayadr.blogspot.com/
Gracias
Ale J. Foyo
26/04/2014 a las 19:34
Hola!, acabo de descubrir tu blog ayer y me ha ayudado en muchos aspectos. Vi este ejercicio y me pareció muy interesante así que trate de hacerlo y el resultado lo he publicado aquí http://surgiendodelatinta.blogspot.mx/2014/04/el-calcetin-rojo.html
Un saludo y muchas gracias por la ayuda.
Fredy García
29/04/2014 a las 19:11
Eran las primeras horas de ese lunes, cuando los rayos del sol comenzaban a someter a la luna. Simplemente no podía despertar, la resaca y el cansancio eran más fuertes que el mismo Arnold Schwarzenegger en aquellos días de gloria.
Después de tantos intentos, abrió lo ojos que dejaban ver muy poco, entre aquellos cerros de ropa y envolturas de comida.
La paz que inundaba el dormitorio se vio interrumpida por la sensación escalofriante, al recordar que era el día en que tenía que entregar el reporte final a su jefe, ahí fue donde conoció lo que era la rapidez; Pantalones, playera, suéter, y cuando solo faltaba aquél par de calcetines, no hubo mayor desesperación en aquél hombre, tanto que se pasó una hora buscando el calcetín rojo.
Cuando por fin pudo encontrar ese ansiado calcetín, tomó las llaves con ese llavero desgastado de Mickey Mouse que sonreía a todas horas, aquél individuo caminó hacia la puerta, cuando miró el calendario de la famosa carnicería Don Joaquín, que le recordaba que justamente hoy, era el día festivo que podía descansar.
Eteivi Karina
01/07/2014 a las 18:47
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo…
Estaba tirado en el suelo, en un rincón oscuro y silencioso cansado de buscar el calcetín rojo por toda la casa y a estas alturas teniendo la certeza de que lo había olvidado en el bolsillo del pantalón de su amante: la joven secretaria linda y rubia.
Sabía que Sonia (su esposa) al cabo de unas horas descubriría que solo tenía uno puesto, o uno guardado, o lo que es lo mismo: uno en cuestión. Es que la niña se lo regaló por las fiestas de los padres y es tradición que papá use el regalo cada año el primer día. ¿Cómo diablos iba a justificar haber perdido un calcetín? Es evidente que en la oficina delante de todos no se quitaría los zapatos, y si le molestaban debió guardarlos AMBOS en la gaveta… Tenía que ingeniar algo antes de que fuera demasiado tarde o de lo contrario ella tendría la confirmación de que todas sus sospechas de traición eran ciertas.
Pero nada, ya no podía hacer nada, tenía ganas de llorar, de gritar y por primera vez se sintió arrepentido por ser infiel, sabía que ya era demasiado tarde y que en unas horas solo le quedaría el recuerdo de lo que fue tener una familia. Así llegó a su mente el día, hace unos cuantos años, en que conoció a Sonia cuando trabajaba de dependiente en la cafetería de la esquina.
Cuando la vio supo de inmediato que estaba fascinado por su belleza….
Había leído una frase en “Aquel año en Madrid” de Daniel Chavarría que decía: “Era hermosa por yuxtaposición” y estuvo durante años buscando de una forma fija el significado de esta comparación, total que no fue hasta ese minuto que supo lo que quería decir: es que era exageradamente hermosa aunque no fuera evidente para el resto de la humanidad. Es como el arte que no necesariamente tiene que ser lindo, a veces solo basta con que te haga sentir algo, pues ella era igual: la ves bonita, pero por encima de ello su sex apear es lo que la hace mágica.
Se le acercó y dijo: – Un café por favor
– ¿Cómo le gusta? ¿Fuerte, cortadito?
– Con leche.
Y luego (impulsado por sabe Dios que orden cósmico) dijo:
– Y los hombres? Cómo te gustan?
A lo que respondió con una sonrisa y una frase casi imperceptible que lo dejó pálido y sin habla: – Y si me gustan las chicas?
Pasaron unos segundos silenciosos que pesaron en el ambiente como horas mientras su cara palidecía como si hubiera enfermado en un instante de grave desilusión… seguidos por una sonora carcajada:
– Jajajajaaaa… es broma…
UFFF… el alivio que siguió fue evidente en su rostro.
Intercambiaron teléfonos, citas, encuentros, cenas, romance…
Boda…
¿Y qué pasó? ¿Dónde se fue tanto amor? ¿En qué momento empezaron a cambiar las cosas hasta que el daño fue irreversible y ser infiel se convirtió en una tradición sin importancia?
No lo sabía… ya no sabía nada, solo que finalmente saldrían a flote y se hablarían crueles realidades ocultas desde hace años; y todo por un calcetín perdido.
Toda su vida descubierta por el destino de ese calcetín rojo.
freddy
07/07/2014 a las 20:14
El Calcetín
Era el día tan esperado por todos los que vivían en el barrio, puesto que se disputaba el campeonato de futbol, se enfrentaban dos equipos que durante mucho tiempo eran rivales en los campeonatos, los halcones y las águilas, eran los nombres de los equipos, los jugadores eran muy buenos, se habían preparado mucho para este encuentro.
Pedro un joven de 19 años, era parte del equipo de los halcones, llevaba 2 años jugando como volante, tenía anotado 15 goles en este campeonato. Estaba en casa preparándose para el gran evento, mientras su novia, que se llamaba Angélica estaba en las tribunas con un grupo de amigas y familiares dispuestos a gritar con gran voz el gol que anotaría Pedro en este partido. Pedro se vestía rápidamente, más al ponerse su uniforme vio que le faltaba algo, dando un gran grito que se escuchó a dos cuadras de distancia dijo, donde está el calcetín rojo, busco debajo de la cama, en los cajones de ropa, en la cesta de ropa sucia, bajo rápidamente las gradas dirigiéndose a la casita del perro, al cual saco de la misma se metió en ella y no encontró nada. En la cabeza de Pedro venían muchas ideas como; no llegare pronto, no puedo participar, donde dejo mi mama el calcetín rojo, al subir nuevamente al cuarto bajo su mirada dirigiéndola hacia sus zapatos deportivos, y allí estaba el calcetín rojo. Se sonría a la vez que se vestía con gran rapidez, solo faltaba 15 minutos para que empiece el partido, al terminar de vestirse corrió y tomo su motocicleta, dirigiéndose al estadio. Aquel día los halcones ganaron 2 a 1 a las águilas, fue un gran partido, Pedro anoto uno de los goles, su novia, amigos y familiares estaban muy contentos. El equipo llevaba la copa, que era grande y brillaba con los reflejos de la luz del sol.
África
12/07/2014 a las 20:14
Era un día de ésos en los que el color de los árboles la transportaba a muchos kilómetros de allí. Carmela observaba absorta ese espléndido juego mortecino de la naturaleza que cada año la hipnotizaba. Siempre había querido ir a Japón, no sabía si en otoño o cuando florecían los cerezos.
En la parada de taxi, mientras esperaba su turno, no dejaba de leer con avidez diferentes guías de viajes. Estaba sin pareja, no tenía hijos; lo primero por obligación, lo segundo por decisión. Quería viajar pero no encontraba el momento, no coincidía con sus amigos y además quería viajar sola, probar esa temerosa situación.
Abducida por sus pensamientos, que incluso proyectaba en voz alta, se sobresaltó cuando una joven japonesa entró súbitamente en su taxi.Acostumbrada como estaba a todo tipo de personajes, arrancó con rapidez y puso rumbo al destino indicado. Algo le llamaba la atención de aquella mujer asustadiza, “asustadiza” pensó, “aunque al fin y al cabo todos los turistas asiáticos tienen ese aire entre asustadizo e inocente”.
Decidió ir a lavar el coche a casa de un amigo pues allí tenía bastante espacio, “aunque seguro que llueve después” murmuró en voz alta como casi siempre. Así podría charlar un rato con él. Mientras limpiaba el taxi, encontró un calcetín rojo que cambiaría un tanto su anodina vida.
lo guardó sin saber por qué; lo guardó porque, además de estar limpio, le atraía. “¡Vaya flipada!, pensará cualquiera que me vea”.
Días después tuvo un sueño que la desveló y soliviantó bruscamente. Se obsesionó y se pasó una hora buscando aquel calcetín rojo que había dejado en su taxi, no sabía cómo ni por qué, aquella intrigante señora japonesa.
Al amanecer, se sorprendió en su salón con una taza de café y el calcetín rojo habiendo tomado una decisión: se iría a Japón….no sabe cuánto duraría…su billete sería sólo de ida….”Total, por una vez en la vida que se haga una locura….”.
A los dos meses, en el aeropuerto vio a la mujer del taxi…..”¿era ella? todas las japonesas son iguales….vaya tópico”, pero aún no podía diferenciar sus anatomías faciales.
No se podía imaginar las consecuencias ¿felices? de aquella repentina decisión.
Eva
04/08/2014 a las 13:05
El calcetín rojo
Alicia se pasó una hora buscando el calcetín rojo, no recordaba dónde lo dejó la última vez y aquel calcetín era un objeto fantástico.
Nunca se había considerado fantasiosa pero aquel Lunes descubrió que en esa anodina prenda roja había algo muy singular. Ahora tenía que recuperarlo como fuese.
Como cualquier otro comienzo de semana la niña se dispuso a vestirse con su uniforme para el colegio, sin olvidar quitarle la etiqueta a sus calcetines nuevos. Su suéter azul marino era la mar de aburrido y por si fuera poco su madre se equivocó en la tienda al comprarle calcetines… eran rojos!!!!, pero mamá… la quería con locura pero últimamente estaba un poco en babia…
¡¡Azules mamá, azules!!!!.
A Alicia no le gustaba llamar la atención pero así iba a resultar difícil que nadie se fijase en su aspecto …
Se miró en el espejo y aunque el reflejo no la convenciera demasiado hizo un pose simpática que la favorecía bastante.
– ¡Pues ala, vámonos!. Acostumbraba a darse ánimos de vez en cuando.
Bajó las escaleras corriendo y se despidió con un beso fugaz de su madre que le dijo :¡”No corras loca, que te vas a estampar!.
Alicia hizo caso omiso a sus palabras y salió a la carrera, entonces su corazón le dio un vuelco porque comenzó a sentir como el suelo que pisaba comenzaba a desintegrarse, se paró a observar como el escenario que la rodeaba cambiaba por completo, otras casas ocupaban el espacio que ya conocía y la gente que ahora veía llevaba una indumentaria diferente.
Descubrió de sopetón que aquel par de calcetines eran un instrumento mágico para viajar a otros mundos, a otro tiempo.
Sintió un vértigo desconocido, mezcla de miedo y emoción. Poco a poco fue aminorando la velocidad. Ésta experiencia paranormal la había dejado completamente mareada y el aire no llegaba con facilidad a sus pulmones .
¿Dónde estoy?, pero…, ¿qué me está pasando?…se hallaba cerca de un pequeño riachuelo , fue acercándose con paso cauteloso hasta que pudo ver su reflejo.
Su cabello había cambiado un poco, la tonalidad era algo más oscura y ahora estaba trenzado, su uniforme había desaparecido y lo sustituía una sencilla túnica . Lo que no había cambiado era el color de sus calcetines, seguían siendo rojos.
-¿Qué te pasa niña?, aquellas palabras sacaron a Alicia de su ensimismamiento.
– ¿Mamá?
Se sorprendió a sí misma diciendo aquellas palabras y reconoció en aquel rostro que nunca antes había visto a la que era su madre.
– Perdona mamá, ahora no puedo…
Alicia se descalzó ante la mirada atónita de su madre, se quitó los calcetines y esperó a ver qué pasaba…
Pero hija, ¿qué estás haciendo?…, anda , ponte los calcetines que te vas a resfriar y al final iremos al médico…
Al ver que el método no funcionaba, Alicia se despidió de su madre con un ¡te veo pronto mamá!, comenzó a correr como si la vida le fuera en ello y pensó en su casa, su habitación , y el mundo que siempre había conocido. Poco a poco todo recobró su apariencia normal, Alicia fue aminorando la velocidad al reconocer su barrio, las casas de los vecinos, la tienda de la señora Rosa que siempre era tan amable con ella. Al fin se encontró ante el rellano de su casa y comenzó a subir las escaleras. De pronto se dio cuenta de un terrible hecho: oh dios mío!, no puede ser, le faltaba uno de sus calcetines!, ¡no podía haberlo perdido en su viaje!
Subió los escalones que faltaban con un par de zancadas y entró en su habitación, tenía la esperanza de encontrar el calcetín en algún rincón de su cuarto.
Se pasó más de una hora buscando el calcetín rojo y, de pronto, se cercioró de que aún no había visto a su madre:
¡Mamáaaaaaaa!, gritó con fuerza pero no daba señales de vida, fue al cuarto de su madre y vio que el marco de la foto de fin de curso donde las dos se abrazaban cariñosamente había desaparecido. En su lugar ahora había una especie de cajita de madera con una delicada estrella cuidadosamente tallada.
Alicia jamás había visto ese joyero y sin pensarlo mucho se dispuso a abrirlo. Por fin apareció : el calcetín rojo.
Mientras se lo ponía la niña murmuró : !mamá voy a buscarte!
David J. Skinner
13/08/2014 a las 14:36
Por aquí va, con 300 palabras justas. El título, “Por un calcetín”.
Sergio cerró la puerta tras de sí. El trabajo estaba hecho, y ya solo quedaba una tarea más por realizar: encontrar el maldito calcetín rojo. No iba a ser sencillo, teniendo en cuenta que ese color era el predominante en toda la casa.
Al menos, después de que él llegara.
Estiró la pierna izquierda para esquivar una de las múltiples manchas de sangre y consiguió por fin alcanzar la pared opuesta sin pringarse los zapatos. Ni rastro en la sala de ese calcetín, aunque le pareció ver una pila de ropa amontonada en el cuarto cercano. La habitación de la esposa. Con un par de largas zancadas se situó junto a la puerta y echó un somero vistazo al interior.
Su mirada se detuvo un par de segundos sobre el cuerpo inerte de la mujer, antes de continuar vagando por el lugar. A los pies de la cama se hallaba un pequeño cesto que había pasado desapercibido para él cuando entró por primera vez. Tampoco era extraño que no prestara atención; sus prioridades en aquel instante eran otras.
Los últimos pasos fueron más descuidados, lo que propició que sus —hasta ahora impolutos— zapatos recibieran dos o tres pequeñas salpicaduras de sangre. Ignorándolo, comenzó a buscar entre las prendas amontonadas hasta que, varios minutos después, logró sacar de allí su premio.
El calcetín rojo.
Era un calcetín pequeño, con una pequeña estrella blanca en un lateral. Un objeto que no veía desde hacía varios meses… Concretamente, desde que su hija desapareció. Verlo allí, amontonado junto a Dios sabe cuánta otra ropa perteneciente a innumerables víctimas más, era la prueba definitiva que necesitaba. Por suerte o por desgracia, no se había equivocado de casa.
Ahora, gracias a lo que acababa de hacer, esos degenerados no volverían a dañar a nadie más. Nunca.
Juan
13/10/2014 a las 03:20
Hola, muy interesante esta propuesta. Te podria pasar por mail lo que escribi asi me decis que te parece?
Angélica
13/10/2014 a las 21:47
Hola, antes que nada quería felicitarlos por el sitio. Muy bien organizado, útil y bonito. Me gustó mucho.
Hice mi ejercicio, pero cambié “calcetín” por “media”, pues así le decimos en mi país. Gracias.
—– LA MEDIA ROJA
Rosa dice que soy un amargado, pero es que ella no entiende. Ni esto ni nada más. A esa porquería media la quiero es matar. Ni bien la encuentre, porque llevo buscándola más de una hora, la voy a matar. Se lo dije a Rosa, se lo juré a la media, y se lo dijo a usted: apenas la vea, la voy a matar. No a usted; a la media.
Pero no es porque yo sea amargado, no señor. Se trata de un asunto de dignidad, de hombría. No es posible que yo juiciosamente eche a lavar mi ropa blanca; sí, porque yo lavo mi ropa para no tenerle que explicar a nadie cómo hacerlo, y esa condenada media roja se me cuele solo para echarme todo a perder. Camisas, pantaloncillos, pañuelos y hasta sus primas, las otras medias, ahora son rosadas. No sé si me explico bien: RO-SA-DAS.
Y yo no comulgo con esas modas metrosexuales de ahora: para mí el rosado es y seguirá siendo de mujeres, y solo para que nos entendamos bien: de mujercitas. Así que ni bien la encuentre, la ahorco. Sí, eso, dos o tres nudos bien puestos para cortarle el aire y listo. Se los hago y luego me siento a ver cómo se asfixia. Estoy entre eso o acuchillarla. Suena un poco sádico, incluso más que verla ahogarse, pero tiene su efecto terapéutico. La agarro, descargo toda mi ira asesina sobre ella y listo. Vuelvo a ser un hombre feliz. No es que no lo fuera antes, pues yo de amargado no tengo nada, pero después de que mate a esa media, todo va a volver a la normalidad. La otra ventaja es que como es roja, nadie va a notar que la acuchillé; es un crimen sin escena del crimen. Perfecto.
Literautas
17/10/2014 a las 11:12
Hola, Juan
Lo sentimos, pero no contestamos a los envíos de textos por mail. Nos gustaría hacerlo, pero es materialmente imposible, por tiempo y energía, poder responder a todas las peticiones de este tipo que nos envían. De todas formas, no te preocupes. Puedes compartir tus trabajos tanto en los comentarios del blog como en los grupos de Literautas en Facebook y Goodreads. Estoy segura de que allí encontrarás muchos lectores a los que les encantará darte su opinión sobre tus relatos. Te paso los enlaces:
El enlace para unirse al grupo de Goodreads es el siguiente: http://www.goodreads.com/group/show/105356-literautas
Y la página del grupo para publicar los ejercicios de escritura es: http://www.goodreads.com/topic/group_folder/177553?group_id=105356
El grupo de Facebook: https://www.facebook.com/Literautas/app_202980683107053
Un saludo y gracias a todos por vuestros comentarios
Ma Angelica
17/10/2014 a las 21:22
que hago con la ficha 1, como la envio
Lucía
03/11/2014 a las 23:36
1- Juan anduvo lavando su ropa de color, al sacarla de la lavadora se percató que, no estaban algunas prendas. Se pasó una hora buscando el calcetín rojo…
2- El director de cine reveló aquella noche, el nombre de su nueva producción. Le llamó: “Se pasó una hora buscando el calcetín rojo”; todos aplaudieron en la sala.
3- María había preparado los regalos de los niños, pero llegó tarde porqué se pasó una hora buscando el calcetín rojo; que combinaba perfectamente con su vestido.
4- Para navidad decoramos cada rincón de la casa. El año pasado, mi mamá pasó una hora buscando el calcetín rojo, que colocamos en la chimenea.
5- Fui a la tienda a comprar unos calcetines. Cuando encontré uno que me gustaba, no tenía el otro; le pedí a una empleada que por favor me lo buscara ¡se pasó una hora buscando el calcetín rojo!, fue insólito.
Esa noche era una fiesta muy especial, todos estaban emocionados con el intercambio de regalos. María que ya había preparado los regalos que darían los niños, le pidió a su esposo que los alistara para así ella acomodarse.
Tenía un hermoso vestido rojo, zapatos con pedrería, delicados guantes con encajes, joyería importada; pero notó que en su caja de calcetines importados, falta uno del par rojo. Empezó a desorganizar su cuarto desesperadamente, preguntó a su esposo e hijos si lo habían visto, hasta llamó a la mucama (que andaba de vacaciones) para cuestionarla. Le pidió a su esposo que se fuera con sus hijos, ella llegaría luego. Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, hasta que se dio por vencida, lloró como loca por toda la casa ¡Debía estar con sus niños!, no llorando por un calcetín. Decidió ir a tomar una ducha rápida, se vistió, peino su cabello y se maquilló como nunca; lucía preciosa, cautivante, brillaba como una princesa mientras bajaba por las escaleras, sin duda era como una princesa, totalmente renovada.
María llegó hasta su auto, los vecinos se quedaban mirándola y la gente a su alrededor la observaban con admiración. Ya se le había olvidado el calcetín, se sentía tan bien con ese espectáculo que al abrir la puerta del auto no se percató del calcetín en el asiento de al lado. Disfrutó la reunión y sólo al llegar en la madrugada su esposo le informó de la ironía que había sucedido: Ella había llegado tarde a la fiesta por el calcetín que tenía justo a su lado. Ambos se rieron y se fueron a dormir.
Victoria Mogni
20/11/2014 a las 04:57
Descubrí tu blogg ayer y no me lo he podido sacar de la cabeza!! Estoy decidida a seguirte. Te mando el ejercicio del calcetín rojo, aunque no llega a 300 palabras. Pero por ahora me gustó así. Es mi primer intento de escribir, así que espero que lo aceptes aunque no cumpla ese requisito.
Mis saludos.
Victoria
ZAYANA
26/01/2015 a las 07:04
Esa mañana Sofía, veía el reloj que marcaba los segundos a una velocidad impresionante y ella no sabía por dónde empezar además con aquella atmosfera tan exageradamente pesada. A medio vestir buscaba su calcetín rojo y no lograba encontrarlo, aquella habitación lucia como un campo de batalla, ropa apilada en la cama, revistas, libros y un sinfín de cajas con contenidos que ni ella misma sabia que eran…. pero ahora eso era lo de menos, lo importante y urgente era llegar temprano a sus labores pero le faltaba el bendito calcetín rojo. Removió todo aquel desorden infructuosamente, cómo era posible que siempre sucediera lo mismo se fustigo por lo desorganizada que era, le prometió a Dios que cambiaria, trataría de mantener todo en orden, y aseado pero que apareciera el calcetín, ya le quedaba poco tiempo y sintió unas ganas inmensas de llorar. .. y si buscaba otro calcetín? No!! No podía ser!! debía llevar ese color porque era lunes y el protocolo exigia que fueran calcetines rojos!! A quien se le pudo ocurrir aquello? Que desastre se decía una y otra vez. Ya sudorosa de tanto ajetreo pensó en reportarse enferma pero seguro la directora vendría a ver que le pasaba y notaria todo aquel desastre aunque por otra parte el quedarse le permitiría arreglar de una vez por todas aquel misterio que era su habitación donde todo se perdía, realmente era una experta en perder cosas así estuvo dando vueltas hasta que noto el reflejo grotesco de su imagen en el espejo grande que cubría la pared con rulos en la mitad de la cabeza y la otra mitad con los cabellos desordenados y algo rojo en su hombro derecho parecido a lo que tenía en su mano izquierda .. Siempre estuvo ahí y no lo noto era su otro calcetín rojo.
Joseba Campos
27/01/2015 a las 02:59
Me he pasado por 11 palabras. He visto el review en TVE internacional y antes de meterme a la cama queria ver laweb en persona. (Mis faltasde ortografia son gracias a mi teclado y a mi ligera despreocupacion)
Se paso una hora buscando el calcetin rojo, pero ya habia perdido toda esperanza, tendria que usar uno de los viejos y sucios que abundaban dentro de su armario. Al final la noche habia salido bien, pero despues de su hora perdida con el calcetin, parte de el maldecia a su yo pasado que habia llegado totalmente borracho a casa y habia lanzado la ropa por los aires, incluyendo al calcetin menos sucio con el que contaba.
La resaca y el calor que comenzaba a llenar su habitacion, no ayudaban en nada a la desesesperacion que teneia por ese maildito catcetin. Dentro de su cabeza casi podia escuchar a su abuela diciendo,”lo que no se llevan los ratones aparece en los rincones”.-
Se rio para si mismo y se levanto de la cama dispuesto a encontrar el puto caletin o morir en el intento, porque sin duda moriria al llegar tarde y de resaca a la presentacion de su ultimo trabajo.
Cuando habia perdido ya toda esperanza, se dio la vuelta y lo vio, un minuto antes no estaba ahi pero ahora si. Lo unico que no tenia que hacer era despertar a la chica que se habia quedado dormida encima de el. Joder casi se le habia olvidado que estaba en la habitacion, era extraño que no s ehubiera levantado con el revuelo que habia montado. Pero esta era su oportunidad de conseguir lo que buscaba y huir del aliento de aquella chica que de la cual no recordaba ni elnombre.
Con cuidado avanzo hacia su cama y empujando con cuidado el cuerpo de la chica hacia un lado, consiguio sacar el calcentin y enfundarselo en un segundo.
La carrera comenzaba ahora hacia el pabello C donde la clase habia empezado ya, y donde 50 alumnos esperaban su turno para exponer, el llegaba tarde, y era el primero, ese calcetin terminaria empapado sin ninguna duda.
Luis Ponce
05/02/2015 a las 16:07
EL CALCETÍN ROJO Luis Ponce
— ¿Alguien vio mi calcetín rojo? —
Saltaba desesperado por la habitación, a medio vestir. Llevaba puesto pantalón negro y camisa blanca, un calcetín rojo en el pie derecho, y el izquierdo desnudo, daba la impresión de ser un niño grande jugando a la rayuela. Hablaba por el móvil mientras trataba de terminar de vestirse.
— ¿Carajo, alguien vio mi calcetín?—
El dormitorio de la casa presidencial no era un lugar íntimo o privado, por ahí pasaban ministros, secretarios, partidarios, asambleístas, opositores. Siempre había gente presente, era casi una evocación del dormitorio de Luis XIV en Versalles, incluso cuando el Presidente se vestía, por eso la pregunta lanzada al viento debía tener contestación.
Pero debía ser Presidente de un país de mudos, porque nadie contestaba.
Mientras se equilibraba con un pie en el aire, y el móvil en el oído, el Presidente pensaba lo importante que había sido ese calcetín durante su vida política. Se lo había regalado en un cumpleaños su mentor, la persona que le había formado políticamente y abierto los ojos al socialismo.
Le había dicho: —“Que estos calcetines que tienen el color de la bandera soviética, sean el símbolo de la doctrina comunista que primará en tu gestión cuando llegues al poder. Que sean tu talismán, la brújula que te señale el camino hacia el bien común, el clarín que te recuerde que tu lucha es por el pueblo y para el pueblo y que tu sacrificio es exclusivamente por el bien de los más necesitados”—.
A primera vista le había parecido un regalo ridículo, él esperaba un gran libro, o una copia autografiada de la recopilación de discursos del líder máximo, pero, ¿Un par de calcetines? ¿Y rojos?. Esto era una rareza. Nunca en su vida se había puesto unos calcetines rojos y no iba a empezar ahora que estaba ya en el camino del éxito.
Y nunca se los hubiera puesto. Si no se le ocurría a su secretario particular guardarlos en la maleta un día que viajaban al sur. En el apuro de esa noche por llegar a tiempo al mitin, no reparó en el color de los calcetines que se ponía y salió apresurado hacia la reunión. Esa fue la manifestación más numerosa de su vida, el primer peldaño de su carrera política. Cuando llegó al hotel, exhausto pero satisfecho, se dio cuenta de que usaba los calcetines del destino político.
Y nunca más se separó de ellos.
Durante toda su campaña por la presidencia, fueron sus fieles compañeros, no se los sacaba sino para que su secretario particular los lavase meticulosamente en los baños de los hoteles en que se hospedaban. Era más fácil que olvidase a su esposa que a sus calcetines.
— ¡Busquen mi calcetín! — seguía gritando.
Nunca los había perdido, jamás se extraviaron. Solamente los había dejado descansar cuando se fue al exterior un par de veces. Y en esas ocasiones los había dejado en manos de su madre para que los cuidase como a las niñas de sus ojos. Ella que conocía muy bien a su hijo, los lavaba delicadamente con su jabón personal, los perfumaba, los dejaba secar sobre una mullida toalla y luego los guardaba entre algodones en una antigua caja de perfume, lo que les daba un aroma especial que contribuía a formar esa aureola de importancia que habían ido adquiriendo.
Sus más allegados colaboradores se acostumbraron a respetar su presencia y nadie, nadie, osó criticar el hecho de que muchas veces no combinaban con su vestimenta. Como sabían que eran parte del triunfo obtenido, igual los veneraban como al jefe, porque estaban agradecidos de que fueran una de las razones por las que cada uno de ellos tenía ahora lo que cada uno sabía que tenía.
— ¿Es que nadie va a buscar mi calcetín? —
— Señor President…… — quiso opinar la mucama que trataba de arreglar la habitación.
El sonido de un teléfono cortó la voz de la mucama.
— Su vehículo ya lo está esperando señor Presidente — le comunicó su secretario particular.
—Pues, no me moveré de aquí hasta que aparezca el maldito calcetín—
Siempre habían estado en pareja, los dos calcetines rojos eran el matrimonio perfecto, siempre juntos, al lavarse, al secarse, al soportar las fatigosas manifestaciones políticas, al enterarse bajo la mesa de los secretos mejor guardados, al disfrutar de la satisfacción de la victoria.
—Señor Presidente— insistía el secretario particular.
— Señor President…. quería decir la mucama.
“En fin”, pensaba el Presidente, “Si este tiene que ser el fin de la relación con los calcetines rojos, así será”. Tanto tiempo juntos, tantas frustraciones, tantas satisfacciones. Cierto es que su ideología podía haber variado un poquito en el transcurso de estos años. También es verdad que su mentor político se había alejado de su entorno. Los medios a los que odiaba y que antes le habían calificado como “peligro comunista” le criticaban ahora su inclinación a la derecha. En fin, así es la política, pero él se había mantenido en lo que consideraba sus convicciones de izquierda. Pero nada es eterno, ni los calcetines.
Se aprestaba a sacarse el único calcetín que tenía puesto, cuando insistió la mucama:
—Señor Presidente—, se cortó, pero esta vez la dejó terminar, —Tiene los dos en la derecha—.
Los analistas políticos tenían la razón. No se habían equivocado.
salvador gomez
17/02/2015 a las 03:32
Saludos a todos leí algunos textos y veo que hay mucha imaginación. Pondré el mio en publicaciones.
María José
30/03/2015 a las 23:26
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo. Buscó por todas partes, dejó su casa patas arriba. Buscó en su cajón, debajo de la cama y la desarmó para ver si estaba entre las sábanas, en los cajones de sus hijos y de su esposa, en la casa del perro e incluso en la basura, pero aun así no aparecía.
Hasta hace unos minutos, se sentía muy seguro sobre cómo iba a ir el día. Llegaría a su oficina, firmaría todos los papeles que su secretaria había dejado la noche anterior sobre su escritorio. Luego, después del almuerzo, iría a la importante reunión con su jefe y reclamaría el aumento que tanto necesitaba. Pero cuando abrió su cajón de la ropa interior, y lo que le devolvió la vista fue un único y huacho calcetín rojo, supo que ya nada iría como lo tenía planeado. Revisó la ropa sucia y lo que encontró no fue para nada reconfortante: todos y cada uno de sus calcetines estaban ahí, sucios. Removió con desesperación todo su cajón, pero lo único que había era ese ridículo calcetín.
Después de unos treinta minutos, su esposa, sin saber cómo reaccionar a la situación, tomó las llaves del auto y llevó a la escuela a sus hijos ella misma, ya que se habían atrasado –por culpa de ese estúpido calcetín-, dejándolo solo en la enorme y escasa en calcetines casa. Por un momento sopesó la idea de usar algún par de calcetines de su mujer. La desechó rápidamente, viendo la diferencia de talla. Lo mismo sucedió cuando intentó probarse los de sus hijos. No se vio con más opción que no usar, e ir a trabajar sin ellos. Pero cuando se puso el zapato con los pies desnudos, no lo soportó ni un segundo.
Rendido, se tiró a su cama con un largo y lastimero suspiro. Y se despertó. Confundido, llegó a la maravillosa conclusión de que todo había sido una cruel pesadilla. Estaba tan feliz que no se dio cuenta de que, en sus pies, solo llevaba puesto un simple calcetín. Un calcetín rojo.
Jorge de la Lama
27/07/2015 a las 04:10
El calcetín rojo
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, se pasó dos, se pasó varias horas buscándolo, tres días, ¡una semana¡, casi un mes buscando el desgraciado, infeliz, maldito, malnacido, imbécil, calcetín rojo…
—¡Qué cuando te encuentre!, se dijo.
Lo buscó por debajo de las piedras, del caldero, en el anaquel, dentro de la estufa, debajo de ella, entre los cojines del sillón, debajo del colchón. Se concentró, hizo yoga, se paró de cabeza, desesperado, para que la sangre le fluyera a la cabeza y la memoria funcionara: nada.
—¿Dónde lo habré puesto!
Flor de loto: nada
Tai chi: giró las manos rítmicamente, levantó una pierna, imploró —no eso no—, acumuló toda su energía en esa esfera que había creado, magistralmente la acarició; los ojos se le pusieron saltones del esfuerzo, llevó el ritmo en la respiración, trago saliva y, dado el momento, la imagen del calcetín rojo apareció en su mente, apareció el lugar, una voz que le decía: “ve por él”; dejó la bola, bajó la pierna dormida, con esa y la otra dolorida avanzó lo más firme que pudo, seguro de sí mismo, enderezó su cuerpo, sonriente, se acercó al cajón de ropa vieja, la desechada, quitó de encima de la tapa un montón de cachivaches que había apilado ahí al andar buscando…
Nada.
Gritó enfurecido, aventó todo lo habido y por haber lo más lejos que pudo, maldijo, habitual en él, a su padre, su madre no, porque no tenía, a sus tíos, primos, conocidos, a los jueces del jurado.
Se sentó en cuclillas, llevó sus manos a la cara y lloró, sí, lloró como un niño; algo que no había hecho desde hace mucho tiempo. Se preguntó si había llorado alguna vez, no estuvo seguro, las lágrimas le supieron muy raras. Lloró un día entero. Reconoció su derrota, se levanto con mil años más a cuestas. Jorobado se resignó y se puso un calcetín azul, el otro rojo, porque llevar dos azules a la premiación hubiera sido un doble insulto. Caminó enjuto, casi imperceptible, llegó al salón y tomó aliento. Todo un mes se había suspendido la premiación por estarlo esperando, debían de estar furiosos allí adentro. El premio del siglo, de seguro se lo darían al mequetrefe ese, o al gerundio aquel que no sabía ni hablar. En fin, ya todo estaba perdido.
Cuando abrió los dos portones de par en par se dejo ver por aquella multitud; esperó lo peor, quieto en el umbral, sintió las miradas de repudio, de odio, no, de odio no, de repudio tampoco, de… de… ¿de admiración? Los demonios estallaron en júbilo, le recibieron como a un héroe, ¡el Gran Candingas!, el ganador del premio del siglo había sido él: en su ausencia de un mes, todos los humanos a su cargo se habían suicidado por el sufrimiento tan grande que el aburrimiento les había provocado.
Matías
11/08/2015 a las 23:50
¡Muy buena la idea de “Jorge de la Lana”!
No me convenció mucho el final, debo admitirlo, pero muy bien relatado, gracias por compartir.
Jose Miguel
16/08/2015 a las 17:09
Un ejercicio buenísimo!!
He disfrutado mucho realizandolo. Y me ha servido para darme cuenta que soy capaz de imaginar y escribir algunas lineas e inventar unos personajes y ponerles en alguna situación.
Muchas Gracias por los ejercicios.
Haré los demás a ver si poco a poco aprendo más sobre escritura creativa.
Maria Eugenia
05/09/2015 a las 02:36
Muy buenos ejercicios. Cómo mando mi escrito. Qué debo anotar en Web. Gracias.
Literautas
07/09/2015 a las 12:45
María Eugenia, los relatos pueden enviarse a través del foro de Literautas en Goodreads: https://www.goodreads.com/topic/group_folder/177553?group_id=105356
Un abrazo y gracias por vuestros comentarios
pinkupinku
08/09/2015 a las 05:31
Leila estaba muy emocionada, solo faltaban un par de horas para que la fiesta comenzara, y todavía no podía creer que hayan conseguido entradas.Era la fiesta mas popular y exclusiva de la ciudad, y muy pocos, como ella, podían conseguir entrar sin ser nadie.Se preguntaba si podría ver alguna celebridad o si conocería algún chico guapo.Sin darse cuenta las horas transcurrieron y cuando quiso acordar solo faltaba una hora para la fiesta. Llamo a su amiga para saber si ya estaba lista, pero esta le dijo, muy asustada, que no encontraba las entradas.Su amiga creía que las pudo haber olvida en su casa esa mañana al contarle la noticia
Cuelga la llamada y comienza a rebuscar en toda su casa. Recuerda que su amiga había pasado por su cuarto esa mañana. Entró a su cuarto pensado en como eran esas entradas pero no lograba encontrarlas. Luego de estar casi una hora buscando por todos lados recibe un mensaje de su amiga diciendo que la ultima vez que vio las entradas ella estaba jugando con los calcetines que le regalo su hermana en navidad. Mirando por todos lados divisa un calcetín rojo tirado al lado de su cama, lo recoge y descubre que, las entradas, estaban tiradas debajo de este.Un poco mas aliviada avisa a su amiga y se retoca un poco el maquillaje que se le había corrido en toda la búsqueda. Se apresura a llegar al lugar de la fiesta y terminan contándole a unos chicos muy guapos como fue que básicamente pasaron una hora buscando un tonto calcetín rojo
Ainesey
20/11/2015 a las 23:04
Te dejo lo que escribi, gracias por motivarme. http://mijardindeamoryesika.blogspot.mx/2015/11/el-calcetin-rojo-ejercicio-de-escritura.html
Blanca
24/12/2015 a las 04:26
¡Este ejercicio me ha servido de mucho! Te dejo aquí el resultado:
Recorría la casa de un lado a otro sin parar dejando volar a su larga melena y su barba de una semana. Apenas quedaban unos minutos para que llegara ella.
No había salido de casa en días, había estado centrado por completo en su nuevo libro, más bien en el título de su nuevo libro. Y en todo ese tiempo no se separó de su preciado calcetín rojo, era un simple harapo de lana con pelusas y agujeros por todas partes pero le resultaba esencial para pensar e inspirarse; sin él, no podía escribir.
La gente que le conocía pensaba que estaba loco, de hecho él pensaba lo mismo, los estereotipos del Síndrome de Asperger también se le habían metido en la cabeza y sus excentricidades le convencían aún más de ello, aunque en realidad no le importaba, él era feliz en su mundo de letras y soledad. Y no nos olvidemos de su calcetín por supuesto, su posesión más preciada.
-¿Por qué tuve que haber enviado aquel formulario? ¿Por qué?- exclamó dando vueltas en medio de su pequeño salón. Empezó a frotarse el cuello con la palma de la mano, como hacía cada vez que estaba nervioso.
Resulta que nuestro Bernardo mientras ojeaba páginas por internet un anuncio de citas por internet encontró una página web que se dedicaba a encontrar la pareja perfecta. Verdaderamente era feliz viviendo solo con sus docenas de libros y montañas de discos de Bach, pero en aquel momento se planteó por primera vez conocer a una persona, y del sexo opuesto.
Entonces nuestro protagonista cometió uno de los gestos más valientes de su vida (o al menos eso pensó él): rellenó el formulario de inscripción y envió la solicitud de la página.
En realidad el formulario le pareció una tontería, unas simples preguntas sobre su género (le pareció una pregunta bastante tonta pero aun así se miró por dentro de los pantalones y marco la casilla de “hombre”), también le preguntaron sobre su sexualidad y al inocente Bernardo le pareció otra necedad “Si soy un chico es evidente que busco a una chica”, y marcó la casilla de pareja femenina; fecha de nacimiento (26 de julio del 1995) , edad (otra tontería porque ya había puesto su día de nacimiento antes), estudios, no había sitio para todas las carreras que estaba haciendo así que se decantó por su preferida: lengua Española y sus literaturas; después rellenó el recuadro de aficiones, intereses, gustos, comida preferida y decenas de ectéteras; hasta que llegó al recuadro de libro favorito. Bernardo se pasó el dedo pulgar por los labios, como hacía cada vez que estaba pensando, y finalmente decidió dejar la casilla en blanco. Vaya pregunta más absurda ¿Cómo iba a elegir un libro entre los cientos que había leído? No entendía ni por que podía estar ahí esa pregunta ¿Quién en su sano juicio podría tener un solo libro favorito? ¡Uno sólo!
Dejó aquella pregunta atrás y continuó con el test.
Bernardo acabó bastante harto del largo formulario, pero al terminarlo se quedó bastante satisfecho, había contestado a todas y cada una de las preguntas, menos la que hacía referencia a su libro preferido. Pensó en enviar una queja a la compañía para que descartasen aquella casilla, pero lo reflexionó y apartó aquella idea de su cabeza, tenía cosas mejores que hacer, prepararse una tortilla para la cena, por ejemplo.
Unos días mas tarde una usuario llamado “MaríaLovesChocolate” se puso en contacto con Bernardo y concertó una cita con él .
Bernardo aceptó encantado. Estaba que no cabía en su gozo ¡Una chica! Ni si quiera recordaba la última vez que habló con una, exceptuando a su madre, su hermana Alicia y su tía Noreta.
Y por fin, después de un largo tiempo esperando llegó el día de la cita. La cena iba a ser en su casa, todo estaba preparado, sólo faltaba una cosa… ¡El calcetín rojo!
Si no podía escribir sin su calcetín, ¿Cómo iba a hablar con una chica? Por eso, ya bien vestido con una camisa blanca y su pajarita de flores tropicales, regalo del tío Manolo, corría por todo su piso en busca del dichoso calcetín.
-¿Dónde lo habré dejado? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde?
Se pasó una hora buscando el calcetín, pero no había manera de encontrarlo. Llamó a su hermana Alicia muy atolondrado, ella le aconsejó que pensara dónde lo vio por última vez. Con el corazón casi saliendosele del pecho y frotándose el cuello dio vueltas y vueltas sobre si mismo, analizando cada recoveco de la cocina con su mirada hasta enredarse con el cable del teléfono fijo.
-¡No está! ¡No lo encuentro!
Colgó, entró en el baño por enésima vez y se miró lacónicamente en el espejo. Después, se quedó mirando a un punto fijo. Tenía que mentalizarse y calmarse, como decía su psiquiatra. Se sentó sobre la tapa del váter y se tapó la cara con las manos. Después se levantó y se miró al espejo.
Tenía que admitir que no estaba mal, además la pajarita le daba un toque alegre que le encantaba. Cogió su peine y con extrema meticulosidad se lo pasó por sus cabellos hacia atrás y después se afeitó la barba con la “maquinilla ruidosa”, como él la llamaba, y se dejó un poquitín de barba, como a él le gustaba.
Apoyó las manos sobre el lavabo y miró a los ojos al Bernardo que había al otro lado del espejo.
-No puedes depender de un calcetín Berni.
Cerro los ojos y se dijo a si mismo que no necesitaba el calcetín. Se lo repetía una y otra vez, una y otra vez…
Abrió los ojos y algo le paró el corazón.
Sonó el timbre del piso.
MaríaLovesChocolate había llegado.
Como un rayo se fue al salón y se abalanzó sobre el mando de el reproductor de música, apretó unos cuantos botones y consiguió que sonara uno de los preludios de Bach. Después, casi tiritando, se acercó a la puerta principal y poco a poco fue aproximando su mano al pomo de la puerta.
Suspiró.
“No necesito el calcetín”. Se repitió.
Y abrió la puerta.
Yoli
16/03/2016 a las 14:56
Este es mi primer ejercicio de escritura que hago y me ha encantado.Me gustaria compartirlo con vosotros y seguir aprendiendo con vuestras criticas.Besos 🙂
1-Sofia se pasó una hora buscando el calcetín rojo de Andres antes de que su marido viniera.
2-Juan estaba buscando el calcetín rojo para poder ir a jugar al futbol.
3-Ana Maria estaba buscando el calcetín rojo durante una hora porque tenía los ahorros allí.
4-Miguel buscaba el calcetín rojo para poder ir a la cita con Ines,pues le traía buena suerte.
5-La policia buscaba el calcetín rojo, pues era una prueba para detener al criminal.
Ana Maria estaba desespedada. No encontraba el maldito calcetín rojo y eso que se había pasado una hora buscándola. Allí había metido los ahorros de todo un año. Un año de quitarse caprichos que le encantaban como el café de las mañanas, las ropas que veía en los escaparates (que por cierto parecen que son más bonitos cuando no puedes comprarlos) ,salir de restaurantes… en fin, todo eso que hace que la vida merezca la pena. Tenía un sueño desde jovencita, que era viajar a Nueva York y ver todas las calles, rascacielos, la estatua de la Libertad…
Todo empezo hace un año cuando se le junto una desgracia tras otra; la muerte de su padre por un cáncer fulminante (se murió 2 meses después de su diagnostico) ,a la que estaba muy unida a él. A las dos semanas de enterrar a mi padre me entero que mi novio me engaña con una compañera de su trabajo (me entere por los mensajitos que se escribían entre ellos) yo ya me olía algo, por eso mire su móvil. Fue un shock para mí, pero después fue una liberación, hacer lo que me diera la gana. Segui el consejo que mi padre me dio antes de morir; que disfrutara de la vida, que realizará mis sueños, y eso hice.Y ahora estaba de rodillas en el suelo, a punto de llorar porque no encontraba el calcetín rojo. Entonces de repente se quedó inmóvil y después se le ilumino la cara ¡claro! se le había olvidado que había hecho limpieza general cuando leyó un libro de budismo que le había impactado mucho, del que decía que no había que tener cosas innecesarias, que con poco se puede ser feliz y fluye mejor la energía… en fin esas cosas. Así que cuando empece por la habitación, dejé el calcetín en un cajón de la cocina para no perderlo… y va y lo pierdo… y se echa a reír, liberando la tensión acumulada. Me levanto, voy a la cocina, abro el segundo cajón y allí está. Miro dentro, cojo el dinero y lo meto en un sobre que tengo en la mesa. Me pongo la chaqueta, meto el sobre en el bolso y me lo cuelgo.
Antes de salir me miro en el espejo de la entrada y sonrío.Y me voy a la agencia de viajes.
Lluis
30/04/2016 a las 14:36
Te he descubierto hace pocos minutos y ya me he bajado el primer ejercicio para hacerlo y compartirlo. Ya te contare como ha ido.
Solo darte las gracias por compartirlo con todos los amantes de la escritura.
Nos veremos por aquí.
Literautas
02/05/2016 a las 10:10
Gracias a ti por tu comentario, Lluis. Un abrazo y ¡feliz escritura! 😀
Mia
03/09/2016 a las 09:01
Bueno,ya veo que está acabado desde hace mucho. Sin embargo,me he animado a empezarlo en mi blog. Si os apetece pasaros,pretendo hacerlos todos. 🙂 Aquí os lo dejo,por si os apetece leerlo.
http://sweetcoffeelatte.blogspot.com.es/2016/09/ejercicio-1.html
¡Un saludo!
Cesar Henen
10/10/2016 a las 20:31
hola a tod@s, les invito a leer y comentar mi historia en Goodreads titulada “Si estuvieras aqui”
saludos a tod@s desde México.
Marcos
15/11/2016 a las 22:07
Acabo de descubrir este blog y ya quiero empezar a escribir…
Sofia
23/11/2016 a las 02:14
Este ejercicio parte de la premisa “Se pasó una hora buscando el calcetín rojo”. A partir de aquí, anota 5 motivos que expliquen esa frase y 5 posibles personajes para protagonizarla.
Una mujer cuyos ahorros estaban escondidos dentro del calcetín.
Un ex-drogadicto en abstinencia cuyas drogas estaban escondidas en el calcetín.
Una muchacha que, al separarse de su pareja, debe devolverle sus pertenencias.
Un chico con trastorno obsesivo incapaz de ver sus calcetines desordenados.
Un cachorro que es abandonado mientras busca el calcetín en un descampado.
Cuando hayas terminado la lista, elige el personaje y el motivo que más te gusten. Con estos elementos, crea un texto de al menos 300 palabras. Si quieres, puedes comenzarlo con la frase “Se pasó una hora buscando el calcetín rojo”, pero no es obligatorio. Lo que sí debe tener el texto es un inicio (presentación breve de la situación), un nudo o medio (desarrollo de la situación o de la acción) y un desenlace (en el que se soluciona la situación).
Temática Elegida: “Un chico con trastorno obsesivo incapaz de ver sus calcetines desordenados.”
Como de costumbre, la alarma sonó dos veces y luego tres más antes de ser apagada. El muchacho de ojos verdes seguía estrictamente una rutina compuesta por una coreografía de alarmas que le indicaban qué hacer y en qué momento. De esa forma sabía cuando abrir y cerrar el grifo del agua caliente para que su bañera estuviera al nivel que el prefería o, por ejemplo, cuanto tiempo dejar las tostadas para que estuvieran crujientes por fuera y crudas por dentro.
Cada día de la semana utilizaba un color distinto de calcetines; era su manera de recordar qué materias debía cursar durante la mañana. Sin embargo, algo se escapó de su control cuando, al abrir el segundo cajón de su cómoda, encontró tan solo un calcetín, sin su par que lo acompañara. Dudó algunos segundos, y lo colocó sobre la mesada. Desconcertado, retiró cada par (prolijamente doblado y separado) hasta vaciar el cajón.
Las alarmas seguían sonando, pero el joven, sin poder encontrar el calcetín, comenzó a rascarse los brazos, observando a su alrededor con la esperanza de encontrar la prenda. 9:15hs. El reloj marcaba cinco minutos de demora en su cronológica agenda. En cinco minutos más, debería estar peinándose, con los zapatos en su lugar.
Sus temblorosas manos comenzaron a abrir torpemente los pares de calcetines; desarmaba los pares con cada vez menos paciencia, pero no había pista alguna sobre el paradero de lo que tanto buscaba. 9:20hs y la alarma sonó nuevamente. La apagó torpemente, y siguió en su búsqueda. Uno tras uno vació todos sus cajones de ropa, a medida que su corazón comenzaba a latir con más frecuencia y su mandíbula comenzaba a tensarse dificultándole la respiración. ¿Donde estaba el calcetín rojo? En algún momento, sin darse cuenta, se vio rodeado de ropa desordenada regada por el departamento de tercer piso en el cual vivía. Sacudió la cabeza y gruñó enfurecido al oír nuevamente la alarma. 9:40hs. Se suponía que, para ese entonces, debía estar apagando las luces para bajar a esperar el bus. Apagó todas las alarmas que siguieron mientras que, impaciente, volvía a acomodar la ropa en su lugar con la esperanza de encontrar en el medio del desorden su calcetín rojo.
Sus ojos inyectados en sangre recorrían el departamento de punta a punta; le dolía la cabeza y los brazos, los cuales había lastimado al rascarse como producto de la impaciencia y la ansiedad. Se sentía atrapado dentro de cuatro paredes e imposibilitado de salir a la realidad hasta encontrar el calcetín rojo. ¿¡Cómo era posible que no estuviera en ningún lado!?
10:15hs. Una hora desde que había comenzado aquel infierno. Sentía que enloquecería. Mascullaba insultos sin sentido y respiraba entre dientes con los ojos bien abiertos, haciendo más ruido del que era capaz de oír a causa de sus quejidos.
Estaba a punto de comenzar a gritar al abrir nuevamente el cajón de su ropa interior hasta que, iluminado, observó un paquete con tres calcetines rosas, y recordó aquello que no había querido oír durante la tarde anterior, cuando su madre interrumpió sus estudios para comentarle que, sin querer, se le había colado un calcetín rojo entre los blancos al lavar su ropa.
Enrique
08/02/2017 a las 11:59
Llevaba mucho tiempo queriendo comenzar a escribir, y habéis conseguido que lo haga por primera vez.
Genial el ejercicio. Prometo continuar con el resto.
A partir de hoy, seguir, fan y suscriptor.
Eduardo J.
23/02/2017 a las 14:57
Buenas tardes
En mi caso no es el síndrome de la hoja en blanco, en realidad lo mío es el cuaderno completamente en blanco.
Me ha gustado vuestro blog, que he encontrado por casualidad y como llevo tiempo queriendo escribir, me he decidido a empezar por vuestros ejercicios.
Espero encontrar la inspiración y sobre todo el valor de compartirlo con vosotros, y espero también que no os importe que lo haga.
Gracias
Marcos Sebastiá
23/02/2017 a las 18:20
Hola Literautas. Este mes de Febrero no he escrito nada, como dice por ahí el compañero Eduardo, síndrome de hoja en blanco… He tenido algunos asuntos muy preocupantes que resolver y me ponía a escribir y solo veía que problemas y más problemas… A ver si ahora con la entrada del mes de marzo y las cosas calmaditas puedo volver a escribir… Esta web, el taller, me está enseñando muchísimas cosas respecto a la escritura y lectura. Tengo muchas ganas de que llegue marzo.
¡¡Hasta pronto compañeros!!
Eduardo J.
23/02/2017 a las 19:57
El maldito calcetín rojo no aparecía. Paco, comenzaba a ponerse nervioso, en una hora debía estar en el pabellón de deportes para jugar el partido semanal con sus amigos.
Todo preparado para el partido, menos el dichoso calcetín rojo, y hoy no puede cambiar las medias; juegan con la equipación roja y blanca. Llamaré a Sergio.
– ¿Sergio?, soy Paco necesito unas medias rojas, ¿tendrías para dejarme unas?
– Pues claro Paco, cuenta con ellas, las pillo ahora mismo y te las doy en el campo.
Ya más tranquilo, se despide de su hija Clara y de su esposa Rocío. En ese preciso instante suena el timbre de la casa.
– Ya voy yo Rocío, veo quien es y de camino ya me voy al fútbol.
Abre la puerta a la vez que se coloca el abrigo, y allí de frente está de nuevo, maquillada, oliendo a vainilla y embutida en un vestido azul tan ajustado que daba la impresión que sus pechos iban a estallar y esparcirse por toda la entrada. Como no, era ella, no hay más gente que venga a casa y menos a cualquier hora del día.
Morena, de ojos grandes castaños y tan penetrantes que no podías apartar la mirada de ella. Ainhoa, su vecina acecha de nuevo. Completamente enamorada de él, a sabiendas de que los dos están casados, no desperdicia ninguna ocasión para ir a casa de Paco, pero sólo cuando él está en casa, ni por asomo se le ocurriría llamar a la puerta a sabiendas que aún no ha llegado.
– Hola Ainhoa ¿Qué se te ofrece?
– Hola guapo en realidad no se me ofrece nada, simplemente venía a entregaros la ropa que os recogí ayer del tendedero, que como sé que Rocío está muy liada con Clara, he pensado que os vendría bien.
– No has debido molestarte Ainhoa, no es necesario.
– (bajando la voz), Si lo es cariño, quiero verte sin que tu mujer esté delante. Quiero demostrarte cuanto te quiero. Así que por favor no tardes en buscarte una excusa para que nos podamos ver. Manolo está de viaje la próxima semana. Y sin permitir que Paco pudiese decir algo, dio media vuelta y se marchó sin más.
Paco no salía de su asombro, era guapa sí, incluso había comentado con Rocío lo agradable que era con ellos, pero nunca le había dado pie a que ella pudiese pensar que se le había insinuado.
– Por cierto Paco, me he quedado con uno de los calcetines rojos para poder zurcírtelo.
Carlos Ernesto
02/04/2017 a las 01:07
1. Un futbolista que antes de un partido ha descubierto que ha perdido el calcetín que es parte del uniforme y que si no está completo no puede jugar.
2. Un estudiante antes de ir a dar un examen y cree que sólo sacara buena nota usando sus calcetines de la suerte.
3. Un amante que ha perdido un calcetín luego de haberse desnudado para acostarse con su amante y no quiere oír reclamos de su pareja al llegar a casa.
4. La dependienta de una lavandería que ha perdido el calcetín de un quisquilloso cliente.
5. Una víctima de un terremoto que se la ha caído la casa y ha perdido todos sus pertenencias y ahora busca el otro calcetín para por lo menos completar un par para que sea sus únicas pertenencias completas que pudo recuperar.
Beatriz tiene 19 años dentro de dos meses entra a la universidad para comenzar sus estudios en la carrera de Medicina, pero antes de eso ha decidido trabajar un tiempo en la lavandería de su tía Josefina para ganar unos cuantos dólares que invertirá en la compra de una nueva laptop.
hoy será su último día de trabajo pues con la paga de esta semana completa el dinero para cumplir su meta, el trabajo le resulta agradable a pesar de ser pesado y repetitivo, la mayoría de los clientes son personas encantadores, y a través de sus ropas sucias puede conocer algún pequeño detalle de sus vidas, sabe por ejemplo que a la enfermera le gustan los dulces debido a que cada semana encuentra uno o dos en los bolsillo de su mandil, la afición al cine del dependiente de una tienda por el inconfundible aroma a palomitas de maíz de sus camisetas, el ingeniero que hace trabajo oficinista por el desgate de sus jeanes marcado en el área de las posaderas.
Pero existe un cliente de lo más desagradable, siempre es frío en su trato, nunca muestra una sonrisa y tiene la extraña costumbre de revisar prenda por prenda su ropa al retirarla, algo que nadie más lo hace, y que siempre tiene alguna queja ridícula acerca de la forma en que se hizo el trabajo, hoy como de costumbre ha dejado su ropa en la mañana, Beatriz ha metido toda sus prendas en la lavadora pero al momento de pasarlas a la secadora se ha dado cuenta que un calcetín rojo esta sin pareja, al revisar la lavadora cuidadosamente no encontró nada en ella, reviso cada una de las prendas por dentro esperando encontrar el calcetín perdido en el interior de alguna pantalón o talvez una camisa pero no tuvo éxito, angustiada continuo con el proceso de secado y planchado pensando cómo iba a librarse de los reclamos de tan molesto cliente, pensó en ofrecerle una disculpa y devolverle el dinero como su una opción, mientras pensaba en cómo iba a decirle esto recordó que el ingeniero había traído unos calcetines rojos similares al par incompleto, este último cliente probablemente no notaría la ausencia de un par de viejos calcetines y si lo hacia sus reclamos serian mínimos, y si esto llegaba a pasar ella ya no estaría trabajando ahí
Para cuando el quisquilloso cliente llego el cambio ya estaba hecho, fiel a su costumbre reviso su ropa y sus tradicionales reclamos fueron hechos cuando vio el par de calcetines rojos, y sacando el calcetín perdido, que el mismo había olvidado traer en la mañana exigió una explicación a la pobre muchacha que empalideció al ver aquel sucio calcetín rojo.
Jessica O´Bello
17/05/2017 a las 14:49
El abuelo Hank se pasó hasta medianoche buscando el calcetín rojo. Era de Tim. ¿A quién le importaba Tim? Ya estaba putrefacto. Tim y el abuelo se conocieron en la II Guerra Mundial mientras servían al ejército estadounidense, eran “los liberadores de judíos”. Vieron tanto sufrimiento y a la vez alegría que intentaban superar la situación uno con el otro, si Tim no tenía cigarrillos ahí estaba el abuelo para darle el uno o si uno lloraba porque quería ver a su familia iba el otro y contaba un chiste, así eran. Abuelo Hank siempre me dice que fueron el último suspiro de una gran desgracia, el momento catarsis, y deseaba haber combatido al principio de la guerra. Paso el tiempo y ninguno de los dos murió allí, sin embargo 10 años después Tim se fue del mundo apaleado por una psicópata prostituta, como no tenía familia contactaron con el hombre que salía junto a él disfrazados de militares en la fotografía de su cartera que tenía el mejor cuero de todo el país. Francis Donald Hank. El abuelo sin aparente razón decidió quedarse con los calcetines rojos que Tim llevaba puestos ese día. Parece mentira que no tenga ni una sola foto de la abuela y conserve aún esos calcetines del singular soldado Tim. Lo que no sabía por entonces el abuelo Hank es que 40 años después los perdería por su propia culpa.
Era increíble verlo en ese estado de locura, rebuscando por toda la villa con un ejército notable de criados a sus espaldas. Pero ni rastro del calcetín rojo.
Lo malo de haberme criado con él es que no sabes distinguir lo real de lo irreal, el cielo del infierno, el amor del odio. Tantas historias inventadas que acabas sin saber en que creer… y sinceramente esta de ese tal Tim no sonaba muy verídica. Viviendo con él te acabas dando cuenta de que en todas sus anécdotas él acaba siendo el heroico protagonista, como por ejemplo la de la máquina de escribir que se la regalaron por haber salvado de un atraco a una tienda de antigüedades. Egoísmo, quizás soledad o como Don Quijote tenía expectativas de vivir otra vida.
Quince años de angustia a su lado da de sobra para saber sus puntos débiles y de una vez por todas quería empezar a divertirme, y que menos que hacerme un moderno guante rojo con el viejo calcetín.
Nicole
07/09/2017 a las 06:13
Hola! Es mi primer escrito en mucho, mucho tiempo. Me gustaria que me dieran una opinion sobre el.
Gracias desde ya!
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Esa mañana, Iván se pasó una hora buscando el calcetín rojo. Tenía la cabeza echa un lio entre la universidad y el nuevo trabajo que había empezado la semana pasada, sin mencionar que Lisa lo había dejado sin explicación alguna hace un par de días. Estaba seguro que había guardado el par de calcetines en el primer cajón del armario, hacia la derecha, donde iban los calcetines de un solo color. Incluso, dudando de su propia mente, decidió buscarlo también entre los demás calcetines, todos bien ordenados, doblados y guardados en sus respectivos lugares. Solo falta uno.
Salió de casa dudando, tal vez se había caído en el cuarto de lavado, si, eso debía ser. Camino apurado las 3 cuadras que lo separaban de su lugar de trabajo, cuando se percató que todo se veía diferente. Los árboles, las casas, incluso la gente. Había estado viviendo en ese vecindario los últimos 5 años por lo que sabía perfectamente como deberían ser las cosas. Pero de pronto hoy todo parecía… extraño. Siguió su camino de siempre, cada vez más confundido. “Primero el calcetín y ahora esto” pensó. Al llegar al edificio de la imprenta para la que trabajaba como editor junior, el hombre de seguridad, Javier, no lo dejo pasar. No era raro, ya que era nuevo, le pidió amablemente que busque su nombre en la lista de empleados, que de seguro ahí estaba su nombre y su horario de trabajo. Javier lo miro con desconfianza, y le dijo que si, Iván Méndez estaba en la lista de empleados, pero había llegado al trabajo hacia 15 minutos. A Iván por poco y se le caen los ojos. “PERO COMO DICES? ¡Si yo estoy aquí parado!! Esto no puede estar sucediendo…”
Javier, el de seguridad, ya había llamado al manager, que apareció pocos minutos después. “Señor Bareiro, buenos días, por favor puede explicarle a Javier que yo soy Iván Méndez, empecé a trabajar para usted la semana pasada, el editor junior” dijo Iván, ya agitado y en su voz se escuchaba la desesperación. “En mi vida había visto a este hombre, Javier, por favor acompáñelo a la puerta”
“Señor no, por favor, espere. Debe haber un error, ¡yo soy Iván!” Un hombre se acerca al señor Bareiro y le habla al oído, éste asiente y mira a Iván con precaución. La mente de Iván está dando más y más vueltas, se siente mareado. Una patrullera se escucha a lo lejos, Iván no entiende más nada, le sudan las manos… “No, no es una patrullera, es una ambulancia” dice en voz baja para si mismo. La ambulancia llega en cuestión de minutos, una enfermera lo agarra y trata de estirarlo. “Pero porque, ¿que está pasando?” Iván mira al edificio, ve a Javier, al señor Bareiro y al otro hombre, mirándolo con preocupación, o tal vez… con compasión? Siente un pinchazo, le inyectaron algo, lo estaban drogando y él no podía hacer nada, ya no podía moverse, no sentía su cuerpo…
Abre los ojos, mira el reloj, son las 7:30 de la mañana. Iván se levanta, se da una ducha rápida, prepara un café y vuelve a su habitación para prepararse para ir a trabajar. Un par de jeans, una remera negra, y el par de calcetines rojos que su novia Lisa le había regalado por Navidad, había armado el atuendo mentalmente. Se viste apurado y sale de casa. De camino al trabajo trataba de recordar las cosas que debería hacer ese día, pero no podía recordar que hizo el día anterior. Se detuvo en seco en una esquina cuando se dio cuenta y a su mente volvieron los recuerdos, recordó que pasó más de una hora buscando el calcetín rojo…
Buuu
05/12/2017 a las 02:00
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, siempre lo usaba durante cualquiera de sus partidos de basketball, y este prometía ser el más importante de la temporada. Laura no podía creer lo mucho que había buscado. Su habitación, siempre desordenada, protagonizaba el peor caos que alguna vez pudo imaginar.
No faltaba mucho para que el partido comenzara. Su mejor amiga y compañera de equipo, Rose, ya había saturado la pantalla de bloqueo de su teléfono y los mensajes aún no cesaban, se estaba tardando, pero, debía hallarlo o no jugaría bien. O peor, por culpa de ella, podrían hasta perder el partido.
– Vamos, aparece. – Chilló la chica de cabello castaño.
Ya había revisado casi por quinta vez y nada, se estaba rindiendo ante la posibilidad de hallarlo, y quizá, también a la idea de aparecerse en la cancha, aunque Rose y el resto del equipo terminaran odiandola, no iría sin su tonto calcetín, ¿por qué era tan infantil y superticiosa?
“Por favor”, Laura Mason estaba a punto de estallar en lágrimas de desesperación, el tiempo se le agotaba al igual que la paciencia. En realidad si había un motivo para usar el calcetín, su hermano.
Hacia ya casi cuatro años que su hermano Jossey había fallecido, cuando ella teenía ocho años. En ese entonces, a ella le encantaba verlo jugar, y como buen hermano mayor, Jossey decidió enseñarle a jugar. Para la menor, él era el mejor jugador que podría haber existido en la faz de la tierra.
Tras la perdida de Jossey, Laura sintió un enorme vacío. No perdió el gusto por el basketball, pues al jugar, sentía un pequeño vínculo con su hermano. Así, hasta que una ocasión, entre las pertenencias de su hermano, halló un viejo par de calcetines rojos que no tardó en apropiarse. Comenzó a usarlos cada que jugaba hasta que se volvió una costumbre, no podía defraudar a Jossey esta vez, quería jugar por él todos los partidos que no había podido jugar en vida.
Iba a ir con el calcetín, o no iría, esa era su decisón final.
Buuu
05/12/2017 a las 02:01
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo.
1. Laura se pasó una hora buscando el calcetín rojo, siempre lo usaba en cualquier partido de basketball pues creía que le traía suerte.
2. Jena necesitaba encontrar el par para su recital, no uno, se pasó una hora buscando el calcetín rojo para completarlo.
3. Fer se pasó una hora buscando el calcetín rojo, le gustaba lo suave y cómodo que era a la hora de dormir.
4. Compró un par de tenis dorados, quería que resaltaran con el color de sus calcetines, sin embargo, Lisa se pasó una hora buscando el calcetín rojo faltante y terminó dándose por vencida.
5. Se pasó una hora buscando el calcetín rojo que le había dado su abuela, aquel con su nombre “Rose” bordado, quería mostrarle que aún tenía el par.
Rococonica
10/01/2018 a las 11:37
Un intenso dolor de cabeza despertó a Luisa.
-Guau, no recuerdo cuando fué la última vez que bebí tanto, parece que ha sido una noche movidita.
Se sintió aliviada al recordar que era el día después de su graduación, no tenía que ir más a la universidad ,estaba de vaciones, ¡por fín! podría dormir tanto como quisiera.
Al principio le pareció un poco raro, acostumbrada como estaba al tacto de sus sábanas de coralina, encontrarse medio desnuda entre unas sábanas de un sobrio color gris y un extraño olor a colonia de baño.
-Oh, joder, lo he vuelto hacer.
Luisa tenía la mala costumbre de que cada vez que bebía se quedaba medio inconsciente, flotando en una especie de limbo para borrachos en el que todo te parece lejano y perfectamente normal.
Pero esta vez se había pasado, lo raro de todo es que dicha habitación le pareció extrañamente familiar.
Las paredes estaban totalmente empapeladas por fotografías y posters de grupos y de películas, al fondo de la habitación un tocadiscos susurraba una canción de David Bowie y sobre el sillón un gato gorfinflón dormía tan plácidamente que podían percibirse sus ronquidos.
¡Estaba en casa de Pablo!
Posiblemente no fuera la única en acostarse con su mejor amigo después de una desenfrenada fiesta de graduación, posiblemente seguía soñando y en cualquier momento se despertaría en su habitación de la residencia, de paredes normales, sin posters raros, sin gatos peludos y perezosos.
Adoptó una pose de seriedad fingidad por ver si de algún modo conseguía encontrar una solución para aquel desastre.
¡Ya lo tengo!¡Me vestiré corriendo y saldré por la ventana!
Lo que no era tan mala idea teniendo en cuenta que Pablo vivía en un bajo y de que como mucho solo había un metro y medio desde su ventana a la acera.
Se puso en pié de un salto, buscó su ropa entre las sábanas, debajo de la cama, en el armario, se vistió tan deprisa que si eso hubiera sido un deporte olímpico seguramente habría ganado el oro.
Se dió cuenta de que le faltaba un calcetín y no precisamente uno que pudiera pasar desapercibido, su calcetín rojo, su característico y único calcetín rojo, del que sus amigos habían hablado toda la noche y que constituía no solo la prueba del delito sino una identificación más que evidente de su culpabilidad.
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, esperando que nadie apareciera de repente y la encontara de aquella manera. Sus temores se hicieron realidad y minutos después apareció Pablo portando una bandeja de desayuno, con una sonrisa de oreja a oreja, ¿como podía estar tan tranquilo?.
Se detuvo a pocos pasos de Luisa y le dijo, ¿qué, has encontrado tu calcetín?. Luisa creyó oír unas risas que venían del comedor. Sentados, todos sus amigos, hablando y desayundando como si tal cosa celebraban su primer día como graduados.
-No te preocupes, dijo Pablo, no ha pasado nada, estabas tan borracha que tuve que meterte en la cama, eso sí, tampoco encontré tu calcetín, debe haberse perdido.
-¡Que le den al calcetín! dijo dándole un gran bocado a su tostada, ¡no sabes lo feliz que me has hecho!
GD
26/01/2018 a las 17:49
El reloj de la cocina marcaba. ya las 7:10 y no había ni rastro del maldito calcetín. Por que tenia que tocarle a el justo hoy cuando todos estaban fuera y no podía gritarle a nadie ni preguntar donde se podía haber metido. La niña empezó a poner esa cara de enfadada tan original pero que ahora no le hacia ni pizca de gracia Se supone que una lavadora no se puede tragar así a pierna suelta un maldito calcetín. Pues nada, habría que empezar a buscar en todos los cajones, rincones y sitios mas oscuros e la casa. Y ahora que? el teléfono sin ninguna consideración de la situación tan desesperada que vivía el dueño empezó a emitir señales muy pesados lo que le produjo la sensación de pánico en el acto. Que pasa, pregunta con la vez ya llena de tensión no puedo salir de casa tengo una emergencia y aquí no hay nadie para ayudarme, grito ya a la voz que se oía al otro extremo y colgó con una maldicion.
Esta bien lo vamos a encontrar solo necesitamos una táctica mejor tranquilizo a su hija. La función no iba a empezar tan pronto, faltaba una hora.Y eso que sabia que después el día va a estar haotico y ya se olía la tensión en el aire, el trueno iba en forma de calcetín rojo. Levanto la manta que cubría la cama de matrimonio con la esperanza menguando a pasos gigantescos. O si, allí estaban las zapatillas de deporte que casi nunca usaba, el polvo que cubría el suelo le hizo estornudar, que fastidio esa alergia a todo que flotaba o se deslizaba en el aire. Ay por cierto tenia que poner también un bocata a la pequeña que estaba detrás preguntando la enésima vez si lo había encontrado.
Bueno habría que volver sobre sus pasos y volver a buscar en la cesta de la ropa limpia y en el país de nunca jamas que formaban aquellos calcetines sueltos que por alguna razón inexplicable habría terminado perdiendo su media pareja para siempre.
De repente se abrió la puerta de la entrada y unos taconazos muy firmes rompieron el relativo silencio de la casa.Mama, grito la niña emitiendo un sonido de alivio que le puso los pelos de punta. Si y llevaba en la mano un par de calcetines rojo sangre que le quito de un solo golpe todo la ansiedad matinal que se había apoderado de el. Por fin…
Alicia
10/03/2018 a las 02:16
Buenas noches en primer lugar me encanta la idea. Soy nueva en esto y me gustaria leer vuestras opiniones. No se donde debo colgarlo pero espero estar poniendolo en el sitio correcto.
Gracias de antemano.
BUSCANDO MAS DE UNA HORA EL CALCETIN ROJO. por ALB.
Evans lleva una hora buscando el calcetín rojo. Son 60 minutos pero a el se le están haciendo días.
– No pueden ser otros, tienen que ser esos y solo puedo encontrar uno. Por que me tiene que pasar esto a mi.
Dice Evans alzando la voz, en la soledad de su apartamento casi vacío. Era la primera cita con una chica que tenía desde que Laura le dejo, y le rompió el corazón. Siendo la única que le correspondió, por lo menos por un tiempo.
No para de buscar y revolver los cajones que tenía perfectamente ordenados. Ha perdido la cuenta de cuantas veces ha mirado en ellos . De la misma forma que desapareció la noción del tiempo. Acaba de darse cuenta que solo le quedan 15 minutos para reunirse con Melisa en el Cotton. Un club que tuvo su época dorada y que ahora es un lugar donde poder charlar y tomarse una buena cerveza de importación. Además de ser propiedad del único amigo de la infancia de Evans. Se acaba poniendo el único calcetín rojo que tiene y otro azul. Da por hecho que su cita saldrá mal ya que no tiene su talismán, y no se conforma con llevar la mitad de este. Los calcetines rojos que cogió prestados a su hermano mayor, y le han acompañado en todos los momentos importantes de su vida. Su graduación , el encuentro con aquel escritor que tanto admira, su entrevista de trabajo y la primera vez que vio a Laura. Y esta era otra de esas ocasiones, que debían protegerle, darle valor y suerte. Desanimado salió corriendo de su apartamento dirección al metro. Al menos solo le separan de su destino 2 paradas y una manzana. Logra llegar con solo 5 minutos de retraso. Y allí esta mirando la carta de cervezas, mientras se aparta el pelo y lo pone detrás de la oreja. Le comienzan a sudar las manos, pero se decide a entrar e improvisar una historia que no le deje en ridículo.
Se sienta en la mesa y las palabras comienzan a brotar torpemente por su boca, cual cañero en un Madrid – Barsa.
– El trabajo… no pude…mi jefe… he logrado escapar.
Melissa le mira sorprendida y con media sonrisa. Le parece gracioso que de tantas explicaciones por 5 minutos. Y le sorprende lo extasiado que se encuentra. Tanto como si hubiera corrido media maratón, y más teniendo en cuenta que sabe que el trabajo de Evans esta como mucho a dos minutos andando. Melissa le dice que elija una cerveza antes de que siga pasando el tiempo y al final esos 5 minutos se conviertan en 30. El suspira y pide al camarero una cerveza artesanal holandesa. Mientras Melissa apuesta por una Judas. Comienzan a hablar y el tiempo empieza a volar. Ya no le sudan las manos. La tranquilidad le invade, incluso se atreve con algún chiste recurrente. Y mientras las palabras suceden y las cervezas se renuevan, olvida su calcetín rojo.
Después de algo mas de dos horas y media, quedan para cenar al día siguiente. Salen juntos del Cotton y se despiden con un beso en la mejilla.
De vuelta a casa, Evans no puede parar de sonreír y de pensar en restaurantes a los que poder ir mañana en su segunda cita. El se encargaba de elegir lugar y mandarle un whatsapp con la dirección y la hora. Mientras camina hacia la salida del metro, le suena el teléfono. Es un mensaje de Melissa diciendo que valieron la pena los 5 minutos de espera. Y que le apetece mucho que llegue mañana. Cuando acaba de leerlo no puede creerse lo ilusionado y feliz que se siente. Al ir a meter el móvil a su bolsillo se da cuenta de que allí está. El maldito calcetín rojo de la suerte. Lo mira, mientras le entra una casi muda risa floja. Sigue caminando dirección a su casa con el calcetín en la mano. Encuentra un banco en su camino y se sienta. Sostiene el móvil con la otra y contesta.
-Gracias. Espero que te guste el restaurante elegido para mañana. A mi me encantara compartirlo contigo. Por cierto mañana llevaré sandalias.
A continuación guarda el dispositivo en el bolsillo, se descalza del pie derecho se quita el único calcetín rojo que llevaba puesto y lo junta con el otro. Se levanta y mientras reanuda el final del trayecto hasta su casa, observa una papelera y se acerca sin dejar de mirarla como si fuera una polilla volando hacia la luz.
Cuando llega a esta, desvía la mirada hacia los calcetines y los arroja al interior como si de un ritual de purificación se tratara . Continua andando sin dejar de sonreír y de pensar a donde ira mañana. Aunque no le agobia, ya que sabe que no habrá nada tan importante que tenga que llevar. Excepto a el mismo.
Silvia
28/05/2018 a las 01:42
Tan pocos días en la casa…no podía permitirse errores, ni pequeños, ni grandes. En tan poco tiempo había aprendido que si había algo que podría ponerla de patitas en la calle, era cometer errores. Su patrona aparte de mal humorada detestaba que se los cometiera y era intolerante a la espera. Le había pedido que colocara junto al uniforme de la pequeña las medias rojas. Buscó incesantemente por todos los lugares de la casa, debajo de la cama en el sillón, bajo la mesa, en la cucha del perro…pero nada. La pequeña era tan déspota como su madre, aunque le rogó más de una vez que se sacara la ropa para lavarla, no paró de correr por la casa, y fue dejando en distintos lugares cada una de sus prendas…al grito de vamos a jugar a la búsqueda del tesoro!!! si encuentras todo te daré de premio la próxima vez, cuando regrese a casa, me cambiaré sin hacerte renegar. y fue así, que tiró un zapato sobre la lámpara del escritorio de su padre, el otro detrás de la heladera, la bufanda por aquí, una media por allá, hasta quedar solo con su ropa interior y ponerse rápidamente la ropa que usaba para diario. Y bueno había sido su turno después, el buscar cada prenda por toda la casa. Y fue encontrando una por una cada cosa…terminó muy tarde de hacerlo, pero al recontar todo algo faltaba, una media roja. Decidió lavar todo y después seguir con la búsqueda, planchó todo y siguió buscando pero todo fue infructuoso. La ropa limpia y planchada la colocó en la silla al pie de la cama de la niña…puso la única media en el zapato de la derecha y luego metió los zapatos debajo de la silla, tenía miedo que la señora cuando fuera a darle el beso de buenas noches a la niña se diera cuenta del faltante. Se fue tarde a dormir, pero no pudo encontrarla, buscó en los lugares más insólitos. Cansada y desalentada decidió irse a la cama. Recordó que en su casa, su hermanita menos tenía un par similar de medias rojas y eso trajo a su corazón un poco de calma. Se levantó muy temprano, se vistió rápido y caminó en la oscuridad, con miedo y velozmente, las doce cuadras que la separaban de su hogar. El miedo tiene los dos efectos extremos o la inmovilidad total o la velocidad extrema…gracias a Dios, a ella le generaba lo último. Golpeó con vehemencia la puerta de su casa, y ante la mirada atónita de su madre le pidió la media roja, su madre no entendía nada. con la misma ligereza que llegó se marchó de nuevo, prometiéndole que cuando cobrara lo primero que haría sería reponer la media a su hermana. Volvió rápidamente a la casa, entró de puntillas a la habitación y colocó la media donde faltaba. Luego con dulzura llamó a la niña para que se levantara. La ayudó a vestirse, le dio el desayuno y esperó a que toda la familia se marchara. Nadie se había dado cuenta de nada. Luego empezó a hacer la tarea diaria, limpió los piso, sacudió los muebles, sacó la ropa del canasto, las últimas eran una sábanas blancas y como eran tan blancas no quería cometer otro error, una por una la fue desplegando y sacudiendo y entre medio se dio cuenta que allí estaba, la media roja que faltaba. Se dio cuenta lo inteligente que era la niña, que en el lugar obvio casi nadie buscaba, por eso la metió allí…¿quién no metió alguna vez, por descuido, por vagancia, una prenda de color rojo en medio de ropa blanca?.
Angela
28/05/2018 a las 17:29
Hola Iria! Estoy feliz de haber encontrado este sitio, la verdad es que me ha ayudado muchisimo. He decidido obedecer este llamado a escribir y ustedes han sido de gran ayuda e inspiración. Gracias por estos ejercicios de escritura, con ellos he comenzado lo que espero sea un largo camino en este bello arte de la literatura.Por si te interesa leerlo aquí esta:
https://docs.google.com/document/d/11uv5cMZ9O7-P4D1sZ12afmUP2sOPbbkAFNwbMCEXvFQ/edit?usp=sharing
un abrazo desde Bogotá, Colombia.
Ana Velázquez
31/07/2018 a las 04:20
Hola.
También acabo de descubrir tu blog y he realizado el ejercicio del calcetín rojo, ojalá pudieran pasar a leerlo.
https://inspiracioninesperadaojibwa13.wordpress.com/
claudia
14/09/2018 a las 15:23
Buenos días,
me llamo Claudia y soy una chica italiana enamorada del español y acabo de descubrir tu blog. Primero me agradezco de que haya blogges como el tuyo, muy bien hecho! Me interesería la idea de entrenarme escribiendo en español. Así que, si fuera posible, quería enviar mi relato para que sea leído y, ¿porqué no? corregido (Es cierto que hay errores!)
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo. Luego se pasó un día por completo y el siguente también todavía buscandolo y todo porque en un día en el que tanto el cielo como su alma eran grises y nublados, Matilda dió la vuelta a la casa de su abuela Consolación, que no sólo fue una abuela sino también una amiga y confidente.
Recorriendo el pasillo de la casa entró en todas las habitaciones en busca de algo divertito o simplemente de algo que la distrajera de la ausencia. Su mamá Gloria nunca le dió la ateción que ella se esparaba porque siempre tenía algo mejor que hacer:
“¡Niña te quiero pero ahora no puedo, tengo que trabajar!” “¡Estoy cocinando!”
“¡Ahi que me duele la cabeza, no puedo ni hablar!”.
Matilda corrió por el salón, bajó en el sótano pero hacía frío y además olía a alcantarilla: no había nada divertido. Revisó la cocina pero sólo estaba su mamá, cocinando, por supuesto. Finalmente, revisando las cosas en la habitación de su abuela Consolación le pareció de ver una escotilla sobre el techo escondida por la lámpara de araña. Por primera vez en aquel verano, un escalofrío de emoción le recorrió la espalda. Pronto cogió las escaleras y subió. A pesar del polvo, encontró muchas cosas incluso objectos de su niñez. Adentro de un cajón lleno de cartas de guerra y de amor había una, todavía cerrada que ninguno nunca leyó. Por supueso su curiosidad fue demasiada y con un sólo abrir y cerrar los ojos ya podía leer las letras: “He escondido un calcetín rojo en el jardín. Está entre la manzanilla y la clavelina amarilla. Ten cuidado de él”. Así que se pasó una hora buscando aquel calcetín rojo. Luego se pasó un día por completo y el siguente también pero nunca logró encontrarlo, supuestamente las flores fueron desplasadas. Así que, desesperada, Matilda se lo contó a su mamá Gloria y cuando le leyó la carta ella pronto dejó caer los utensilios, la miró y empezó a llorar, un llanto de felicidad que Matilda nunca se hubiera esperado. Gloria se acercó a su hija y sin parar de llorar la abrazó y besó hasta casi consumirla. Luego llevandola por mano se dirigió afuera y empezó a excavar cerca de un pequeño arbol de olivo hasta encontrar aquel tanto deseado calcetín rojo. Gloria miró Matilda otra vez y llevó fuera del calcetín cubierto de tierra un amuleto, un objecto de estimado valor para la familia Gonzáles. Debido a aquel amuleto años atrás todos pelearon contra todos y al final la familia Gonzáles se separó. La batalla duró años hasta que la abuela Consolación llenandose de coraje, decidió enterrarlo. Por todo el tiempo nadie, salvo la abuela, supo que aquel objecto tanto precioso como dañino siempre estuvo allí, enterrado en el jardín, dentro de un calcetín rojo.
Claudia
16/09/2018 a las 00:59
Hola, Claudia. Es muy linda la historia. Te diría que intentes no repetir palabras y uses sinónimos. Cuando un personaje habla, utilizamos los guiones de diálogo. Podés usar también el estilo indirecto en el diálogo y así no tenés que utilizarlos.
Respecto al objeto indirecto ” salvo a la abuela”usamos la preposición “a”. Creo que también tendrías que repasar el uso de algunos signos de puntuación.
De todas maneras, es reconfortante que generes historias. Son desafíos que hay que permitirse, haya o no errores. Todo es corregible.
Bueno, si querés intercambiar ideas dejame tu correo, acá esta el mío
Un saludo cordial
Claudia
Gracias por leerme!!!
claudia
16/09/2018 a las 15:25
Hola. Gracias por la atención y por los consejos!
Me gustaría encontra algun sitio en el que pueda escribir algo o haya ejercicios y donde alguien pueda correger mis errores explicandome porqué me equivoco. No sé si hay alguno o si tu puedes ayudarme en esto!
Sin embargo, muchas gracias por responderme!
Cesar henen
16/09/2018 a las 21:45
!Hola Claudia!
Aquí mismo hay un taller de escritura donde cada mes puedes publicar tu relato en base a ciertas condiciones o retos a cumplir y sobre todo donde nos corregimos entre los que participamos.
Este mes ya esta cerrado el envió de los relatos pero para el próximo puedes participar, sólo es cuestión de que el primero de agosto revides la página principal y veas si ya se publicó las bases para cumplir con la participación.
Saludos y espero haberte ayudado un poco con tu duda.
Cesar henen
16/09/2018 a las 21:47
Cooreccion: No es agosto es Octubre
claudia
17/09/2018 a las 16:02
Muchas Gracias por el consejo, seguramente parteciparé
Saludos.
Nidia Della Giustina.
12/11/2018 a las 23:59
Estoy maravillada! Leo aquí actividades novedosas, entretenidas y de gran ayuda a la hora de escribir. Qué bueno contar con esta “ventanita abierta” con tan útiles recursos!
wilson
15/01/2019 a las 18:35
Es la evidencia de un crimen, un desquiciado
Es parte del uniforme que debe llevar a un partido de futbol que puede cambiar su vida, y es el único par que tiene, un joven deportista
Guardó en este algo de mucho valor y ahora no lo encuentra, padre de familia viudo
Es de su amante y debe hallarlo antes de que su marido llegue, una maestra de escuela
lo odia y quiere desecharlo porque le trae mala suerte, un apostador compulsivo
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, el tiempo avanzaba imparable, hallarlo se hacía a cada segundo más urgente. Era la huella, la única evidencia de su crimen. aun así, no podía creer que hubiese sido tan despistado, en medio de su delirio no se fijó, cuando la apuñaló tres veces, que en medio del forcejeo los zapatos de ella se le salieron, y cuando contemplaba el cuerpo ya sin vida de su amada, fue que apenas lo notó, su pie izquierdo desnudo y el derecho con el calcetín rojo. aunque ya había pasado una semana después de que abandonó el cuerpo en una vereda lejana, la policía seguía sus pasos.
Sabía que en cualquier momento entrarían los agentes en buscando indicios de su participación en el crimen de su novia. recordó esos últimos momentos junto ella, cuando le dijo que se iría a trabajar a otra ciudad, se veía a él mismo llorando y suplicando, luego tomar el cuchillo y acercarse por su espalda.
Llamaron a la puerta, con un temblor en todo su cuerpo abrió, el sudor le bañaba toda la piel y aunque quiso desmallar, logró sostenerse mientras se hacían las pesquisas. Un agente se acercó a él y le dijo
– acabamos de hallar un calcetín rojo, que tal parece le faltaba al cuerpo cuando lo encontramos.
-está bien, lo confieso, ella se iba de la ciudad, no podía aceptar que se fuera, por eso la maté. dijo él
Los oficiales se vieron unos a otros, lo tomaron preso y cuando lo estaban sacando de la casa, él alcanzó a ver que en el calcetín había algo dentro. Días después en el juicio se daría cuenta de que ella había escondido el calcetín rojo bajo su colchón, en este habían dos boletos de avión y una nota que decía, “aunque seas un poco celoso, aunque seas un poco extremista cuando se te mete algo en la cabeza, quiero que viajes conmigo, que vivamos juntos nuestras vidas, porque nada de lo que puedas hacer logrará alejarme de ti, y eso es por que simplemente te amo”.
Monica
16/04/2019 a las 06:11
El calcetín rojo no estaba. Miranda Salatino se agarró el pelo con ambas manos desesperada, pensando en que estaba perdida; ya había revuelto todo el cuarto buscando el mentado calcetín rojo y no lo encontraba. Estresada, volvió a acercarse a la montaña de ropa que tenía sobre la cama y con rabia comenzó a tirarlo todo.
¡Donde demonios estaba ese calcetín! Miranda lanzó un resoplido ofuscada, pensando en que si no fuera tan desordenada con sus cosas, todo sería fácil de encontrar. Sin embargo, no lo era, y no era momento para ponerse a arreglar; ya se le había hecho tarde y Sucel no dejaba de llamarla. Por última vez, reviso la gaveta de los calcetines, rogando porque milagrosamente la dichosa prenda apareciera por arte de magia entre el revoltijo que había hecho, empero, no estaba. ¡Agrh!
Miranda somató la gaveta, lanzando un improperio, pensando en que Sucel la mataría si no iba vestida como acordaron. Y es que no era para menos, si estaban en vísperas de la navidad. Habían pasado casi un mes planeado el atuendo para ese año, puesto que como era de esperarse, y siendo Sucel como era: extravagante y llena de sensualidad, quería que ambas luciera espectaculares en el convivio de la empresa; no por algo se llamaba Sucel Brant. Miranda se refregó la cara, sintiendo una corriente de exasperación bajándole por la espalda hasta asentársele en el estómago cuando una vez más, la pantalla del iPhone comenzó a brillar.
Por un instante pensó en no contestar, sin embargo sabía que si no lo hacia Sucel comenzaría a acribillar el artefacto con un sinnúmero de llamadas, así que tomándolo, cogió la llamada. Lo primero que escuchó fue la voz chillona de su amiga preguntándole que a qué hora pensaba llegar. Se suponía que ambas entrarían juntas en el salón que Jesse, el gerente del banco, había alquilado para causar revuelo, pero con su tardanza, Sucel comenzaba a preguntarle si no quería que la fuese a traer.
—¡No! —chilló, buscando en el perchero la minifalda azul que se había comprado hacia algunos meses—, ya voy de salida, Su —le dijo, mientras tiraba la prenda sobre la silla giratoria frente al escritorio.
—Eso llevas diciéndome desde hace media hora, Miranda —reprochó Sucel con tono jactancioso, a lo que Miranda rodo los ojos —. ¿Qué sucede?, ¿No quieres venir?
—No es eso —. Miranda se agarra del borde del espejo cuando perdió el equilibrio, eso de cambiarse mientras tenia doblado el cuello por estar hablando no se le daba, y menos cuando Sucel se ponía intensa.
—¿Entonces?
Miranda logró sacarse el vestido entallado por las caderas y el efecto de gravedad hizo que terminara de caer al suelo.
—¿Qué te parece si soy un duende azul, Su? —preguntó, mientras deshacía el nudo de la mañanera que aun cubría sus hombros.
—¡¿Estás loca!? —chilló Sucel al teléfono, exaltándola.
—Su…
—Se supone que tú eres la señora Claus… ¡La sexy señora Claus y yo tu jodido duende, Miranda!
—Lo que sucede es que perdí el calcetín rojo, Sucel y no lo encuentro…
—Pues no me importa, búscalo bien y sino aparece me avisas y voy a ayudarte.
Tras eso, el silencio se hizo a través de línea. Miranda miro el celular lanzando una maldición y colocándolo sobre la mesa del escritorio se volvió a colar la vestimenta. Ciertamente Sucel era su némesis. Miranda observo el tiradero que había hecho y como si de su peor cruz se tratara, se dispuso a ordenar; lo que le llevo una hora hacer, solo para darse cuenta que… ¡El bendito calcetín no estaba! Exasperada, estuvo a punto de tirar la camiseta que tenía entre las manos, puesto que durante todo aquel tiempo, Sucel le había llamado otras cinco veces atormentándola; no obstante, la llega de Mish, su gata tricolor, la detuvo y apretando la mandíbula, se llevó una mano al pelo soltando una risa estupefacta.
—¡Mish! —graznó, cuando la gata de ojos azules soltó la prenda junto a la puerta y se relamía los bigotes, como diciéndole que lo había hecho adrede. —Gata mañosa —refunfuño, mientras cogía el calcetín y se sentaba en la silla giratoria para ponérselo junto al otro. Luego de eso levanto a su gata del suelo y se rio, seguramente no era la única que pensaba que tarde o temprano debía recoger y ordenar todo el cuarto y todo por un calcetín. Una risa estridente broto de sus labios al tiempo que Mish maullaba, pensando en que se pasó una hora buscando el calcetín rojo por gusto… Bueno, no por gusto, pues había ordenado su tiradero. Luego de eso terminó por alistarse y tras haberle dejado comida a su gata, se fue…
Me ha gustado mucho esta dinamica =)
Rafael Perez
22/04/2019 a las 18:37
Descubrí este Blog y me ha gustado mucho. Descargue el fichero del primer ejercicio. Este Blog es una idea muy buena, no dudo que podre mejorar en mi manera de escribir. Sigan así y espero con ansias el mes de mayo para hacer mi primera aportación al taller “Montame una escena”, un saludo desde Honduras, Centro América.
Amparo
27/06/2019 a las 20:36
Tengo la pregunta,
Aquí pongo el escrito?
atilio parrillo
28/06/2019 a las 04:09
Holo. Escribí sobre la premisa “el calcetín rojo”, pero no sé como enviarselos. Les ruego me ayuden. Gracias.
Literautas
28/06/2019 a las 08:05
Puedes publicarlo aquí mismo, en los comentarios. 🙂
Un abrazo.
atilio parrillo
29/06/2019 a las 03:07
Francisco remolineaba en la cama a diario. Era de los últimos en incorporarse e ir a buscar el desayuno que José, el encargado de transportar el carro de comida, repartía a diario en el establecimiento donde a aquel y a otros como él, les proponían curarse, o le vendían esta promesa que en pocas ocasiones se cumplía.
Ya había abandonado las ilusiones que generaban lo prometido. Había pasado otras veces por el mismo nosocomio, con los mismos fines, tan anhelados por su familia .Los resultados apenas si llegaban al mes. En forma inevitable, la recaída lo esperaba. Su “salud mental” se asemejaba a una cuerda elástica, se dejaba estirar hasta cierto punto para luego retomar su longitud inicial.
Su aspecto no difería en demasía del de los que la ciencia ha denominado “sanos”. Joven, veintitrés años, altura promedio para la población a la que pertenecía, tez blanca, iris marrón, cabello oscuro. En la calle sería uno más, otro personaje que cruzaríamos sin detenernos a mirar, como nos sucede a diario con la mayoría de aquellos que cohabitan nuestro espacio.
Su particularidad no radicaba en su aspecto, se encontraba en su interior. ¿En qué lugar? A pesar de los esfuerzos científicos destinados a encontrar un sitio anatómico preciso, su patología no permitía que localizaran su morada.
En los momentos álgidos de su enfermedad, se dañaba a sí mismo maltratando su piel en aquellas zonas que “la voz” le indicara. Las marcas de sus heridas podían observarse recorriendo la inmensa mayoría de su cuerpo.
Sin embargo,su pie izquierdo era como aquellas obras que pueden observarse en los museos, con un cartel por encima que nos indica”no tocar”. No tenía explicación. Ni su historia, ni su familia podían precisar la causa de que esa zona fuera tratada como un santuario. Para jerarquizarlo ante sus ojos, le dedicaba su mayor esmero con lavados reiterados, corte de uñas que no prodigaba por igual al derecho, dando por terminada su tarea cuando sobre aquel colocaba el calcetín rojo que lo distinguía, lo tornaba diferente más allá de que no tuviera par.
Aquella mañana cuando tronó la voz de José anunciando el desayuno,giró en la cama como si se tratara sólo de un fenómeno meteorológico que anuncia un día lluvioso. Demoró como era su costumbre. Tras otro grito , esta vez anunciando la retirada del funcionario, se vistió, sabiendo que la última prenda en colocarse sería el calcetín, el rojo, su piedra preciosa , su sello personal, el motivo que aún le hacía pertenecer al reino de los vivos. Pero no lo encontró.
La preciada prenda tenía residencia propia:el cajón de su mesita de luz, a diferencia de su ocasional acompañante que aguardaba dentro del hueco de un zapato. Miró ese cajón varias veces, hasta que optó por arrancarlo de la mesa, más allá de la traba que sobre el riel por donde deslizaba había colocado el fabricante. Lo volteó, retiró el mueble de su lugar para observar por detrás, pero no hubo caso, no estaba. José,contemplando la desesperación que se apoderó del muchacho y la que no daba señal de finalización, depositó la placa de lata que hacía de bandeja ,sobre la silla de la habitación y se retiró para continuar con su rutina.
Francisco no pudo hacerse con su tesoro, aunque lo víó.Cubría el pie de Roberto, quien lo lucía como la corona que otorga a ciertos personajes el derecho al reinado. A continuación, fue en búsqueda del nuevo monarca pero no logró alcanzarlo. Pensó que se había escapado con el botín y que aquellos, los que se reunían debajo de las luces verdes de la salida,los encargados de la vigilancia del lugar eran cómplices de su enemigo. En tono violento, les increpó que como habían permitido la huída de un paciente, que además lo había robado. Lo oyeron incrédulos; de aquella boca partía una sentencia sin sentido. El lugar sólo contaba con una puerta que comunicaba con el exterior y por ahí, nadie había pasado. -¿Y las ventanas?- continuó sumido en esa vaga sensación de esperanza,que sale a escena cuando ya el telón se cierra.Se riéron, todas se encontraban protegidas por rejas hechas con hierros tan unidos entre sí que simulaban las penosas jaulas que el género humano ha fabricado como cárceles de pájaros.
Ante la insistencia en la situación y la furia que hizo de Francisco un tornado que volcaba mesas o sillas a su paso, los vigilantes recurrieron a la enfermería para que desactivara el descontrol del muchacho.
El más experiente de los enfermeros, habiendo vivido situaciones similares,se dirigió rapidamente al lugar donde se generaba el hecho. Tomó por detrás al paciente, en tanto pronunciando con voz grave la palabra urgencia, logró que sus compañeros asistieran en su ayuda. Estos vistieron al generador del conflicto con el tradicional manto blanco ,cuyas mangas escapan al sentido común para convertirse en cintos que aprisionan los brazos de las personas. Rodearon sus pies con un cinto, este si de cuero y lo trasladaron, por sus medios,a la sala donde se recurre a la medicación pertinente.
Luego del sueño provocado por las drogas, Francisco despertó calmo pero llorando,viendo delante suyo al siquiatra de guardia. Este le solicitó que relatara lo sucedido. – Mi calcetín rojo desapareció- esbozó entre lágrimas. -Me lo robó Roberto, que no está, no lo encuentran- El siquiatra miró detenidamente el cuerpo del paciente y observó sobre el pie derecho del mismo un calcetín rojo, en tanto, el pie izquierdo se contentaba con una media a cuadros. Ante este hecho, le sugirió al paciente que mirara en la habitación donde se hallaban porque le “parecía” que Roberto había aparecido escondido en el espejo.
atilio parrillo
29/06/2019 a las 03:24
Francisco- Su identidad recaía en el mismo.
María la niñera- El más pequeño lo reclamaba insistente.
Fredy el guardameta(En el Río de la Plata arquero ó golero)
Lo utilizaba como protección de su tobillo dolorido.
Renzo- Era su amuleto para rendir exámenes.
Lorenzo- Llegó a sospechar que un matemático escondico en su lavarropas quería deshacerse de los números pares.
atilio parrillo
29/06/2019 a las 03:26
Disculpen que les haya mandado los personajes de este modo, pero no encontré otra forma. Tengan en cuenta que pertenezco a una generación que llegó tarde a la informática. Gracias y saludos.
aprendiz
02/07/2019 a las 18:24
Me encanta su taller, e hice el el taller del calcetín rojo.
aprendiz
02/07/2019 a las 18:26
Estoy muy contenta de haber encontrado su pag, hasta el punto de elaborar el taller del calcetín rojo.
aprendiz
02/07/2019 a las 18:29
Bueno todos tenemos algo de locos….y Billy no era la excepción pues su locura era diferente a la de todos los demás, esa mañana tenía una cita con unos inversionistas muy importantes y sus calcetines rojos estridentes según él le daban suerte, y era precisamente lo que necesitaba esa mañana suerte. Estaba perdiendo la esperanza de encontrarlos pues a Joaquín su dálmata le encantaba jugar con todos los calcetines que se encontrara a la mano sus colores chillones eran muy llamativos para él. Tenía un solo calcetín y el recordaba que los había dejado listos para no tener que perder el tiempo lo que precisamente estaba ocurriendo.
– Joaquin cogiste el otro calcetín? en donde lo escondiste?,
– Le pregunto y Joaquín lo miro con esa mirada de culpa agachando la cabeza y luego movió su cola como si estuvieran jugando.
Billy desesperado siguió buscando pues ya era hora de que estuviera saliendo de su apartamento, la oficina quedaba a unas cuantas cuadras pero aun así ya era muy tarde, él quería sus calcetines rojos y al final debía cambiar de planes sobre su vestuario, abrió su gaveta en donde guardaba su ropa interior y ¡vóila¡ allí estaba el otro calcetín, pero ya no tenia el otro en sus manos y de repente apareció Joaquin con él en su hocico, la nueva dificultad era como se lo iba a quitar pues su cachorro no entendía que no estaban jugando y que para Billy era imprescindible salir de su apartamento lo más pronto posible pues la reunión que tenía era de mi vida o muerte para su carrera puesto que si convencía a los inversionista su jefe le había prometido un ascenso que estaba esperando ya hacía dos años atrás, y sus calcetines rojos eran de buena suerte cada vez que se los colocaba conseguía todo lo que se propusiera. Los rojos eran de suerte los verdes eran de conquista con los rosados ellos sentía paz y así sucesivamente con los amarillos, los lila, los blancos y hasta los negros que no era su color favorito. Por fin consiguió colocarse sus calcetines rojos y salir corriendo, llego con la lengua afuera a su oficina y cuando todo el mundo lo vio entrar se quedaron mirándolo con una mirada retadora de incredulidad, ya tenía cinco minutos de retraso abrió su laptop y empezó su exposición y cuando la culmino solo se escucharon aplausos y felicitaciones había conseguido su ascenso.
Como dice nuestro compañero atilio parrillo
Amparo
09/07/2019 a las 18:28
Hola,
Te agradezco compartas este espacio para practicar, para mi es muy gratificante este proceso, seguro aprenderé muchas cosas.
Estoy haciendo las practicas pero bueno creo que como esta desde hace años como que no estoy segura de mandarlo y veo aquí varios que los ponen me parece que se carga donde no debería.
Éxito a todos los participantes y yo pues sigo con los ejercicios, si ponen un enlace actualizado donde ponerlos para hacer comentarios me gustaría participar.
Un saludo a todos
Alondra
22/07/2019 a las 07:01
Acabo de encontrar hacer poco tu blog y me encanta. También te he enviado mi historia.
Diego
30/09/2020 a las 16:57
Hola! Quería daros las gracias por este listado de ejercicios. Se agradece mucho tener un “guión” para practicar.
¿Esto sigue activo? Me encantaría haceros llegar mi ejercicio!
Tayde Rodríguez Gabarrón
18/10/2020 a las 20:50
Si no está el calcetín rojo, no tengo nada más que investigar, ella se lo dio como prueba de su amor, así él tiene un calcetín y ella otro, éso los une. No, no está el calcetín. No se que me duele más que le haya dado ése calcetín a él, o que se llevó mi par de calcetines rojos de invierno. Tayde R. Gabarrón
Sil Vestre
09/06/2021 a las 21:11
Me ha encantado el ejercicio. Llevaba tiempo pensando en ponerme a escribir algo que no fueran diarios (esto lo hago quizás desde hace más de 20 años), pero me daba pánico enfrentarme a crear una historia. Con esto me ha resultado divertido y fluido.
Muchísimas gracias 🙂
fernanda
19/10/2021 a las 19:14
Abre los ojos, son 10.30 de la mañana, va tarde, el autobús del trabajo ya se fue pero aún puede tomar un taxi, la entrada es hasta las 12, el calor es insoportable, el cuello lo tiene lleno de sudor, va directo a darse a una ducha de agua fría, empieza a pensar en la noticia que leyó ayer, probablemente en los próximos dos años vendrán tormentas solares muy fuertes que van a cambiar el modo en que vivimos, podría haber apagones intermitentes en todo el mundo , toma el shampoo, también se podría ir el internet sobre todo en los países de la zona norte, se enjuaga, toma el acondicionador, se pregunta qué haría ella , todo su dinero lo tiene en el banco, el hotel donde trabajar cerraría, al igual que todos, entra jabón en los ojos le empiezan a arder, – mierda-, se enjuaga se seca y va a vestirse, hoy el uniforme es especial es septiembre el mes de fiestas patrias tiene que llevar unas calcetas rojas, solo ve una calceta, sigue buscando, tendría que regresar a vivir con mis padres, pero sin dinero sin electricidad, sin internet, la ciudad colapsada, tendría que ir caminando y luego como sobrevivirían? – ve el reloj lleva una hora buscando el calcetín rojo, mueve el sillón, por fin ahí esta!, le sirve de comer a su gato le llama de cariño Flinflo, se despide de él entrecierra los ojos y gato hace lo mismo, toma sus llave, bolso, – ¿cómo me llevaría a Flinflo?-, sale a la calle el sol es cegador, de pronto avista un taxi, llega al hotel, se apresura a la recepción donde ya hay una fila de personas esperando malhumoradas para entrar y salir del hotel, su compañera la mira molesta, se acerca a su computadora, y de pronto de apaga, también los ventiladores y el aire acondicionado, siente un vacío en el estomago.
Tayde Rodríguez Gabarrón
20/10/2021 a las 18:20
Silvia se pone de acuerdo con su enamorado por internet para encontrarse en la entrada de la iglesia del pueblo a las doce del día, para reconocerla le pidió llevara calcetines rojos, para reconocerla fácil. Ella con la ilusión de sus quince años le puede dar acepta, pero, no recuerda tener calcetines rojos, el que si tiene es su hermano, va a su recámara pero como tiene solo 10 años, siempre todo esta revuelto, pasa más de una hora buscando el calcetín, encontró uno en el cajón de ropa, pero…el otro no lo encuentra, despues de mucho buscar lo ve amarrando la pata rota de un dinosauro, lista se presenta en la cita, cuál sería su sorpresa que ese día están practicando el Sábado de Gloria y muchos van vestidos de diablos y diablas con calcetines rojos. Se queda a la entrada de la iglesia cuando ve a un hombre mayor, como de 55 años que ve a todas las chicas a los zapatos, él lleva calcetines rojos, ¿ése es el internet? dijo que tenía 16 años, no era cierto, el hombre voltea a verla y le pregunta ¿Te llamas Silvia, mi vida? A lo que respondiendo rápido responde negando y se mete hasta el altar, alcanzando a ver que el viejo sigue preguntando a todas las niñas si son Silvia. La chica incada se persina agradeciendo no haber caído en una trampa y no volver a creer en gente desconocida de internet. Con cuidado se quita los calcetines rojos y sale de la iglesia, los demás siguen practicando el festejo, ella sin hacer muchos movimientos se va directo a casa y apaga su computadora y tira a la basura los calcetines rojos.
Laura Morán Vidaurri
08/04/2022 a las 14:19
Se Pasó Una Hora Buscando el Calcetín Rojo.
Laura es una mujer madura de edad pero muy jovial, es una pesona analítica pero que tiene un carácter fuerte aunque es muy amable con los demás pero nunca demuestra lo que siente.
A ella le gusta tener organizado todo, sobre todo su ropa, para ella su ropa es como su vida, porque en está se encuentra un super poder Oculto. Le encantan los animales tiene una perrita Boxer hermosa y con ella vivien dos hijos, uno de 22 años y otro de 12 años, que aveces desorganizan todo.
Un día Laura como de costumbre se levantó tendió su cama y se arregló para ir al trabajo, decidió ponerse tenis, estaba ella absorta en sus pensamientos cuando de pronto entra a su cuarto y se encuentra sola, mira a su alrededor no habia nada ni nadie se escucha un silencio de esos que te hacen temblar, salió de su cuarto hacia el pasillo para buscar a su perra, no estaba ya se habia ido, corrió atravez del pasillo y llegó al cuarto en donde se encontraban sus hijos no había nadie, no habia nada, ni muebles ni camas que tender, ni hijos que vestir, ni perra que cuidar . Ella se encontraba SOLA, TOTALMENTE SOLA, y en su cuarto lo único que había era un monton de ropa desordenada.
Se vió entonces en la necesidad de tener que salir a buscar a todos, tener que encontrar lo que había perdido, rápidamente miró hacia sus pies y vió que solamente tenía un calcetín puesto y ¿El otro? ¿En dónde estaría? ¿El otro calcetín rojo!
En ese momento miró hacia el montón de ropa que había en el centro de su casa había camisas, pantalones, faldas, zapatos, blusas, calzones y calcetines de todos colores y formas pero el calcetín rojo no estaba y el único lugar en donde podría estar era alli.
Fue entonces que recordó que tiene un poder super secreto: Auto control dirigido hacia algo, inhalo, expiró, controló sus emociones, en un intento de valentía se arremangó las mangas de su blusa y se lanzó hacia adentro de esa pila de desorden de ropa porque el calcetín rojo debía estar alli.
Giss Francois
23/09/2022 a las 19:41
Ya era tarde para que Lucas se fuera a trabajar y todavía le faltaba colocarse los calcetines, pero se dio cuenta que no encontraba el otro uno de los calcetines rojos, aunque Lucas tenía muchos otros calcetines de otros colores, ese día quería ponerse ese par en específico, ya que esos les traían suerte porque tenía una presentación muy importante en el trabajo. Lucas llamo a Lisa para preguntarle donde estaba su calcetín- Lisa: déjame ir a buscarlo a la ropa sucia quizás esté ahí. Pero Lucas le había dicho que fue el primer lugar que pensó pero que ahí no estaba. Él se estaba volviendo loco porque ya se le estaba haciendo tarde para ir a trabajar y seguía sin encontrar el calcetín, busco y busco por todos los rincones mientras hacia un gran desorden era tan grande que la pobre Lisa estaba más nerviosa que lucas por encontrar el dichoso calcetín rojo y que dejara de tirar todas las cosas. Lisa al ver a Lucas tan desesperando lo sentó y le explico que la suerte no depende de ningún calcetín ni otra cosa, si no del entusiasmo y motivación con la que hagan las cosas y que sabía que le iría muy bien en su presentación. Lucas al entender lo que Lisa le había dicho compendio y decidió ponerse otros calcetines, mientras él se colocaba los otros calcetines, Lisa le paso los zapatos para ayudarlo a terminar más rápido, mientras él se estaba poniendo un zapato y continuación se colocaba el otro sintió algo extraño en el pie, entro la mano para ver qué era lo que estaba dentro del zapato cuando lo saco era la media roja que estaba buscando, sintió un alivio cuando la encontró y automáticamente se quitó los calcetines que ya tenía puestos y se colocó los rojos ya que eran de la suerte, Lisa solo se quedó mirando a Lucas y pensando que no hizo caso de lo que hablaron, pero por lo menos se sentía tranquila por Lucas ya se iba y la dejaría tranquila sin hacer más desorden.
Cristina
10/11/2022 a las 20:21
Hoy es la noche más importante del año, el año termina y yo todavía estoy sin arreglar, ¡soy un desastre!. Intento maquillarme lo antes posible aunque de forma correcta ya que no me gustaba ir como un pincel. Esta noche por fin iba apresentarle a mi familia a mi novia y estaba un poco nerviosa por como llevariamos la situación…pero todo resultaria maraviloso. Debo admitir que soy una persona un tanto supersticiosa, solo un poco, no es para tanto. Solo que tomo a raja tabla las cosas que dan mala suerte, como por ejemplo, abrir un paraguas si no llueve ¡¿Quién lleva un paraguas si no llueve?! Me ponen nerviosa… o la tipica del espejo roto… ohhhh dios no la peor de todas, mirar a un gato negro a los ojos. Real que si veia a uno tenia que pasar con los ojos cerrados por el miedo a que me pasara algo malo… putas superticiones.
Antes de cenar un cacho de pizza, miré un rato el movil ya que habian atrasado la hora de quedada, mi familia era muy previsiba para estas noches y a mi madre le molestaba terriblemente que mis tios llegaran tarde, era mejor no hacerle enfadar porque si no se pasaría toda la cena lanzando pullitas a ton ni son. Yo por eso siempre he sido una hija muy puntual. Cuando llegue de nuevo al baño para pintarme los labios y darme los ultimos retoques, me di cuenta de que esta noche era nochevieja y que no se me podia olvidar ni por asomo ponerme alguna prenda roja o conjunto, ya que da mucha suerte para el año nuevo… y ya que mi pareja y yo acabamos de empezar la relación hace unos meses , pues que todo salga bien ¿no? Intente dejar toda la ropa puesta lo juro, encima de la cama, mi vestido de lentejuelas con una rajita en la pierna, mis medias, mis tanga rojo… algo faltaba. Me di cuenta pronto de que lo que faltaba eran mis calcetines rojos, que me los debia poner, y solo habia encontrado uno, ¡el otro estaba desaparecido por la puta casa!. Empecé a sudar ya que me daba pavor llegar tarde a los sitios ya que el hecho de tener una madre tan exigente te crea traumas de por vida… Intenté repirar y empezar a buscar en la colada por si me lo habia dejado alli esta tarde.. nada, nada de nada y yo me iba a volver loca. Sin calcetin al completo, sin suerte… no se que era peor ahora, si mirar al gato o ¡no encontrar los malditos calcetines!
La hora se iba acercando, mi novia llegó ya vestida y arreglada, muy mona ella, le di un beso pero yo seguia histerica porque me era imprecindible encontrar ese calcectin.
Llegamos a la cena un poco tarde y mi madre ya tenia la mala cara, pero como yo iba más feliz porque tenía mi suerte asegurada esa noche, cene tranquila, me rei, baile, y en un momento de bajón, me senté junto a mi novia y le pedí perdón por el espectaculo de la tarde, , siempre es espectadora de mis arrebatos. Apoye mi pierna en la rodilla de ella y ella miró el cupable de la noche de reojo y me dijo
-No te creas que me ibas a perder por no encontrar esto, nuestro amor no es tan insignificante- me besó y corriendo se quitó el calcetin ý brincando por la sala y riendo, no apraba de decir que mi suerte no podia depender de algo asi.
Lain
04/02/2023 a las 04:09
Eran ya las 10:00 am, René corría por toda la casa preperandose para ir al trabajo: se había quedado dormido y solo faltaban 15 minutos para que llegara al trabajo. En si no era habitual que esto pasara, pero ayer en la noche tomo varias copas de más, nisiquiera recordaba como llegó a su casa, y para colmo hoy tenía una reunión con la junta directiva de su trabajo para la aprobación de un proyecto y por consiguiente un ascenso.
Su cabeza dolía como los mil demonios, tomo una pastilla para disimular un poco el dolor y siguio buscando su traje entre el monton de ropas esparcido por toda la habitación. Entre maldiciones y lamentos logró colocarse su ropa, terminó por colocarse su corbata, no de la mejor manera pero ya la arreglaria en el camino y busco aquello que lo acompañaba en sus momentos más importantes trayendole siempre la mejor suerte: sus calcetines rojos.
Creyó dejarlo en donde solían estar siempre; abrió el cajón de las medias pero allí no había siquiera rastros de ellas. Entró en pánico.
Dió vueltas por toda habitación buscandola pero no estaban. Cada vez se ponía mas nervioso, ya habían pasado los quince minutos para llegar puntual, alguna excusa diría pero no saldría sin sus calcetines rojos… no podía sin ellos.
Una hora se pasó buscando el calcrtín rojo y no lo encontraba, ni siquiera se había dado cuenta del retraso que ya llevaba. Buscó, buscó y buscó, pero en la casa no estaban,
La desesperción le obnuvilaba su menta, no podía ser que en ese día tan importante haya perdido aquellos calcetines. Trató de buscar en lo más recondito de su mente pero los recuerdos que tenía de anoche no involucraba haberse puesto sus calcetines, ni siquiera recordana cuando fue la última vez que los uso.
¿Estabán en lo de un amigo? No, nunca necesito llevarlos a ninguna casa. ¿Se los robaron del tendedero? Quién sabe pero no recordaba haberlos lavado; y una idea se prendio en su cabeza, como si se tratase de una linterna: ¡El lavadero!.
Corrió hacia la habitación del lavadero y entre el montón de ropas busco y busco, se estaba planteando seriamente la limpieza y el orden de su ropa, se prometió a si mismo el fin de semana que seguia tomarselo para ordenar aquel desastre.
Rebuscó incanzablemente entre sus ropajes hasta que diviso, al fonde de todo y enredado entre otras ropas, su adorado calcetin rojo. Con desesperación lo tomo y sin importarle la suciedad o el olor se lo colocó, todo aquello había terminado. Se dispusó a irse para colocarse los zapatos y retirarse, sin embargo, al ver la hora casi se desmayada del espanto, había pasado una hora para encontrar su calcetín. Vaciló en presentarse al trabajo, se planteó seriamente mejor poner una excusa de que estaba enfermo para que envien al médico y tener un justificativo pero ese esfuerzo en encontrar su media no iba a ser en vano, al final de cuentas ya la encontró por lo que la suerte correria de su lado.
Salió del lavadero y corrió hacia su habitación para colocarse los zapato. En su desdicha, al ponerse el zapato izquierdo, se dió cuenta que le faltaba el otro calcetín y ya había pasado una hora y media desde que se retrasaba para llegar al trabajo.
DANIELA
10/02/2023 a las 17:53
Esa mañana Guillermo estaba ansioso y preocupado; todo el su vida marchaba en orden y sin embargo nada estaba bien. Iba a jubilarse en unos meses y aún no sabía que haría con su vida; su relación de hacía más de diez año con una mujer veinticinco años menor era tan tranquila y rutinaria que a veces le producía vértigo.
Buscaba una media roja. Ya había revisado todo los cajones de la cómoda, en el canasto de ropa que la señora que limpiaba su casa había terminado de planchar el día anterior. En el bolso que llevaba al gimnasio y hasta debajo de la cama. ¡ Y nada!
¿Cómo era posible? Pensó que estaba con el amor de su vida y ahora se sentía tan vacío. También había buscado en los cuartos de sus hijos, cuartos que hacía meses no se usaban, porque su hijo había decidido probar suerte en el exterior y su hija prefería dormir en el departamento de su novio. Tampoco estaba allí.
¿Dónde había quedado? Siempre había tenido tantos planes para cuando dejara de trabajar y ya ninguno lo ilusionaba ni lo emocionaba. ¿Debería dejar que la media roja apareciera sola? Había pasado cerca de una hora buscándola y se reprochaba a sí mismo el desperdicio de tiempo. ¡Tanto lío por una media! ¿Por qué no se ponía el par de medias blancos, o el par azul?
¿Había pensado alguna vez en lo que realmente quería para su vida? ¿Le daba miedo acaso dejar lo conocido por nuevas experiencias? ¿Y si lo nuevo no le gustaba y si se arrepentía?
– Es en el último lugar que busco – pensó. Y abrió el cesto de la ropa sucia. Y ahí estaba, la media roja, casi en el fondo, pero resaltando entre el resto de la ropa más bien oscura.
Olía mal, debería lavarla y esperar a que seque para poder usarla. Era eso o usar un par de otro color, después de todo el rojo no combinaba con la ropa que se había puesto.
Ahora que había encontrado la media, Guillermo sentía un poco menos de ansiedad. Tal vez era hora de preguntarse qué color de medias lo hacía más feliz.
Virgilio Vasquez
10/03/2023 a las 23:46
Se acercaba la hora de subir al trineo para repartir los regalos de Navidad a los niños que se habían portado bien este año. Se recortó un poco los pelos que sobresalían de su nívea barba se metió a la tina con agua tibia y allí estuvo durante casi una hora. Luego salió y se secó bien, hasta los más pequeños sitios del cuerpo. —No vaya a ser que coja un resfriado por andar húmedo durante la travesía— pensó,
Luego se dirigió al armario para sacar su traje pulcramente acomodado por el servicio de duendes. Los calzones con lunares rojos en primer lugar, luego la camiseta con motivos de arbolitos de navidad. Luego los calcetines rojos, hechos con fibras especiales para evitar el frio. Pero, ¡No otra vez! Dijo halándose la barba.
—Verdín, llamó con potente voz, —¿Dónde demonios está mi calcetín rojo? —En varias ocasiones había sucedido lo mismo, y pasaba horas en la búsqueda del perdedizo calcetín rojo.
—Las coloqué las dos en su sitio, —dijo el duende nervioso.
¡Pues anda a ver dónde las colocaste, porque falta un calcetín rojo!
Buscaron por todos sitios donde pudiera estar y se pasó más de una hora buscando el calcetín rojo sin lograr encontrarlo.
—No hay manera, busca en el armario otro par de calcetines rojos.
Así lo hizo verdín, cuyas orejas en punta se habían tornado del color de los calcetines, con los gritos pegados por Santa. Cada vez que perdía un calcetín, formaba el mismo lío, pero estaba seguro que los había dejado en el sitio adecuado.
Luego de buscar un nuevo par de calcetines rojos procedió a colocar el incompleto en el sitio de los incompletos, ya que Santa era tan meticuloso con su ropa que si perdía un botón de la camisa, aquella iba al cajón de trajes incompletos.
Se sentó y cuando se sintió satisfecho de su vestimenta, mirándose varias veces al espejo, levantó el pulgar derecho, que era la señal para dirigirse al establo de los renos, que ya habían preparados por los encargados.
Con paciencia y calma se sentó en el trineo y tomo el látigo para dirigir la señal de avanzar.
De repente sintió ganas de estornudar y metió la mano en el bolsillo para sacar el pañuelo, y oh, oh… En lugar de pañuelo, apareció el calcetín rojo…
Se pasó una hora buscando el calcetín rojo. Había olvidado que antes de meterse a la ducha, el dichoso calcetín se había caído al piso, y al recogerlo lo había introducido al bolsillo de la camisa.
Charol Medina
11/04/2023 a las 20:29
Hola me anime a realizar el ejercicio, y lo publique en forma de relato en mi blog.
Aqui esta por si quieren pasarse por ahi y comentar que les parece.
https://charolmedina.blogspot.com/2023/04/el-calcetin-rojo.html
Tayde R.Gabarrón
16/04/2023 a las 18:16
EL CALCETÍN ROJO.
Julia se acostó a dormir pensando en la falta que hace un romance a sus 27 años siendo soltera ¿Cómo podría brincarse todos los requisitos de la sociedad? Solamente tener un romance sin cumplimientos. Se durmió pesadamente, no tardó en sentir en su cama la presencia de un hombre, guapo, se dio cuenta que era muy rubio, fuerte, que al verla su mirada escurría amor, acarició su cabello con la dulzura de Romeo en su primer noche con Julieta, la observó como si descubriera una gran belleza.
Sintiendo Julia su presencia tan varonil, se dejó llevar por el momento, abriendo su camisón para permitir aquella posesión tan esperada; entregó su cuerpo, sus ilusiones y ese gran deseo que la consumía desde hacía varias semanas, lo sintió en todo, disfrutó cada momento al máximo, pero al terminar aquel apasionado
encuentro onírico, él se levantó, quedándose parado sobre la cama, observándola todavía embelezado, sin embargo, tanto él como Julia se dan cuenta que iba desnudo, solo llevaba unos calcetines rojos En ese momento él, asustado gritó tan fuerte, al tiempo que sonó el despertador avisando se debía preparar la chica, para ir a trabajar, sonriendo
por tan especial sueño, al levantarse vio que en su almohada estaba un calcetín rojo…¡UN CALCETÍN ROJO!
Cuento para literautas.
Tayde R.Gabarrón
Valeria
07/06/2023 a las 18:51
Muy interesante la pagina para poner en practica con alumnos
Pamela
08/08/2023 a las 15:05
Pamela dice:
Había guardado el calcetín en su bolsita de terciopelo rojo, del mismo color rojo brillante que el calcetín. Mientras cerraba la bolsa con el cordón dorado que tenia la misma y que le servía de asa ,se dio cuenta de que el calcetín que dejó sobre el cuerpo sin vida de aquella chica de piel tan blanca y cabello tan rubio casi transparente , con unos labios carnosos y jugosos de un tono rojo sensual que te invitaba a degustar su sabor; no era del mismo color rojo del calcetín que había guardado con tanta delicadeza en su bolsa. De pronto empezó a sentir un sofoco intenso que fue instalándose en su rostro y bajando por su pecho, la ira que empezó adueñarse de él fue en aumento, tenia que encontrar el calcetín compañero del que descansaba en el interior de la bolsa. Se apresuró a retirar el calcetín que reposaba en el cuerpo de la joven, debía reemplazarlo por el adecuado para que la Armonía fuera perfecta. Solo tenia una hora para recuperar la prenda y depositarla en el cuerpo de su víctima, tenia que apresurarse, el compañero de la chica llegaría en menos de dos horas y debía prepararlo todo para que al llegar se fijara en la bolsa de terciopelo antes de dirigirse al dormitorio.
Después de examinar hasta el último rincón del vestidor donde la chica guardaba toda su ropa interior y no hallar ni rastro de la prenda, decidió buscar en el resto de los armarios y cómodas de los demás dormitorios, debía apurarse por que el tiempo pasaba y no obtenía ningún resultado. Los nervios empezaron a apoderarse de cada poro de su piel y ya no se preocupaba en dejar todo correctamente para que el desorden no aflorara, sabía que el tiempo se acababa, miró su reloj y de pronto su semblante palideció y su entereza se desplomó, se dejó caer, todo había terminado. La llegada del chico era inminente, no consiguió terminar su obra como en las otras ocasiones , no encontrarían a una pareja abrazándose en la muerte en un conjunto armonioso. Maldita sea! Porque eligió los calcetines, ya sabemos que siempre se pierde la pareja.
Escrito el 8 de agosto de 2023 a las 16:00
Galilea Ocampo
20/09/2023 a las 16:33
El pequeño Tim estaba en la clase de artes de los jueves, estaba bastante emocionado esperando que la maestra le dijera lo que iban a hacer ese día, la maestra llegó al salón irradeando una sonrisa al ver a sus alumnos, tomó su asiento en su escritorio y les informó a sus alumnos lo que harían en la clase ese día, -van a hacer un proyecto diferente- les dijo. -Tienen que hacer alguna manualidad de lo que ustedes quieran, esa manualidad la harán en casa, pero aquí van a realizar el boceto de lo que van a hacer y me lo van a mostrar para yo poder decirles los materiales que podrían utilizar en su manualidad-. El pequeño Tim se emocionó aun más al escuchar que podían hacer lo que ellos eligieran hacer. Él estaba pensando lo que quería hacer, hasta que depronto recordó uno de sus programas favoritos 31 minutos, y luego pensó en hacer un titere de alguno de los personajes, cuando de la nada pensó, -Tengo un par de calcetines rojos que nunca he usado, podría hacer un titere del personaje bodoque-. Así que el muy entusiasmado comenzó a realizar el dibujo de su posible manualidad. Cuando acabo de realizar su boceto el terminó encantado con su creación así que muy feliz y emocionado fue con la maestra a mostrarle su idea, la maestra encantada con la idea de Tim, lo ayudó a elegir la lista de materiales que debía usar. Al llegar a casa, Tim bastante emocionado le contó a su mamá lo que iba a realizar. -Haré un titere de bodoque- , le dijo. -Puedes llevarme a comprar mi material para hacer mi titere por favor?-. La mamá viendo la felicidad de su hijo le contestó, -por supuesto que si,vamos-. Ellos fueron a la tienda a comprar todo el material que iban a requerir. Al llegar a casa Tim comenzó a buscar su calcetín rojo que iba a necesitar para comenzar su titere, pero vaya sorpresa se dió al notar que su calcetín no estaba en ninguna parte, el buscaba y buscaba y no lo encontraba, se pasó una hora buscando el calcetín rojo, hasta que porfin lo encontró debajo de uno de los muebles de su ropa, él despues recordó que en una ocasion se le fueron debajo y hasta atrás del mueble y se olvidó de juntarlos, ahora si, aliviado y feliz de haber podido encontrar su calcetín, comenzó a hacer su titere de bodoque con la ayuda y supervisión de su mamá, que le ayudaba a recortar, despues de un rato de recortar, pegar y dibujar, él y su mamá porfin habían acabado de hacer el titere. Tim estaba bastante feliz por haber podido hacer el titere de bodoque, ya que era uno de sus personajes favoritos del programa que le provocaba tanta risa, ese mismo día él y su mamá esperaron a que su papá llegara de trabajar para poder cenar juntos. -Ya llegué!- exclamó el padre alegremente. -Papá!- gritó Tim -mira lo que mi mamá y yo hicimos para mi clase de artes-. -wow-, exclamó el papá -es bastante bonito- el pequeño Tim y su familia cenaron muy alegres y juntos ese día. La semana siguiente, nuevamente el jueves en clase de artes, Tim ya estaba listo para mostrar su proyecto a la maestra, quien muy feliz entró al salón de clases con su misma sonrisa de siempre y su gran taza de café. Ella tomó su asiento y fue llamando a cada alumno de uno por uno, hasta que llegó el turno del pequeño Tim, quien muy feliz con su proyecto, tomó su titere y se dirigió con la maestra para mostrarcelo esbozando una gran sonrisa de felicidad. -Hola Tim- le dijo la maestra, -hola maestra- le contestó el pequeño, -muestrame como quedó tu proyecto Tim- en ese momento, Tim levanto su titere y lo puso en su escritorio -excelente trabajo Tim!- exclamo la maestra con gran alegría. -Muchas gracias maestra, me alegra que le haya gustado, a mi me encantó como quedó-. Le dijo Tim a la maestra agradecido. -Tienes un 10 de calificación- le dijo. Ese día el pequeño estuvo todo el día muy contento y satisfecho tanto con su calificación, como con su manualidad. La mamá de Tim, ese día lo llevó a comer un helado para celebrar que habían logrado cumplir con el proyecto de la maestra y tambien por la calificación de su hijo, que fue de los más altos de su clase en esta ocasión dado su esfuerzo y dedicación al realizar su titere.
Chris
24/10/2023 a las 02:56
Llevo una hora buscando mi calcetín rojo. Que es rojo, que no se debería de perder entre un mundo color gris, que el rojo resalta hasta en las circunstancias más desfavorables. Es rojo, ni naranja, ni azul, ni amarillo. Que es rojo, como los tulipanes de la abuela o la pelota del pequeño Santiago. Que es la mar de brillante, como cuando el doctor nos apunta su lucecilla directo a los ojos y no puedes ver nada más que luz. Así es el calcetín. Y aún con ello ha desaparecido. Mamá lo notará y después de una regañina me dará otro parecido, tal vez verde o amarillo, para que no se me vuelva a perder. Pero ese ya no será mi calcetín rojo. El que tiene un agujero al final del dedo grande, el que tiene pelusas por todos lados, el que se llenó de pelos cuando el gato lo rodó, o el que huele a croquetas porque lo uso para mascar después del almuerzo. Que yo quiero mi calcetín rojo. Que sin él me muero. Que sin él, la vida ya no es igual. Que…¡mira, mamá me ha traído un calcetín rojo más grande y con sabor a pollo!